xi. Lluvias de una vieja vida

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xi. lluvias de una vieja vida

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                      La primera memoria que Hera tiene de la vida es oscuridad.

No le asustaba, al contrario, ella la aceptó con los brazos abiertos, con una familiaridad que asustaba; Lilim era la imagen de la tierra, una dimensión que Lilith creó pero que posteriormente fue controlada por Dios y se volvió el lugar de castigo en donde podría crear a lo que Lilith llamaría su descendencia: seres sin alma, condenados a torturar y a encontrar gozo en su perversión, con un propósito mayor al que concebido: luchar contra los ángeles y arcángeles que habitaban la Ciudad de Plata.

Bastante bíblico, ¿no es así?

No obstante, de lo anterior hay una oración que resaltar: La primera memoria que Hera tiene de la vida es oscuridad.

La oscuridad no es la primera memoria de ningún demonio, pues, hace parte inherente de ellos, algo que está dentro. No podían diferenciarla cuando nacen de ella. En realidad, los demonios no son diferentes a ningún ser de luz aquí porque recuerdan lo mismo: luz. Ese es su primer recuerdo pues pese a que Lilith es la Diosa de la Oscuridad, como ser Celestial hay luz en ella. Y cada descendiente e ella comparten el mismo recuerdo: visualizar a su madre por primera vez.

Lilith era luz en un reino donde predominaba una lobreguez eterna.

Pero no te confundas. Lilith era, después de todo, la Diosa la Oscuridad y cómo tal, podría ser cruel e infame, y cada matiz en gris en el medio.




Chloe Decker conocía lo que corría por sus venas y provocaba que su corazón bombeara con vehemencia. Desesperación. Le era tan fácil reconocerla que podía resultar hasta triste, cómo la indeseada emoción le provocaba que sus orejas estuviesen calientes y un temblor leve en las manos que intentaba obviar porque no podía verse como algo más que fuerte. Ese pensamiento le obligaba a mantenerse enfocada, porque la opción era dejarse llevar por el pesimismo congénito que traía ese sentimiento.

Una brisa fresca le obligó a abrazarse a sí misma, mientras caminaba sin rumbo por una versión de la Tierra que distaba ser la que ella conocía. Debía ser un sueño, tenía que. El prospecto de cualquier otra explicación era ilógico pero se volvió aún más irracional cuando se encontró a sí misma llamando el nombre de Dan, Ella, Trixie, e incluso Lucifer y la persona que menos esperó respondió:

— ¿Detective?

Hera de Lilim estaba frente a ella.

Chloe reaccionó como cualquier otro humano con sus experiencias lo hubiese hecho: retrocedió un paso. Nunca apartó la vista pero el miedo logró eclipsar cualquier sentimiento de valentía en su cuerpo, incluso la extraña atracción que crecía en ella —esa que prosperaba con la rapidez de un cultivo— se vio opacada.

— ¿Es esta otra pesadilla? —cuestionó en un hilo de voz. El silencio a sus alrededores era ensordecedor, podía escuchar su propia respiración, cómo su corazón seguía latiendo—. Ya hiciste tu punto claro, Hera. Demasiado claro, si me lo preguntas.

—Esto no es una pesadilla —Chloe tuvo que parpadear, tomar dos segundos para poder comprender sus palabras. Ahí fue cuando se permitió observar algo: Hera lucía inquieta, su vista estaba sobre ella, pero en cada tanto veía a sus alrededores. Era una actitud defensiva, Chloe las conocía bien—. ¿Cómo llegaste aquí?

Aquí. Chloe no sabía cómo responder con honestidad porque ni siquiera era capaz de saber lo que significaba aquí. Más, decidió dejar sus propias preguntas para concentrarse en dar una respuesta que pudiese ser lo suficientemente gustosa para que Hera pudiese darle información a ella. Chloe recordaba a la perfección, más, sus palabras eran tan ambiguas para su persona como precisas para Hera.

