[46] ╋ Tödlicher liebe ╋
HEIST
Solía pensar que Leigh era simple, básica, y aburrida.
Ella resultó ser lo opuesto: compleja, sustancial e interesante y lo más importante: similar. No fue hasta ese momento, teniéndola frente a mí, su mano cálida subiendo mi camisa mojada para rozar mis abdominales con sus dedos, que me di cuenta de la necesidad de dejar de pensar que se notaba en su expresión, la desesperación por escapar de su propia mente en sus ojos.
De la misma forma en la que yo me sentí cuando me dejé caer en la piscina. Sonreí para mí mismo, la mojigata y yo teníamos más en común de lo que ambos nos atrevíamos a admitir. Sus dedos continuaban trazando mis abdominales de arriba a abajo, llegando lo suficientemente cerca al cinturón de mis pantalones para tensar mis músculos porque mi mente ya se había imaginado sus caricias más abajo. Tomé su muñeca para despegar su mano de mí y sin soltarla, la sostuve en el aire a un lado de nosotros. Leigh me observó con curiosidad.
—¿Usas el sexo como distracción? Eso sí que es inesperado.
Ella sonrió, y no era esa puta sonrisa falsa de niña perfecta que le daba a todo el mundo, era una sonrisa torcida, pícara seguida de una lamida de labios que solo llevó a mi imaginación a cosas mucho más sexuales que una simple caricia.
—¿Te estás quejando?— bromeó y yo solté su mano.
Nos miramos a los ojos, el sonido de la madera ardiendo llenó el silencio entre nosotros y mi mirada bajó a sus pechos, expuestos bajo esa tela blanca transparente y mi imaginación ya no necesitaba trabajar, tenía la realidad y la mejor vista frente a mí. Sin embargo, me frené, la rabia que sentía no era una que hubiera manejado antes y temía que la mojigata saliera herida si me descontrolaba.
¿Y desde cuándo te importan los daños colaterales que puedan sufrir los demás?
Cerré el espacio entre nosotros de un paso y ella alzó la cara para mirarme. Su pecho subía y bajaba con cada respiración, haciéndome notar esos dos puntos que quería lamer y morder como loco. La agarré del cuello con fuerza.
—No eres mi persona favorita en estos momentos— susurré sobre sus labios. Ella me mordió el labio inferior antes de responder:
—¿Y tú crees que si eres la mía?
Usé mi mano libre para pasar mi pulgar por sus labios de una manera ruda y sexual.
—Arrodíllate.
Ella sonrió con satisfacción y liberé su cuello para verla arrodillarse frente a mi. Con ese vestido mojado transparente, sus pechos expuestos, su cabello suelto y el rojo en sus mejillas se veía como una jodida fantasia danzante. Estaba seguro que ese era el vestido pijama que le había visto aquel día en la ventana de su habitación cuando lució inalcanzable e inocente, como una princesa en su torre, y ahora estaba ahí, a punto de complacerme con su boca, sus manos desabrochando el cinturón de mis pantalones con rapidez.
Leigh Fleming se estaba convirtiendo en una adicción peligrosa. En medio del caos de todo lo que pasaba a nuestro alrededor, de lo jodida que estaba la situación, ella y yo nos las ingeniábamos para olvidar toda esa mierda y disfrutarnos.
#
Leigh se quitó de encima de mí y quedó a mi lado acostada sobre su espalda, nuestras respiraciones tan aceleradas que se escuchaban más que la madera de la chimenea o cualquier otra cosa. Me quedé mirando el techo mientras esperaba que mi corazón recobrara su latido regular. Giré la cabeza para mirar a la chica a mi lado y sus ojos miraban un punto fijo en el techo, completamente perdidos en pensamientos.
—Heist.
Su voz era seria así que solo dejé que siguiera.
—¿Tu familia ha venido a este pueblo a cazar a mi padre?
Eso me tomó por sorpresa, ¿Rhett se había ido de chismoso? No lo creía, ese idiota era un malagradecido pero solía mantener su palabra. Volví a mirar al techo.
—¿Y qué si es así?
—¿Por qué?
—Leigh.
—¿Por qué? ¿Qué es lo que él hace?
