(17) ╋ Palabras Acertadas ╋

17

Leigh.

Después de salir de la iglesia, fui a casa a cambiarme y ponerme unos jeans, botas y un suéter, Carter pasó por mi para llevarme al parque. Y ahora ahí estaba, sentada en una roca frente a la vista del pueblo, regocijándome en el atardecer.

Precioso.

La ceremonia había salido bien, no había hecho el ridículo frente a todos, ya había salido de ese estrés y ahora solo quedaba una sensación de paz y metas cumplidas que me permitía sonreír para mi misma frente a la vista del pequeño pueblo que amaba tanto.

Natalia se sentó a mi lado, pasándome una coca cola de sabor a fresa en una lata bien fría.

—Gracias.— le dije honestamente, mi pecho calentándose ante el hecho de ella recordara que ese era mi sabor favorito. Ella y Heist habían traído bebidas en una refrigeradora portátil con mucho hielo.

—Es hermoso, ¿no es así?— Natalia murmuró, sus ojos sobre las montañas en la distancia del pueblo, las pequeñas luces de las casas y negocios comenzando a brillar ante la inminente próxima oscuridad. El cielo ya se estaba volviendo gris, destellos naranjas, amarillos y rosas desvaneciéndose con el sol.

—Lo es.

Natalia echó su cabello ondulado detrás de sus hombros antes de destapar su lata de Pepsi y ofrecérmela para chocarla con la mía, en un brindis.

—Feliz cumpleaños, Leigh.

—Gracias.

Chocamos nuestras latas para tomar un sorbo, me le quedé viendo con una sonrisa porque la había extrañado tanto.

—Yo también te extrañé, Leigh.— me comentó, mirándome, me gustaba cuando parecía saber lo que pensaba, era como si nuestra conexión, nuestra amistad nunca hubiera tenido una separación.

Nos sonreímos como tontas, la luz del atardecer hacía un lindo contraste contra su piel morena, Natalia definitivamente era una de las chicas más bonitas del pueblo. Supuse que tenía sentido que un chico tan atractivo como Heist saliera con ella, eran el uno para el otro.

Como Carter y yo éramos perfectos juntos, ellos también lo eran, las cosas funcionaban y se sentían correctas de esa forma, así era como debía ser todo.

Cada quien estaba con quien debía estar.

Sentí ojos sobre mi y eché un vistazo detrás de nosotras, Heist estaba sentado en un tronco con Frey parado a su lado, ambos me estaban mirando así que volví a mirar al frente, tomando un sorbo rápido de mi Coca cola.

De alguna forma, había llamado la atención de los hermanos Steins ya fuera con mi curiosidad o mis acusaciones sin pruebas, pero sabía que eso no era algo bueno, nada bueno.

—Leigh.— la voz de Anesha resonó a mi lado y me giré para verla junto a Jaeda, Rina, y Lyna, el grupo principal de las Iluminadas, parte de las chicas que debía liderar. Ellas ni siquiera miraron a Natalia, hablaron como si ella no estuviera ahí, aún estaban resentidas por la partida de Natalia hace un año, —esta ha sido una idea maravillosa pero las chicas y yo nos retiraremos.

—¿Tan rápido?— pregunté porque acabábamos de llegar, quería decirlo pero me contuve.

—Si,— Jaeda respondió, —no nos parece apropiado celebrar de esta forma después de la partida de Jessie.

Natalia se tensó, bajando la mirada.

—Aunque no asistiera a la iglesia, la queríamos mucho,— agregó Rina, —y respetamos su alma.

Lyna nos sonrió, sus ojos sobre Natalia quien tenía los puños apretados sobre su regazo.

—Supongo que la persona que organizó todo esto no le importaba mucho Jessie.— Lyna se encogió de hombros.

De golpe, me puse de pie, sorprendiéndolas.

