Interrogatorio revelador

Me encontraba en mi hogar, sentado en el borde de la cama. Mi casa era un completo desastre. Platos y vasos rotos esparcidos por el suelo, espejos hechos añicos, puertas astilladas y agujeros en las paredes provocados por mis puños y un bate que ahora yacía abandonado en un rincón, testigo mudo de mi furia desatada.

Mi rostro estaba rojo, crispado por la angustia. Las venas de mi frente resaltaban con cada sollozo ahogado, mientras mis ojos inyectados en sangre vertían lágrimas incesantes. En mis manos sostenía lo único que alguna vez tuvo verdadero valor en mi vida... O mejor dicho, lo que antes lo tuvo, porque ahora no eran más que recuerdos.

En mi mano izquierda sostenía la hoja de los ultrasonidos de Allison. Imágenes claras, inconfundibles... allí estaba ella... Melody... nuestra hija. La pequeña que nunca vería la luz del día. Y en mi otra mano, la foto de nuestra boda... Yo, con un smoking negro impecable, sentado en un hermoso sillón blanco. A mi lado, Allison, con su vestido de novia, radiante como un ángel, con sus manos entrelazadas con las mías. Ambos sonreíamos... Sonreíamos como si la vida nos prometiera felicidad eterna... Qué cruel mentira.

Mi respiración era errática... Irregular es quedarse corto. Sentía que mis pulmones se comprimían, que mi pecho se hundía en un abismo de dolor insoportable. Mi mente me torturaba con la peor verdad de todas. ¿Por qué no podía morir en este instante? ¿Por qué el chip en mi cabeza no explotaba y terminaba con todo de una vez por todas?

Jacob: Allison... Melody... -Susurré, con la voz rota, apenas audible entre los espasmos de mi llanto-

Mi familia murió... Mi esposa... Mi hija... Yo las maté... Acabé con todo lo bueno que alguna vez tuve en esta miserable existencia...

Podía sentir cómo la ira me consumía. Ira... Ira... Ira... Rabia... Rabia... Mi sangre hervía, mi visión se nublaba, mi cuerpo entero temblaba por el odio...

¿Por qué? ¿Por qué murió mi esposa? ¿Por qué la maté con mis propias manos? ¿Por qué la CIA la capturó? ¡Ella no tenía nada que ver! ¡Nada! Allison era inocente... la persona más pura y noble que había conocido... Y aún así, me perdonó... me perdonó incluso después de que... después de que la ejecuté a sangre fría junto con nuestra hija...

Necesito respuestas... Maldita sea, necesito respuestas... ¿Por qué la CIA la capturó? ¿Por qué tuvo que morir?

No... No... La CIA no... Blackout... Blackout...

Debo... Debo hablar contigo... pedazo de mierda...

Si descubro que fuiste tú... Si descubro que estuviste detrás de esto... Olvidaré que eres mi padre... Olvidaré que algún día compartí tu sangre...

Voy a matarte... Voy a matarte y haré que sufras hasta el último aliento...

Voy a encontrarte... y te daré una verdadera razón para estar muerto...

[...]

Mientras tanto, unos días atrás en el Infierno, Waylon se encontraba atado a una silla dentro de las oficinas de I.M.P. Sus muñecas estaban aseguradas con gruesas cuerdas, y su expresión reflejaba una mezcla de cansancio y desdén mientras observaba a su alrededor.

Waylon: ¿Esto es una fiesta de bienvenida al empleo? -Murmuró con sarcasmo, arqueando una ceja.

Blitz: Sí, sí, qué gracioso -Respondó con desdén, rodando los ojos-. Ahora, será mejor que empieces a hablar o te lleno de plomo los testículos. -Su voz se tornó afilada y amenazante, sacando su revólver y girando el tambor con un chasquido seco.

Waylon suspiró pesadamente, como si le molestara la situación más de lo que le asustara.

