Parte 2
Strider: - No se preocupen. Muy pronto ustedes se reunirán con ella. -
Ante esas palabras, Strider solo recibió la mirada asesina que emanaba de los ojos de Stollas. El búho nunca antes había estado tan enojado, y su poder demoníaco forcejeaba con las cadenas sagradas para desbordarse y acabar con la vida de ese miserable. Aún así, los objetos sagrados tienen un poder incalculable, y el poder de Stollas sólo era capa de escabullirse de sus ataduras por unos segundos en forma de misma negra y roja.
Por otro lado, Stella no era capaz de apartar la mirada de su hija mientras gritaba su nombre desesperadamente. Estiraba su cuerpo todo lo que podía, aún cuando sus muñecas, atrapadas por las cadena, parecían querer romperse en cualquier momento por la propia fuerza que ella ejercía. El dolor y la desesperación que sentía por intentar alcanzarla era horrible, y nunca antes había sentido tanta agonía en su vida.
Stella ahora veía el dolor de la traición de Stollas como algo banal. Algo estúpido comparado con lo que sentía. Sabia que en el fondo esto era culpa suya. Una consecuencia que no pensó en su momento fuese posible cuando contrato a Strider. Algo que ahora se arrepentía con todo su ser.
Ya no había vuelta atrás. Strider ahora caminaba lentamente hacia ellos, dejando el cuerpo moribundo de Octavia a sus espaldas, apretando con fuerza el cuchillo sagrado en su mano, aún goteando la sangre de la búho negra por el suelo.
Stella aún no lo miraba. No le importaba. Solo quería llegar a su hija. Stollas miraba a Strider, y de tener sus poderes libres lo mataría de la manera más dolorosa que se le pudiese ocurrir. Su rostro solo mostraba odio y sed de sangre, no miedo a la muerte. Solo unos pasos más para acabar con todo esto. Pero no sería hoy.
La paredes de las cavernas se hicieron pedazos cuando un enorme vehículo se estampaba alocadamente contra el sólido granito. Un auto normal no hubiese resistido algo así, pero la furgoneta del I.M.P no era un auto normal.
Tan pronto como el vehículo se detuvo, los cuatro integrantes del I.M.P descendieron aprovechando la cortina de polvo y el desconcierto para prepararse. Millie y Moxxie ya habían estado allí antes, y los recuerdos que tenían no eran exactamente los mejores. Pero esos recuerdos apenas serían un dolor de cabeza cuando la cortina de polvo cayó y rebeló la desgarradora escena.
Todos, sin excepción, miraban en shock como Stollas se había convertido en una masa deforme de magia oscura y deseos de sangre atada a unas cadenas sagradas que devoraban su poder demoníaco, aún cuando estas mismas estaban causando un dolor desgarrador al usuario. Stella estaba a su lado, envuelta en lágrimas y gritando como loca el nombre de la causa de su dolor, y a apenas unos pasos, el cuerpo inerte de Octavia desangrándose mientras la vida se escurría por sus ojos.
Blitzo: - ¡MALDITO! -
El diablo rojo se lazó sobre la víbora envuelta en rabia y cólera. El sangriento y distópico escenario había roto su cordura, aún cargando de frente como un loco enternecido sobre aquel que portaba armas sagradas sobre sus manos.
Las armas de fuego intercambiaron sus mortales rugidos. Las balas surcaban los espacios vacíos buscando una pobre víctima en su camino, pero lo único que encontraba era la dirá piedra al final de sus trayectorias.
Aun envuelto en cólera, Blitzo tenía los suficientes reflejos integrados a su subconsciente como para poder esconderse tras las estalactitas antes de seguir con su frenética carrera hacia su objetivos.
Las balas sagradas de Strider tenían el poder de matar a un demonio de alto rango, pero usadas de manera convencional tenían la misma potencia de fuego que el plomo ordinario. Un desperdicio de munición, pero algo que la víbora disfrutaba con sumo detalle.
Para Strider, todo ese odio, ira y sufrimiento era de su puro deleite. Verlos sufrir le causaba un regocijo inimaginable, envuelto en un aura despiadada de sed de venganza. Él los haría pagar... uno por uno. Pero no está vez... Esta vez ya había cumplido su cometido.
Antes siquiera que Blitzo pudiese acercarse, y previendo un posible enfrentamiento de cuatro contra uno, Strider tenía una estratagema bajo su manga. Nadie como él cometería el error de ser derrotado dos veces en el mismo lugar y en condiciones más desfavorables. No no. Él había regresado a su antiguo refugio por un buen motivo.
"Hoy dejaría todo sepultado en el pasado."
El pitido de un detonador alarmó a todos de inmediato. Sus miradas se alzaron, solo para ver con preocupación las luces rojas parpadeantes que brillaban sobre sus cabezas. Decenas de explosivos colocados sobre el techo harían de esas cavernas su tumba. Una que Strider se deleitará mirando desde la distancia, pues bastó con apartar la mirada para que la serpiente ratera escapase sin dejar rastro.
Blitzo se dispuso a seguirlo, pero cuando escuchó a Stollas gritar de rabia por la huida de Strider tuvo que detenerse y replantearse la situación. Por un segundo, su mente dudo entre seguir a ese víbora o regresar a por los suyos.
A sus espaldas podía ver a Moxxie haciendo lo posible por romper esas cadenas sagradas, pero ni siquiera el poder de sus armas de fuego era capaz de hacerles algo. Millie hacia lo posible por contener el sangrado de Octavia, aún cuando la buho no mostraba señales de movimiento. Y Loona... solo podía ver con la peor de las amarguras como su única y mejor amiga se esfumaba frente a sus ojos sin poder hacer más que llorar de rabia e impotencia. Todo... mientras el pitido y las luces rojas sobre sus cabezas anunciaban que el fin estaba demasiado cerca.
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