Parte 1

Era una tarde como cualquier otro día en el infierno, y Moxxie llegaba a su casa después de un largo día de trabajo en el I.M.P.

Moxxie: - ¡Millie! ¡Ya llegué! - Gritaba mientras entraba al departamento y cerraba la puerta con llave. - ¿¡Puedes creerlo!? Blitzo hoy aceptó siete encargos. ¡Siete! ¿Puedes creerlo? Menos mal que hoy te quedaste en casa... Con esa pierna lastimada sin duda hubiese sido demasiado duro. - Pero nadie respondió. - ¿Millie? -

Moxxie revisó por toda la casa, pero con encontró a Millie por ningún lado. ¿Acaso había salido un momento? Tal vez a comprar algo. En cualquier caso decidió llamarla a su celular. Moxxie encendió el dispositivo y buscó su número de su esposa. Pero cuando llamó, quedó en shock. Pudo escuchar el timbre del celular de Millie sonando en la habitación. Se acercó lentamente, y encontró el dispositivo bajo las sábanas que estaban desordenadas sobre la cama. Lo tomó en sus manos y vio que efectivamente era su celular. Que extraño. Millie no solía dejar el celular en casa, y mucho más extraño era que dejara todo desordenado.

Tal vez no había ido lejos, tal vez estaba en las cercanía... pero... ¿Por qué dejó la puerta sin seguro? Se apresuró para ir a buscarla, pues no podía estar muy lejos con su pierna herida. Moxxie ya estaba pensando en los cientos de regaños que le daría por su imprudencia, cuando vio un trozo de papel sobre la mesa, el cual parecía ser una nota, pero con unas letras muy diferentes a la caligrafía de Millie.

"Hola Moxxie. La última vez que estuviste por aquí dejaste un gran desastre. Un desastre que me costo muuuuuucho dinero. Te advertí hace mucho tiempo que pasaba si me provocabas... Moxxie. Espero que hallas disfrutado tu patética vida con tu mujercita... Pues no la volverás a ver nunca más. Con amor.... Papa."

En ese momento, algo se rompió en el interior de Moxxie al leer las deformes letras escritas en sangre. Su corazón se detuvo por unos segundos, mientras escalofriantes memorias venían a su cabeza. Los recuerdos de aquella vez en el bote sobre el lago, el día que lanzó a un demonio atado a un bloque de concreto a las profundidades, el día que su padre lo amenazó de muerte... El día que vio el zapato de su madre flotar sobre las podridas aguas del lago.

¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!

Su grito resonó en todo el infierno, asustando incluso a los seres más temerarios que pudieron oírlo. Sus manos erráticas apretaban su cabeza y sus cuernos, sus uñas ensangrentadas arañaban su cráneo y perforaban su piel. Y en el interior de su apartamento nació una bestia errática, completamente fuera de si.

Sus pupilas se contraían a más no poder, su respiración sofocaba el aire alrededor y sus afilados dientes se apretaban con fuerza, dañando incluso sus propias encías. Sus manos, tras dejar su nuca hecha trizas , comenzaron a golpear el suelo de forma frenética, haciendo pedazos la estructura del lugar.

Su cuerpo también cambió. Las manchas negras se extendieron por todos lados, haciendo que sus tonalidades rojas quedaran simplemente visibles en algunas zonas cercanas a su rostro. Sus cuernos se alargaron y se tornaron completamente negros. Su abrigo se hizo pedazos, cuando dos bulbos en su espalda se precipitaron hacia el exterior, mostrando una erráticas alas deformes y raquíticas, de las cuales goteaba un asqueroso líquido de color morado. Todo el pelo blanco que tenía alrededor de sus cuernos se precipitó hacia el suelo. Y su voz, su agradable voz había desaparecido... para siempre.

La abominación en su propia cólera había creado, se lanzó contra la puerta, haciéndola pedazos mientras se estrellada con las parades del pasillo. Se apresuró hacia las escaleras del edificio, pero en vez de tomarlas, se estrelló contra los muros, haciéndolo pedazos con su brutal fuerza descontrolada. Por varias decenas de metros, Moxxie cayó a gran velocidad, puesto que sus deformes alas no le permitían volar, y solo hacían más errática su trayectoria. Su pesado cuerpo cayó sobre el cofre de metal de un auto, y lo abolló al impacto. Treinta metros de altura o más, pero ni siquiera se detuvo a revisar sus heridas, simplemente salió corriendo hacia el distrito de la Avaricia, apartando o destruyendo todo lo que se interponía en su camino.

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