Un mal sueño, una mala vida
Despertar no era algo difícil para Isaac, lo difícil era el levantarse.
Cuando la carreta se detuvo y el sonido de la gente hablando comenzó, él tuvo muy en claro que ya había llegado al pueblo. El aroma del aire había cambiado, con toques de madera quemada tan característica de lugares así. Mientras hacía un esfuerzo para ponerse de pie, exploró con sus ojos los alrededores. Vasil y su hijo se encontraban en el porche de una posada, en la cual habían estacionado la carreta. El pueblo era una bahía y relativamente pequeño, no más de 30 personas, la gran mayoría de ellos parecían vivir en casas comunales hechas con los troncos que había de la arboleada que rodeaba el pueblo. La posada era un lugar agradable a la vista desde lejos, una cabaña de dos pisos, su cartel prometía 12 habitaciones con todas las comodidades necesarias a un precio justo. Isaac se levantó poco a poco de la carreta. El muchacho se encontraba bajando las pertenencias de su padre y de él.
— ¿Pudo descansar? — preguntó el muchacho con una sonrisa.
—Dentro de lo que cabe... — no había descansado en lo más mínimo.
—¿Entonces el lugar es bueno? — Vasil hablaba con el dueño de la posada, un hombre relativamente simple y delgado, con un rostro de facciones muy marcadas.
—Suele serlo por esta época... — el hombre hablaba con la lengua pegada al paladar, su voz era rasposa y poco placentera, —venado, libres, alces y demás animales son fáciles de ver por el pueblo...— la pausa del hombre no fue repentina, pero su tono de voz si cambio de golpe —Solo que hemos tenido unos problemas con los depredadores locales, en especial con los osos. Parece que no recolectaron suficiente comida para invernar—
Vasil no tenía experiencia con estos animales, pero entendía que si le advertían era por algo.
—Entonces no hay buen juego este año...—
—Muy por el contrario — corrigió el posadero — a unos kilómetros de aquí, pasando las montañas se encuentra el lugar donde todos los cazadores locales encuentran más juego—. Vasil quedo sorprendido.
—¿No saben por qué partes se encuentran estos osos? — Vasil saco su cuaderno de notas y comenzó a escribir.
—Según creemos, en las viejas minas de la montaña. Ya que los han visto cerca de la granja de los Sokolov, al noreste de aquí. — anotaba cada una de las palabras que le decía este hombre.
—Y, si le interesa, desde hace unos días los Sokolov han buscado a alguien que cuide su granja por la noche, un par de sus cabras han desaparecido dos noches seguidas y si de verdad quieren ir de cacería... — la expresión de Vasil le dejo muy claro al hombre como se sentía al respecto —si cambia de opinión, siempre puedo llevarlo con la señora Sokolov—.
—¿Pero está seguro de que cruzando la montaña si habrá animales? llevamos un par de semanas en el camino con la esperanza de que este lugar sea una buena área de caza—.
—De eso no se preocupe, preocúpese por tener una excelente velada aquí con una buena comida en el estómago— Vasil, a diferencia de hace unos momentos, se veía convencido por el punto que hacía aquel hombre.
No era todos los días que ellos podían disfrutar de tan agradable compañía, la posada estaba llena de personas, uno de estos era un musico que cantaba y tocaba su violín con canciones de marineros, algo común para este pueblo siendo que su principal producto eran los peces. Los otros hombres que se encontraban ahí reían sin parar contándole anécdotas de su juventud a sus mujeres y niños, también había un pequeño grupo de jóvenes que bebían alegremente en la esquina. Isaac, Vasil y Aleksei estaban sentados con platos de caldo vacíos, con una sonrisa en su rostro.
—Hace un tiempo que no probaba algo tan bueno.
Era un sentimiento compartido por todos en la mesa, el muchacho desvió sus ojos de su mesa a aquella que estaba a unos cuantos metros, donde el grupo de jóvenes se hallaba. Ahí, una de las chicas encontró la mirada del muchacho y le arrojó una sonrisa. Aleksei se puso de pie.
