Baby's in Black
Paul, George y Ringo corrieron hacia el automóvil de John. En un estado de shock y desconcierto por lo que habían vivido tan sólo minutos antes, se les ocurrió que decirle a George Martin era la mejor idea.
Paul se sentó en el asiento del conductor, George era el copiloto y Ringo fue al asiento trasero. El viaje fue silencioso, pero no necesitaban hablar, sus miradas lo decían todo. Estaban casi seguros de que había sido una fanática, o al menos una mujer. Pero, ¿desaparecer así de repente? Eso no era normal...
Aún llevaban los ridículos trajes de animales, y se hubieran sentido patéticos si no hubieran estado tan impacientes. Paul aceleró en varias ocasiones cuando un auto intentaba pasarlo, cosa que pudo haber terminado en un accidente o peor. Los demás conductores les dirigieran bocinazos e insultos, claro que no sabían que se trataba de los Beatles. Pero poco les importaba en ese momento. Ringo parecía estar a punto de vomitar, entre la velocidad y lo que había presenciado, sólo se dedicó a ponerse el cinturón de seguridad y esperar hasta llegar a los estudios Abbey Road. George estaba nervioso, inquieto. No creía en la magia y aún así uno de sus mejores amigos había desaparecido delante de él.
«Debe haber una respuesta lógica a esto», pensó.
Al llegar, Freda se encontraba afuera tomando aire. Al verlos con sus disfraces casi muere de risa, pero al notar sus expresiones alarmantes los observó con seriedad.
—¿Qué pasó? —les preguntó, frunciendo el ceño con preocupación.
—John... lo secuestraron —dijo Paul, jadeante.
Freda lanzó un grito ahogado de horror. Inmediatamente les dijo que entraran al Estudio dos para hablar con Martin sobre lo ocurrido.
—Pero, ¿cómo...? —preguntó mientras se dirigían a la sala de reuniones.
—Es una larga historia, ya te la contaremos —le dijo Paul con seriedad. Era algo difícil de explicar y querían contar la historia una sola vez para no olvidarse ningún detalle, por lo que esperó a que Martin, Neil, Mal y Geoff estuvieran en la sala—. John desapareció —les dijo una vez que se hallaban juntos.
George Martin, quien estaba molesto por la mentira que le habían dicho acerca de Tía Mimi, abrió los ojos y juntó sus labios. Los demás abrieron la boca lo más que pudieron, no lo creían posible.
—¡¿Cómo?! —preguntó Mal, casi al borde de las lágrimas.
—Digamos que John recibió una nota del secuestrador donde lo citaba a él a que fuera hoy a las tres a Knole Park, asegurándole que Brian también estaría allí... —explicó Paul.
—¡¿POR QUÉ NO ME LO DIJERON?! ¡LES DIJE QUE NO HICIERAN NADA, QUE LA POLICÍA LO HARÍA! —exclamó Martin, claramente enfadado. Sus gritos fueron tan potentes que hasta Freda comenzó a sollozar—. Lo siento... continúen —se disculpó, sacando un cigarrillo.
—...John nos pidió ayuda —siguió George—, por lo que lo acompañamos hasta allí. Él nos dijo que nos quedáramos en el auto, pero no queríamos dejarlo solo... temíamos que fuera una trampa.
—Por lo que nos escondimos en un arbusto, hasta que el secuestrador apareció —declaró Ringo.
—Que en realidad era una chica... —confesó George.
—Y de repente John simplemente se desmayó —dijo Paul, con confusión.
—Cuando una gran nube de humo apareció donde se encontraban —siguió Ringo.
—Y, cuando el humo se disipó, ellos habían desaparecido —comentó George.
—Luego vinimos aquí lo más rápido que pudimos —fnalizó Paul.
—Dios... —susurró Neil.
—Primero Brian, ahora John —dijo Geoff, más para él que para los demás—. Esto se volvió muy peligroso, muchachos. Hay que hacer algo.
—¡NO! —exclamó Martin, todos voltearon hacia él—. John intentó hacer algo y las cosas salieron mal, sólo hay que esperar a la policía.
—George, no te ofendas. Sé que quieres hacer las cosas correctas, pero... la policía no nos ayudó en nada —argumentó Harrison.
—Tal vez las cosas no salieron bien para John, pero al menos descubrimos que el secuestrador es una mujer. Quizás si seguimos investigando... —comenzó Paul, pero George lo detuvo.
