Capítulo 22: DE SANTIS

Hades

La impotencia no era una emoción con la que Hades se sintiera fácilmente identificado, de hecho, nunca antes la había sentido, pero en las últimas horas parecía que se estaba consumiendo en ella.

Cuando Deméter y Hermes juraron que Hera no era la misma, él les creyó, no cuestionó y no necesito pruebas, motivo por el cual no se unió al trío de idiotas y Dionisio cuando la enfrentaron en el bar; sin embargo, sentir lo que en verdad pasaba con la ex de su hermano era una cosa muy distinta, porque supo que pasaba con ella, en su mayoría.

No es que Hera no fuera la misma, lo era, pero habían sacado su oscuridad a la superficie. Su odio, resentimiento, venganza, dolor todo lo que ella había mantenido encadenado lo habían tomado para usarlo en contra y tenerla como títere.

Y eso tenía que acabar, su tiempo había terminado y lo que fuera que Hera hubiera hecho con Apolo en el estado en el que estaba no era nada bueno, por lo que tenía que cortarlo de raíz.

Dionisio lo miró con una pizca de recelo, pero no dijo nada aún cuando no estaba de acuerdo en que haya ido a despertarlo sin la opinión de los demás.

«Bueno pueden irse a la mierda», pensó poniendo una mano sobre la cabeza de Zeus.

-Se acabó el jugar al guapo durmiente -le dijo antes de empezar a canalizar su energía y buscar dentro de su mente.

A diferencia de Hera, Zeus no tenía barreras mágicas que lo protegieran de su intrusión, pero seguía siendo el dios y rey del Olimpo por lo que entrar en su mente no fue fácil y rápidamente empezó a agotarlo.

-Carajo, déjate ayudar -se quejó cuando se sintió mareado sin haber logrado nada.

La mente de su hermano se encontraba vacía, hueca, oscura, perdida y difícil de encontrar un hilo del cual tirar para llegar a él.

-¿No puedes llegar a él? -le preguntó Dionisio, pero Hades no se digno a mirarlo y se concentró en su hermano postrado en su cama- Tenemos que apurarnos antes de los demás vengan.

-Los demás me importan tres pepinos -le respondió empujando con más fuerza en la mente de su hermano.

«Ya casi, ya casi», se dijo cuando empezó a sentir un pequeño hilo de conciencia de Zeus del cual tirar para regresar a su hermano; sin embargo, cuando lo hizo su mente empezó a volverse un caos que le era difícil controlar.

-Dionisio -llamó al otro que sin dudarlo puso una mano sobre el otro extremo de la cabeza de su hermano ayudándolo a centrar la dispersada mente de Zeus que no parecía querer volver a quedarse encerrada.

-Momento de volver -gruñó entre dientes cuando encontró la parte divina dormida de su hermano y que sin reparos despertó.

***

Zeus

En su vida jamás imagino que perdería todo por lo que había trabajado para proteger.

Sus hermanos.

Su novia.

Su familia.

Y sin embargo, perdió a cada uno de ellos en cada paso que daba alejándose del peligro. Uno del que creyó que si corría en dirección opuesta nunca lo alcanzaría.

Debió haberlo previsto mejor.

Su accidente le hizo ver aquello antes de dejarlo perdido para el mundo de los vivos.

Hades era la única presencia constante en su cuarto desde que perdió la conciencia, y era la única voz que podía escuchar en su mente desde el exterior ¿Quizá era por la sangre que compartían en esa vida? No lo sabía, pero fue un bálsamo hasta que escuchaba lo que pasaba y con cada noticia luchaba por despertar, pero cada lucha lo arrastraba aún más al fondo del hoyo, a la obscuridad en su mente, a ese vacío sin fin que parecía cantarle como la voz de una sirena tentándolo a dejarse ir.

«No en esta vida», era lo que se decía cada vez que se sentía tentado y buscó su ruta de escape segura se hundió en un sueño donde la obscuridad no lo alcanzaba, pero que también lo alejaba de la realidad acercándolo a algo más irreal.

-Pensé que ya no te vería.

Athenea, la chica que con su llegada desencadenó todas las desgracias en su vida y la única que fue lo suficientemente valiente para decirle en su cara la verdad que se negaba a aceptar.

-Resulta que mi alucinación sobre ti es la única manera de mantenerme alejado de esa maldita oscuridad que me quiere consumir.

-Sí, sé lo que quieres decir -le respondió la chica con una mirada tormentosa ignorando por primera vez el comentario de ser un producto de su imaginación y preocupándolo.

Por lo que él sabía, a diferencia suya, Athenea había sido drogada para quedarse postrada en su cama. Un veneno que -según ella- la tía de Hera le había inyectado para sacarla de su camino y que la tenía sufriendo constantes pesadillas que -según le había comentado- se sentían demasiado reales.

-¿Qué fue esta vez? -le preguntó acercándose a ella y sentándose en el banco a su lado.

