(3) ╋ Mala Reputación ╋
╋ 3 ╋
¡Escuché que no han ido a la iglesia!
¿Son Alemanes, no?
¡Tienen mucho dinero!
¡Fueron al entierro de Pilar!
¡La Señora y la hija iban de rojo, que irrespetuoso!
¡Ellas mostraron tanta piel, desvergonzadas!
Los Stein eran el tema principal de los susurros en los pasillos de la preparatoria cuando volví a clases. En realidad, lo habían sido toda la semana. Y los entendía, esa familia era diferente, y con sus acciones en el entierro solo llamaron más la atención.
—¡Leigh!— Maria, una de mis amigas, me llamó, apareciendo en el pasillo, agitando su mano en el aire.
Le di una sonrisa amable y la esperé.
—Qué el Altísimo este contigo.— tomó mi mano.
—Que así sea.
—Tenemos que hablar,— comentó al soltarme, —¿Estuviste en el entierro ayer?
Ya sabía por donde venia esto.
—¿Los viste?— me preguntó, curiosa, —¿Es verdad que la señora y la hija se fueron de rojo, incluso maquilladas?
Asentí.
—Oh por el Altísimo, que irrespeto, ¿Los señores Ferrero no los corrieron de ahí de inmediato?
—Creo que estaban ocupados enterrando a su hija, Maria.
—Claro, claro, tienes razón.— Maria se acercó para susurrar, —Oye, ¿Es verdad que los chicos son muy atractivos?— susurró la última palabra como si fuera un delito.
—Maria.
—¿Qué? Es solo curiosidad.
—Son atractivos,— le confirmé, —Pero,— recordé la sonrisa torcida de Heist, —no lo se, no me dan buena espina.
—Nada de esa familia da buena espina, el misterio, como irrespetan nuestras costumbres abiertamente, escuché que hicieron un numerito en uno de los supermercados también, es como si estuvieran retándonos.
Eso me hizo recordar las palabras de Heist.
Eres como un ave enjaulada, Leigh, pero en vez de metal y rejas, te encarcelan doctrinas y creencias cuestionables.
Doctrinas y creencias cuestionables, ¿Eso era lo que nuestras creencias eran para ellos?
—¿Leigh?
—¿Ah?
—Te quedaste en blanco, ¿Estás bien?
—Si, si.
—Bueno, al parecer, los hijos Stein comienzan la semana que viene.
—¿Cómo sabes eso?
—Soy Maria, dueña de la chismorrería.
—¿Dijiste eso en rima?
—Es posible,— entramos a nuestro salón, la mayoría de nuestros compañeros ya estaban ahí, —¿Estudiaste para el examen?
Maria no respondió, haciéndose la loca.
—Maria, necesitas sacar buena nota en esta evaluación.
Maria suspiró.
—¿Crees que no lo se?— hizo un puchero, —Es que no no puedo, Leigh, lo intento y lo intento pero las matemáticas no son lo mío.
Le di una mirada de entendimiento, porque sabía que ella lo había intentado, hasta yo me había puesto a explicarle pero era tan difícil para ella. Ella era muy buena en química, así que cada quien tenía habilidades diferentes.
Al salir de clases, nos encontramos en el pasillo con Natalia y Jessie. Natalia solía ser mi mejor amiga mientras crecíamos pero el año pasado nuestra amistad llegó a su fin por culpa de un chico: Rhett. Natalia estaba loca por él y cuando él se me declaró una tarde después de una reunión juvenil en la iglesia, las cosas cambiaron drásticamente. A pesar de que lo rechacé, las cosas no volvieron a ser las mismas. La familia de Natalia redujo su participación en la iglesia lo que le dio más libertades y ella quería romper más reglas, yo por mi parte seguía las reglas así que comenzamos a distanciarnos.
Ella se alejó lentamente hasta que nos volvimos desconocidas.
Su nuevo grupo de amigas era conocido por andar en las calles después de las 7, andar con chicos e incluso, tener sexo. A veces moría de curiosidad por preguntarles si era cierto, que hacían, y si de verdad ya habían hecho algo tan pecaminoso como tener sexo pero me contuve, sabía que mis preguntas no serían bien recibidas. Eran cinco chicas pero me alegraba que no anduvieran todas juntas en ese momento, todas juntas eran insoportables. Solo eran Jessie y Natalia ese día.
—Oh pero si es la virgen Maria y su lacaya Leigh.— me saludó Jessie, Natalia permaneció callada a su lado, —Leigh, creo que puedo ver demasiado de tus piernas.
Instintivamente, bajé la mirada para revisar la falda de mi uniforme, pasaba mis rodillas correctamente. Ellas se echaron a reir.
—¿Es en serio que te revisaste? Ah, no cambias.
Maria les hizo frente, apretando sus manos a sus costados.
—Déjennos pasar.
—¿O qué, idiota?— Jessie preguntó, —¿Nos van a acusar? Ya saben como terminara eso.
