O26


CAPÍTULO VEINTISÉIS

La casa que compró para vivir se siente más acogedora desde que ella vive en allí, hay decoraciones lindas, color por todas partes y un delicioso aroma a comida todo el tiempo. Cuando llega del trabajo la encuentra en la cocina preparando la cena, le da la espalda con dirección a la estufa, revuelve el caldo en la cacerola y tararea su canción favorita. 'Yellow' de ColdPlay, YoonGi se acerca cautelosamente, sin intención de arruinar la sorpresa, y la abraza por detrás. La joven salta de la sorpresa, pero no pasa a mayores cuando la colonia masculina que lo caracteriza llega a sus fosas nasales.

Relaja su cabeza en el hombro de él.

—Hola, cariño. —le dice, siente como besa su mejilla— ¿Cómo te fue en el trabajo?

Los recuerdos de esa tarde llegan a su cabeza para provocar una mueca en su rostro.

—Me fue bien, los niños de tercer año dijeron que mi corte de cabello es 'vintage', creo que comienzo a verme viejo.

EulKi rió, separándose de su agarre. Da la vuelta y rodea con los brazos su cuello, lo ve directo a los ojos.

—Yo creo que eres joven aún, cariño. Eres apuesto y juvenil.

Esos ojos negros tienen la capacidad de brillar hasta en los días malos, son hermosos. Tan hermosos que se plantea si sus decisiones en algún punto le habrían hecho daño, actuó egoístamente por unos recuerdos que no quiso compartir, por miedo a que Hae-in sea descubierta. Pelear con su prometida no es lo que desea.

¿Qué quiere? ¿Qué es eso que busca y no encuentra?

YoonGi tiene el corazón hecho pedazos al imaginar la posibilidad de quitarle ese brillo. No, no podría permitirlo. Se equivocó una vez hace años, pero de los errores se aprende. Puede que haya amado a otra mujer hace tiempo, ¿Y eso qué? Amar a EulKi le enseñaría a ser mejor como persona, arriesgaría todo de él para demostrarle al mundo que su vida va más allá de Hae-in, y que es capaz de formar una familia.

Ama a EulKi, quiere protegerla.

—¿Me amas? —fue una pregunta curiosa, en un susurró.

La pelinegra sonrió. Aunque para YoonGi esa pregunta era enorme, para ella no, puesto que sabía bien sus emociones hacía el hombre frente a ella.

—Con todo mi corazón.

Se siente amado, por primera vez en mucho, mucho tiempo.

( ... )

días después

Hae-in ayuda a su padre a alimentar los caballos del rancho, desde hace años no se encargaba de tal tarea, puesto que sus dos hermanos mayores eran quienes habían tomado como propiedad el negocio. Su padre se rehúsa a dejar de trabajar, dice que de lo contrario podría sentirse como un viejo inútil, y aunque intentan hacerle entender que es su derecho descansar, él se niega a hacerlo. La castaño utiliza ropa cómoda de casa, un jean desgastado y una playera negra de algún ex novio de la ciudad, ama quedarse con la ropa que olvidan, es muy buena en circunstancias así.

El cabello bebé come de la botella de leche que le da. Su madre falleció en el parto por lo que debe darle extremo cuidado.

Acaricia su pelaje con ternura.

Sin embargo, no puede seguir con la acción por el llamado de su sobrino desde el interior de la casa. El pequeño agita sus manos con el teléfono de línea siendo indicado.

—Appa, tengo una llamada.

—¿Tú? —se sorprende— Es extraño.

—Oye, también viví aquí hace años si no recuerdas. —refutó, caminando por fuera de la cerca. Pasó el césped hasta llegar a la entrada de madera, yse quitó las botas con tierra e ingresó a la casa de dos pisos.

—Dice ser un amigo tuyo. —dijo el menor.

—Bieen, gracias por avisar. —llevó el teléfono a su oreja- ¿Sí?

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