—Me despedí de mi hija, estaba en camino a mi habitación y entonces... —una de sus manos viajó hasta su cuello. Fue automático, una corriente pasó por su cuerpo, electrificándolo. Cerró sus ojos cuando sus dedos rozaron parte de su piel, no era una laceración, así que debía deberse a un moretón—... Alguien me golpeó en el cuello. Lo siguiente que supe, me levanté aquí. En mitad de la calle, en esta versión de la Tierra que luce...

Su mente divagó unos segundos mientras sus orbes barrían el escenario donde estaba. Era lúgubre, una versión quizás deplorable de la tierra, específicamente de Los Ángeles. Quizás lo que más sobresalía era su cielo, dibujando en diferentes tonalidades de gris, con lo que parecía ser un gran espiral en el centro de este.

—... Trágicamente muerta, una versión melliza pero siniestra de la tierra. ¿Cómo si no hubiese un alma aquí? —la cortó de pronto. Chloe le echó un vistazo al demonio pero ella no la miró de regresó. La humana no asintió a su afirmación pero era una descripción acertada—. En verdad si eres una detective. Esto no es la Tierra. Estamos en Lilim.

Lilim. La palabra le resultaba familiar, pronto recordó que Maze, aunque vaga, cuando Chloe se enteró de la verdad, Maze se dedicó a guiarla con la suficiente información para no aturdirla. La morena le explicó que ella no había nacido en el Infierno.

—El lugar de nacimiento de los demonios —musitó con cierta aprehensión. Segundos luego, una realización le provocó terror y preocupación—. Espera, ¿¡estoy muerta!?

—No... —Hera se apresuró en declarar—... todavía. Lilim no fue creado para humanos, de hecho, no hay mucho tiempo...

Antes de que cualquier otra palabra fuese dicha, sombras que salieron de todos lados, engulleron a la detective frente a ella. Su reacción tardó porque primero vino un tirón, como si algo dentro de ella, desconocido, le incitará a salvarla. El impulso trajo consigo el pensamiento de llamar a la luz, una voz foránea para ella.

Aunque la intención menguó, porque de las sombras Hera había nacido, era lo primero que recordaba y con la misma facilidad de la primera vez, ella se abrazó a ellas.




•••




El caminar de Maze fue lo único que le dio seguridad a Lucifer en su momento de angustia. La demonio trazó su camino hacia él y su hermano con el porte que era característico de ella, como si fuese la dueña de cada habitación que entraba. De alguna manera, Mazikeen lo era, pues las miradas siempre terminaban en ella y su excentricidad.

—Diaval está muerto. Hera no está en ningún lugar y hay un demonio de vigilante en la casa de Chloe.

El recuento de noticias impactó a Lucifer y a Amenadiel. El moreno no pudo ocultar su preocupación, pues, sus ojos solían ser expresivos. Por otro lado, estaba Lucifer, preocupado, temeroso, incapaz de dejarse sentir cualquier de ambas emociones más el cuerpo busca la manera de dejarse sentir: de pronto, Lucifer se vio más alto, su mandíbula se apretó y hubo una chispa en sus irises oscuras.

—Lucy... —Amenadiel ladeó la cabeza hacia él—, Lilith está haciendo todo esto, para obtener una reacción de ti. Está molesta contigo, con nuestro padre. Quiere jugar con nuestra mente.

Lucifer no encontró las ganas para escuchar la sensatez de su hermano mayor.

— ¡Y lo está malditamente logrando! —replicó, subiendo su timbre de voz solo unas décimas.

—Antes de que te desquites con Amenadiel por ser molestamente racional —Maze rodeó los ojos y avanzó un paso. La mirada de ambos arcángeles se centró en ella—. ¿Cuál es el plan? ¿Vamos a volar hasta el Infierno y luego a Lilim?

