O19
CAPÍTULO DIECINUEVE
—Su nombre es EulKi, dicen que es abogada, trabaja en el centro de la ciudad, tres días allá y el resto descansa aquí. —su hermana le comentaba mientras veían a los niños jugar en el césped del jardín trasero del humilde hogar.
Hae-in suspiró, habían sido días duros desde que vio a YoonGi y tuvieron esa pequeña tensión entre ellos. De jóvenes solían pelear hasta por la más mínima razón, de adultos, la chispa intenta renacer en cada acercamiento, pero YoonGi procura apagarla con su fidelidad a la mujer que lo espera en casa. Vamos, la señorita Kang no es la mujer más buena del mundo, las personas la aman por ser amable y dulce, disfruta de ayudar a las personas, de acercarlas a un buen camino, y claro, de darle una buena enseñanza a los niños, quienes liderarán el futuro. Pero, ¿Es ella un ejemplo a seguir como mujer?
No, no lo es.
Su pequeña obsesión por ser el centro de atención de Min YoonGi no es algo de lo que se puede sentir orgullosa. Como mujer autodeclarada feminista, sería vergonzoso admitir que quiere ganarse la atención de su ex pareja, inclusive cuando este tiene una prometida.
En su adolescencia, recuerda una escena puntual, era invierno en la secundaria, debían ir a la clase de química. YoonGi siempre se sentaba junto a ella, pero ese día, se sentó con MinHae, una chica de cabello corto negro, y ojos de cachorro.
' Miró desde la última mesa de la fila tres, al lado de la ventana que daba directo a la entrada de la escuela. El sol impacta contra su rostro, y sus compañeros llegaron a pensar que se veía muy linda con sus coletas. La sonrisa que tenía cuando llegó al salón desapareció. ¡Por ellos! Tardó diez minutos en ir al baño, en eso, su novio se adelantó, y cuando ella volvió, lo encontró sentado con otra chica, ¿No es… asqueroso? Molesta esperó a que el profesor se diera la vuelta para escribir en la pizarra cuando dejó que su lapicera cayera al suelo, está rodó hasta detenerse en la banca del pelinegro.
El pequeño ruido provocó que bajara la vista.
Hae-in sonrió. Se levantó y caminó hasta allá.
—Lo siento, tengo las manos resbalosas. —su cabeza se ladeó en una falsa inocencia, emite susurros en la dirección del Min.
—Está bien. —asiente.
Su compañera de banco gira a verlos. Y Hae-in muere de celos.
—Bien, iré a… allá. —la vio fijamente— Recuerda que iremos juntos a casa hoy, cariño.
—Sí… —era extraño, ya se lo había dicho antes.
Su chica estaba marcando territorio de la manera más sutil que encontró, sin borrar su aura inocente que la caracterizaba. Hae-in volvió al lado de TaeHyung, su compañero de pupitre.
—Deberías controlarla. —dijo Mina.
—Y tú deberías guardar tus opiniones. '
Jihyo no podía creer que su hermana menor aún siguiera enamorada de YoonGi, después de que durante años aseguró ya haberlo olvidado, de haber superado cada momento juntos. Se ve que Hae-in es buena ocultando lo que en verdad siente.
—Deberías ponerle un freno a eso que ustedes dos quieren. Se va a casar, Hae-in, piensa en ello.
—No hay nada entre nosotros. —se defendió a duras penas, pues esa expresión avergonzada en su rostro era evidente.
Sí, hay algo.
Ya no debe haberlo. Debe ponerle un fin a eso, su prometida... ella no merece que Hae-in le haga daño por sus celos.
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