Capítulo 28

Hera se quedó helada cuando vio caer el cuerpo de Apolo y Orión al mar.

«No, no, no, esto no puede estar pasando», se dijo continuando su carrera al borde del risco mirando hacia el océano embravecido.

Todos llegaron detrás de ella esperando encontrar una respuesta, algo, que les diera la esperanza de que Apolo y Orión aún estuvieran vivos.

—No, no, no. Mi hermano no —negó Artemisa alejándose de ellos y buscando a la única persona que le aseguraría que Apolo aún estuva con vida.

Corrió hacia la playa con Hermes pisando sus talones hasta que llegaron junto a los hermanos De Santis que miraban al mar expectantes, esperando.

Zeus se negaba a creer que su hermano no sobreviviera. Era el maldito dios del mar, tenía que sobrevivir, tenía que salir a superficie y llegar con ellos, no aceptaba algo menos.

Mientras que Hades por primera vez en su vida rogó al destino por algo nunca había hecho antes, rogó por una vida. Él aún podía sentirlos; sin embargo, cada vez era más lejano.

La espera de una respuesta era una tortura y los segundos parecían horas.

Athenea supo la verdad antes en cuanto observó como Hades cayó al suelo con una mano aferrándose a su pecho mirando el océano, su mirada reflejaba el miedo y la esperanza que todos sentían, una que se rompió en mil pedazos cuando lo vieron derrumbarse delante de ellos con grito que desgarró su alma confirmándole la realidad a la que se enfrentaban.

Los habían perdido, ellos habían muerto.

El sonido del llanto fue desgarrador, y aunque Athenea apenas se permitía sollozar no podía evitar recordar la última línea de la profecía de Poseidón.

«...el sacrificio traerá el deceso de dos enemigos».

Apolo y Orión, los enemigos jurados del Olimpo. Siempre habían sido ellos y Poseidón. El sacrificio y los enemigos, personas a quienes habían querido y perdido.

«Volveré, y terminaremos esta guerra antes de que te des cuenta».

Artemisa recordó promesa que le había hecho a su gemelo segura de que ganarían y que al final ambos podrían trabajar para sanar su relación.

La pelinegra sentía que su corazón se partía en pedazos y su alma la abandonaba. Habían ganado la batalla, pero ella perdió a quien más amaba y ninguno podía ofrecerle el consuelo que necesitaba mientras la veían derrumbarse gritándole al océano que se lo devuelva, que no le quite a su otra mitad.

—¡Por favor! ¡Por favor, regrésame a mi hermano! ¡Regrésame a Apolo!

No podía, no iba a aguantar una vida sin él.

—¡Por favor! Él no, él no —repitió golpeando sus puños contra la arena mientras Afrodita se aferraba a Ares.

La pelirroja no lo podía creer, se negaba a aceptarlo, ellos no habían muerto, no podían estar muertos, no sus amigos, no quienes estuvieron ahí para ella a pesar de tenerlo prohibido, de tomarla de la mano cuando se quedó sola, de sacrificarse por ella cuando nadie más lo había hecho antes a ese nivel.

Se negaba a perderlos; sin embargo, su llanto solo confirmaba lo que su mente y corazón se negaban a aceptar.

—Por favor, dime, dime que... —ni siquiera podía terminar la frase mientras los recuerdos, los buenos recuerdos llegaban a ella haciéndole su nueva realidad aún más dolorosa.

—Shhh... Shhh —la consoló Ares apretándola contra su cuerpo.

El recibió los golpes de negación, las lágrimas, el dolor, todo de Afrodita, y  deseaba tanto quitárselo y tomarlo como suyo para que ella no sufriera, pero el mismo apenas podía respirar.

Nunca había sido cercano de manera directa a Poseidón y Apolo, pero al igual que con Afrodita los cuidaba desde las sombras, incluso aún sin la orden de Hera, por lo que le dolía aceptar que ese par no volvería a estar alrededor haciendo sonreír a los demás.

Y al igual que él, Hefesto guardaba su dolor para sí mismo, quería tanto acercarse a Artemisa y consolarla, pero se sentía paralizado.

Recordaba las veces que Apolo lo llamaba hermano con cariño antes de que supiera la verdad, como nunca estuvo contra él por alejarse junto a su hermana. Habían tantas cosas no dichas entre ellos, tantas disculpas no pronunciadas, tantas palabras que ya no podrían ser escuchadas por quienes debían.

«Perdón, perdóname» dijo dentro suyo acercándose a Artemisa que lloró en su hombro. «Te juro que no la dejaré sola», prometió.

Una de tantas promesas que se llevaba el viento.

