(47) ╋ Das spiel ist aus ╋
LEIGH
Caos.
Oscuridad.
Explosión.
Gritos.
Humo.
Más caos.
Antes de que cualquier persona presente pudiera decir una palabra, las luces fallaron, las oscuridad nos tragó de un solo bocado y el sonido de metal tocando el suelo seguido de una explosión desató el caos. Cuerpos se estrellaban contra el mío mientras papá gritaba mi nombre desde algún lado. Un olor extraño a químico comenzó a circular por todo el lugar y el humo se podía ver en el reflejo de algunas partes medio iluminadas por la luz exterior que se colaba por las ventanas.
No quiero morir. No quiero morir.
Alguien me golpeó el brazo con su hombro y solté mi arma. No. No. Intenté mirar al suelo y buscarla pero comencé a toser sin control, el químico en el aire me picaba la garganta horriblemente pero también me adormecía un poco.
—¡Qué nadie dispare! ¡Qué nadie dispare! ¡No hay visibilidad! ¡No usen sus armas!— alguien gritó pero entre tanto desastre no sabría decir quien.
Una mano me agarró de la muñeca y me jaló hacia la puerta principal, era imposible saber que demonios estaba pasando en la oscuridad. Mi corazón latía con fuerza, respiraba con dificultad, y ya me estaba mareando. La persona que me tenía de la muñeca me empujó y me presionó contra la pared como si me protegiera de algo. Asumí que era uno de los hombres de papá, siempre leal, protegiéndome.
El hombre me jaló de nuevo a la puerta principal y le seguí porque estaba asustada, porque mi vida estaba en peligro, porque mi mente estaba en modo de pelear o escapar, la adrenalina que tensaba mi músculos me facilitaba correr aún en mi estado de mareo, desafortunadamente, no me dejaba pensar claramente.
Y no fue hasta que nos acercamos a la puerta, que la luz de la luna colandose por los ventanales a los lados me permitió ver un poco en la oscuridad, mis ojos subieron por la mano que sostenía mi muñeca, por su brazo cubierto de tela negra y aterrizaron en su espalda, mi corazón dio un vuelco cuando vi que llevaba puesta una capucha negra.
"No había más nadie esa noche, Leigh."
"Te lo imaginaste."
"Deja de pensar en ese encapuchado, no fue real."
Me tensé y me frené en seco frente a la puerta porque yo conocía esa silueta y esas ropas muy bien, él era parte de mis pesadillas. Aunque me paralicé, él no se giró, se quedó de espaldas a mí y cuando intenté soltarme, su agarre se apretó sobre mi muñeca. El miedo corrió por mis venas como un veneno silenciador, no podía gritar, no podía hablar. No podía ser, esto no tenía sentido, tenía que ser una pesadilla.
En pánico, le observé relajar sus hombros antes de voltearse. Su rostro en medio de la oscuridad de la capucha estaba cubierto por una máscara antigás, su respiración era audible y entendí que esta persona estaba involucrada en lo que estaba pasando, que él había liberado ese químico ahí adentro porque llevaba una máscara para protegerse. Él ladeó la cabeza antes jalarme hacia él de la muñeca y estampar su mano libre sobre mi boca. La fuerza del impacto causó que mis labios se rasgaran al estrellarse contra mis dientes frontales, y pude saborear la sangre en mi boca.
Luché contra él, mi miedo siendo mi fortaleza, pero mientras más peleaba y me esforzaba, más me debilitaba. Lo que sea que inhalé allá adentro comenzó a pasarme factura con mayor rapidez, me tambaleé en sus brazos y el horror de que iba a desmayarme me hizo gritar con todas las ganas contra su mano.
Él no dijo nada, permaneció como la estatua de un demonio congelado que me sostenía, con esa máscara que me aterraba aún más. Gritos, personas tosiendo y palabras de desesperación resonaban en la distante sala de la casa de los Stein hasta que pararon de golpe.
Silencio absoluto.
Y no sabía si estaban muertos, heridos o inconscientes pero si sabía que estaba en los brazos del causante de todo esto. Recordé su figura en la oscuridad del bosque cuando pasó lo de mamá, luego en mi jardín atormentándome, su maldad y oscuridad acechando desde las sombras todo este tiempo.
Él es real, papá.