—Si me lo permiten, desde hace un rato la chica de la esquina me está viendo y necesito ir a ver que necesita—Vasil soltó una carcajada tremenda y contagió a Isaac con un poco de esta.
—¿Cómo estas tan seguro que era a ti y no a tu padre? —Aleksei era ahora quien se soltó riendo. Su risa parecida a la de su padre.
—No voy a discutir contigo la lógica en eso, pero estoy seguro de que me miraba a mi — Vasil rio una vez más, Isaac ahora riéndose junto con él.
—¡Ve, hijo mío! — le dio una palmada en la espalda a su muchacho mientras este iba con el grupo de jóvenes —¡Y no regreses hasta que me traigas nietos! — Vasil estaba rojo por sus carcajadas, le costó un poco de tiempo recuperar el aire al igual que a Isaac.
—No pensé que usted pudiera reír — le confesó Vasil a Isaac —después de lo de anoche, creí que usted se encerraría en su cuarto y saldría hasta el alba.
—Hace un buen rato que no tengo compañía, quería aprovecharla — su mirada seguía en el muchacho mientras este tomaba asiento con el resto.
—¿Supongo que verlo le recuerda a usted cuando era joven? — el viejo le preguntó.
—No del todo... nunca tuve la oportunidad de convivir de esa forma con la gente — Vasil ladeo la cabeza con ese comentario.
—¿Acaso tenía padres muy estrictos?
—En realidad es porque casi toda mi vida viví en las afueras del pueblo, a mi padre le gustaba mas la calma del campo.
—La verdad es que es muy diferente a lo que pensé —Vasil comentó —mi hijo y yo vivimos la mayor parte de nuestra vida en la ciudad. Así que ver tanta calma y... sencillez... nos ha hecho bien.
—¿Nunca habían salido de la ciudad?
—Solo un par de veces y fue para visitar a la familia de mi mujer, que Dios la tenga en su santa gloria... — Vasil se persignó antes de continuar —Pero jamás habíamos salido de cacería.
—Si lo hacemos bien, quizás lo vuelvan a hacer — en ese momento, el viejo recordó algo importante que debía mostrar a Isaac.
—¿Podría mover algunas cosas de la mesa? — pidió cordialmente. Colocó en la mesa un mapa que había comprado de un cartógrafo hace unas semanas. El mapa detallaba las zonas de este lugar. Abarcaba unos 100 km, si el cartógrafo no estaba en lo incorrecto. A unos tres kilómetros a la redonda, todo era bosque, del cual les había hablado el posadero, al oeste se encontraba la bahía del pueblo, tan fría como el resto del país. Hacia el norte y rodeando hacia el este por unos 15 kilómetros es donde empezaban las montañas, donde en algún punto la gente trabajó en minas y cuevas naturales que hacía mucho tiempo habían quedado vacías. Vasil marco las cuevas con su lápiz y comenzó a trazar una ruta desde el pueblo al otro lado de las montañas.
—Ahí — continuó con voz fuerte para poder ser escuchado entre todo el sonido —Si mis clases de cartografía no me fallan, ahí está marcado un pequeño paso, pero parece ser que sigue habiendo montaña a escalar —. Isaac acerco su cabeza a el área donde señalaba Vasil. Aunque no supiera leer mapas del todo, comprendía muy bien lo que era cruzar una montaña.
—Con lo que tenemos en estos momentos, no lograremos el viaje de ida y regreso — el viejo levantó la cabeza y comenzó a examinar las palabras de Isaac. —Nos hace falta un equipo apropiado para escalar, mejores abrigos y más comida. La subida podría agregarnos mucho tiempo de viaje, además que si alguno de nosotros se accidenta... — Vasil alzó su brazo.
—Me doy la idea, ¿Cuál sería su sugerencia?
—Comprar las cosas que nos hacen falta y prepararnos bien para el viaje por las montañas.
—En ese caso solo tenemos un pequeño problema.
—¿El dinero? — Vasil asintió.