Dionisio sabía mejor que nadie de promesas rotas, de no poder proteger a los que se quería, el dolor que estaba sintiendo ya lo había experimentado, pero no por ello era más fácil de sobrellevarlo, por ello, abrazaba a Deméter, quien parecía consumirse por su dolor.

—Yo pedí, pedí y pedí que el viviera —dijo la castaña al oído de Dioniso— Le pedí al destino que lo dejara vivir después de todo lo que había pasado —lloró con más fuerza— ¡¿Por qué tenía que ser él?! ¿Por qué Poseidón?

Reclamó a nadie en particular, pero queriendo escuchar una respuesta.

Su "prometido", su amigo más cercano y uno de los pocos que en realidad entendía la paz que ella buscaba en el silencio ya no estaba, había muerto por una lucha que en esa vida -y aún con sus recuerdos- seguía sin considerar suya.

A diferencia de Hera.

La rubia había hecho las pases con su pasado, y recientemente con sus demonios, por lo que, con cautela se acercó a Zeus quien la tomó de la mano.

Ninguno de los dos lloraba a todo pulmón, pero las lágrimas caían sobre sus mejillas. Ellos dirigían la batalla, las pérdidas eran su responsabilidad y ambos creyeron que estaban a la altura y listos para aceptarlas, pero no lo estaban, nunca estuvieron preparados para pagar el precio que les estaba tocando.

Un precio que uno de ellos en especial consideraba demasiado injusto.

Hermes se había alejado lo suficiente de los demás sintiéndose romperse a pedazos por el dolor. No quería compartirlo, no quería que lo consuelen, no quería nada más que volver a ver a su mejor amigo.

El dolor y la culpa lo golpearon con fuerza, se dijo que podía haber cambiado el destino, si hubiera dejado que matarán a Orión, o evitado que Hera lo hechice, o simplemente estado a  su lado para que no hiciera lo que hizo; sin embargo, ese era el problema con los hubiera, que podían ser tantos, pero no cambiaban nada.

Se estaba ahogando y no podía evitarlo.

En un acto desesperado corrió hacia el mar queriendo buscarlos.

—¡Apolo! —gritó— ¡Poseidón!

Siguió internándose en el mar hasta que alguien lo sujeto por detrás regresándolo a la orilla.

—¡Suéltame! Tengo que buscarlos, tengo que encontrarlos.

—Estan muertos, Hermes, entiéndelo, están muertos —le gruñó Ares tirándolo a la arena— ¿Qué es lo que quieres? ¿Morirte?

¡Sí! Quería gritarle su respuesta en la cara, pero no podía, Apolo no se lo perdonaría.

Athenea se acercó con cuidado a Hermes y lo abrazó mirando a Artemisa.

Todos tenían a alguien a quien aferrarse o en quien apoyarse, pero Hermes se había quedado solo, o al menos ella estaba segura que él lo veía así.

—No podemos perderte también —le dijo— Está batalla ha terminado, hemos ganado.

—¿Ganado? —la pregunta salió de Afrodita que se acercó a la castaña poniéndola de pie y mirándola por primera vez con odio— ¿Ganado dices?

—Afrodita...

¡Zaz!

—¡No ganamos ni una mierda! Todo lo que hicimos fue perder y los perdimos a ellos por está mierda de vida humana que no vale nada, que no tiene sentido su ellos no están.

El golpe no le dolió tanto como las palabras.

—¿Cómo te atreves a decir que hemos ganado? —la cuestionó con intenciones de volver a pegarle de no ser por Ares.

—Detente, por favor, detente —le pidió sosteniendola con fuerza—, mañana te odiaras por esto.

—Ya me odio, la odio —le respondió al chico aunque su mirada no se apartaba de Athenea.

Ares negó y la arrastró lejos de ellos. Los demás solo se quedaron observando y uno a uno se fueron dejando sola a Athenea que observó como el sol alcanzaba su punto máximo bañándola con sus rayos, pero no quitándole el frío que estaba arraigándose hasta en lo más profundo de su cuerpo.

***

Si no hay comentario es porque no les dolió.

Ay no puedo 😭 este capítulo, no importa cuantas veces lo lea, cuantas veces lo edite sigue doliendo.

Hubo veces en las que quise cambiar el final, pero no pude, esto solo salió y me duele demasiado, más con la música de fondo.

Siempre fueron ellos, Apolo, Poseidón y Orión 😭 ¿ahora entienden porqué no quería llegar aquí?

Es doloroso, este final, es algo que me dejó mal, y llegar, volver a leerlo para publicarlo, me lleva al momento en el que lo escribí.

Sé que es un cap triste, sin embargo, espero que les haya gustado, falta una parte más y nos despedimos.

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