Habíamos reportado a ese grupo muchas veces por acoso a la directora pero nada les pasaba, solo regaños y una que otra suspensión de un día, era inútil.
—Oye, Leigh,— Jessie echó su cabello a un lado sobre sus hombros, —Tienes nuevos vecinos, ¿no? Mis chicas los vieron ayer en el entierro, lamentablemente, no pude asistir y verlos por mi misma, ¿Ya los conoces? Tal vez nos podrías presentar.
—No los conozco.
—Ah, es que eres inútil hasta los huesos.— ella sacó algo de su bolsillo: un teléfono. Guau, Jessie si que tenía libertades, no era común dejar tener celulares a los jóvenes en el pueblo, teléfonos significaba acceso ilimitado a internet, y eso estaba lleno de provocaciones. Ella me mostró la pantalla de su teléfono.
La pagina decía Facebook y abajo había un evento.
A todo el pueblo de Wilson, la familia Stein los invita a conocer su hogar y su familia.
Lugar: Casa Stein (Dirección: ###)
Fecha y hora: Viernes - 8 pm.
Mis ojos bajaron del celular a la muñeca de Jessie donde un colorido tatuaje de un pequeño corazón rodeado de pájaros volando como si salieran del mismo. No me podía creer que tuviera un tatuaje.
Jessie bajó su celular.
—Invita a Natalia a tu casa esta noche, viernes de pijamada, y así podrán escaparse e ir a la fiesta.
—Estás loca si crees que la invitaré a mi casa.
Natalia alzó una ceja pero fue Jessie la que siguió hablando.
—Oh, pero lo harás, mi querida Leigh.— ella me pasó el dedo por la orilla de mi rostro en una caricia amenazante, —Esta tarde llegarás a casa y le dirás a tu madre que Natalia ha recapacitado, que quiere volver a ser una niña buena y que la has invitado a una pijamada para hablarle del buen camino que debemos seguir.
Maria le dio una mirada de pocos amigos.
—La única razón por la que no te digo que me invites es porque todas conocemos a tu madre, jamás te dejaría tener una pijamada con una desconocida para ella como yo, pero Natalia es diferente, ¿no?
—¿Por qué no va ella sola si tanto quieres ir? Déjenme fuera de esto.
Me molestaba que Natalia no hablara por si misma, ¿ya no tenía voz propia?
—Su familia le da libertades si, pero digamos que no le tienen aprecio a los Stein después de la fama que se han ganado de ser irrespetuosos, no la dejaran ir. En cambio, pijamada con su ex-mejor amiga que es una santa, es fácil.
—¿Por qué haría lo que tu dices?
—Tú sabes porque, ¿Quieres hacerme enojar, Leigh? ¿Quién sabe que podría revelar Natalia si nos haces enojar?
Chantaje.
Natalia sabía muchas cosas de mí y había una en especifico que me aterraba. Si lo revelaba, mi vida sería un caos. Nadie podía enterarse.
Sentí la mirada de Maria sobre mí, ella le tenía miedo a Jessie, muy poco le respondía pero me habló, confundida.
—¿Leigh? No tienes que hacerlo, no—
—De acuerdo,— respondí, mirando a Natalia, —llega a las 6, mamá sirve la cena a las 7.
Le pasé por un lado, la rabia incendiando mi pecho.
¿Cómo pueden usar mis secretos más vulnerables de esta forma?
—¡Gracias, querida amiga!— le escuché gritar a Jessie detrás de mí.
La impotencia corrió por mis venas con libertad, no entendía como Natalia se había hecho amiga de Jessie, ¿A caso eso era lo que nos pasaba cuando nos alejábamos de nuestra religión?
Qué el Altísimo la haga entrar en razón.
Mi día siguió como si nada pero mi humor estaba arruinado y solo pensar que tendría que dormir con Natalia me indignaba.
A la hora de la salida fui citada a la oficina de la directora, la Sra. Philips era la esposa del líder de nuestra iglesia, como he dicho, éramos una comunidad muy cerrada.
¿Hice algo malo?
¿A caso me vio conversando con Natalia y quiere regañarme por eso?
Entré a la oficina y la directora y yo nos dimos la mano.
—Qué el Altísimo este contigo.
—Que así sea.— dije, sonriendo al soltar su mano.
—Toma asiento, Leigh,— me indicó, volviendo a su silla al otro lado del escritorio, —¿Quieres algo de tomar? ¿Agua? ¿Té?
—No gracias.
Solo dígame que no estoy en problemas.
—Bueno, Leigh, la razón por la que te he llamado esta tarde,— pausó, sonriendo, —la verdad, estoy muy emocionada, el tiempo se ha pasado tan rápido, creciste de un día para otro.
Le di una mirada confundida.
—En fin, tu cumpleaños es muy pronto,— me informó, y lo había olvidado por completo, —18 años, Leigh, ya casi eres una joven adulta, ¿Estas emocionada?
Jugué con mis manos sobre mi regazo.