—¿Cómo se atreven?— mi voz había dejado ese tono pasivo y tranquilo para volverse fría, —¿Cómo es que se atreven a intentar hacer sentir mal a alguien que finalmente ha vuelto a asistir a nuestra iglesia? ¿Y frente a su líder? ¿No tienen ningún tipo de respeto por nuestro Altísimo y sus palabras de aceptación y regocijo cuando alguien decide volver a nuestra congregación?

—Leigh—

—No.— las interrumpí, —ahora mismo están dando un mal ejemplo con sus palabras y actitudes condescendientes y mal intencionadas. Ustedes como Iluminadas deberían dar un buen ejemplo, de hecho, el mejor de los ejemplos o, ¿es qué estar unas semanas sin líder les ha hecho olvidar las creencias por las que nos regimos?

—No,— se apresuró Jaeda a responder, —nuestras más sinceras disculpas,— bajó la cabeza, y luego miró a Natalia a mi lado, —lo siento mucho, Natalia, nos dolió mucho cuando dejaste el grupo hace un año así que lo hemos exteriorizado de la peor manera hoy. No hemos sabido manejarlo bajo las creencias del Altísimo.

—Está bien,— Natalia les aseguró, —no pasa nada.

Después de disculparse, todas comenzaron a alejarse, las vi irse, mi mirada encontrándose con la de Heist quien me observaba con una ceja levantada como si su expresión me dijera: ¿tienes carácter, eh? Dejé de mirarlo de inmediato.

A su alrededor ya había más gente de la que vi hace un rato, al parecer, todos los jóvenes de la iglesia habían venido. No los culpaba no había mucho que hacer en el pueblo. Natalia se puso de pie.

—Iré a saludar a Cindy.— me comentó antes de desparecer, Natalia era cercana a Cindy, la hermana de Rhett antes de que ellos se fueran a hacer ese curso. Eran el grupo de los desterrados como Maria los llamaba dramáticamente.

Al quedarme sola, busqué entre la gente a Carter, no tenia ni idea de donde se había metido. Le pasé por un lado a Heist y a Frey como sino estuvieran ahí.

Las lamparas naranjas del parque se encendieron automáticamente ante la oscuridad que el sol dejó atrás al desparecer por completo. Pasé un grupo de chicos que me saludaron cordialmente, y entonces lo vi. Mi estomago se apretó al ver a Carter conversando animadamente con Kaia apartados de los demás al lado de un árbol. Ella le sonreía y él se le quedaba mirando embobado.

Di un paso hacia ellos pero una mano tomó la mía, girándome hacia la persona detrás de mi: Heist.

—Una escena de celos es de mal gusto y te haría lucir insegura.

Mis ojos bajaron a nuestras manos unidas y se me acortó la respiración, la suave piel de su palma y su calor me hacían sentir demasiado cómoda para mi gusto. Heist me jaló a un lado del parque, apartándomelo de los demás, quedamos detrás de un árbol, ¿qué planeaba? Como si nada, siguió hablando.

—Además te aseguro que Kaia no está interesada.

—No estoy celosa.

—Lo que no puedo asegurar es que él no lo esté.— Heist me dio esa sonrisa burlona que me molestaba tanto y de un tirón arranqué mi mano de la suya.

—Creo que te entretiene demasiado meterte en la vida de los demás.

—Eso no es cierto, Leigh.— él dio un paso hacia mí, —me entretiene meterme en tu vida.

—Oh, que afortunada soy.— la amargura en mi voz no era tan obvia como mi sarcasmo.

—Ah, no puedo negar que disfruto lo agitada y grosera que te pones conmigo,— admitió, pasándose la mano por detrás del cuello, —en especial porque se que no eres así con todo el mundo.

—¿Crees que eso es algo de lo que deberías estar orgulloso? ¿O es qué eres el tipo de chico que le gusta que lo traten mal?

—¿Y tu eres el tipo de chica que trata mal al chico que le gusta?— apreté mis labios.

—Pensé que lo de responder una pregunta con otra era lo mío.