Quería gritarlo a todo pulmón. Mis piernas me fallaron y él liberó mi boca para sostenerme de la cintura, mi lengua estaba adormecida, mi vista borrosa. Él se levantó la máscara lo suficiente para revelar sus labios y besó mi frente.
—Das tut mir leid, Leigh.*
Esa voz...
Me desmayé antes de llamarlo por su nombre.
#
DESCONOCIDO
Leigh se desplomó en mis brazos como una muñeca de trapo. Suspiré y la levanté para cagarla con ambos brazos. Y pensar que se veía tan inocente después de todo lo que sabía que había hecho antes de venir aquí, y con quién.
Heist.
Mis labios estiraron en una sonrisa de burla al saber que ese idiota yacía inconsciente en esa mugre cabaña de los Fleming. Había dejado piezas de mi juego por todos lados pero la manera en la que se encajaban entre ellas me sorprendía y me divertía. Leigh había resultado ser mucho más útil de lo que pensé y Heist mucho más estúpido.
Uno de mis hombres entró por la puerta principal.
—Señor.
Le pasé a Leigh con cuidado y él se la llevó mientras me giraba para volver a esa sala. Al entrar, tres de mis hombres me esperaban con sus máscaras para darme un reporte.
—Hemos contado y todos están inconscientes, algunos trataron de arrastrarse para alejarse del gas al notarlo pero los inmovilizamos hasta que se desmayaron.
Perfecto.
—Ya saben que hacer.
Les dije al pasarles por un lado y caminar a la cocina, esa puerta reforzada del sótano me recibió y la abrí rápidamente, teníamos que movernos rápido. Bajé las escaleras, las luces parpadearon hasta encenderse y ahí al final estaba ella: Hayden Stein. Su cadena rechinó contra el piso cuando se puso de pie de un brinco.
—¡Lo has conseguido!— me gritó emocionada, —¡Sabía que todo ese escándalo tenías que ser tú!
No dije nada hasta que estuve frente a ella.
—Ha llegado el día.—le acaricié la mejilla con ternura.
—Por fin, saldré de estas cuatros paredes, —bufó, —no más de estas cadenas de perro.
Me quedé viendo sus ojos de colores diferentes y recordé como me fascinaron de niño. Ella era diferente, aunque fuera la copia de él, ella era aún más fría y despiadada. Eso la hacía perfecta para trabajar juntos y lograr lo que pasó esta noche. Además, le había hecho una promesa y yo era un hombre de palabra.
Algún día te liberaré, Hayden, lo prometo.
Me quité la máscara y estampé mis labios contra los suyos de manera violenta y pasional, como siempre había sido con ella. Ella dudó pero me respondió el beso, y pegó su cuerpo al mío con deseo. Cuando nos separamos, su respiración ya era pesada.
—Tenías tiempo sin besarme así, creo que todo esto te ha emocionado, tienes que ponerme al día.
Le sonreí y di un paso atrás luego otro. Ella murmuró mi nombre y dejó sus manos caer a los lados confundida. Metí la mano en el bolsillo de mi capucha, saqué mi arma, le apunté directo al pecho y disparé.
El impacto la envió hacia atrás hasta que se estrelló contra la pared. Hayden tosió sangre que manchó la parte frontal de su vestido azul claro. Su rostro aún seguía contraído en esa expresión mezclada de confusión y dolor. Hayden Stein era preciosa y una parte esencial de mi juego pero ella era tan importante como desechable.
Hayden era demasiado inestable y sabía demasiado, si no la liberaba, corría el riesgo de que le contara todo a los demás así que la única solución segura era eliminarla. No había planeado todo a la perfección para que se fuera a la mierda por una chica. Además, ella estaba destinada a vivir encerrada de esta forma , sino en prisión o quizás en una institución mental, le había dado una salida fácil al matarla.
Te he liberado a mi manera, Hayden, he cumplido mi promesa.
Le hice un saludo militar de burla, sus ojos ya se estaban cerrando, se rodó por la pared hacia abajo dejando una mancha sangrienta detrás de ella hasta caer sentada en el suelo.