—Supongo.
—Bueno, como miembro de nuestra iglesia, sabes lo que eso significa, ¿no?
Asentí.
—Es hora de que te unas al grupo de las Iluminadas.
—Que así sea.— dije en modo de agradecimiento.
—Mi esposo y yo estamos muy orgullosos de tu desempeño en la iglesia hasta ahora y con la trágica partida de Pilar, queremos seas la líder de las iluminadas.
—¿Yo?— me señalé, no cualquiera se convertía en líder de alguno de los grupos de nuestra iglesia. Era un honor, mi madre moriría de orgullo, —¿De verdad?
—Si, Leigh, estamos muy complacidos contigo. Eres una jovencita brillante que ha llevado nuestras creencias en alto.— no lo podía creer, —Eres la indicada para liderar el grupo, grandes cosas vienen para tí y para tu familia.
—Que así sea.— dije, conteniendo mi alegría.
—¿Aceptas, Leigh?
—Por supuesto, es un honor servir a nuestro Altísimo como líder.
Ella se puso de pie de golpe y rodeó el escritorio para abrazarme.
—Bienvenida al equipo de liderazgo.
Mamá estaba tan contenta que me dejó usar la computadora de la sala para usar internet por una hora. La mayoría de las paginas con contenido inapropiado estaban bloqueadas pero pude entrar a la aplicación de Messenger que usábamos las de mi grupo de la iglesia cuando podíamos acceder a internet. Solo tenía agregadas a las chicas de mi grupo juvenil.
Maria dice:
¡Felicitaciones, Leigh!
Adriana dice:
¡Es una bendición del Altísimo!
Abril dice:
¡Nadie se lo merece más que tú!
Cuando terminé de hablar con ellas, subí a mi habitación, y mamá ya había comenzado a preparar la cena y volví a la realidad de que Natalia vendría a cenar, posiblemente a causarme problemas que no quería en estos momentos.
Me paré frente a la ventana para ver el atardecer, una costumbre que siempre había tenido. Olvidé que la casa a mi lado ya no estaba desolada, no esperaba captar movimiento en su patio y eso se llevó mi atención, el cielo anaranjado del atardecer quedando olvidado.
Él estaba de espaldas pero por la sudadera con capucha negra que llevaba puesta, sabía que era Heist. Él había llevado una parecida la noche que su familia vino a nuestra casa. Él alzó sus brazos con un hacha en las manos y la bajó de golpe, cortando un pedazo de madera a la mitad. Él despegó el hacha del tronco que había usado como apoyo y dio un paso atrás para recoger otro pedazo de madera y ponerlo en el tronco de apoyo y hacer lo mismo.
El movimiento repetitivo hizo que la capucha se rodara y dejara su cabello rubio expuesto, confirmándome que era él. Arrugué mis cejas, ¿Por qué estaba cortando madera tan temprano en la estación? Aunque el otoño ya había comenzado, aún no estaba frío como para usar la chimenea. De hecho, ese día había sido inusualmente caluroso.
¿Y a ti que más te da, Leigh? Tal vez quiere guardar la leña para más adelante, tiene sentido, así no tendrá que congelarse cortando leña en medio del otoño o peor aún, en el invierno.
Ni siquiera sabía porque perdía mi tiempo observándolo hacer algo así. Estaba a punto de alejarme de la ventana cuando pasó.
Heist puso el hacha a un lado y agarró las orillas de su sudadera y se la quitó por encima de la cabeza, los músculos de su espalda contrayéndose cuando se la sacó por completo. Mi primer instinto fue apartar la mirada, mis mejillas calentándose. Sin embargo, mis ojos curiosos volvieron a esa vista. Heist se amarró la sudadera en la cintura, la piel pálida de su espalda al descubierto y tomó el hacha de nuevo.
Heist se giró para buscar otro pedazo de madera a su lado, quedando de perfil para mi. Pude ver los músculos de sus brazos, de su pecho, de su abdomen. Él puso la madera en el tronco de apoyo y estiró su brazo con el hacha, dejando la punta de la misma sobre la madera, y caminó alrededor del tronco hasta quedar de frente a mi y por un momento pensé que me vería pero mantuvo sus ojos sobre la madera en todo momento. Él alzó el hacha y partió el pedazo de madera en dos de un solo golpe y entonces levantó su mirada y esos ojos azulados se encontraron con los míos.
Un jadeo de sorpresa dejó mis labios y Heist ladeó su cabeza, solo un lado de su boca curveándose en una ligera sonrisa. De inmediato, aparté la mirada, cerré las cortinas y me alejé de esa ventana. Podía sentir mi corazón desbocado en mi pecho.
No sabía que era lo que tenía ese chico pero solo sabía que me traería problemas involucrarme con él o su familia, y tenía que evitarlo, sería una líder ejemplar de la iglesia. Bien, ayudaría a Natalia esa noche, pero luego de eso, me mantendría alejada de Los Stein.
En especial de Heist Stein.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top