(15) ╋ Funeral Sombrío ╋

15

Leigh. 

—Frey.— pronuncié su nombre con lentitud, luchando por mantenerme calmada, él tenía una mano detrás de él contra la manilla de la puerta, —no es gracioso.

Frey bufó antes de estirar sus labios en una sonrisa que me sorprendió, nunca lo había visto sonreír así, su rostro lucía muy diferente con una sonrisa divertida, no una siniestra.

—¿Te he asustado?— él permanecía ahí, bloqueando la cerrada puerta.

Tienes que salir de aquí, Leigh.

—Has dicho que vas a hacerme daño, creo que estar asustada es normal, ¿no?

—¿Y tú eres normal?— él ladeó la cabeza, su sonrisa desapareciendo.

Esa pregunta me incomodó de muchas formas y por razones que él nunca sabría.

—Claro que soy normal.— estiré mis manos a mis lados, —no tengo dos cabezas o cuatro brazos.— bromeé, mi voz quebrándose un poco.

No le muestres miedo.

Los monstruos se alimentan del miedo.

Mis ojos encontraron el azul de los suyos, y la oscuridad en ellos era asfixiante.

¿Y Frey es un monstruo?

—Creo que debería irme.— le dije pero no me atreví a dar un paso porque la puerta estaba justo detrás de él. Frey no dijo nada y dio un paso hacia mi, y aunque fue solo uno y la distancia entre nosotros aún era considerable, retrocedí al instante, la parte de atrás de mis rodillas chocando con el borde de la cama, su cama.

No debería estar aquí, ¿en qué estaba pensando al meterme en la habitación de un chico del que no sabía nada? Me había vuelto loca.

—Leigh Fleming.— susurra, dando otro paso hacia mi. Aprieto mis puños a mis costados, inquieta, ya se había despegado de la puerta así que podía rodearlo y salir de ahí, sin embargo como si él leyera mi mente, habló de nuevo, —te atraparía antes de que pudieras tocar la puerta.

Y esa sonrisa siniestra que conocía bien, volvió a sus labios.

Sentí cada latido acelerado de mi corazón en mi pecho, pero lo disimulé lo mejor que pude, ¿debería gritar?

—Frey, tengo que irme y...— tragué, levantando mi dedo para señalar la puerta, —me iré.

—No.

Él dio otro paso hacia mí, y otro más hasta que estábamos demasiado cerca para mi asustado corazón. A diferencia de Heist que era ridículamente alto, Frey era casi de mi tamaño, solo un poco más alto. Nunca lo había tenido tan cerca, pude ver las ojeras bajo sus ojos y una pequeña cicatriz apenas notable en su mentón.

—¿Por qué me tienes tanto miedo?

—No te tengo miedo.— mentí.

—Deberías.

—¿Qué es lo que estás haciendo, Frey? ¿Por qué estás tratando de asustarme?— pregunté al no encontrar nada en su expresión o lenguaje corporal que me dijera que iba a atacarme.

No hubo respuesta por un rato hasta que habló.

—Tú has venido a mi.

Él alzó su mano, y por un segundo, pensé que tocaría mi rostro pero la bajó antes de hacerlo.

—Nunca vengas a mi, Leigh.

—¿Me harás daño si lo hago?— recordé sus palabras.

Él asintió y mi estomago se apretó un poco.

—¿Cómo puedes admitir algo como eso? Podría denunciarte a la policía por amenazarme.

—Pero no lo harás.

—¿Por qué no?

—Porque aún no estás segura de la verdad detrás de mis palabras, puedo estar bromeando, ¿no es así?

—¿Estás bromeando?

Él no dijo nada.

—Eres... muy extraño, Frey Stein.

—Extraño no es el adjetivo que usaría.

—¿Cuál usarías?— presioné, indagando.

—Pronto lo descubrirás,— él se hizo a un lado, ofreciéndome la puerta, —no vuelvas a seguirme, Leigh.

