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CAPÍTULO QUINCE
La risa de los jóvenes era un eco en su cabeza cuando debía volver a la realidad, su mirada viajó por el estadio, no entendió que podían llegar a ver entretenido allí. Aunque YoonGi parecía más que feliz hablando con los entrenadores de atletas, asentía a las palabras de un hombre con atuendo deportivo, anotando todo mentalmente. En un suspiro volvió hacía sus alumnos, el corazón casi se le sale de la boca al ver a uno corriendo a los últimos asientos, más arriba de lo que esperaba.
—¡HanJio, baja de allí ahora mismo! —ordenó, caminando en su dirección.
No quería subir, le temía a las alturas. Para su pesar, el alumno no bajo, es más, hacía caras desde arriba como presumiendo su rebeldía frente a sus burlescos amigos de secundaria, estos reían sin creer que de verdad se animara a burlarse de la amable profesora Kang, quien durante todo el viaje no hizo más que ocuparse de ellos para la tranquilidad de sus padres. Les compró frituras, helado, e incluso los dejó escuchar música en el autobús. Con una molestia naciente, la profesora buscó ayuda en los otros profesores presentes, y el único que se atrevió a dar la cara fue ni más ni menos que YoonGi, pues sabía que los mocosos tenían miedo de él.
Los otros maestros no podían controlarlos, eran demasiado débiles ante los adolescentes hormonales. Temían de su palabras hirientes y sus burlas constantes, pero el pelinegro no, él no les tiene miedo, ellos temen de él.
Subió por las gradas, y no tardó mucho en llegar a donde su alumno travieso, éste quiso huir de la escena pero se tropezó con uno de los escalones al bajar; si no fuera por el Min, posiblemente estarían atravesando un juicio por los padres. Lo sujetó del cuello de su camisa, y bajó con el niño de ceño fruncido y brazos cruzados.
—¡Es injusto! —gritaba— Sólo quería divertirme.
—Hazte una paja entonces, no jodas aquí. —le dijo.
—¡YoonGi! —regañó Hee-in, acercándose. No podía aceptar que le hablara así a un alumno, era tan imprudente— No digas esas cosas a los niños.
—Tiene diecisiete años, está matado de pajas.
—¡Shh! —lo silenció— Eres igual que hace años, nunca cambias.
—Y tú eres igual de mandona.
—¿Ustedes… se conocían?
HyunJoo cuestionó aquello con una cara de asombro mientras todos los demás volvían a lo suyo, ellos tres quedaron en una pequeña ronda tensa donde ninguno de los dos protagonistas estaba cómodo al hablar sobre su pasado. Mierda, no podían fingir que no pasó nada, pasó, y fue realmente grande. No eran sólo un simple romance de adolescencia, se trataba de una relación de años, donde fueron mejores amigos y se prometieron algún día casarse. Ellos querían pensar que lo suyo fue algo pasajero, que era algo más de verano, pero fue más de un verano, ¿Qué tan tontos se verían ahora mismo viendo a sus costados, incómodos?
Hee-in suspiró, apretando el puente de su nariz.
—Nuestras madres eran mejores amigas.
Suponían que él no sabía de ellos porque era nuevo en el pueblo, con una temprana llegada de hace cinco años. No era de los viejos vecinos que sabían toda la historia del alocado romance.
—Oh, eso suena tan genial, ser amigos desde la infancia hasta ahora y trabajar juntos. —asintió, inocente en realidad.
—Hmmh. —YoonGi mordió su labio, iba traer una patética excusa para huir, pero en un golpe de suerte, o no tanta, su teléfono comenzó a vibrar— Lo siento, mi prometida llama.
Gracioso.
Era gracioso como intentaba restregarle en la cara que era un feliz hombre comprometido con una supuesta increíble mujer dispuesta a dar su increíble vida por él. Algo que ella nunca hizo, y seguro nunca haría.
—Ese vestido te queda bien. —alagó su compañero el vestido floreado largo que utilizaba por el calor del día.
De brazos cruzados fingió sonreír y se dio la vuelta.
— ¡Holis! Recuerden votar y comentar, me ayuda mucho a crecer ♡
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