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Hace tres años

     Min YoonGi era un alfa tímido y un poco ermitaño. Hijo de dos alfas, había sido criado de la manera más dura posible. Por ser un alfa pura sangre, sus padres esperaban de él grandes cosas desde que se presentó a la edad de quince. Sobre él estaba el peso de un linaje tal pulcro como el abuelo de Paul McCartney, pues su madre, una alfa endurecida, rígida y disciplinada, era parte de una familia adinerada, dueña de una de las empresas de publicidad más importantes de Corea. Y su padre, un alfa aún más empedernido, era el CEO de una compañía de programación de sistemas informáticos.

     Así es, se esperaban grandes cosas de Min YoonGi. Sus padres estuvieron orgullosos cuando él eligió su carrera como ingeniero en sistemas y le apoyaban en todos los aspectos, pero nunca estuvieron conformes con su modo de ser tan retraído. Y ni hablar de su forma de vestir tan "sosa y floja", que consistía en jeans desgastados, tenis converse y playeras negras con estampados de videojuegos y bandas que existieron antes de que él aprendiera a caminar.

     También era un alfa poco activo, por no llamarlo perezoso. Odiaba salir de casa para cosas que no se trataran del estudio y tampoco era fan de llevar a cabo todo el proceso de buscar una omega para cortejar, por lo cual sus padres le reprendían constantemente. Cuando cumplió veinte años, empezaron a decirle cosas como "necesitas salir a buscar una omega, pronto se te darán comisiones en las empresas y necesitas empezar a formarte como adulto, debes continuar con el linaje de los Min a través de una familia sólida como la nuestra. O si es posible, encuentra a una alfa que no sea tan dominante y préñala cuanto antes, nos encantaría que continuaras con el linaje y tener nietos purasangre al igual que tú".

     Aquello hastiaba a YoonGi en sobremanera, pero lo ignoraba porque realmente no era algo que le interesara. Y no es que fuera asexual o algo por el estilo, sino que sus intereses estaban únicamente en su carrera. Era un total amante de la tecnología y un sabiondo en ese aspecto, pero también tenía sus talentos ocultos relacionados con el dibujo y el arte y su imaginación volaba muy alto cuando se trataba de crear personajes para videojuegos de todo tipo, desde medievales hasta de zombis, ya que su mayor sueño era ser programador de videojuegos. Claro que aquello no lo expresaba a sus padres porque seguro le dirían que un alfa purasangre no estaba para ese tipo de jueguitos, que él debía ser alguien serio y bla bla bla...

     En fin, toda la vida de Min YoonGi se reducía a seguir en secreto sus sueños mientras que sus padres se regodeaban de él en público y le seguían poniendo más carga sobre los hombros.

     Poco le importaba eso al joven alfa, ya que él tenía planeado largarse de su casa a penas terminara la universidad, de aquello no tenía duda.

     Sin embargo, todos sus planes se vieron volcados hacia otro lado cuando conoció a Park JiMin, su pareja predestinada, un omega macho que era completamente inaceptable para sus padres. A pesar de las innumerables pruebas científicas, la gente todavía creía que los omegas hombres no estaban hechos para procrear, que eran una especie inferior y que sus canales eran demasiado estrechos como para parir un bebé, por lo que debían ser sometidos a cesárea todo el tiempo. Los padres de YoonGi repudiaban a los omegas hombres por eso, pues creían que nacer por cesárea no era natural y que solo los menos aptos para la vida nacían de esa forma y, por ende, crecían siendo miserables al ser "extirpados" como un cáncer y no paridos de forma natural. Sí, eran unos cavernícolas en ese aspecto y estaban orgullosos de ello. Pero YoonGi no estaba de acuerdo, él realmente era todo lo contrario a sus padres y se alegraba de ello.

     Pero volvamos al omega en cuestión, Park JiMin.

     A la edad de 21, justo faltándole un año para terminar su carrera universitaria, Min YoonGi encontró a Park JiMin un día que fue al taller de costura en busca de alguien que arreglara un pantalón roto, ese que su madre le había dicho un millón de veces que tirara a la basura por lo horrible que era, pero se trataba de su pantalón favorito y, ante sus ojos, aún era funcional y bastante combinable con todas sus playeras negras de sus bandas y videojuegos favoritos, y también iba perfecto con su amada colección de tenis converse.

     Casualmente, YoonGi llegó al taller justo en el primer día de trabajo de JiMin, y, por ende su primera encomienda fue reparar aquel pantalón.