—«Vamos» es multitud. Solo Amenadiel y yo. Tú te vas a quedar aquí, Mazikeen —Lucifer añadió veloz porque sabía que Maze no se quedaría callada—. Alguien se tiene que encargar del demonio y vigilar a la pequeña humana. La detective ya ha de estar sufriendo una experiencia traumática, no quiero traerla y decirle que su hija fue raptada por demonios —Maze volvió a abrir la boca para hablar y Lucifer se adelantó—. No vamos a llamar a Daniel. No hay tiempo para que sufra un shock por enterarse de todo esto. Sé lo mucho que deseas pelear, pero esto no será una pelea. Mantén las dagas afiladas, Maze. A cualquier rastro de un demonio aquí... Encárgate.

La expresión de Maze se iluminó—. Solo para estar claros, ¿es una orden de mi rey?

Lucifer no respondió con palabras. Lo hizo como hace mucho tiempo no lo hacía; ante una orden, él no tenía que confirmar con oraciones afirmativas. Él rectificaba su posición cuando permitía el cambio a sus ojos de demonio: rojos con manchas negras. Así lucía cómo cada título que le fue conferido durante todos estos años: el Diablo.

En respuesta, las comisuras de Mazikeen de Lilim subieron, su lengua tocando uno de sus colmillos.

—Mantén un ojo en Linda y Charlie también —Amenadiel pidió. Maze asintió—. Ahora, tenemos que irnos. Si Chloe pasa mucho tiempo ahí...

—Sí, no necesito un recordatorio de lo que podría pasarle a su alma. Lo tengo presente, gracias, hermano.

Amenadiel sacó sus alas en comando y Lucifer le siguió. En cuestión de un segundo, habían desaparecido de la vista de Maze.




Hmmm —musitó Amenadiel al sus pies tocar el suelo—. Lilim es...

Amenadiel nunca había entrado a Lilim, no hacía falta declarar que en su vida pensó hacerlo. El mundo de Lilith no albergaba nada que él hubiese querido ver, el hecho de que su concepción fuese una manera de desafiar a Dios no le emocionaba en lo absoluto. Sin embargo, en la diatriba para encontrar adjetivos precisos, Lucifer fue veloz en manifestarlos:

—... Trágicamente muerta, una versión melliza pero siniestra de la tierra. ¿Cómo si no hubiese un alma aquí? Suena correcto.

Amenadiel le echó un vistazo a su hermano. Pese a las palabras pronunciadas en un timbre para aligerar el ambiente, sabía que su actual manera de sentir distaba de eso. Lucifer se escudaba en las bromas para manejar el estrés del momento. No era todo el tiempo, pero si gran parte del mismo, lo que lo obligaba a él, una vez más, ser el racional. Pese a sus propias preocupaciones, de las palabras de Azrael que seguían zumbando en su oído, la desesperación era una fase a la que Amenadiel no iba a llegar.

Lucifer, con su porte calmado, parecía ser la disensión a él. El Diablo tenía toda la intención de seguir adelante, antes de que el Primer Arcángel retuviera su brazo, deteniéndolo. Exasperación se dibujó en el rostro del caído.

—Antes de que vayamos, necesitas tener tu mente despejada.

La exasperación se juntó con la confusión.

—En español, Amenadiel.

El Arcángel resopló.

—Lo que quiero decir, es que no puedes, no podemos entrar en un plan defensivo. Lilith, pese a todo, es un ser Celestial, debemos respetar eso.

Lucifer estrechó los ojos, provocando arrugas en su frente.

—Tiene a Hera y la detective. La puedo respetar todo lo que quieras solo en el momento en que ambas estén a salvo, antes lo único que puede obtener de mí es tanto respeto como le doy a nuestro padre. Qué es... ninguno.

La mirada de Amenadiel se asentó, era de esas miradas que el primogénito solía usar para reñirlo en el silencio.

—Lucy, si estás turbado por tus emociones...

Las palabras de Amenadiel murieron en su garganta, quedaron volando en el aire cuando un grito que les caló hondo y los aturdió sonó por encima de cualquier silencio sepulcral a su alrededor.

La respuesta de ambos no se hizo esperar; en Lilim, en el corazón de ese inframundo, había un castillo. La obra arquitectónica sobresalía por la imagen tan desigual que ofrecía con el resto del ambiente. Era lo único que no podía ocultarse o manipularse. Amenadiel y Lucifer volaron hasta el origen de la resonancia, en la parte superior y más alta del castillo.