—Pero el posadero me dijo que una granja no muy lejos de aquí esta buscando protección, quizás podríamos ofrecer nuestros servicios... —El sonido de alguien cayendo de una silla interrumpió la conversación entre los dos, Vasil desvió su mirada en dirección del sonido.
—Oh mierda...—
—Y ese es el plan hasta el momento, regresar con un par de abrigos nuevos que con suerte no apestaran a sangre y roña — La chica se soltó riendo.
—Entonces, ¿solo vienen por un viaje de cacería? — la sonrisa de la chica le daba el tono perfecto a su pregunta, mientras movía un poco su asiento para poder ver al muchacho frente a frente.
—Quizás también para conocer a los locales — la mueca de satisfacción que cruzaba la cara de Aleksei resaltaba. Hace un rato que ellos dos se habían separado del grupo, llevaban intercambiando miradas y roces desde casi el momento en el que él había llegado a tomar asiento a su lado — y que mejor forma de conocerlos que con la chica más linda del lugar — Aleksei exclamo intentando ocultar su emoción, el aroma a alcohol y lo cálido de sus mejillas delataban cuantos tragos de vodka llevaba.
—Oh, eres un amor — la chica le pincho la mejilla, recordándole una sensación muy hogareña. El corazón se le aceleró.
Tomó un trago de vodka.
—Y si te soy honesta, tú también tienes algo que podría considerarse...
—¿Atractivo?
—Lindo — sus ojos brillaban contra el fuego de la fogata y el castaño de estos relucía con esplendor. Solo en su vida Aleksei había visto ojos tan preciosos como esos. Podía sentir su respiración agitarse al contemplar la forma de la chica. Su mente dando vueltas al verla.
Tomó un trago largo de vodka.
—Agradezco el comentario, no todos los días uno tiene la fortuna de recibirlo — Bajó la botella con un ligero golpe en la mesa.
—Pero yo siempre te lo digo, mi amor —la sonrisa de satisfacción se esfumo, el muchacho se quedó en silencio un momento.
—¿Qué... qué dijiste? — La chica ladeo la cabeza.
—Que no siempre lo digo — él se tranquilizó al escuchar eso y soltó sus hombros —solamente se lo digo a la gente que de verdad lo es y en este pueblo no hay muchos, que digamos.
—Lo siento, es solo que... me confundí con sus palabras, ya me está afectando un poco —intentó dar su mejor sonrisa, pero la chica no era tonta y puso su mano sobre la de él.
—Tranquilo, yo te entiendo — era bueno escuchar que alguien lo comprendía, era algo que no escuchaba desde hace un rato.
Lo hizo perder fuerza en las piernas y que sintiera un calor muy grande en su cabeza. Podía sentir como su corazón palpitaba con mayor fuerza.
Tomó otro largo trago de vodka.
—¿De verdad no te da asco tomarlo así? — La chica se alejó de él y cruzó los brazos. Aleksei seguía empinando la botella.
—Podría llegar hacerte daño, mi cielo — Aleksei casi escupe todo el vodka de golpe. Ya había escuchado antes esa frase. Se limpió el alcohol que se había caído sobre él y dejo la botella en la mesa.
—De verdad, no se preocupe, señorita...
—Ivana — su sonrisa mostrada unos dientes un poco torcidos, algo que no había notado antes, su lunar por debajo de la nariz, su barbilla tan fina y cabellos rizados. La chica era preciosa y entre más la observaba mayores eran sus nervios, era tan familiar ella y él no podía soportar eso. Ahí es cuando comprendió el porqué. Aleksei pego un brinco de la silla y tropezó con esta, cayendo al piso y haciendo un escándalo mientras se intentaba alejar de ella. Sus ojos se abrieron más de lo normal y las pupilas se dilataron.
—¡Dios santo! ¿Estas bien? — la chica se preocupó por él, No podía responder, no podía quitarle sus ojos de encima mientras la viva imagen de su madre se acercaba a él.
—¡En se...serio, estoy bien! — se puso lentamente de pie evitando el ver a la chica a toda costa y fue tambaleando a su cuarto. Ella miro a su grupo de amigos y de regreso a él, su rostro rojo y serio. Vasil iba caminando a su hijo.