—Muchachos, no quiero que piensen que soy el malo de la película... sólo intento protegerlos —admitió Martin—. Ya perdimos a Brian y ahora a John, no quiero que nadie más salga lastimado, o aún peor, desaparecido; o peor aún... muerto.
Un silencio se formó en el ambiente. De repente George Harrison habló.
—Hay que contarle a Cynthia, debe saberlo.
Todos estuvieron de acuerdo. Pensaron que si Paul, George, Ringo y Freda le daban la noticia, tal vez lo entendería mejor. Mientras tanto, George Martin llamaría a Derek Taylor para comentarle lo sucedido.
Decidieron ir a casa de John en el auto de este. Freda y George iban en el asiento trasero, Paul conducía y Ringo era su copiloto. Al llegar, Cynthia sonrió por ver otra vez los extravagantes trajes, pero su sonrisa se desvaneció al ver la cara de derrotados que tenían sus amigos.
—¿...Dónde está John? —preguntó con temor, rezando para que la respuesta no sea en la cuál pensaba.
Nadie tuvo el valor de decirle la verdad, hasta que por fin Freda se lo dijo:
—...Fue secuestrado...
Cynthia empalideció y se desvaneció, hubiera terminado en el suelo de no ser por Paul, quien se apresuró a sostenerla para que no cayera. Junto a George y Ringo, la llevaron al sofá mientras Freda iba a buscarle un vaso de agua a la cocina. Una vez que volvió en sí, Cyn comenzó a llorar.
—¡¿Cómo?! ¡¿Por qué?! —les preguntó entre lágrimas.
Paul le contó toda la historia, ella merecía saber la verdad. Al finalizar, la esposa de su amigo se quedó sin palabras y sin lágrimas, al parecer.
—¿Qué le diré a Julian? —exclamó secándose las lágrimas de las mejillas.
—Déjamelo a mí —se encargó Ringo. Él tenía hijos pequeños, sabía cómo tratarlos.
Se dirigió a la habitación del niño mientras los demás consolaban a Cynthia. Julian, de cuatro años de edad, estaba sentado en el suelo, dibujando sobre un papel color celeste un submarino con crayones de todos colores.
—Hola, amiguito —le dijo Ringo.
—¡Tío Ringo! —se alegró al verlo. Rings se acercó para alzarlo y abrazarlo, como siempre hacía cuando lo veía.
—¿Qué haces? —preguntó, haciendo un esfuerzo por no sonar triste.
—Un dibujo. Para ti —respondió el niño, entregándole la hoja.
—¿Para mí? Es muy bonito, gracias —dijo Ringo sonriendo. Julian notó que su "tío" no se encontraba feliz como siempre, lucía como su padre cuando regresaba de trabajar después de un día duro.
—¿Qué te ocurre? —le preguntó preocupado, con su aguda voz infantil.
—¿A mí...? Bueno... sabes que tu padre es un gran amigo mío, ¿verdad?
Julian asintió.
—Bueno... este... él... se fue por uno días... pero volverá —se apresuró a decir.
—¿Está muerto? —preguntó el niño, con lágrimas en los ojos.
—¡No! ¡No! Está bien, sólo que se fue de viaje... —explicó Ringo.
—Entonces... ¿Por qué no me llevó?
Ringo no sabía qué más inventar, sus hijos no eran tan curiosos.
—Porque tú y tu mami estarán mejor aquí, pero en unos días volverás a verlo. Te lo prometo.
—Está bien —dijo Julian, sonriendo.
Ringo se encargó de que el niño siguiera dibujando y volvió junto a sus amigos. En la mano llevaba el dibujo que Julian le había hecho, no quería que se arrugue.
—¿Estarás bien? —le preguntó Freda a Cynthia.
—Lo intentaré —suspiró esta.
—Julian lo comprendió. Le dije que John se había ido de viaje, pero que volvería pronto —aseguró Ringo, poniéndose de pie junto a Freda.
—Mejor así, no quiero que se preocupe —dijo Cyn con pena.
—Te aseguro que John regresará, haremos hasta lo imposible por encontrarlo —le garantizó Paul con seguridad.
Cynthia le sonrió y Paul la abrazó.
—Creo que debemos irnos, Derek querrá hablar con nosotros —dijo George.
Cynthia los despidió y regresaron al estudio, donde una sorpresa los esperaba en la sala de reuniones...
***
¿Con qué se encontrarán los Beatles en el estudio? La respuesta los sorprenderá (?
Este capítulo se lo dedico a TheArtOfTheMoon que sigue esta historia desde hace poco pero le está gustando, saludos ♥
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