Waylon: Está bien... Carajo... -Bufó, dejando caer la cabeza hacia atrás por un instante antes de fijar su mirada en Blitz.

Blitz se sentó frente a él, con una expresión seria y analítica. A su derecha, Loona sujetaba una escopeta con aire despreocupado pero con el dedo listo sobre el gatillo. Millie, por su parte, estaba a una distancia peligrosa con un cuchillo en mano, mientras que Moxxie empuñaba una pistola CZ 75, observando a Waylon con evidente recelo.

Blitz: ¿Blackout te envió aquí? -Preguntó con frialdad.

Waylon: Pregunta fácil, y aquí está mi respuesta -Replicó sin titubear-. No, carajo. Ya no trabajo para él y puedo contarles toda la puta historia... Es más, pude haberlo hecho antes de que me dejaran noqueado, pedazos de imbéciles. -Su tono fue seco y cortante, con un deje de irritación.

Blitz: ¿Por qué deberíamos creerte? -Arqueó una ceja, entrecerrando los ojos con escepticismo.

Waylon soltó una risa nasal, ladeando la cabeza.

Waylon: Porque si Blackout me hubiera enviado, los habría matado con un francotirador desde la distancia en lugar de entrar a su pinche edificio. -Su tono fue gélido, pero seguro.

Los demonios intercambiaron miradas, procesando sus palabras. Poco a poco bajaron sus armas por un par de segundos, pero la tensión en el ambiente no disminuyó. Inmediatamente volvieron a apuntarle, sin confiar del todo en él.

Blitz: Será mejor que hables y expliques a detalle. -Su voz tenía un filo amenazante.

Waylon: Eso pienso hacer. Pregunten lo que quieran una vez termine de hablar. -Dicho esto, relajó la postura ligeramente, aunque sus ojos seguían atentos a los movimientos de los demonios.

Finalmente, los miembros de I.M.P. bajaron sus armas lentamente, sin apartarlas demasiado. Aún dudaban de él, pero en ese momento no tenían muchas opciones más que escuchar su historia. Sin embargo, se mantuvieron en alerta, listos para reaccionar ante cualquier señal de amenaza.

Waylon: Soy Waylon Price. He sido un francotirador bastante reconocido. -Su voz era firme, como quien está acostumbrado a hablar de sí mismo en términos profesionales.

Blitz: Eso lo sé con claridad. -Dijo con desinterés, tamborileando los dedos sobre el brazo de la silla.

Waylon: Antes de unirme a Death Dealers, trabajé en otra agencia llamada Red Falcon. -Su tono fue neutral, pero la mención de aquel nombre provocó reacciones en la sala.

Moxxie: ¿Red Falcon? -Repitió con el ceño fruncido.

Waylon: -¿Nunca han oído hablar de esa agencia? Era la joya de la corona de todas las agencias... hasta que empezó a decaer cuando surgieron los Death Dealers. -Hizo una pausa, dejando que la información calara-. Además, la mayoría de sus objetivos comenzaron a morir en circunstancias... misteriosas. -Alzó una ceja de manera significativa.

Blitz: Intenta adivinar, genio. -Lo miró con burla.

Waylon esbozó una pequeña sonrisa al conectar las piezas.

Waylon: Como lo sospeché al ver su patético anuncio de televisión... Ustedes han robado múltiples encargos. -Su tono fue burlón, pero cargado de certeza.

Loona: Duh, genio, adivinaste. Por fin te casca tu puto cerebro. -Se cruzó de brazos con fastidio.

Waylon: Entonces, ustedes fueron los que hicieron ese desastre en aquel club nocturno... -Afirmó, observándolos con más interés.

Millie: El objetivo se resistió en el combate y también hirió a nuestro jefe. -Señaló a Blitz con el cuchillo en mano.

Waylon: Así que ese líquido negro era tu sangre, ¿verdad? -Preguntó, dirigiendo su mirada a Blitz.