Guardé el arma, suspiré y me di la vuelta sin mirar atrás. No sentí ningún remordimiento por ella. Todo lo que me invadía en ese momento era la euforia de haber conseguido mi objetivo, de tenerlo todo tal y como lo planeé. Había confirmado que yo era un ser superior, que nada podría vencerme. Salí de ese lugar y uno de mis hombres me sonrió.
—Ya la tenemos, señor.
#
Silbar me relajaba y era algo que disfrutaba hacer cuando las cosas me salían a la perfección. Mi silbido resonaba dentro del silencio de mi camioneta mientras manejaba por la oscura interestatal 95 frente a mi. Encendí un cigarro e inhalé con ganas antes de abrir la ventanilla a mi lado para exhalar el humo. El frío exterior se coló de inmediato pero no me molestó.
Sería una larga noche pero no podía detenerme, no cuando ya la tenía a ella. Una sonrisa torcida de victoria se extendió por mis labios y eché un vistazo en el retrovisor al asiento trasero de mi camioneta. Cerré la ventana al recordar que quizás ella podía sentir frio aunque estuviera inconsciente. Mi celular repicó en el asiento de copiloto y lo respondí con rapidez a través del bluetooth de la camioneta porque sabía que pronto tendría que deshacerme de ese y comprar uno desechable. Sabía que era ella.
—Solo dime que estás bien.
Bufé y no dije nada así que ella habló de nuevo.
—¿Lo has logrado?
—Un angel de la muerte nunca falla.
Silencio por unos segundos.
—Te quiero.
Ella no esperó que le dijera que yo también la quería, ella, a diferencia de Hayden, sí me conocía a profundidad y sabía que un ser como yo jamás sería capaz de quererla.
—Te estás poniendo sentimental, hermanita.
—Cambié de opinión, te odio.
Eso me hizo reír mientras exhalaba nuevamente el humo de mi cigarro. Ella se quedó callada por unos segundos, su respiración audible en el sistema de sonido de mi camioneta. Suspiré.
—Cuando obtenga un teléfono desechable, te llamaré. Ya sabes—
—Debo informarte de como han reaccionado a las desapariciones y a lo que pasó.
Dejé que el silencio reinara y lancé lo que quedaba de mi cigarro por la ventana. Ella murmuró mi nombre.
—Solo dilo —le presioné.
—Tengo miedo.
Eso me hizo chasquear la lengua.
—¿Miedo?
—De que algo te pase, con lo que hiciste esta noche, todo—
—¿Cuál es nuestro lema?
—Die Jäger gaben ihr bestes, aber das Monster schien unzerstörbar.
—Genau.
Y le colgué porque su angustia venía de esa parte emocional de ella que tanto me molestaba. Tomé la salida necesaria para llegar al aeropuerto privado a las afueras de Raleigh y detuve mi auto a un lado de mi jet privado. A lo largo de los años, me había dado cuenta que el dinero te ayudaba a salirte con la tuya la mayoría del tiempo.
Al subir todo lo necesario al jet, me quité la capucha de mi abrigo antes de quitármelo por completo y tomé asiento justo frente a ella. Ya la había asegurado a su asiento, su cabeza colgaba de un lado, su cabello cubriendo parte de su hermoso rostro.
Finalmente, estás aquí, a mi lado, donde perteneces.
—El capitán está listo para despegar —me informó uno de mis hombres y yo asentí, —pero ella también necesita su cinturón, —él señaló a la chica inconsciente al otro lado del jet.
—Hazlo tú —le ordené, mi atención estaba por completo en la mujer frente a mí.
Él obedeció y le puso el cinturón a Leigh, y la acomodó con cuidado, a Leigh solo la había traído como distracción como una pieza más para confundirlos a todos los que dejé atrás porque el verdadero premio estaba frente a mi.
Recordé todas las fotos pegadas en aquella cabaña, todas las veces que la observé desde la distancia. Ella era todo lo que quería y por fin estaba en mi poder como debía ser. Acaricié su cabello rubio para quitarlo de su cara.
Mi preciosa Mila Stein.
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Nota de la autora: ¿Cómo dices que dijiste desconocido? ¿Cómo que Mila? ¿What? Bueno, muchas gracias con la paciencia y ya sabemos quien es la obsesión del desconocido.
Un minuto de silencio por Hayden Stein con este dibujo tan lindo que hizo hace tiempo 7awny_ en instagram. Ay, mi Hayden.
muaketala,
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