Confesión de un asesino

Mientras tanto, me encontraba en una clínica con mi esposa, Allison, acompañándola a una revisión de rutina por su embarazo. La atmósfera estaba impregnada de un ligero aroma a desinfectante y tranquilidad. El doctor, con una sonrisa profesional, nos dio la noticia que cambiaría nuestras vidas: el bebé era una niña. Una emoción cálida y envolvente llenó mi pecho. Nunca pensé que algo así me sucedería. Encontrar a una mujer perfecta, cariñosa, hermosa, y ahora saber que sería la madre de mi hija... Qué romance tan chingón, pensé con una sonrisa interna.

Doctor: Sería todo por hoy, le recomiendo que trate de dormir de costado. Tampoco se agache muy seguido. -Mencionó con tono calmado, mientras cerraba su libreta y le daba a Allison una sonrisa tranquilizadora-

Allison: Lo tendré en cuenta, doctor. -Respondió con una ligera inclinación de cabeza, su mano descansando sobre su vientre-

Cuando salimos de la clínica, no me aparté de Allison ni un segundo. Mi mano apretaba la suya suavemente mientras caminábamos a su paso. Mi mente daba vueltas; por fin sería padre con la mujer que más amo. Allison ha sido mi luz en esta oscuridad, mi ancla en un mar tempestuoso.

Jacob: Cielo... ¿Tú crees que seré un buen padre? -Pregunté con una mezcla de inseguridad y esperanza en la voz-

Allison: ¿Por qué lo preguntas? -Respondió, mirándome con esos ojos llenos de amor y curiosidad-

Jacob: No lo sé... Yo... Jamás creí que llegaría a vivir algo así, ¿sabes? -Dije con sinceridad, sintiendo cómo el peso de mis palabras se instalaba en el aire entre nosotros-

Allison: Para todo hay una primera vez, cielo. Yo tampoco sé mucho, pero podemos aprender juntos. -Dijo con una sonrisa reconfortante en el rostro, esa sonrisa que siempre logra calmar mis temores más profundos-

Jacob: -Sonreí de vuelta, sintiendo una oleada de calidez recorrerme- Sí... Está bien, amor... Yo no tuve una figura paterna, así que me dedicaré a ser un buen padre. -Mencioné con determinación en mi voz, dejando claro mi compromiso-

Allison: Eso es tierno, amor. -Respondió con dulzura- Agáchate para que pueda besar tu mejilla. -Mencionó con una sonrisa juguetona-

La diferencia de tamaño siempre ha sido notable. Yo mido 1.85 mientras que Allison mide 1.64. Antes, ella solía ponerse de puntitas y jalarme del cuello de la camisa para alcanzarme, pero ahora, con su embarazo, sería yo quien tendría que agacharse para estar a su altura. Inclinándome hacia ella, sentí su beso suave y cálido en mi mejilla, y en ese momento supe que haría todo por esta familia que estábamos construyendo.

[...]

En un lugar un tanto lejano, Edward estaba sentado en el interior de un auto estacionado en una calle oscura y desierta. La luz de un farol parpadeante iluminaba intermitentemente el parabrisas, creando sombras inquietantes en su rostro. Tenía un cigarro en sus labios, el humo espeso se enroscaba alrededor de su cara, subiendo lentamente hacia el techo del auto antes de desaparecer en la oscuridad. Sus ojos, afilados y calculadores, seguían el movimiento de los transeúntes que pasaban frente al vehículo, observándolos sin interés real, como si fueran poco más que peones en un juego mucho más grande.

???: ¿Ya terminaste tu puto cigarro? -Preguntó con tono cortante, su voz cargada de impaciencia-

La figura en el asiento del pasajero se inclinó hacia adelante, sus ojos fulminantes fijos en Edward.

Loona: Tenemos que prepararnos y tú solo estás perdiendo el tiempo aquí. -Habló con desdén, las palabras brotando de sus labios como si fueran veneno-

Eddie: Loona, no hay prisa... -Respondió con un tono calmado, casi desinteresado-

Inhaló profundamente, disfrutando del sabor amargo del tabaco antes de exhalar una nube de humo que flotó perezosamente hacia el techo del coche.

