XIX


Los chicos resultaron ser muy agradables conmigo, menos Kyle, quien se mostraba algo alejado de mí. ¿Qué sucederá? Sabía que Adam les había contado lo que me hacían en la escuela y lo que me hacía mi padre. También lo que sabía de mí.   

Adam me sentó junto a él en uno se los sofá del edificio abandonado, mientras me explicaba junto  con los demás todo lo que debía saber. También Adam me hizo prometer que no les contaría nada a nadie, sobre todo menos a sus padres, quienes no sabían nada.

A los pocos minutos de haber llegado, habían comenzado a sonar truenos y relámpagos nuevamente, prometiendo una nueva y fuerte tormenta. 
Adam me había dicho que lo más probable era que sus padres no llegarían esa noche por Jazmín, para que no salga al frío para llegar hasta casa.

Lo mejor será que nos vayamos ahora.
— ¿Ir a dónde?   

Me miraron y Adam, luego de un suspiro, me comenzó a relatar el problema que habían tenido con otra banda: The Red Hand. Y que habían dicho que los matarían a todos, uno por uno. Me estremecí con tan solo escuchar la palabra ‘’matar’’.

Es por eso que nos iremos a nuestra otra base para planear algunas cosas. Venimos para llevar a Adam.
—Pero yo no pienso dejarte sola. Tú vienes conmigo —espetó Adam.
— ¿Qué? —pregunté, algo nerviosa. ¿Ir con ellos a su ‘’base’’?  "Espero y no sea tan escalofriante como esta", pensé.

—Ya es hora de irnos —señaló Michael, mientras se levantaba y comenzaba a caminar a la salida. Kyle salió tras él, al igual que Jasón y Nick. Jared me sonrió mientras se levantaba y estiraba perezosamente.   

— ¿No querrás abrigarte primero, linda? —me preguntó él.

Miré mi atuendo. Llevaba unos jeans, la blusa de antes y un buzo viejo sobre los hombros. Asentí, mientras miraba a Adam.   

Espérame un momento, ¿vale?
—Está bien, pero apresúrate.   

Adam asintio.
Al cabo de unos segundos me trajo un buzo, lo bastante grande, el cual me puse y me quedaba como un amplio vestido  pero muy cómodo y caliente.
Hace mucho tiempo que no usaba algo tan cómodo, además estaban estas botas que Pattie me había regalado luego de unos minutos de haber llegado a la casa después del hospital, eran perfectas. Tibias, suaves y ligeras sobre mis pies.    
Adam se había puesto una chaqueta de cuero negra, y me esperaba en la puerta.
Estaba solo y tenía las llaves de su Camaro y las llaves del edificio.

Vámonos, cariño, que nos esperan —me sonrió.

Salimos los dos y yo esperé a que cerrara la puerta  para poder ir a abrir su Camaro. Me subí en el lado del pasajero y Adam se subió detrás del volante. Partimos luego de que él encendiera el motor con un rugido por parte de éste.   

(…)
El barrio en el que estaba su ‘’base’’ era oscuro y silencioso. Tres autos estaban ya estacionados frente a una casa al parecer abandonada. La pintura estaba desgastada, las ventanas tapadas por maderas. Adam apagó el Camaro luego de estacionarlo detrás de una camioneta negra y se bajó. Yo me bajé luego.
El frío era muy notorio, por más que uno estuviera bien abrigado. El viento movía los cabellos sueltos de mi moño sobre mi cabeza, congelando las puntas de mis orejas y nariz. Adam me tomó de la mano y me guio dentro, donde se lograba percibir un fuerte olor a humo y marihuana. Tosí.

— ¿Estás bien? —Me preguntó él— El olor es desagradable, pero luego te acostumbras.   

Asentí. Y Adam me llevó sin soltarme la mano hasta una pequeña salita, donde había un sofá de cuero desgastado y unas sillas. Todos estaban allí.

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