El lugar al que ambos escapaban era exactamente igual al instituto de Nuevo Agrigento, por lo que la familiaridad del lugar ayudaba a calmar sus demonios en la mayoría; sin embargo, su estancia ahí no podía ser eterna.

-Mataron a mi madre.

-¿Sabes que es solo una ilusión, verdad? -Athenea lo miró con una intensidad que a él se le hizo familiar- No puedes dejarte vencer por tu propia mente, esa es tu arma más poderosa.

-Y por eso es que me están haciendo esto -le dijo la castaña- quieren hacerme perder la cabeza.

-Entonces no les des el gusto, pelea. Eres la diosa de la guerra. Eres Atena, la única mujer que en lo que a mí respecta es capaz de hacerme frente sin hacer berrinches estúpidos, no eres una simple humana, eres la estratega de esta guerra.

Athenea lo miró con confusión antes de sonreír- Estás despertando -y así todo a su alrededor empezó a dibujar.

Sintió como su cuerpo caía a un pozo del cual dudaba podría volver a salir hasta que vio una cuerda a la aferrarse y de la cual tiraron para sacarlo a la luz.

***

Poseidón

Estaba cansado de luchar, de aguantar, de suplicar que se detuvieran.

El cuerpo que alguna vez agradeció tener porque le ayudaba soportar sus nadadas nocturnas extremas ahora era una maldición de la que se quería desahacer, o mejor dicho pasarle a alguien más que parecía creerse inmortal.

-¿Entonces señor de los océanos, te rindes?

-No -le respondió al escorpión poniéndose de pie y haciéndole frente.

Orión había regresado inconsciente de su sesión de tortura, por lo que, lo tomaron a él aprovechando aquello. No es que fuera a luchar, porque preferiría aguantar mil veces las torturas que probablemente se merecía por su pasado a que las sufriera Orión, que se había empecinado en protegerlo.

No necesitaba que lo protejan. No necesitaba que él lo proteja, necesitaba que viviera y mientras siguiera tomando palizas en su nombre eso sería imposible y menos cuando sus ex subordinados disfrutaban torturándolo.

El escorpión volvió a darle latigazos en su pecho hasta que se derrumbó nuevamente en el noveno. Sentía que llevaba horas, y aunque aguantaba más que Orión no era el favorito de los idiotas que lo tenían secuestrado.

-Ninguno se rompe, pero tú no nos importas, en cambio él, él es un vicio al que seguiremos golpeando hasta que grite y se rompa.

«Primero muerto», fue lo que se juró; sin embargo, su lucha con el imbécil de Orión por cuidarlo le hacía más fácil la tarea a sus enemigos y más difícil a él.

-Levántase, señor del océano, peleé -se burló- Ponte pie y aguanta lo que el otro imbécil que se las quiere dar de héroe no va a aguantar.

-Te voy a matar.

-Promesas vacías. Eres un dios que no despierta, que no tiene valor -le dijo y esas palabras picaron dentro de él, pero no lo dejo mostrar, no le iba a dar esa satisfacción.

Estaba por ponerse de pie para volver a aguantar los golpes cuando lo sintió antes de escucharlo.

El sonido de la lluvia, los truenos resonando a través del lugar, la fiereza de la naturaleza golpeando la tierra y su corazón latiendo como si fuera un caballo de carrera mientras en su mente impactaban recuerdos como olas del mar en la orilla de la playa, su respiración se volvió agitada como una tormenta en el océano, como él.

Sentía náuseas de ciertas cosas que llegaron a su mente, rabia de otras, pero sobretodo ellos sintió el poder que recorrió sus venas con fuerza, una que lo impulsó a alzar su mirada a su enemigo.

-Tienes razón, un dios que no recuerda, es un dios que no vale nada -concordó y cuando el otro empezó a asentir mientras se reía se puso de pie a una velocidad que nunca antes había creído posible antes de estamparlo contra la pared- Lástima para ti, que ahora soy un dios que recuerda todo -gruñó mientras lo asfixiaba cumpliendo su promesa de matarlo.

Cuando el cuerpo cayó al suelo esperó unos segundos por el remordimiento que nunca llegó.

«Quizá no hemos cambiado después de todo», pensó listo para salir del cuarto de tortura cuando se enfrentó a un nuevo problema.

Escorpión tras escorpión empezaron a aparecer en la habitación listos para someterlo o morir intentándolo.

-Les voy a dar una oportunidad para que no terminen como él -advirtió señalando al escorpión en el suelo.

-Gracias por la advertencia, pero no le tenemos miedo a un Olímpico -le respondió uno de ellos dejando en claro que sabían lo que sucedía y no les importaba.

«Lo intenté», se consoló, porque el mal era para ellos.

Con su hermano despierto, oficialmente estaban de regresó y listos para acabar con las parias que los habían estado jodiendo.

***

SE PRENDIÓ ESTA MIERDA 🔥🔥🔥🔥

Está semana solo será un cap ✨ Espero que les haya gustado 🙈

Cuéntenme que les pareció, que teorías tienen que creen que venga.

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¡Los leo!

Hasta las próxima semana y muchas gracias por el apoyo 🤍






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