Blitz: Eres bastante inteligente para estas cosas. -Su voz contenía un leve matiz de sorna.

Waylon: Propio de un asesino, ¿verdad? -Replicó con una media sonrisa.

Loona: Hey, no te desvíes del tema. Sigue contando tu historia. -Le espetó, rodando los ojos.

Waylon: Verán, sí trabajé con Death Dealers y eso, me pagaban de lo más chingón y todo lo demás... Pero bueno, yo... -Dijo con un tono que parecía vacilar, sus palabras se entrecortaban mientras una sombra de dolor cruzaba su rostro.

Waylon: Yo... Verán, fui traicionado por Blackout, mató a mi puta familia y... -Su voz se quebró de repente, un destello de furia ardió en su mirada mientras apretaba la mandíbula con fuerza.

Waylon: Bueno... -Exhaló pesadamente, intentando recomponerse, pero sus manos atadas se tensaban con frustración contenida.

Blitz bajó ligeramente su arma, su expresión se suavizó apenas por un instante cuando escuchó aquellas palabras. Había visto muchos bastardos en su vida, pero podía notar cuando alguien hablaba con verdadera ira y desesperación. Sin embargo, no dejó que aquella momentánea compasión lo dominara y recuperó su postura habitual.

Blitz: Mira, no te conozco en lo absoluto, pero tómate tu tiempo, es difícil tratar con una pérdida familiar. -Dijo con un tono menos agresivo, pero sin perder su dureza habitual.

Waylon: No importa, ya fue hace tiempo... -Su voz sonaba ronca, pero el resentimiento seguía impregnando cada palabra.- Él me tendió una trampa, sufrí heridas graves por una trampa explosiva... -Dijo, su mirada perdiéndose por un momento en recuerdos oscuros.- Mientras yo estaba en el hospital, él hizo su confesión y me desconectó. -Añadió con un tono amargo, su mandíbula apretándose con enojo contenido.

Millie: ¿Fuiste traicionado y asesinado por tu propio jefe? -Preguntó con sorpresa genuina, frunciendo el ceño.

Waylon: Sí, así que me importa una mierda lo que pase con él ahora. -Dijo con frialdad, aunque su voz aún cargaba la carga de lo que había perdido.- Y para aclarar, no sé cómo lo conocen y no sé qué les hizo para que ustedes me traten así solo por conocerlo. -Añadió con un ligero tono de fastidio, recalcando el hecho de que aún estaba atado a aquella silla.

Blitz: ¿Nos permites un momento? -Dijo, sin esperar respuesta mientras giraba hacia sus compañeros.- Loonie, vigílalo. -Ordenó con firmeza.

Loona: Por supuesto. -Respondió sin dudarlo, manteniendo su escopeta firmemente apuntando hacia Waylon con la misma mirada indiferente de siempre.

Blitz, Millie y Moxxie salieron de la oficina, dejando a Loona sola con el prisionero. Mientras tanto, en el pasillo, los tres demonios se reunieron en un pequeño círculo, bajando la voz para discutir qué hacer con Waylon.

Blitz: ¿Qué haremos con él? -Preguntó en un susurro urgente, mirando a los otros dos con una ceja arqueada.

Moxxie: No lo sé, señor... -Dijo con un tono inseguro, cruzándose de brazos.- Su historia es realmente convincente... y trágica a la vez. -Añadió, su expresión reflejando una mezcla de compasión y escepticismo.

Millie: Matarlo no es una opción, él ya no está relacionado con Blackout. -Comentó con firmeza, aunque su mirada aún reflejaba cautela.

Blitz: ¿Y cómo sabremos si es una trampa? -Cuestionó con desconfianza, mirando hacia la puerta de la oficina.

Mientras tanto, en el interior de la oficina, el ambiente se volvió tenso. Waylon se limitó a observar a Loona, quien permanecía inmóvil, con el cañón de la escopeta apuntándole directamente a la cabeza. Para él, era una batalla silenciosa de miradas. Para ella, simplemente era cuestión de esperar el momento adecuado para disparar si se atrevía a hacer algo sospechoso. 