—Lo es, cuando te sientes descubierta.

—Entonces, te has sentido descubierto, ¿eh? ¿Te gusta que te traten mal?

Heist se inclinó sobre mi, su rostro a escasos centimetros del mío.

—Me gusta que tú me trates mal.

Tragué con dificultad y di un paso atrás, él se enderezó con esa sonrisa sobre sus llenos labios y metió sus manos en los bolsillos de sus pantalones.

—Estás loco, Heist Stein.

—Fuchsteufelswild.— respondió con esa palabra como lo había hecho aquel día en el cementerio y noté que su voz se volvía más ronca cuando hablaba alemán.

Heist se acercó a mi de nuevo, obligándome a retroceder hasta que mi espalda chocó con el árbol detrás de mi.

—Heist.— puse mis manos sobre su pecho deteniéndolo. Mis ojos encontraron los suyos y la intensidad en ellos aceleró mi corazón, mis manos envolviéndose en puños sobre su pecho.

—Me entretiene ver la capacidad con la que te niegas a ti misma lo que sientes.

—No sé de que estás hablando.

Él envolvió sus manos sobre las mías contra su pecho.

—Pero la negación es algo que se te da muy bien, ¿no, Leigh?— su voz se tornó suave y persuasiva, —es una habilidad que tuviste que adquirir al criarte en este lugar, imagino.

Traté de bajar mis manos pero él las apretó aún más contra su pecho, su rostro tan cerca del mío que ya nuestras respiraciones se mezclaban.

—Porque admitir que sientes cosas que no debes es contra las reglas, ¿no? Puedo imaginar cuantas veces te has frenado o negado algún emoción.— tragué, sus ojos bajando a mis labios por un segundo antes de volver a encontrarse con los míos, —una persona que es experta en fingir puede reconocer a otra con mucha facilidad, ¿es por eso que puedes verme, Leigh? ¿Al verdadero yo?

Mis labios se abrieron lentamente porque aunque sus palabras eran extrañas, las entendía y sabía a lo que se refería. Yo parecía ser la única que no caía por esa imagen encantadora y perfecta que Heist transmitía, me parecía falsa y vacía.

Y entonces toda expresión de burla o encanto dejó su rostro, sus ojos se entrecerraron un poco y sus labios formaron una línea seria. Él apretó su mandíbula y todo en su lenguaje corporal gritaba peligro, era como si lo estuviera viendo por primera vez.

—¿Quién eres realmente, Heist?— la pregunta dejó mis labios, mi voz nerviosa y entre respiraciones agitadas.

—Creo que ya lo sabes.— incluso su voz había dejado ese tono de burla, era fría y seria.

—Eres peligroso.

—Si.

—Debería alejarme de ti.

—Si.

—Pero no lo haré.

—No.

—¿Por qué no?— pregunté aunque yo debería preguntarme eso a mi misma, no a él. No sabía que estábamos haciendo pero era como si estuviéramos en un trance donde él y yo estuviéramos mostrando nuestros verdaderos colores.

—Porque somos iguales, Leigh y podemos vernos realmente. Cuando alguien experto en fingir encuentra a otro con la misma habilidad, es un respiro de aire fresco, ¿no es así? Alguien con quien puedes ser tu mismo sin frenos, sin negaciones.

—No soy como tú.

Heist se acercó aún más, su nariz rozando la mía y dejé de respirar, casi perdiéndome en esos ojos fascinantes que tenía. Un poco más y sus labios tocarían los míos.

—Lo se, en el mundo de las mentiras, yo soy el rey.— él pausó, —pero tú eres una reina disfrazada de una súbdita común. Creo que eso te hace más peligrosa.

—¿Yo? Soy inofensiva.— usé sus palabras del otro día.

Heist soltó mis manos sobre su pecho y cayeron a mis costados. Él se separó de mi ligeramente pero su rostro aún estaba cerca del mío. Él enroscó su mano alrededor de mi cuello, presionándome contra el árbol, su pulgar sobre mi pulso.