—Hay cosas que es mejor no saber—Sonreí, recordando a Mayne y sus palabras, —a pesar de todo, él es tu padre, disfruta el tiempo que tienes para pensar que es bueno porque una vez que esa cortina cae y que ves lo que es realmente, no hay vuelta atrás.
—Suenas como si hubieras pasado por eso.
—Supongo que tenía más probabilidades de que algo así me pasará, tengo tres padres.
Leigh se rió un poco.
—¿Por qué haces eso?— me preguntó.
—¿Hago qué?
—Hacer bromas cuando hablas de algo deprimente o serio para ti.
Es como sobrevivo.
—No lo sé, el humor negro corre por mis venas.
—Heist— su respiración ya se había calmado, —mírame.
La obedecí, y me encontré con esos ojos negros profundos y ella habló de nuevo:
—Es la primera vez que tenemos una conversación donde no estamos a punto de agarrarnos de los pelos.
—Mentira.
Ella arrugó sus cejas así que seguí.
—Aquel día en el lago también hablamos con normalidad.
—Cierto, ¿cómo es que pareces recordarlo todo?— ella sonrió, y volteó los ojos.
—Solo recuerdo lo que me parece importante, —su sonrisa se paralizó antes de desaparecer de sus labios. El rojo invadió sus mejillas.
—¿Estás diciendo que soy importante para ti?
Ordené matar a alguien por ti, te secuestré para mantenerte a salvo aún sabiendo que eso acabaría con cualquier signo de respeto que mi familia tenía por mi, en especial mi padre, ¿tú que crees, mojigata?
—Nah,— dije con una sonrisa burlona fingida, —solo tengo buena memoria.
Leigh estiró su mano hacia mí y la puso sobre mi pecho. Sus ojos no abandonaron los míos.
—Tú también eres importante para mí, Heist Stein.
Eso no me lo esperaba, ni tampoco me esperaba el desboque de los latidos de mi corazón que estaba seguro ella podía sentir contra la palma de su mano. Nunca nadie me había dicho que era importante, mamá me decía que me amaba, mis padres que estaban orgullosos de mi inteligencia pero nadie nunca me había dicho que era importante para ellos.
—Y aunque ser arrogante, egócentrico, mentiroso y manipulador es parte de quien eres, no es todo lo que eres, —tragué y ella me sonrió, —eres mucho más que eso, Heist. No estoy de acuerdo con muchas de las cosas que haces y estoy segura que una parte de mi aún te odia,— ella suspiró y subió su mano a mi mejilla, —pero yo veo al verdadero Heist y no es tan detestable como la mascara.
—He asesinado.
—Lo sé.
—He manipulado a tantas personas que ya he perdido la cuenta.
—También lo sé.
—¿Y eso no te asusta?
Su mano detuvo su caricia sobre mi mejilla pero la mantuvo ahí.
—¿Por qué debería cuando yo también he hecho ambas?
—No es lo mismo, Leigh.
—Aunque no quieras admitirlo, somos muy parecidos, Heist —me dijo, antes de subirse sobre mí, su piel desnuda contra la mía, su cabello negro cayendo hacia adelante y rozando mi pecho. Usé mi mano para acomodar un lado de su cabello detrás de la oreja. Ella solo me observó y me dio un beso suave. Cuando se separó, me mordí el labio inferior al sentirla toda contra mí, sin nada.
—Estás loca, Leigh.
Ella sonrió.
—Fuchsteufelswild, Heist.
Eso me hizo reír un poco.
—Fuchsteufelswild, Leigh.
#
Después de vestirnos, nos sentamos frente al fuego un rato en silencio. Leigh se levantó y sacó unas botellas de agua y me pasó una. La recibí con gusto porque necesitaba líquidos después de todo lo que hicimos.
Tomé un sorbo y suspiré.
—Necesito saber, Heist.
—¿Qué?
—¿Qué es lo que él hace?— sabía que se refería a su padre.
—¿Por qué no se lo preguntas?
—No me lo dirá, ni mi madre se atrevió a decírmelo, se llevó el secreto a la tumba.
Arrugué mis cejas y ella pareció darse cuenta de sus palabras.
—Tu mamá no está en una tumba, Leigh— observé su reacción.
—Claro que no, yo... mi cerebro está hecho un desastre.
Está mintiendo.
—¿Por qué me mientes?
—Aprendí de ti.
Bufé.