Waylon: ¿No tienes agua o algo? Mi garganta está más seca que la Monterrey. -Dijo con un intento de alivianar la tensión, aunque su tono no tenía mucha esperanza.

Loona: No, pero tenemos patadas en los huevos gratis. -Respondió con una leve mueca burlona, sin apartar el arma.

Waylon: Okay, okay, ya entendí... -Murmuró, soltando un suspiro resignado, sabiendo que no sacaría nada de ella más que hostilidad.

Mientras los demonios seguían discutiendo, Millie tuvo una idea que podría resultar bastante ingeniosa para poner a prueba a Waylon.

Millie: Señor... ¿Y si lo liberamos? -Preguntó con una ligera inclinación de cabeza, observando atentamente a Blitz.

Blitz y Moxxie: ¿Qué? -Preguntaron al unísono, sorprendidos por la sugerencia.

Millie: Piénselo, no tiene armas y somos cuatro. -Se cruzó de brazos con confianza-. No puede hacer mucho contra nosotros. Además, usted mencionó que él buscaba trabajar aquí, ¿no? -Agregó con un tono reflexivo.

Blitz frunció el ceño, claramente escéptico ante la propuesta. Se llevó una mano a la barbilla, meditando la posibilidad.

Blitz: Es una pendejada... -Bufó, pero luego suspiró con resignación-. Bueno... La verdad es que no hay muchas opciones. Y aunque quisiera matarlo... Miren, para empezar, hay que saber de lo que es capaz, conocerlo y descubrir sus verdaderas intenciones... si es que no está mintiendo. -Dijo con un tono más serio, mirando de reojo a Moxxie.

Moxxie: ¿Qué quiere decir con eso? -Preguntó con cierta desconfianza, ajustando sus gafas.

Blitz: Cada quien lo va a entrevistar y sacarle información, ¿de acuerdo? -Sentenció con un gesto firme.

Moxxie: Bueno, podría ser útil... pero no del todo. -Dijo con una expresión dudosa, aún sin estar completamente convencido.

Blitz: Pero también hay una prueba más... -Añadió con una sonrisa astuta.

Millie: ¿Habla de... aquello? -Preguntó, entrecerrando los ojos con intriga.

Blitz: Si en verdad ya no trabaja con Blackout, entonces no le importaría darnos información sobre él y su paradero. -Dijo con un tono calculador, dejando claro que planeaba sacarle todo lo que pudiera.

Moxxie: Pero señor, el trato que usted hizo con Blackout hace unos años... -Comenzó a decir, pero Blitz lo interrumpió bruscamente.

Blitz: ¡Yo ya no pienso ser la perra de un humano, Moxxie! -Espetó con desdén, su tono cargado de desprecio-. A la mierda ese trato y a la mierda ayudarlo. Que se joda Blackout. -Dijo con firmeza, cruzándose de brazos con determinación.

Millie lo miró con una sonrisa socarrona y una ceja arqueada, como si hubiera descubierto algo interesante.

Millie: ¿Dice eso para defender a su emplumado novio? -Preguntó con una voz juguetona, observando la reacción de Blitz.

Blitz abrió los ojos de par en par, y un leve sonrojo apareció en su rostro. Su actitud confiada se tambaleó por unos segundos al ser expuesto de esa manera.

Blitz: ¡Bueno, yo... yo...! ¡Cállate el hocico! -Exclamó, desviando la mirada con evidente incomodidad.

Los demonios regresaron a la habitación donde Waylon seguía en la misma situación: aún atado a la silla, con Loona apuntándole con su escopeta sin bajar la guardia. Su expresión no había cambiado demasiado, pero en sus ojos se reflejaba una mezcla de fastidio y resignación.

