Jimin sonríe y mira hacia abajo, había sido atrapado.

— Es verdad... Lo espero todos los días con ansias.

— Eres un ángel travieso, ¿huh? — se ríe y se aleja de Jimin. Le daba cierta alegría saber que él no era el único que disfrutaba su tiempo juntos.

Aunque no fueran nada... era hermoso.

Jimin no permite que Yoongi se aleje, tomándolo con una mano por la camiseta. La repentina e inesperada fuerza hace que Jimin caiga sobre su espalda, llevándose consigo a Min.

Ambos rostros quedaron a solo un par de centímetros de distancia.

— Corrijo, eres un ángel demasiado travieso... ¿Estás seguro que este es tu lugar? — Yoongi esboza una gran sonrisa, que deja ver sus encías.

¿Cuáles serían las consecuencias de sus actos?

El ángel le dio vuelta a aquellos pensamientos desde que conoció a Yoongi. ¿Qué pasaría si se dejaba llevar e los brazos del mismisimo diablo?

Esa gran pregunta lo quemaba por dentro, al igual que lo que empezaba a sentir por él. Se sentía tan culpable por siquiera estar cerca de él pero...

...no lo podía evitar.

Ya no había dónde escapar, nunca lo hubo.

Jimin ríe mientras, con su mano libre, atrae el rostro de Yoongi en un beso.

Decir que la iniciativa de Jimin no lo sorprendió sería mentir. Desde que vió a ese ángel bailar había decidido permanecer cerca suyo el tiempo que pudiese, abandonando aquella idea que lo trajo al Edén en primer lugar. Francamente, no pretendía expresarle sus sentimientos porque pensó que un ángel tan hermoso cómo el nunca lo correspondería.

Prefería ser su amigo en lugar de arruinar todo con su egoísmo.

¡Pero lo besó! ¿Eso qué significaba...?

Debido a la falta de aire y el agotamiento de un primer contacto tan intenso, Yoongi rompe el beso.

— Jimin... — sus ojos no mostraban la misma altanería de siempre. — ¿Qué estás haciendo...?

Ambos seguían en la misma posición.

— Lo beso, hyung.

— No me refiero a eso. — dice, acariciando la mejilla del menor. — E-Esto te puede traer consecuencias... No es lo mismo que vernos de vez en cuando y me peines o...

— Hey, no iré a ningún lado hyung. — le llama la atención mientras le sonríe para transmitirle tranquildad. — Entiendo que lo que hice puede y me traerá consecuencias, pero aún así quiero hacerlo.

— Jimin, no creo que eso sea bueno. Hazme caso por... — otra vez lo interrumpe, pero con un corto beso.

¿Acaso "nadie interrumpía a Min Yoongi"?

— ¿Qué siente por mí, hyung? — le pregunta.

— Yo... — titubea. — Me gustas, Jiminnie... Mucho.

— Entonces no hay nada que nos tenga que preocupar, ¿si? — le sonríe. — Usted me gusta, yo le gusto... El resto lo enfrentaremos cuando nos toque.

Yoongi le devuelve la sonrisa al ángel y retoma un beso algo más calmado y duradero.

Le gustaba a Jimin... El sólo recordar ese instante en el que el menor se lo confesó lo hacía querer saltar como nunca.

Y Jimin, ese ángel que alguna vez había sido el más ejemplar, se estaba replanteando a cada segundo que pasaba su definición de paraíso y cielo. Los labios que abandonaban su boca y volaban lenta y tortuosamente hacia su cuello no le daban tantas oportunidades de pensar de todas formas.

Su toque era peligroso, algo que nunca había experimentado en toda su existencia. ¿Porqué sentía que le faltaba el aire?

— Yoongi... - dice, entre bajitos suspiros.

A una prudente distancia, un ángel se mantenía observando a un hijo del cielo y al Rey del Infierno besarse y acariciarse con todas las ganas que reprimieron. Su expresión era satisfactoria, como de alguien que hubiese ganado un gran premio.

— Así que esto es lo que haces todos los días, Jimin-ah. — se dice así mismo. — Y con el Diablo... Ya imagino como deben estar burlándose de Nuestro Señor.

El ángel se da vuelta y camina hacia la dirección contraria, apretando sus puños.

— Pero esto se termina aquí. — se acerca al gran jardín que Namjoon regaba todos los días y, luego de una reverencia, le habla. — Mi Señor, ¿tiene un minuto? Hay algo que debe saber...

Namjoon cesa sus acciones y mira al muchacho con atención.

— ¿Qué es lo que te aqueja, Baekhyun-ah?

— Es sobre Jimin...