Entonces, ahí está Lilith. Vestida de negro y rebosando de juventud, pese a los eones que estaban sobre sus hombros. Su largo cabello oscuro hacía un contraste perfecto con su tono de piel morena, incluso con tanta sombra a su alrededor, se veía cómo lo que era: un ser Celestial. Inalcanzable. Intocable. Sus ojos, de iris marrón tornando a negro, eran fieros, cómo todo de ella que demandaba ser visto. El parecido que Mazikeen poseía a la madre de demonios era sin igual.

Aunque, Amenadiel no pensó demasiado en eso, Mazikeen fue su primera hija y su favorita, así pues, Lilith la hizo a su imagen.

—Qué encantadora sorpresa —la Diosa de la Oscuridad elevó sus comisuras en una sonrisa socarrona.

—Detengamos esto —Amenadiel dio un paso adelante. Ese manto de autoridad que él manejaba con elegancia lo envolvió—. No estamos aquí para pelear. Solo vinimos por Chloe, Hera y las llaves. Tu cooperación podrá obviar...

Lilith resopló.

—Suenas cómo tu padre, Amenadiel —Lilith sacudió la cabeza y pronunció con hostilidad—. Me enferma, no obstante, supongo que es apropiado —sus ojos barrieron al Primogénito para caer en el caído—. Espero que tengas un mejor discurso, Lucifer.

Lucifer avanzó dos pasos, confiados, certeros.

—Te conozco, Lilith. Solíamos ser amigos, divertirnos juntos, así que, en honor a los viejos tiempos... ¿Qué deseas?

Estaban contra el reloj. El corazón de Lucifer latía con fuerza pero debía verse ecuánime.

—Sabes que ese truco no funciona conmigo —le apuntó con el índice—, aunque tienes un punto. Solíamos divertirnos juntos... Hasta que decidiste refugiarte en el odio a tu padre y ser mi carcelero —escupió con resentimiento—. Y yo aquí, pensando que te había castigado por traicionarme.

La confusión se imprimió en el rostro de ambos Arcángeles, más las preguntas que salieron de sus labios, en unísono, variaron tanto cómo sus propias personalidades:

— ¿De qué estás hablando?

— ¿Dónde está Hera y la detective?

Francamente, la situación le parecía divertida a Lilith.

— ¿A qué se refiere con «traicionarme», Lucifer?

Lucifer no respondió. Lilith le arrebató la palabra.

—En el sentido literal de la palabra, Amenadiel —una sonrisa siniestra cursó sus labios, Lilith lucía como la dueña de muchos secretos—. Lucifer estuvo bastante cerca de ganar la Rebelión, ¿no es así?

Esos eran días en los que Amenadiel no encontraba gozo alguno. Lucifer tampoco veía el regodeo que le provocaba a Lilith.

—Tú deseo siempre ha sido destruir lo que nuestro padre y madre habían creado. El objetivo de la Rebelión de Lucifer nunca fue ese. Nadie trabajaría contigo.

Si las palabras fueron dichas para herir, esas definitivamente cumplieron con su finalidad. Cualquier rastro de júbilo se disipó, solo quedó una expresión estoica. Imposible de leer.

—No. Quería que vieran los defectos de su creación y por ello, me convertí en la villana. La oscuridad siempre va a existir y lo que ellos intentaron hacer fue suprimirme —el rencor era palpable en cada palabra que Lilith manifestó. El aborrecimiento ante la idea todavía le provocaba ira. Si tuvo dudas de seguir con su plan, en ese momento, se esfumaron. Despreciaba a Amenadiel y a todo lo que él representaba—. Lucifer lo vio y él vino a mí porque sabía que no iba a poder ganar solo. Tenía a Azrael y a otros, pero al final, la descripción fue sencilla: desertores, caídos, y muertos. Y él falló en lo único en lo que le di poder y me traicionó. Adelante, niégalo.