Eddie: A veces, hay que aprender a disfrutar de los pequeños momentos... -Añadió con una sonrisa que apenas curvó sus labios, sus ojos volviendo a la calle como si no hubiera nadie más en el auto-

Narra Edward

No tengo idea de por qué mi jefe me asignó a trabajar con su hija. Loona... no tiene precisamente lo que uno llamaría "una gran personalidad". Es agresiva, grosera y siempre parece estar de mal humor. Y para colmo, parece que siempre está lidiando con la resaca. Una mujer de carácter fuerte, claro, pero le hace falta un poco de... ¿cómo decirlo? Un poco de balance. Un cambio le vendría bien a esta muchachita...

En cuanto a mí, bueno, mi historia es algo diferente. Tengo 25 años, nacido en Alemania, pero pasé una buena parte de mi vida en Londres. Soy un demonio. Sí, un demonio. El infierno es real, y yo soy la prueba viviente bueno, no exactamente viviente de eso. Loona también es una demonio, pero hay una diferencia importante entre nosotros: ella nació en el infierno; yo, en cambio, soy un pecador. Morí a los 22 años, y desde entonces, mi alma está condenada a este... "trabajo".

No me gusta hablar mucho de mi muerte. Recordarlo es como abrir una vieja herida. Fue feo, doloroso... y me dejó cicatrices que no se ven, pero que se sienten todos los días. Ahora trabajo en esta agencia con otros como yo, otros demonios, ejecutando tareas sucias que otros no quieren o no pueden hacer.

Nuestra especialidad es simple: matamos a quienes se han ganado enemigos poderosos. Recibimos encargos de todo tipo: un cliente puede querer ver a su exesposa muerta porque le arruinó la vida... dicen que envenenó su comida o algo así. Ahí es donde entramos nosotros. Pedimos los detalles, descripción, ubicación... y luego cumplimos con nuestro deber. No es justicia en el sentido tradicional, pero es lo más cercano a la justicia que estos bastardos van a tener.

Trabajamos principalmente con objetivos que, sinceramente, se lo merecen: mafiosos, asesinos, violadores, políticos corruptos. Nuestra agencia es un refugio para demonios que, como yo, buscan redimirse... o al menos, intentan no caer más bajo de lo que ya han caído.

Actualmente, Loona y yo estamos en una misión. Mi jefe piensa que necesitaremos el apoyo de humanos, algo que no es precisamente bien recibido en nuestro mundo. Los demonios no sienten gran simpatía por los humanos; los ven como criaturas débiles y repugnantes, indignas de pisar el mismo suelo que nosotros.

Mi tarea en esta misión es clara: eliminar al tipo de la limusina del que le hablé a Jacob. Una vez hecho esto, desapareceré de la faz de la tierra y regresaré al infierno, donde pertenezco.

En cuanto a Loona... no sé mucho sobre ella, aunque he trabajado con estos demonios durante años. Sé que es la hija adoptiva de mi jefe y que no es una pecadora como yo. Ella nació en el infierno, mientras que yo caí allí. Ni siquiera sé cuántos años tiene.

¿Las diferencias entre un pecador y una criatura del infierno? Permítanme aclararlo. Los pecadores son almas condenadas que llevan las marcas de sus pecados en sus cuerpos y en sus almas. Sus apariencias están moldeadas por sus transgresiones, sus faltas acumuladas a lo largo de una vida de errores y crímenes. Los que han cometido los peores crímenes, los más oscuros pecados, pueden adquirir cierto... poder.

A estos pecadores especiales se les conoce como "soberanos". Son pocos, pero cada uno es una fuerza a tener en cuenta, capaces de controlar partes del infierno y someter a otros con su mera presencia. Mantienen algo de la humanidad que tuvieron en vida, algo que los hace diferentes de los demonios nativos. Son como sombras de lo que fueron, figuras terroríficas temidas por todos.

¿Qué hice yo para estar aquí? Hice muchas cosas imperdonables... demasiadas. Y, aunque no me enorgullezco de ellas, tampoco puedo cambiar mi pasado. Ahora, soy poco más que un perro obediente, cumpliendo órdenes sin cuestionarlas, esperando el día en que mi condena llegue a su fin... si es que ese día llega alguna vez.

En una habitación silenciosa y sombría del hospital, Waylon yacía inmóvil en su cama. A pesar de que seguía conectado a varias máquinas, su cuerpo no respondía. La tenue luz del monitor del ritmo cardíaco iluminaba su rostro pálido, destacando las profundas sombras que rodeaban sus ojos cerrados. A su lado, de pie con una postura casi militar, estaba Blackout, observándolo fijamente con una mirada intensa y calculadora, como un depredador acechando a su presa.