—No...— pausé porque mis palabras se trababan un poco en mi lengua. La pesadez invadió mis músculos. Leigh me dio una mirada llena de tristeza.
—Lo siento, Heist.
—¿Qué...— mis párpados comenzaron a pesar de más, y le eché un vistazo a la botella de agua casi vacía en mi mano.
—¿Me drogaste?
—Lo siento.
—Leigh...— ya no podía ver su expresión, ella era una figura borrosa sentada en la distancia. En unos segundos más, caí en la oscuridad.
#
LEIGH
Salí de ahí, el frío me recibió de golpe y fue casi insoportable porque mis ropas seguían mojadas. Caminé hasta mi casa, la imagen de Heist cerrando sus ojos no paraba de dar vueltas en mi cabeza, sobretodo la decepción en su expresión. Él había confiado, se había relajado conmigo y a cambio yo lo había drogado.
Pero bueno, él me hizo cosas peores así que estaríamos a mano. Además, habían demasiadas cosas en juego, cosas que nos superaban a los dos.
Entré a la casa y mis padres estaban en la cocina. Papá iba todo de negro, sus hombres también, había más de 10 hombres ahí, armados y serios. Mamá estaba sentada frente al mesón, con una taza de chocolate caliente frente a ella.
—¿Y bien?— papá alzó una ceja.
—Está sedado, uno menos.
—¿Qué te tomó tanto tiempo?
—Él es... muy perceptivo, tenía que relajarlo, hacerlo sentir en confianza para que no notará nada, como que la botella de agua de la que tomó ya estaba abierta o mi nerviosismo al dársela. Además, necesitaba que tuviera mucha sed...
Me detuve porque eso no era importante y papá hizo una mueca pero no dijo nada más.
—Bien, ya hemos repasado todo —papá se volteó y comenzó a darles ordenes a todos.
Planeaba llamar a Heist para que se encontrara conmigo en la cabaña esa noche pero él me lo facilitó todo al salir por si solo a la piscina. Todo lo que pasó entre nosotros, lo que nos dijimos fue honesto de mi parte, pero necesitaba sedarlo, necesitaba que no estuviera en su casa cuando papá entrara con sus hombres. Convencí a papá de dejarme hacer esto usando la excusa de que sería uno menos con el que lidiar cuando entrara. Se lo rogué y papá aún tendía a hacer lo que le pidiera, aún se ahogaba en culpa por lo que pasó con mamá y conmigo, es como si siempre quisiera compensarme por no habernos protegido. Le había dicho muchas veces que yo no le culpada de nada, pero él era terco.
—Me cambiaré y bajaré en un segundo. — le pasé por un lado a papá y subí las escaleras.
#
Ya era de madrugada cuando usamos la puerta de la cocina de la casa Stein como entrada porque Heist la dejó sin seguro cuando salió. Todos llevábamos puestas mascaras de tela negra, no podíamos quedar en evidencia ante el sistema de cámaras de la casa.
Los hombres de papá se movieron rápido y silenciosamente. El primero que arrastraron escaleras abajo fue a Valter Stein, luego Kaia, Frey y Mila. Apuntados, los obligaron a sentarse en los muebles. Mila seguía repitiendo que estaban colaborando que no había necesidad de ponerse agresivos.
—Mayne y Peerce Stein— papá gritó, —estoy seguro que ya escucharon el alboroto, salgan con las manos arriba y reúnanse con nosotros, o empezaré a usar mi arma con su familia.
Silencio.
—Peerce Stein, escuché que eres un agente especial, ¿no? Tienes muy buen entrenamiento y supongamos que puedes matar unos cuantos de nosotros con agilidad desde las sombras pero somos más de diez, así que la probabilidad de que uno de nosotros le dispare a un miembro de tu familia en ese proceso es muy alta. Creo que en ese caso, el manual de la fuerza policial recomienda dialogar, ¿no? Hay rehenes.
—¿Por qué la gente siempre se olvida de mí?— la voz profunda de Mayne Stein venia de un pasillo oscuro a un lado de la escaleras. Él emergió de la oscuridad con las manos en los bolsillos de sus pantalones. Su cabello negro estaba desordenado como si acabara de levantarse, él nos sonrió al encontrarse con todos en la sala, —Bajen las armas y por favor,— su sonrisa se torció un poco al mirar a los encapuchados detrás de Mila y el arma apuntada a la cabeza de ella, —no apuntes a mi esposa.