Amenadiel se giró hacia su hermano, más Lucifer no lo miro.

—No estamos aquí para una recapitulación de mi rebelión fallida.

—Estamos aquí para la verdad y no te la puedo dar si no tenemos contexto.

—No me importa la verdad.

Si hubo alguna vez en donde a Lucifer Morningstar no le importó la verdad fue ese. Tal vez, podría sonar impropio de su carácter, más el tiempo seguía pasando y las consecuencias podrían acabarlo. Su preocupación más allá de Hera, estaba en la detective, en su creciente culpa de arrastrarla a este lío sobrenatural. Chloe no merecía esto. Ella merecía mejor.

—Pero te importa ella... —las sombras a su alrededor formaron el cuerpo de Chloe. Era ella, una versión temblorosa, asustada y quizás con traumas para la doctora Linda después, pero era ella. Los ojos de la humana brillaron con esperanza cuando visualizó a los hermanos, intentó hablar y no pudo. La sombra funcionaba como una mano que tapaba su boca—. El grito que escucharon es la manera que tiene su cuerpo de decir que su alma está siendo destruida. Pese a lo mucho que me gustaría verte este pequeño milagro extinto... —una extensión de la sombra acarició la mejilla de Chloe—... Creo que la verdad te va a destruir a ti. Aunque todavía falta otra invitada de honor...

Esta vez, las sombras formaron el cuerpo de Hera a un lado de Lucifer. La preocupación de saberlas a salvo —tanto como podían estarlo en la situación actual, pues al igual que Chloe, había una sombra ejerciendo presión en sus labios, impidiéndole el habla— le brindó una extraña sensación de comodidad.

—... Ahí estás, hija mía —saludó con un falso tono materno—. Ahora como estamos todos, las siguientes dos preguntas son sencillas. Van así: «¿Hera, por qué tienes alas? ¿Y, por qué me mentiste?».

Es desconcierto lo que se atraviesa por el rostro de cada uno de los presentes. Excepto en dos: Hera y Lilith. La demonio intenta hablar y su madre hace un movimiento sutil con las manos que le otorga más fuerza a la sombra que la hace muda. Siente la mirada de Lucifer y Amenadiel en ella, sin embargo, no los mira. Es incapaz de hacerlo.

Entonces, incluso cuando no entiende, la conocida irritación hace estragos en él. Para Lucifer, una oportunidad de negarlo le fue presentada a Hera, solo tenía que devolverle la mirada. Así pues, él sabría, a pesar de que no fuese dicho con palabras, que Lilith mentía... Aun sabiendo que Lilith jamás me miente.

—Te dije que te castigué por traicionarme y si es cierto, que también tengo caminos misteriosos. Sin embargo, soy condescendiente y aquí les tengo su verdad. Ustedes no son más que peones en este eterno juego, con delirios de una realiza demoniaca que deja mucho que desear —soltó una risa baja, letal—. Por años, me mantuve en silencio por la satisfacción de saber que podría arruinar su plan, pero... Él es un bastardo, lo admito. Este —apuntó al Diablo y al demonio—, siempre fue su plan.

Lucifer no encontró su voz. Aun cuando su discurso era ambiguo en explicar las respuestas que de pronto surcaban su mente, Lucifer tenía una corazonada.

Así que Amenadiel habló—. ¿De qué plan estás hablando, Lilith?

La corazonada se confirmó cuando Lilith se extendió:

—Hera fue enviada en una misión para encontrarte a ti —pese a que respondía la inquisición del moreno, las palabras eran dichas hacia su persona, con la única intención de herirlo—. El supuesto es que te enamorarás de ella porque... ¿cómo no podrías cuando ella... —Lilith ladeó la cabeza al dirigirse a Hera, sintió repulsión cuando denotó sus ojos cristalinos—... es el Serafín de Amor y Luz? Ella extrae lo que todavía queda del arcángel dentro de ti, Samael. Por eso su aborrecimiento a la Tierra, porque al estar un paso más cerca de la Ciudad de Plata, despierta de su lado divino, por lo que pelea con su lado demoniaco. Por eso las alas. Por eso la mentira. Ella recuerda perfectamente lo que pasó cuando mis hijos la atacaron, ella los mató.

