O21

CAPÍTULO VEINTIUNO

años atrás, en daegu

YoonGi se encuentra sentado en el sofá de la pequeña casa, su amigo frente a él con su hijo sobre sus piernas, intenta hacerlo dormir entre canciones de cuna. HanJi es un niño de seis años que, desde la pérdida de su madre, se encuentra siendo extremadamente apegado a su padre, el buen Hyung del pelinegro. Éste suspira, observando la taza de té en sus manos, hay un cómodo silencio entre ambos que los llevó a pensar sobre muchas cosas. Una de ellas, para el Min, es lo que nadie quiere: El futuro. La jodida cosa que más miedo le da ocupa sus pensamientos día y noche sin descansar, es ello lo que lo mantiene molesto todo el día desde hace tiempo.

Hace unas pocas semanas fue su aniversario, pasó una buena velada junto a la chica que más ama en el mundo. Él realmente pensó en confesarle sobre sus ambiciones, sobre sus gustos y sobre lo que había estado planeando sin ser del todo intencional, pero cuando ese anillo costoso fue puesto sobre su dedo… sintió que algo lo ataba a quedarse allí, junto a ella. Ningún otro lugar es cómodo si Hae-in no está en el. Por eso, decidió no hacer el viaje. Pero vamos, era la oportunidad de su vida estudiar producción al lado de los mejores.

Eso lo mantiene asustado. ¿Debería ir? ¿Cómo lo tomaría su novia y mejor amiga?

—He pensado en estudiar producción musical, hacer canciones y toda esa mierda… —le dijo al moreno.

NamJoon levantó la vista de su hijo y lo vio fijo. Desde que conoce a YoonGi –muy de pequeños– ha aceptado que es un rarito con todas las palabras, no por ser extraño de una mala forma, más bien, era maravilloso. Su joven amigo es un inadaptado, no congenia con muchas personas, se mantiene encerrado en sí mismo tratando de aislarse de sentimientos muy fuertes del exterior. El rap y sus letras es en el único momento que lo vio expresándose con palabras verbales, él se sentía libre.

Claro, a los padres no les agrada oír a sus hijos maldecir en canciones. Pero YoonGi no sólo rapeaba maldiciones, él hablaba de sus problemas, escribía poemas, era un genio nato que nadie jamás descubrió además de NamJoon.

—Pienso que es una gran idea. —asintió, y una sonrisa se asomó por sus labios— Es tu sueño, no debería haber nada que te impida seguirlo.

—Excepto que sí lo hay. —suelta.

—¿De qué se trata?

—Hae-in. —bastó decir aquello para que NamJoon suspirara— Hey, no puedo dejarla de un día para el otro, y sabes que no soy demasiado fuerte como para decírselo antes…

—A ella no le va a molestar, es la primera en alentarte para ser feliz.

—Pero a mí sí. —vio el anillo en su dedo anular— Pensar en estar años sin ella me hace sentir infeliz, no puedo alejarme mucho tiempo de la persona que más amo en el mundo. Es mi razón de ser, mi musa.

—Lo único que te diré es que lo hables con ella, tal vez puedan llegar a un acuerdo entre los dos. Un tiempo separados no es el fin del mundo.

YoonGi nunca pudo decírselo.

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