XXIX
Habían pasado aproximadamente una o dos horas hasta que recibí una llamada de Michael al teléfono fijo que teníamos en la casa ya que mi celular lo tenía él.
Me había informado que habían podido conseguir la dirección en donde se encontraba Víctor y los otros, junto a Beca, y que fuera a prepararme para poder ir en su búsqueda.
Termine de esconder mi arma y otras cosas en los recovecos de mi chaqueta y me dirigí a la habitación de mi madre para avisarle, ya que papá se había quedado con Jazmín.
- ¿Puedo ayudar en algo? , lo que sea - me preguntó con gran angustia.
Yo negué.
- No quiero que te metas en esto, no quiero que salgas lastimada – Le dije y ella se limitó a asentir.
Luego de despedirnos, salí y manejé hasta llegar a nuestro lugar de encuentro. Los chicos estaban dentro, menos Jasón quien, como me habían señalado, había ido a buscar más armas con Tony, el hombre que nos las proporcionaba.
Jared me dio un chaleco antibalas que me puse bajo la camisa, logrando que pasara desapercibido con la chaqueta negra, y una vez que Jasón llegó con un armamento de siete armas de fuego, comenzamos a distribuirnos con éstas. Me dieron tres a mí que guardé en la cinturilla de mis pantalones y una en el bolsillo trasero de éste. Las escondí con la chaqueta y camisa.
Michael nos dibujó un plano del lugar para poder orientarnos mejor y conocerlo.
Era una cabaña pequeña en medio de la nada que quedaba a unas horas de aquí. Nos dijo que si queríamos llegar para el amanecer, que fuéramos ya.
(...)
El lugar aún estaba oscuro, los primeros rayos de sol asomándose por las colinas que llenaban el ambiente. Bajamos todos. Michael había estacionado cerca, pero no lo suficiente como para que nos oyeran.
Cargué un arma, y le puse el silenciador, para poder avanzar con seguridad, al igual que los demás.
Esperabamos la señal de Michael, pero yo no podía esperar más. Necesitaba ir con ella y decirle que todo estaría bien. Necesitaba comprobar que no le habían hecho nada, que estaba sana y salva.
La rabia daba vueltas por mis venas, igual que la anticipación. Debía ir allí y protegerla.
Él comenzó a avanzar viendo el suelo sobre sus pies para así no hacer mucho ruido. Nosotros lo seguimos por atrás, yo detrás de él. Se apegó a la pared de la cabaña, estaba húmeda y fría.
Se acercó a una ventana para mirar. Era una pequeña sala, allí habían dos hombres durmiendo sentados y otros dos jugando con cartas y fumando mientras hablaban. Michael les dio señas a los demás, diciéndole cuantas personas había allí dentro. Éramos seis contra cuatro de momento; dos dormidos y dos despiertos.
Kyle comenzó a inspeccionar el pequeño lugar hasta dar con una puerta. Escuchó los disparos provenientes de la sala, pero no les dio importancia. Abrió y entró, encontrándose con algo que jamás había pensado. La habitación estaba pintada de un blanco desgastado por todas partes. Manchas de goteras cubrían el agrietado techo. Kyle contó seis. Había una cama de dos plazas, solo con un colchón viejo y sucio y unas finas sábanas que estaban amontonadas a los pies de la cama. Rebeca estaba solo en su ropa interior, la piel muy pálida, casi traslucida, las venas marcadas sobre su rostro y extremidades.
Sus labios estaban partidos, morados, resecos. De aquí se notaba una mancha de sangre cubriendo su labio superior y parte del inferior. Mantenía la boca entreabierta y respiraba con dificultad. Tenía moretones muy marcados sobre su cuerpo, incluso uno con forma de palma en su pálida mejilla.
Kyle tragó, mientras se acercaba rápidamente junto a ella y revisaba su pulso.
Era muy lento. Le quitó el cabello de su rostro, sintiendo su fría piel sobre las yemas de sus dedos. Sintió unos pasos apresurados detrás de él y vio a un hombre moreno, de pelo corto y desordenado, sosteniendo una navaja hacia él. Lo vio acercarse y antes de que le hiciera nada, sacó su pistola, apuntó y disparó a su pecho, matándolo de inmediato. Luego de unos segundos, Adam entró y se quedó helado cuando vio la débil figura de Rebeca tendida sobre la cama. Kyle lo escuchó respirar fuertemente, aguantando la respiración.
Se acercó a ella.
Sentía sus piernas de gelatina y la respiración no le salía. Se agachó a su lado mientras le tomaba una mano.
— ¿Beca?
No respondió. Su cuerpo seguía igual, con los mismos movimientos por su respiración. Miró a Kyle quien estaba a su lado buscando una respuesta en sus ojos.
Él negó con la cabeza mientras se acercaba a las sábanas, las tomaba y cubría a Beca hasta el cuello con ellas.
—No está muerta, pero está débil —murmuró— Iré a llamar a los demás.
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