Blackout: Sé muy bien que puedes oírme, pero no puedes moverte. -dijo con voz baja, como un susurro serpenteante en la penumbra-.

Blackout: El doctor me contó que saliste del coma, pero estás paralizado por el impacto en tu columna. -Continuó con una sonrisa apenas perceptible que curvó sus labios-

Waylon: (Supongo que este será mi final... Moriré de una manera vergonzosa...) -Pensó con desespero, atrapado en su propia mente, incapaz de expresar su angustia-

Blackout: Hay algo que no comenté... Pero me gustaría que lo sepas ahora mismo. -dijo mientras su sonrisa se ensanchaba, sus ojos brillando con un destello de malicia-

Waylon: (¿Ahora qué me dirá este loco?) -Pensó con creciente inquietud, su corazón acelerándose aunque su cuerpo permanecía inmóvil-

Blackout: Nunca te preguntaste... Exactamente, ¿qué mató a tu familia, no? -insinuó con voz casi casual, como si hablara del clima-

Waylon: (Una puta fuga de gas... ¿En serio vas a recordarme eso ahora?) -Pensó con amargura, sintiendo una punzada de dolor en su corazón, que comenzaba a latir con fuerza-

Blackout: No fue solamente una fuga... Sobre todo, no fue accidental... -mencionó con un tono de burla, su voz cargada de un retorcido placer-

El monitor del ritmo cardíaco de Waylon empezó a emitir pitidos más rápidos y fuertes, el sonido llenando la habitación, una señal clara de su creciente agitación. Blackout dejó escapar una risa corta y burlona, disfrutando de cada momento de angustia que infligía.

Blackout: Parece que ya sabes qué diré, ¿no? -preguntó con una sonrisa cruel, disfrutando del terror invisible que sabía que estaba creciendo dentro de Waylon-

Waylon: (Tú... Tú... ¡Puto cabrón... Lo hiciste... ¡Tú lo hiciste!) -Gritó en sus pensamientos con un odio intenso, incapaz de contener la furia que hervía dentro de él-

Blackout: No fue fácil dar con tu familia. -comentó con despreocupación, como si estuviera hablando de un logro insignificante-

Blackout: Al igual que con la esposa de Miles, pobre estúpida, se dejó cortar los frenos. -agregó con una risa maliciosa, saboreando cada palabra como un veneno que sabía que estaba destruyendo a Waylon por dentro-

La verdad se desplegó ante Waylon como una herida abierta y sangrante. Blackout había estado detrás de todo. No solo había asesinado a su familia, sino también a la esposa de Miles. ¿Por qué? La respuesta era dolorosamente clara ahora. Así es el mundo de los asesinos a sueldo: traicionas a la agencia, y la agencia se cobra con sangre. No había honor en su mundo, solo miedo y muerte. Era una política de "matar o ser matado". Pero esto, esto era más que paranoia; esto era puro sadismo, una satisfacción retorcida en la destrucción de otros.

Blackout: Bueno, debería acabar ya con tu sufrimiento. Sayonara, Waylon. -dijo con un tono casi alegre, como si estuviera despidiéndose de un viejo amigo en lugar de un hombre moribundo-

Se acercó lentamente al enchufe de la máquina respiratoria de Waylon, sus movimientos deliberados y cruelmente lentos, disfrutando cada segundo del horror que sabía que Waylon estaba experimentando. Waylon, atrapado en su propio cuerpo, sintió una oleada de terror absoluto. Sus pulmones quemaban, incapaces de expandirse sin la ayuda de la máquina, su garganta emitía quejidos ahogados que llenaban la habitación como un lamento de desesperación.

Blackout desconectó la máquina con un clic final y definitivo. El cuerpo de Waylon comenzó a convulsionarse débilmente, un reflejo involuntario de su sistema nervioso en pánico, tratando desesperadamente de obtener oxígeno. Pero no había escape. No había piedad.

Y así, después de unos angustiosos minutos de pura agonía, Waylon finalmente cedió. Su cuerpo se relajó, su corazón dio su último latido, y la habitación quedó en un silencio mortal.

Blackout se quedó de pie, observando el cadáver de Waylon con una expresión de satisfacción oscura antes de girar sobre sus talones y salir de la habitación, dejando tras de sí solo el silencio y la muerte.

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