Blitz: -Blitz se cruzó de brazos, dándole una mirada evaluadora antes de hablar-. Oye, te vamos a soltar. Pero antes te preguntaremos varias cosas. -Su tono era serio, pero con ese deje de autoridad relajada que solía tener.

Waylon bufó, inclinando un poco la cabeza hacia atrás con una exhalación pesada.

Waylon: ¿En serio? ¿Otra vez? -Preguntó con evidente hastío.

Blitz: Serán pocas y sencillas. -Dijo con una ligera sonrisa, aunque su mirada aún mostraba desconfianza.

Waylon recorrió con la vista a los demonios que lo rodeaban, analizándolos uno por uno con mayor detenimiento esta vez. Blitz, ese demonio rojizo con un aspecto de lagartija, cuernos negros pintados de blanco y una sonrisa socarrona que parecía tatuada en su rostro. Millie, una diablilla de baja estatura pero con una actitud feroz, de cabello negro y pequeños cuernos sobresaliendo de su melena. Moxxie, con su postura más tensa y formal, sus piernas y cuernos de cabra acompañados de un cabello blanco que siempre parecía algo desordenado. Y por último, Loona, una sabueso infernal como él, aunque de pelaje blanco con sutiles tonos grises, con su eterna expresión de desinterés, pero con los dedos firmemente posicionados en el gatillo de su escopeta.

El francotirador suspiró. Su cuerpo podía estar en buenas condiciones, pero su mente ya estaba agotada. No era cansancio físico, sino mental. La desconfianza de esos demonios, la constante tensión de estar atado, el interrogatorio que parecía no tener fin... ¿Cuánto tiempo llevaba en esa maldita silla? Ni siquiera lo sabía. Pero lo único claro era que no tenía opciones. Solo le quedaba aceptar y responder... aunque le pesara hacerlo.

...

Después de unos momentos, la escena cambió. Waylon estaba ahora sin ataduras, pero la tensión en el aire seguía siendo palpable. Frente a él, sentado con postura dominante, Blitz no bajaba la guardia; en su mano, un arma descansaba lista para ser usada en caso de cualquier movimiento sospechoso. Su mirada, afilada y penetrante, no dejaba de analizar cada gesto del exmercenario.

Blitz: ¿Sabes el paradero de Blackout? -Preguntó con un tono seco y desconfiado.

Waylon: La verdad... no sabría decirle con exactitud, nunca supe dónde vive él. -Su tono reflejaba honestidad, pero también cierta frustración. Sus ojos se desviaron por un momento mientras continuaba-. Además, desde que fui herido por la explosión no he visto nada del mundo, tenía la cara cubierta por vendas. -Dijo con un suspiro leve, recordando aquellos días de oscuridad y confinamiento.

Blitz escuchó atentamente, sin perder detalle de cada palabra. Su mirada se afiló aún más, analizando cualquier posible indicio de mentira en su expresión.

Blitz: ¿Sabes si Blackout ha hecho tratos con agencias diferentes durante el tiempo que trabajaste con él? -Preguntó con un tono que rozaba lo inquisitivo.

Waylon: Le seré honesto. Blackout no era muy comunicativo en estos temas, solamente recuerdo que había hecho trato con algún agente del FBI cuya identidad desconozco. -Hizo una breve pausa, intentando recordar con precisión-. Creo que el trato implicaba que el agente los sacaría del radar del FBI de todo asesinato que la agencia realizaba a cambio de una cifra mensual. -Dijo con un tono sombrío, como si revivir ese recuerdo le resultara incómodo.

Blitz: ¿No has escuchado de algo más? ¿En relación con agencias de asesinos? -Preguntó con más insistencia.

Waylon: No... solamente cuando transfirieron a una asesina a mi equipo. -Respondió sin titubear.

Blitz: Ya veo... -Dijo con un tono pensativo, desviando la mirada momentáneamente antes de volver a enfocarse en él.

