Alguna vez existió un pequeña niña en un pueblo en el fin del mundo.

Desde que tuvo memoria, solo contemplaba a través de su jardín amurallado a las aves migratorias surcar el cielo azul, anhelando ser libre como estas.

Ella había nacido con un don y fue encerrada por este. Las tradiciones así lo dictaban.

En secreto, hizo amistad con cierto niño extranjero. Su encuentro fue pura casualidad.

Le contaba cómo era el hermoso mundo fuera de su confinamiento y nutrió su imaginación con diversos libros.

Sin embargo, ella seguía soñando con ver por sí misma ese bello mundo.

«Dime, Belardo. ¿Algún día el horizonte será restaurado para mí?»

¿Y qué pasó?

Un día escapó de la jaula con su amigo y el inocente retoño descubrió la verdad. El mundo es cruelmente hermoso.