CAPÍTULO TRES 

La habitación se encuentra en un tenso ambiente, la noche afuera es fría y hay una fuerte ventisca que eriza los vellos de Hae-in. Usando ropa negra, se inclina frente al retrato de su difunta madre, sus hermanos y sobrinos también lo hacen, es la forma que tienen de mostrarle respeto, el respeto que ella se merecía. JiHye golpea su espalda en modo de agradecimiento por llegar tan rápido al pueblo, aunque sabía que tanto odiaba estar allí. E incluso, por seguir dentro de la casa aunque… Min YoonGi estaba en el mismo lugar. Pero el funeral de su madre no es el lugar, ni el momento para hacer una escena. Dejó pasar todo, y realizó una cena junto a las personas cercanas a su familia, entre ellos, los Min. 

Las mesas largas llenas de comida en el jardín de la gran casa donde creció le dejan ver a los familiares que no veía hace años, amigos de la infancia y a él, sentado junto a sus padres y hermano mayor, se encuentra hablando con su cuñado –el marido de su hermana– sobre algún tema que no le incumbe ni interesa, mientras su progenitora –quien fue muy buena amiga de la suya– seca sus lágrimas. La Señora Min había sido la mejor amiga de la Señora Kang desde niñas, crecieron juntas, tuvieron un embarazo en el mismo año e hicieron que sus hijos también fueran cercanos, era lindo poder confiar una de la otra. Incluso siendo ya abuelas, seguían en contacto. 

La noticia de su muerte desencadenó tanta tristeza en la Señora Min que la mañana del día pasado tuvo un desmayo tras recibir la noticia, cayó al suelo y golpeó su cabeza, por suerte, no fue nada grave. 

Hae-in llevó un poco de soju a sus labios, ansiosa. Estuvo bebiendo bastante, y perdió la cuenta del número de botellas que terminó. Aún así, no estaba abría, suponía era debido a toda la comida que mastico, puede que sea por los nervios, el hecho de que no controla para nada todo lo que es llevado a su boca. Ha estado divagando mucho en su cabeza, pensando en tantas cosas… al punto de que nunca notó a JiHye sentándose a su lado luego de mantener una extensa charla con los primos de Busan.  

—Todos preguntan por ti. —se sirvió un poco de soju— Dicen que te ves hermosa, pero que apenas has hablado. 

—No tengo ánimos. 

—Nadie los tiene, Hae-in. —bebe de un sólo trago, y deja el vaso con fuerza sobre la mesa de madera. No dice nada por unos segundos, entonces gira a verla, era su hermana mayor, la más madura, la que siempre cuidaba de ellos, por eso, no se mostraba susceptible— Los gemelos me comentaron que mañana partes. 

—La escuela donde trabajo no me da tanto tiempo sin asistencia. 

Se había aprovechado de la amabilidad del instituto faltando dos días seguidos, luego de haberse ido rápidamente el día anterior por la noticia que recibió. No puede faltar más, y aunque quisiera quedar más tiempo con su padre y hermanos, es… incómodo decidir. 

—Quédate, Hae-in. —trago saliva— Por favor, por una vez, quédate aquí. 

—Unnie…

—Te necesitamos, necesito a mi hermana. A mamá le hubiera encantado vernos juntos aquí, como en nuestra niñez. 

—Pero mi trabajo, mi apartamento… 

—Puedes conseguir un puesto en la escuela de aquí, yo misma me encargaré de eso. Y sobre dónde quedarte, papá estaría encantado de tenerte aquí. Pide el traslado, por favor. 

Hae-in miró a una mesa de distancia, a ese muchacho ya convertido en hombre. Y entonces, él le devolvió la mirada, hubo lo que parecía ser una sonrisa en sus labios. 

Lo decidió, iba a quedarse. 

*hae-in arriba*