Una lágrima resbala en la mejilla de Hera cuando intenta acercarse a Lucifer y él da un paso hacia la dirección opuesta. Es él, ahora, incapaz de verla, tocarla, no cuando lo único que puede hacer es pensar, tratar de procesar las palabras de Lilith, refugiarse en su espiral porque es lo que conoce. Porque lo que él solía conocer, no es.

— ¿Y qué tiene que ver Chloe en esto?

La voz sale irreconocible. Es Lucifer quién usa su nombre y Chloe, qué todavía se encuentra, a un lado de Lilith, incapaz de moverse, suaviza su rostro, ofreciéndole una mirada amable. Una que él intenta no ver.

Lilith, por otro lado, pareció gustosa de la pregunta dada:

—Cuando hice que Hera cayera, parte de su divinidad volvió a donde pertenecía. Vas a tener que preguntarle esa a tu padre, pero estoy segura que la fuerza que él te brindó, Amenadiel —le apuntó con su dedo y el Arcángel se tensó—, para crear a Chloe como milagro, la luz que está en ella... Es la luz de Hera. Lo que significa que los que ustedes sientes —apuntó a Chloe y a Lucifer—, es un eco de emociones previamente alteradas entre Hera y Lucifer. Qué se puede esperar —Lilith se encogió de hombros—, a Dios le encanta jugar a ser Dios. Qué bueno que adoro ese juego también, así que solo queda una última pregunta que hacer...

Sombría pero feliz con el resultado de una grieta visible entre sus invitados, Lilith movió sus dedos al aire para un último acto que podría en perspectiva cada sentimiento, cada pensamiento. Las sombras siguen el movimiento que ella hace, como si ella se tratará de un director de orquesta y las sombras, cada fila de instrumentos. Por un segundo, no se escuchó nada y entonces, una fisura en la mejilla de Chloe provocó que la sombra que tapaba su boca se esfumará, pues Chloe gritó.

A la orquesta, se unió Hera, quién las sombras la elevaron lo suficiente para obligarla a sacar sus alas a comando. Un segundo fue suficiente para que, en un corte tortuoso, las sombras se tomaran su tiempo en cortar el par de alas.

—... ¿A quién vas a salvar?

No hubo indecisión.

Lucifer actuó de inmediato.

Sus alas salieron y tomaron a Chloe Decker antes de que fuese demasiado tarde.

Amenadiel no perdió tiempo y tomó a Hera en sus brazos.

Desaparecieron en el cielo de Lilim.

Y Lilith soltó una risa baja, pensando en lo interesante que vendría. Era tiempo de tomar lo que ella realmente quería: el trono.

FINAL DE LA PRIMERA PARTE








•••

n/a: cómo les quedó el ojo? 😳

yo dejé pistas sutiles en lo que lleva la historia: elección de ciertas palabras, en cómo es hera; su curiosidad es determinada por lo que desconocía/desconoce de su pasado. de manera inconsciente, la parte divina/celestial de hera intenta buscar la razón de su caída. igual, está el hecho de su primera interacción con chloe, como ella al principio no sintió miedo, sino más bien que hera le atrajo. bueno, la luz que está en chloe reaccionó a su portadora original, que era hera. también que ella encontrará seguridad en la iglesia, con el padre frank... uff, mi punto es que, espero que le vean el sentido a esto, y no piensen que metí esto por meterlo. esta historia me está costando todas mis neuronas porque quiero hacer algo bien ✨

en estos días, voy a subir un apéndice para que pueden leer un poquito más de cómo estoy construyendo todo 😉

si llegaron hasta este capítulo, tienen mi eterna gratitud. por su tiempo, sus votos y comentarios. gracias ❤️

este capítulo llegó a ustedes por: su increíble apoyo en el capítulo pasado & lucifer s5b. let's raise hell 😈

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