Buenos días, necesito un trabajo urgente —le dijo YoonGi a la alfa de piel canela y aspecto imponente, de cabello negro, peinado pulcramente como el abuelo de Paul.

¿Qué necesitas? —Preguntó sin siquiera mirarle a los ojos, mientras se revisaba sus perfectas uñas pintadas de rojo.

Que me reparen este pantalón para antes de las cuatro, por favor. Pagaré lo que sea, pero necesito que salga rápido.

De acuerdo —la mujer suspiró de forma indiferente y se volteó para buscar a alguien—. ¡Park JiMin! —Le gritó a un chico que estaba enrollando hilos en sus respectivos carretes.

Diga, HyeJin noona —hizo una pequeña reverencia y miró de reojo al alfa del otro lado del mostrador.

     El abdomen de YoonGi sufrió un pinchazo cuando hicieron contacto visual y sus orejas de pronto se tornaron rojísimas. Y aquellos olores que había detectado en cuanto entró al taller, los cuales le intoxicaron sin que se diera cuenta, rápidamente tuvieron rostro y forma.

     Danonino de fresa y rosas de castilla.

     ¿Por qué carajos percibía dos olores? ¿Qué significaba eso? No, no podía ser posible, esos eran solo mitos de parejas predestinadas, seguro era solo una confusión y el chico estaba usando un perfume muy fuerte...

Este será tu primer trabajo pagado, ya que has demostrado ser muy bueno con la máquina de coser —le ordenó al joven omega que, para la sorpresa de YoonGi, también estaba sonrojado.

     JiMin también sintió algo cuando le olió disimuladamente, asegurándose de que esos dos olores de verdad provenían de ese alfa.

     Arándanos y jamaica...

     De pronto, su lobo se inquietó como nunca. ¿Dos olores en un alfa? Aquello debía ser una muy mala jugada del destino... ¿O una muy buena y justa?

     Ambos se miraron fijamente y, con disimulo, olfateaban el aire para asegurarse de que aquello era real.

E-Está bien —tartamudeó el omega y desvió su mirada hacia la mujer.

Tómale los datos como te enseñé, recibe la prenda y te pones a trabajar —le indicó con voz firme que rayaba en el mando—. Iré a tomar mi descanso, WheeIn llegará a hacerse cargo del mostrador en quince minutos.

Sí, noona. Gracias por este primer trabajo.

Como sea, me largo —suspiró y se alejó, desapareciendo por una puerta escondida tras una cortina.

     Cuando se quedaron solos, se miraron mutuamente, habiendo una clara tensión casi tangible. Los labios secos, la mirada brillosa, los pinchazos en el abdomen y los lobos enloquecidos. Seguro no tardarían en empezar a liberar feromonas por la pura ansiedad.

     Para ambos lobos estaba más que claro de dónde venían esos fuertes olores que les intoxicaron al grado de casi hacerlos tropezar. Jamás un aroma les había atontado tanto como aquella vez, sobre todo porque estaba implicada una sospechosa segunda esencia.

     "¿No será que...? No, tonterías", se repetía JiMin a sí mismo una y otra vez, "no es posible que encuentre a mi pareja predestinada así de fácil."

     Sin embargo, su lobo no lo pasaba por alto, estaba más claro que el agua, pero se negaba rotundamente. Ambos lo hacían.

     Aquello les estaba revolviendo la mente y el corazón. YoonGi empezaba a creer en aquellos rumores de que solo puedes percibir ese segundo aroma cuando se trata de tu pareja predestinada. Si no, ¿qué otra explicación extravagante le podría dar a su lobo enloquecido y casi aullando por ese omega?

     ¿Cómo iba a lidiar con eso ahora? ¿Debía empezar a cortejarlo? ¿Debía proclamarlo suyo lo antes posible? ¿Y cómo lo tomarían sus padres?

Muéstreme la prenda —le pidió el omega con toda la serenidad del mundo, trayendo a YoonGi al presente, pues tenía la mirada perdida.

      YoonGi se la entregó e intentó no hacer contacto visual ni físico, pues no quería hacer algo estúpido ni alterar más a su lobo.

Con que el trasero roto —se burló JiMin cuando recibió la prenda. Tal comentario de voz dulce sobresaltó a YoonGi, que recién emergía de sus cavilaciones—. Yo que tú, no los arreglaba. Está de moda traer los pantalones rotos por todos lados, incluso si enseñas el calzón. Eso atrae omegas al por mayor, sobre todo si vas cargando un ukelele y cantas la canción de los pantalones rotos.