Waylon esbozó una media sonrisa, cruzando los brazos con cierta resignación.

Waylon: ¿Usted solamente me va a preguntar? ¿O también vendrán sus amiguitos adaptando papeles de policía bueno, malo y peor? -Preguntó con un tono sarcástico.

Blitz: Solamente yo, y esto no es como esas películas pendejas. -Respondió con fastidio, rodando los ojos.

Waylon: Que bueno, porque no tengo tiempo para estas cosas. -Soltó con cierta ironía, pero luego su mirada se tornó más seria-. Además, ¿me permite hacerle una pregunta? -Inquirió con un matiz más desafiante.

Blitz: Espero que valga la pena responderla. -Dijo con un suspiro impaciente.

Waylon: ¿Qué trae con Blackout y por qué se puso como loco cuando supo que trabajé con él? -Su tono se endureció un poco, como si intuyera que había algo personal en todo esto-. ¿Acaso lo conoce? -Añadió, entrecerrando los ojos con suspicacia.

Blitz dejó escapar un pesado suspiro, bajando ligeramente la mirada antes de volver a fijarla en Waylon. Sus dedos se crisparon alrededor del arma por un instante, pero luego la guardó lentamente, como si estuviera tomando una decisión importante.

Blitz: Sabía que me ibas a preguntar eso en algún momento... -Dijo con un deje de resignación en la voz.

Por primera vez en toda la conversación, Blitz lo miró directamente a los ojos. Su expresión cambió, revelando una mezcla de remordimiento y enojo. No era solo una cuestión de trabajo o rivalidad, había algo más profundo, algo que ardía dentro de él cada vez que se mencionaba el nombre de Blackout.

Blitz: Dejame... contarte una historia. —Dijo con un tono grave mientras se acomodaba en su asiento, preparándose para revelar lo que llevaba tiempo ocultando.

[...]

Miles, por otro lado, parecía estar adaptándose bastante bien a su nueva vida en el infierno. Ser cantinero no solo le había proporcionado un medio de sustento, sino que también lo había ayudado a entenderse mejor a sí mismo. Escuchar las historias de los clientes mientras les preparaba sus bebidas le daba una perspectiva más amplia de la vida en el inframundo y, de alguna manera, lo hacía sentir menos solo.

Había conseguido rentar un pequeño condominio no muy lejos del bar, lo suficiente para tener privacidad sin alejarse demasiado de su trabajo. Con el tiempo, se ganó la simpatía de varios clientes frecuentes gracias a su talento en la preparación de cócteles, lo que le aseguraba buenas propinas y una red de conocidos que, aunque no llamaría amigos, al menos le daban cierto sentido de pertenencia.

Mientras limpiaba la barra durante su turno, la campana de la puerta sonó y dos demonios entraron al establecimiento. A primera vista, eran completos desconocidos para él. Uno de ellos vestía de manera bastante casual, con un estilo más relajado que elegante. Su apariencia era inconfundible: un demonio búho, de complexión alta y delgada, con un porte refinado pero una expresión que no terminaba de encajar con su estatus.

Justo detrás de él entró alguien más: una joven demonio. Miles les echó un vistazo rápido mientras se acercaban a la barra, examinándolos con algo más de detenimiento. La chica compartía ciertos rasgos con su acompañante; ambos eran aves, y su estructura facial era sorprendentemente similar. La deducción fue casi inmediata: debían ser padre e hija. Sin embargo, había algo más en el demonio adulto que llamó su atención... Sobre sus cejas se distinguían claramente otros dos ojos adicionales, de un rojo intenso y penetrante, dándole un aire inquietante. La joven, en contraste, tenía unos ojos de un rosa suave, probablemente una mezcla de la herencia de su padre y su madre.

Ambos tomaron asiento en la barra, y Miles, como buen empleado, se acercó a recibirlos con su típica actitud profesional.

