XIII
Descubrí que la casa de Adam no estaba muy lejos de la mía. La tormenta ya comenzaba a detenerse por lo que pocos copos caían sobre mi cabello.
Mientras caminaba, pensaba en lo que haría mi padre al descubrir que no había muerto como él quería... ¿Terminaría el mismo el trabajo? Temblé de solo pensarlo.
Con unos pasos más, llegue a mi pequeña casa deteniéndome en la entrada. Cerré los ojos para intentar calmar mi temor. Al levantar mi mano derecho en forma de puño para golpear, la puerta de madera se abrió de una forma brusca y logre ver a mi padre, con los ojos hinchados. Lograba apreciar el hecho de que él no había dormido nada esta noche, gracias a las leves bolsas moradas bajo sus aun rojizos ojos.
Me miro expectante.
Temblaba.
Abrió la boca para decir algo, pero en vez de mencionar alguna palabra la cerró y trago saliva fuertemente.
-Yo... pensé....
Negué con la cabeza, mientras bajaba la mirada.
-Pensaste que había muerto.... – termine por él.
El asintió con la mirada y se hizo a un lado para dejarme entrar al interior de la casa. Camine frente a él y fui a mi cuarto para encerrarme allí hasta la noche.
(...)
No sé qué hora era, no tenía reloj, ni celular, ni ningún aparato que me lo dijera. Estaba oscureciendo ya y por mi ventana lograba ver las luces del hogar de Adam a lo lejos pasando por varios árboles y pequeñas colinas de tierra y césped. Recordé el cariño que recibí de parte de y su familia. Hace tiempo que no lograba comer sin hacer nada a cambio; ni limpiar, salir a buscar algo o tener que cocinar. Pattie cocinaba exquisitamente deliciosos. También estaba la cama en que dormí, era tan suave, olía bien y no le hacía daño a mi espalda como el colchón en que dormía cada noche desde que mama murió.
Recuerdo todas las noches en que ella se acercaba a mi cama y se acostaba a mi lado. Yo me acurrucaba junto a ella para lograr sentir su calor y compañía. Algunas veces me cantaba canciones y cuando me las sabía, cantaba con ella. Otras me leía cuentos y libros hasta que el sueño me vencía pero lo mejor de todo, es cuando me llevaba algún peluche nuevo y dormíamos abrazadas a él.
En las tormentas, de esas donde aparecían los truenos y relámpagos, yo me iba a su cama a media noche diciendo que no lograba dormir y que me daban miedo los sonidos de la lluvia. Mi mama y mi papa abrían las cobijas y yo me metía en el medio de ellos dos, luego mi madre me apretaba contra su cuerpo y ambas nos dormíamos, abrazadas también por papa.
Aquellos recuerdos lograban atormentar mi mente casi cada día desde que ella se fue. No lo he logrado superar, si no es obvio. Me senté en mi cama mientras observaba silenciosa mi habitación, en busca de algo para "divertirme" hasta que la noche caiga y deba dormir para mañana ir a la escuela.
Busque en una pila de libros que tenía en una esquina. Aquellos libros eras de mi madre, eran los que me solía leer por las noches.
Comencé a leer los títulos de cada uno. Algunos eran largos y gordos pero otros pequeños y delgados. Estaba allí "Romeo y Julieta" la obra de William Shakespeare. Me quede mirando la portada del libro, entonces lo tome y lo deje a un lado de los demás. Seguí viendo los otros títulos pero me quede con Romeó y Julieta.
Me senté como indio sobre la cama y comencé a leer las primeras páginas, recordando la voz de mi madre cuando me leyó este libro. Ella me había dado su opinión acerca de esta obra y yo le pregunté si podría comprar el libro y leerlo conmigo.
Un día ella llego con él y de inmediato pedí que lo leyera.
Iba por la página 94 cuando me di cuenta de que la tormenta se había detenido. Ya era de noche y el frio nocturno comenzaba a sentirse en el aire. Marque la página con un pedazo de papel y lo escondí debajo de mi cama, sabía que si mi padre descubría que leía los libros de mi madre, los tiraría y me golpearía luego. Me acosté con la ropa que traía puesta, la que Pattie me había regalado e intente conseguir calor cubriendo mi cuerpo con las finas sabanas, por más que fuera imposible.
En verano no sufría tanto por el frio de las noches ya que casi ni se sentía, e incluso a veces dormir sin cubrirme, pero en invierno era todo al revés. Algunas veces despertaba sin sentir nada de mi cuerpo por lo entumido que se encontraba.
El viento soplaba y provocaba un molesto silbido cuando pasaba por la madera que formaba la pared en mi habitación, la que daba al exterior.
Recordé el calor que sentí cuando dormí donde Adam, había sido tan acogedor qué luego de irme comencé a añorar lograr algún día tener una casa igual que la de ellos, así de grande, caliente , con chimeneas y cuadros que decoren toda la casa.
Y así, pensando en mi futuro deseado, me dormí bajo el cielo nublado.
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