—¿En serio después de todo lo que hablamos te iras sin despedirte o verme?
—¡CALLATE! —El grito resonó por toda la posada, el violinista paró, los marineros se pusieron de pie y los hombres del grupo rápidamente fueron a cubrir a su amiga —¡Tu ya no deberías estar aquí!
—¡Por el amor de Dios, Aleksei, ya hemos hablado de esto! — Vasil envolvió al muchacho con su brazo y le murmuró entre dientes mientras lo arrastraba con cuidado hasta el cuarto.
Estar sentados en la habitación con el muchacho inconsciente, bajo la luz de un par de velas y una cubeta junto a la cama para que pudiera vomitar no era la velada perfecta para ninguno de los dos. Vasil no podía mover la mirada de su hijo, era claro para Isaac como se sentía.
—Esto es por lo que están aquí, ¿no? —El viejo no dijo nada. Isaac solo podía ver su espalda y como esta se inflaba con fuerza.
—Si necesitas espacio, yo...
— Me dijo que estaba bien — el tono de Vasil era severo y rudo —durante la semana de viaje a este lugar no hubo ningún incidente de este estilo — levanto sus brazos señalando a su hijo — ¿Y ahora me sale con esta mierda?
Isaac no hizo ningún comentario, sencillamente se agachó para recoger sus cosas.
—Casi olvido mencionar — el viejo giro la cabeza levemente — ¿Qué haremos si nos topamos a uno de los osos en el camino?, ¿Cómo se encarga uno de ellos?
—Si nos topamos con uno... hay que intentar ser lo más grandes y ruidosos posibles para... — Aleksei soltó un poco de vomito y Vasil le coloco la cubeta abajo, un suspiro profundo salió del viejo.
—Ahuyentarlo... — el hombre abrió la puerta —Regresaré en la mañana con el dinero.
No obtuvo respuesta.
Salió por la puerta del cuarto y caminó directamente a la barra con el posadero. La mayoría de los clientes se habían retirado por el incidente con excepción de los marineros. Al llegar a la barra, este lo miró desconcertado.
—¿Todo bien amigo?
—Vengo por la oferta de la señora Sokolov.
—En ese caso permítame un segundo — el posadero abrió la puerta detrás de la barra e intercambio algunas palabras. Después de eso, señalo para que Isaac entrara. Cuando puso un pie adentro el aroma a estofado rebosaba en el aire, además de el sonido de madera ardiendo y un calor hogareño. Justamente en la entrada había una pequeña mesa en la cual estaba sentada una mujer que fácilmente alcanzaría los 70 años y un niño de 12 años.
—Buenas noches señora— anunció Isaac mientras se colocaba frente a la mesa.
—Buenas noches a usted, joven— la anciana tenía un tono dulce a su voz y un pequeño brillo en sus ojos —por favor, tome asiento—. El nieto de la mujer no dijo ni una palabra, pero Isaac pudo notar como este intercalaba la mirada entre la mesa y la cicatriz que tenía. La anciana no perdió mucho tiempo.
—¿Usted de verdad piensa ayudarnos? —
—Escuche sobre el problema que tenía y que piensa pagarlo, así que ese es el caso señora Sokolov — está cerró los ojos, juntó sus manos y su sonrisa estalló.
—¡Gracias, Dios mío! — su nieto se veía tan emocionado como ella —usted es un santo, señor, de verdad — la anciana tomó la mano de Isaac y la apretó con gran fuerza.
—¿Cuánto sería la paga?
—No tenemos mucho, pero le daremos todo lo que hemos juntado esta semana — La anciana buscó en su bolso un monedero, para poder darle el dinero al hombre.
—Tenga — sacó 5 rublos de plata de su monedero —Los otros 5 se los doy en la mañana — eso era todo lo que ella tenía, no era suficiente para todo lo que necesitaban. Aquella esperanza en los ojos de la anciana y su nieto resonaron con Isaac.
—... De acuerdo.
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