Miles: Bienvenidos al Anillo del Alcohol. ¿Qué puedo servirles? -Preguntó con un tono amable, mientras apoyaba las manos en la barra.

???: Oh, claro. ¿Qué nos recomendarías para una salida de padre e hija? -Preguntó con interés.

Miles: Depende de los gustos, señor -Respondió mientras sacaba un menú y se lo mostraba-. Verá, algunos tragos en la carta fueron diseñados por mí. Si busca algo dulce pero con un buen golpe de sabor, le recomendaría el "Volcán Sangriento". -Dijo con una ligera sonrisa, orgulloso de su creación.

???: Suena interesante. Me gustaría probar ese, por favor -Aceptó con una ligera inclinación de cabeza. Luego, se giró hacia su hija-. ¿Y tú, Vía? ¿Qué quieres?

La joven, quien hasta ahora había permanecido bastante desinteresada, apenas miró el menú antes de dar su respuesta.

Vía: No me gusta el alcohol... -Dijo con desgano-. ¿Tienen limonada? -Preguntó sin mucho entusiasmo.

Miles: Enseguida. -Respondió con una leve sonrisa, mientras tomaba nota. Luego, se giró nuevamente hacia el búho demoníaco-. Señor, ¿me permite su nombre? Necesito anotarlo en la orden. Últimamente han pedido varias bebidas con especificaciones distintas, y no quiero confundirme. -Dijo con tono profesional.

???: Soy el prin... -Comenzó a decir con naturalidad, pero se interrumpió abruptamente. Su expresión cambió apenas por una fracción de segundo, como si hubiese cometido un desliz-. Stolas... -Corrigió con una sonrisa algo nerviosa.

Miles arqueó una ceja con leve curiosidad ante la pausa, pero no le dio demasiada importancia.

Miles: ¿Prinstolas? -Repitió con un gesto de confusión.

Stolas: No, no. Solo Stolas. -Dijo con una risa nerviosa, como si tratara de desviar la atención del lapsus.

Miles: Bien, Sto... las... -Repitió mientras escribía el nombre en su libreta-. En un momento traeré sus bebidas. -Dijo con tranquilidad antes de alejarse a preparar los pedidos.

Cuando Miles se puso a cortar limones y raspar hielo con un cuchillo para la bebida de la joven, su mirada se deslizó disimuladamente hacia ella. Había algo en su aspecto que le resultaba extrañamente familiar. Sus facciones, el tono oscuro de sus plumas y aquella camiseta con un diseño de rosas floreadas... le evocaban un recuerdo difuso, aunque no pudo precisar de inmediato de qué.

Mientras preparaba la bebida, tampoco pudo evitar observar al padre. Aquel demonio búho de porte imponente tenía una apariencia torpe, pero desprendía un aire amable. Lo que más llamaba la atención de Miles era su estatura excesiva y, por supuesto, el par extra de ojos que se alzaban sobre sus cejas. Algo en su presencia también le resultaba vagamente conocido, pero ¿de dónde?

Sacudiendo la sensación de su mente, terminó la preparación y deslizó el primer vaso por la barra con un movimiento fluido.

Miles: Aquí está su bebida, señor. -Dijo con una leve sonrisa profesional.

Stolas tomó el vaso con curiosidad y observó el líquido de un rojo vibrante. Sus ojos brillaron con un dejo de entusiasmo.

Stolas: Oh, pero qué presentación más encantadora, el color es realmente intenso. -Comentó con admiración.

Miles: Gracias por el cumplido, por eso se llama así. -Respondió Miles con una ligera inclinación de cabeza antes de deslizar otro vaso por la barra-. Y para la señorita, una limonada.

La joven alzó la vista con desgano y tomó la bebida sin mucho interés. Pero en el momento en que Miles pudo verla mejor, su memoria encajó las piezas de inmediato. Esa expresión, esos ojos de un rosa apagado... No había duda.

Era la chica a la que había salvado meses atrás...

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