Capítulo 8

Lo curioso del tiempo cuando no estás consciente es que no sabes cuanto ha pasado hasta que vuelves a estar despierta, podían ser segundos, horas o días, a veces no importaba el tiempo, pero otras, otras lo era todo, como en su caso.

Hera no tenía ni idea de cuanto tiempo Calliope la había noqueado y esto no era lo mismo a cuando se desmayo en el bar de Dionisio, no, era muy distinto porque fue inducida a ello con toda la intención de dejarla indefensa y fuera de juego hasta que las piezas se acomodaran para su enemiga.

«Esa maldita», pensó imaginando todas las maneras en las que se desharía de su miserable existencia. «No debió meterse en mi camino».

—Desde aquí puedo ver que estás pensando en como matarme.

—¿Y no te preocupa? —preguntó a la voz detrás suyo tratando de no perder la calma, necesitaba todo de ella para hacerle frente a la mujer que la había secuestrado.

—Bueni, no soy la que está colgando como un animal, ¿verdad? —le respondió con una simpleza que le hizo arder la sangre.

La maldita lo sabía.

—Tienes una insana obsesión por hacer colgar a las personas del techo —señaló como si sus palabras no le afectaran— Quizá deba tomar nota de tus gustos para hacerte sufrir antes de que te corte la cabeza.

Calliope se rió detrás suyo y camino hasta ella poniendo una mano en su espalda— No soy Medusa cariño, a mí no me van los cortes de cabeza.

—Pero si convertir a los hombres en bestias, ¿O me equivoco?

El silencio que se hizo entre ellas fue sepulcral. La mano que Calliope tenía sobre su espalda se sintió cada vez más fría y pesada, pero lo que lo hizo peor fue cuando la mujer deslizo su mano hasta apretar su cuello.

—Lo sabes —no era una pregunta, era una afirmación.

—Imagínate que si yo descubrí quien eres desde que te delataste ¿Cuánto tiempo le tomará a Athenea y el resto descubrir la verdad? —No tenía ninguna duda de que la castaña lo sabría y ni siquiera necesitaría hablar con su tía para saber quien era.

La risa de la mujer detrás suyo la sorprendió, pero rápidamente la sorpresa fue reemplazada por ansiedad cuando empezó a aplaudir.

—Tienes razón, una vez que te secuestrara y dejara a tu querida familia sin su cabeza no faltaría mucho tiempo antes de que me descubran —concordó—, pero sabes, querida —se burló poniéndose por fin delante suyo y acariciándole el rostro a lo que ella le volteó la cara— ustedes no son las únicas jugar.

—¿Y estás segura que sabes jugar? —le preguntó con confianza— No te equivoques, Circe —dijo pronunciando por primera vez el nombre de ese enemigo que se había mantenido oculto para ellos— No nos has engañado solo por mantenerte oculta.

—Quizá —estuvo de acuerdo—, pero ahora soy yo quien tiene la ventaja en esta partida.

—No tienes nada.

—Te tengo a ti colgada como un animal —le recordó—, tengo a Afrodita trabajando para mí aún en contra de su voluntad —continúo y la sola mención de la pelirroja encendió el fuego en ella—, tengo a Poseidón siendo tratado peor que tú...

—Perra.

—Pero por sobre todo —siguió hablando tomándola por el mentón para verla directamente a los ojos— tengo a tu querido as fuera de juego.

«No, no puede ser».

—Pero no nos centremos en eso —le dijo sonriendo— sino en el motivo por el que estas aquí —cuando la soltó su mandíbula dolió un infierno—. Te daré lo que siempre has querido.

—Tú no tienes nada que yo quiera.

—¿Segura? —No, pero aún si lo tuviera ella no cedería, había alejado y dividido una vez a su familia para protegerlos de ella, pero ellos ya no necesitaban más su protección— Hera, Hera, te conozco mejor que nadie, hemos vivido juntas por muchos años.

—Eso no dice nada.

—Querida —mierda, como quería que deje de llamarla así— ¿De verdad me vas a decir que no quieres vengarte de las personas que hicieron sufrir a Afrodita? —no le respondió, porque al hacerlo solo sería para darle la razón— ¿O de los que te humillaron, abandonaron y usaron?

—¿Quieres que me ponga en contra de los míos? —le preguntó riéndose— Vamos, Circe, no eres tan estúpida para creer que he llegado tan lejos protegiéndolos solo para ahora ponerme en su contra.

—Eres Hera, de ti puedo esperar lo que sea.

—Pues espera sentada porque parada te vas a cansar, querida —agregó con burla la última palabra—. Nada, y escúchame bien, nada de lo digas me pondrá en contra de los míos.

—Veamos si sigues pensando lo mismo después de unas horas en este sótano, colgada, sola y a oscuras.

—Ya he pasado por esto, no vas a lograr nada.

—No pienso lograr que te pongas de mi lado dejándote aquí —le aseguró Circe poniéndose a lado suyo— Esto solo es el calentamiento para el final.

—Estas perdiendo tu tiempo.

—Ya veremos, ya veremos —le dijo antes de irse y dejarla sola como le había advertido.

No había mucho que ver alrededor, pero Hera reconocería el lugar con los ojos cerrados. Estaba en el sótano de su casa donde Calliope, Circe, la había castigado varias veces desde que obtuvo su tutela dejándola como en ese momento cuando no hacía las cosas como le indicaba.

Tomo aire tratando de calmarse y no perder la paciencia, pero unas horas después el cansancio y la desesperación se hicieron cargo como cada vez que había pasado por aquello. Sacudió su brazos inútilmente tratando de soltarse de las cadenas que la sostenían colgada en medio de la habitación, sus muñecas resintieron el movimiento y su mente odio el resultado, lo que solo la llevó a pensar en la mujer que la había dejado ahí.

Desde que recuperó sus recuerdos, Hera siempre supo que era más fuerte y más resistente que el humano promedio, por lo que siempre le sorprendió que este castigo en particular siempre la dejará débil.

«Y ahora se por qué» , se dijo soltando una risa vacía. 

Lo admitía al menos para sí misma, Circe había hecho una buena jugada ocultándose y manejando todo a través de ella en un inicio, por lo que, no tenía dudas de que cuando dejó a Athenea a cargó los planes de la mujer se vieron afectados; sin embargo...

—Espero que hayas previsto esto Athenea —murmuró a la nada.

Ambas se habían preparado para miles de escenarios, pero así como ella hizo planes sin la castaña, no dudaba de que Athenea hubiera hecho lo mismo.

Ahora solo le quedaba esperar a que ambas pudieran sobrevivir y que los demás supieran manejar la situación.

—Ares, no me falles —pidió en un susurró pensando en el chico que dejó postrado en la cama del hospital y que de seguro para ese momento ya estaba de pie y con suerte actuando como se lo había pedido— Espero que hayas entendido el mensaje —se dijo pensando en la daga que le dejó y que era una de las pocas ventajas pudo darle para que hiciera las paces con Hefesto.

***

😭😭😭 Ay Hera 😢 y esto que solo es el inicio .

¿Esperaron esto? ¿Se imaginaron que era Circe detrás de todo? ¿No? Bueno, lo inesperado aún no termina.

Espero que les haya gustado el capítulo 👉🏼👈🏼 No olviden dejar su voto y cometario si fue así

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¡Nos leemos el fin de semana!


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