     El alfa rió con la referencia y automáticamente la canción se reprodujo en su memoria.

Te haría caso —se aguantó un poco la risa—, pero mi madre dijo que lo tiraría si no le tapaba ese agujero en el trasero. Es mi pantalón favorito, no puedo dejar que ella cometa tal atrocidad, aunque la idea de ir cantando la canción por la calle para ligarme a un omega fan de Bob Esponja, no está tan mal.

De acuerdo, alfa —rió JiMin y se sonrojó ligeramente—. Tomaré el trabajo. Ven por la prenda a las cinco de la tarde. Aunque es una pena, me encanta la canción de los pantalones rotos.

     Cuando el costurero le llamó "alfa", el estómago de YoonGi dio un vuelco. Era una palabra tan simple, absurda y natural, pero al ser pronunciada por esa bella voz, los cabellos de la nuca se le erizaron a YoonGi. Intentó reunir toda la cordura que pudo para contestar algo coherente al omega.

Pero es la una. ¿Te tardará cinco horas pasarle la máquina por encima? Es un trabajo urgente, se lo dije a la señora del mostrador —se molestó un poco, pero no podía dejar de sonreír por alguna razón que desconocía. Sí, el alfa medio ermitaño y amargado que nunca sonreía de la nada, estaba sufriendo de un dolor de mejillas por sonreír en exceso.

     En otro contexto, YoonGi ya habría hecho un escándalo porque era un joven muy mimado y con baja tolerancia a la frustración. Pero había algo en el ambiente que lo estaba calmando de forma increíble.

     Danonino de fresa y rosas de castilla...

     Sí, definitivamente esos olores me hacen sentir bien.

Bueno, tu pantalón roto como el de Bob Esponja no será el único que repararé hoy, seguro me llegará más trabajo —le dijo el omega y sonrió burlón.

Bien, ya entiendo que no soy prioridad. ¿Qué tengo qué hacer para que lo tengas listo antes de las cuatro?

Se nota que no eres un alfa muy listo —se burló de nuevo e ignoró su arrogancia—. Si te pedí que vinieras a las cinco, es porque a esa hora salgo de trabajar y pensé que podríamos ir a beber café y tal vez hablar sobre por qué no podemos dejar de mirarnos tanto y por qué puedo percibir dos olores en ti y no solo uno, como sucede con todos los alfas que hay a mi alrededor.

E-Este... yo... —YoonGi se sonrojó al instante, ese omega se había atrevido a decir justo lo que el alfa pensaba.

Ven en una hora por tu pantalón, pero pasa por mí a las cinco. ¿Puedes?

¿Es una cita?

Algo así —le guiñó el ojo y tomó la prenda—. Anota en este formulario tu nombre completo y tu número de teléfono para avisarte si la prenda sale antes de lo esperado.

Qué conveniente —sonrió el joven alfa y tomó el formulario—. Tú puedes tener mi nombre y mi número así de fácil, pero a mí me tiemblan las piernas de miedo por preguntar cómo te llamas.

Se nota que no pusiste atención cuando mi jefa me gritó llamándome Park JiMin —sonrió y recogió el formulario recién llenado—. Y eres Min YoonGi, muy bien. Ahora vete antes de que mi jefa me descubra coqueteando con un cliente.

¿Coqueteas con todos tus clientes? —Alzó una ceja y se indignó un poco. Jamás en su vida había sentido unos celos de ese tipo y... jamás en su vida había sentido atracción por alguien.

Claro que no —le tembló un poco la voz—. Te olí desde que entraste por esa puerta y mi lobo enloqueció. En este momento estoy rogando internamente que no me desmaye porque jamás había tenido la osadía de hablarle a un alfa como lo he hecho hoy, papá dice que ustedes son peligrosos. Si he decidido invitarte a una cita, es para saber por qué tu aroma a arándanos y jamaica puso a mi lobo tan ansioso.

Entonces es una cita, Park JiMin. Y no te preocupes, soy todo lo opuesto al peligro, mis mismos padres me tratan de flojo y soso todo el tiempo —sonrió el alfa, le guiñó el ojo y salió por la puerta antes de decir una tontería más.

     De pronto se le había soltado la lengua frente a ese omega, cuando jamás se abría a otros para contar lo que pasaba dentro de su casa.

     Ese día, todo había cambiado para Min YoonGi.

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