—No sé que crees que está pasado, —papá habló, —pero aquí no llegas a dar ordenes.
—¿Por qué? ¿Por qué has entrado a mi casa con hombres armados? ¿Crees que eres el primer mafioso al que me enfrento?
—Mayne —Mila dijo su nombre como una advertencia.
—¿Qué? Estoy practicando, ¿cómo le llaman? Ah, hospitalidad.
Rabia invadió cada parte de mi ser, la burla en su expresión era increíblemente petulante, tan diferente a la de Heist. Mayne Stein nos miraba como si fuéramos juguetes y se estuviera divirtiendo con esta situación tan jodida.
Y no traicioné la confianza de Heist para esto.
No hice todo eso para que este psicopata de mierda viniera a burlarse en nuestras caras. Esa sensación me recordó a aquel hombre encapuchado que parecía burlarse en silencio del dolor de mamá y yo en el bosque y fue como si pudiera vivir toda esa rabia otra vez. Así que busqué mi arma en la parte de atrás de mi cinturón y rápidamente la saqué para pararme frente a él y apuntarlo a la cara sin titubeos.
—Escúchame bien, psicópata, no hemos venido a ser otro más de tus juegos de mierda. No creo que puedas ganar algo con una bala en tu cabeza.
Él me observó por un segundo y ladeó su cabeza.
—Leigh Fleming, esos ojos oscuros llenos de traumas son bastante distintivos.
Le quité el seguro al arma y la moví a mi lado, apuntando a Mila.
—Si acabo con ella, se acaba esta familia, ¿no es así? Ella es la que los mantiene juntos, se acabaría tu circo y solo tengo que apretar el gatillo, y ¡bam! Todo este teatro de familia termina.
La burla dejó su expresión pero no fue reemplazado por miedo sino por ¿curiosidad?
—Pareces saber mucho de nosotros, Leigh.
Y caí en cuenta de mis palabras, le llamé psicopata y le dije lo de la importancia de Mila para ellos, cosas que nadie me había dicho de esa casa. Solo información que me dio el conducto del Altísimo así que me callé.
—Pero no sabes lo suficiente para subestimarnos de esta forma— él me sonrió de nuevo antes de decir, —Peerce.
Puntos rojos laser comenzaron a apuntar a todos los hombres de papá, a papá y a mi. Levanté la mirada para ver hombres vestidos de negros en la oscuridad de los pasillos, en las escaleras, apuntándonos a todos, no había uno solo de nosotros que no tuviera dos puntos laser sobre ellos.
—Un segundo— me dijo Mayne, inclinándose sobre mí, —y ¡bam! Todos muertos.
Peerce bajó las escaleras, la frialdad en su expresión se mantuvo en todo momento.
—Bajen las armas y haremos lo mismo.
La tensión creció hasta que papá asintió a sus hombres y bajaron las armas mientras ellos hacían lo mismo. Aún molesta, bajé mi arma.
—Es momento de que tengamos una conversación, Steins.— dijo mi padre, quitándose la mascara.
Peerce asintió.
—Estoy de acuerdo.
Y mientras Heist dormía en esa cabaña donde habíamos compartido calor y similitudes, en la mansión Stein comenzó el dialogo entre Fleming y Stein, una conversación decisiva entre cazadores y presas, sin saber cual rol ocupaba cada familia porque quizás él que nos había llevado a esto caminaba entre nosotros.
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Nota de la autora: Se puso tenso esto, gente. Cada capítulo me da esa sensación de que las cosas se van a poner bien feas, ¿Cómo estamos con Thomas? ¿Con los Steins? ¿Con Leigh? ¿Con Heist?
Ari, ¿dónde están mis detalles de la escena sexual HeistxLeigh? Bueno como ya saben, el capítulo con el contenido +18 será publicado en el extra que ustedes se pasan releyendo, no crean que no lo sé, pillines. Peeeroo aún no está listo y quiero subirlo cuando esté perfecto y no toda apurada porque quiero que lean algo de cálidad por allá, que su alma se vaya al lado oscuro con gusto. Así que pendiente cuando se suba por allá, aviso en mis redes. A los que están contentos sin detalles, no tienen que esperar nada.
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