"_CAPÍTULO 17°- Final_"

1 mes después

Muchas cosas habían cambiado para esta joven pareja y cabe decir que la mayoría había sido para bien.

Ahora vivían en Los Ángeles, tal como siempre habia soñado el menor y tenían una gran casa a las afueras de Santa Mónica.

Habían adquirido dicha vivienda al juntar los ahorros de ambos, incluyendo lo que Carlos le había regresado a Guillermo para no ser descubierto por su esposa y con el nuevo trabajo de ambos tenian mas tiempo juntos.

Habían decidido montar un pequeño negocio de bienes raíces aprovechando que Samuel manejaba muy bien las administraciónes y tenia un sentido muy desarrollado de la perfección. Con decir que habia puesto en tendencia el color morado en la ciudad.

De vez en cuando daban entrevistas en las televisoras, estaban por sacar un libro en conjunto y lo mas importante, habían decidido volver a usar sus sortijas de matrimonio y no en vano. De verdad, tomándose las manos en cualquier lugar con mucho orgullo.

El camino no había sido nada fácil.

Aun no lo era, había muchas responsabilidades de por medio, sin embargo eran un gran equipo, el complemento del uno y del otro.

Guillermo había logrado dejar todo lo malo en el olvido, como una nube negra de la cual ya ni se acordaba. Sólo como un pequeño tropiezo en la historia de su inmenso amor hacia el castaño.

Como un error, que habían sabido solucionar.

[...]

Samuel llegaba a casa a las 4:00 pm como todos los días, se encontrándose con la casa totalmente a oscuras.

Confundido camino hacia la sala de estar y dejo sus pertenencias en el sillón negro de cuero, no le habia avisado saldria por lo que se le hizo extraño.

—Willy, mi amor, ya llegué— anuncia a la par que enciende la luz del salón principal— Chiqui ¿Donde estas? —insiste.

Samuel camina inseguro hacia la habitación que comparte con su esposo, abre la puerta y ni bien lo hace es acorralado contra la pared. Jadea y observa al menor. Sus orbes están dilatadas, dejando en evidencia su lujuria.

—Te heche de menos Samu— susurro el pelinegro con la voz ronca y mordio el lóbulo de la oreja del contrario.

Samuel volvió a besarlo con deseo, sintiendo sus lenguas mezclarse y pelearse por el rumbo del acto. Su ereccion cada vez era más prominente y sus deseos carnales aumentaban de manera alarmante, a tal punto que deseaba hacerlo suyo allí mismo.

Caminaron a paso lento hacia la cama y tumbo al menor sobre esta, colocándose a horcadas sobre el volvió a atacar sus finos labios. Guillermo soltaba suspiros entre besos y dejaba manipularse por el mayor.

—Eres tan hermoso— susurro el castaño y comenzó a introducir sus manos por debajo de la polera del chico— Me encantas pequeño— delineaba la figura del menor, pasando la yema se sus dedos a sus costados y acariciaba su contorno.

—Te amo tonto— espetó el ojirasgado. Totalmente sonrojado, volvió a unir sus labios con los de su esposo en un beso más dulce a los anteriores.

—Yo más, no sabes lo bien que me siento al tenerte de nuevo a mi lado— pronunció comenzando a sacar el pantalón del menor— Gracias por perdonar a este tonto

—Gracias a ti— Ambos se miraron fijamente y se sonrieron con amor, Samuel se retiró de encima del menor y le dió su mano para ayudarle a sentarse en el colchón— Nunca me dejaste y me ayudaste a recordar todo lo bueno que hay entre nosotros.

—Todo lo que hay y habra, chiqui— le corrigio para enderezarse y sacar del buro de noche un sobre con unos papeles

Los orbes de ambos de iluminaron a la par que se miraban nerviosos.

—¿Recuerdas?, tu solo pidelo por esa boquita y te cumplire lo que desees Guille.

Eran los papeles de solicitud para adoptar un niño.

Aceptados.

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