—¿Quién eres, Leigh?

Una sonrisa burlona se formó en mis labios, tan igual a la de él. Me gustaba usar sus palabras y sus expresiones contra él.

—Creo que ya lo sabes.

—¿Crees que puedes imitarme?

—¿Crees que puedes asustarme?

Heist no pudo evitar la sonrisa que rompió su semblante serio, sin embargo, no era una sonrisa falsa, era genuina y le quedaba tan bien que sentí la necesidad de estampar mis labios contra los suyos pero me contuve.

No puedes desear a un monstruo, Leigh.

—¿Quién ha dicho que quiero asustarte?— me preguntó, su mano cerrándose alrededor de mi cuello ligeramente, pero por alguna razón no estaba asustada para nada, me había vuelto tan loca como él, —Quiero hacerte muchas cosas pero asustarte no es una de ellas.

Calor invadió mi cuerpo, extendiéndose por cada nervio, asentandose en la parte baja de mi estomago. Sabía que necesitaba salir de ahí y alejarme de él pero mi cuerpo no me respondía. Mi mirada cayó sobre sus labios y fue un grave error, Heist los mojó con su lengua antes de morder su labio inferior.

—Quiero escucharte negar lo que sientes, Leigh.— me dijo, liberando su labio de su mordida, —Dime que no quieres que te bese ahora mismo.

—No...— mi voz dudó y me aclaré la garganta, mirándolo a los ojos, —no quiero que me beses, ni ahora, ni nunca.

—¿Quién te enseño a mentir tan bien? Pocas personas pueden mentir mirando a los ojos.

Enrosqué mi mano alrededor de su muñeca, obligándolo a liberar mi cuello y recuperé un poco de mi cordura.

—No es mi culpa que no puedas aceptar que no eres irresistible para mi.

—¿Oh?— su expresión juguetona volvió a su rostro.

—Debería irme.— dije porque ya podía sentir mi corazón en mi garganta, necesitaba alejarme de él. Rodeé el árbol y comencé a caminar pero él habló, siguiéndome.

—Leigh.— me detuve y me giré hacia él, impaciente.

—¿Qué?

Heist volvió a meter sus manos en los bolsillos de sus pantalones casualmente.

—No puedo evitar preguntarme porque no soy irresistible para ti como tanto aseguras.

Arrugué mis cejas y Heist se detuvo frente a mi, sonriendo con malicia.

—Supongo que es porque no tengo tatuajes o piercings.

Mi mundo se detuvo ahí mismo, mi boca abriéndose en obvia sorpresa.

Él se inclinó hacia mi, su voz un susurro en mi oído.

—Creo que ese es tu tipo de chico, ¿no?

Estaba muda, paralizada, él no podía estar hablando de Rhett, él... no había forma de que él supiera de Rhett.

Heist se enderezó, la victoria clara en sus ojos y en esa estúpida sonrisa.

—Ah, Leigh, estoy en la misma encrucijada que aquel día del cementerio,— me habló, pasándome por un lado, —aún no sé si liberarte o destruirte.

Y se alejó, dejándome fría en medio del parque, el día de mi cumpleaños, un cumpleaños que nunca olvidaría gracias a Heist Stein. 


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Nota de la autora: ¡Por el Altisímo, la tensión entre esos dos me causará un muerte prematura! Tengo el presentimiento de que este capítulo será el más comentado y votado de toda la historia porque LA TENSION es real. ¡Felices casí millón y medio de leídas! Muchas gracias por recibir a Heist tan bien, significa mucho para mi oscura alma

Desahoguen su tensión aquí, par faavor. 

Acá dejenme amor. 

Y por acá sus teorías. 

Y aquí comentemos juntos esta canción que pega mucho con Leigh. 

https://youtu.be/GGvDXKYPDMk

Muakatela, 


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