De inmediato, caminé a la puerta y la abrí, le eché un vistazo a Frey sobre mi hombro. Él me sonrió y me giré para salir cuando le escuché llamarme.

—¿Leigh?

—¿Si?

—No estaba bromeando.

Salí de ahí lo más rápido que pude. Volviendo a mi casa para atender a Natalia y lidiar con Heist, intentando olvidar mi extraño encuentro con Frey.


#


Al día siguiente, el funeral de Jessie fue discreto y lleno de lagrimas silenciosas, la gente del pueblo dolida e incrédula ante otra perdida. Natalia se fue con sus padres después del mismo, y Carter se ofreció a llevarme a casa.

—¿Estás bien?— me preguntó, manejando su auto de regreso a mi casa, yo iba en el asiento de copiloto.

—No lo se.

—Yo aún no puedo creerlo.

—Lo se, es tan...— no sabía como explicarlo.

—¿Extraño? Cosas así no pasaban en Wilson, siento como si estuviéramos en una pesadilla sin poder despertar.

Carter estacionó frente a mi casa.

—Y le doy vueltas, Leigh, y todo esto comenzó desde que llegaron los Stein al pueblo, no puede ser tanta coincidencia.

—También he pensado en eso, pero la policía ha dicho que las dos primeras muertes son suicidios y lo de Jessie...— era doloroso decir su nombre.

—Lo se, no se que pasa pero ten mucho cuidado, se que tienes estar cerca de ellos porque los estás ayudando a integrarse a nuestra religión pero mantente alerta.

Carter puso su mano sobre la mía en el porta vasos del medio entre nuestros asientos y me sonrojé. Sus labios formaron una sonrisa tierna.

—Cuídate mucho, ¿si?

Asentí. Él levantó mi mano, besó la parte de atrás de la misma, y dejé de respirar por un segundo.

—Descansa, Leigh.

—Tú también.

Me bajé de su auto, sintiéndome mal por sentir todo esto con Carter cuando acabó de llegar de un funeral. Caminé a la entrada de mi casa, mis ojos sobre el suelo, repasando cada mirada, cada palabra de Carter.

—¿Sin beso de despedida?— la voz de Heist me hizo saltar del susto.

Y cuando levanté la mirada, ahí estaba, sentado en los escalones del porche de mi casa, en un traje, todo de negro, su cabello peinado hacia atrás de manera elegante, haciéndole lucir mayor.

—¿Qué haces aquí?

—¿Cómo esta Natalia?

—Devastada.— le fui honesta, —¿Por qué no fuiste al funeral?

—Sus padres.

Claro, olvidé que Heist o cualquier Stein no era bien recibido por los padres de Natalia, ¿Cuánto tiempo había estado Heist esperando en el helado clima?

Mi lado cortés salió a la luz.

—¿Quieres pasar por un té?— mamá aún no volvía del funeral, estaba dándole apoyo a la mamá de Jessie.

—De acuerdo.

Le abrí la puerta y ambos caminamos a la cocina. Heist sentándose a un lado del mesón mientras yo preparó el té. Me recordó a aquella noche que me hizo chocolate caliente, la situación era opuesta ahora. Aunque habíamos pasado días sin interactuar directamente de esta forma, el ambiente era cómodo, era como si ya estuviéramos acostumbrados a la presencia del otro. Cuando me giré hacia él, Heist me observaba con mucha intensidad al hablar.

—Preguntaría como estas pero después de esa escena en el auto, creo que sobrevivirás.

Me aclaré la garganta, luchando con el calor en mis mejillas.

—Es de mala educación espiar a los demás.

Heist chasqueó la lengua.

—Mala educación fue la que tú tuviste para tener estándares tan bajos con los chicos.

—¿Disculpa? Primero que—

—Ya, ya, lo siento, no quise insultar a tu príncipe perfecto, que el Altísimo no permita que me burle del estilo de la época pasada que tiene.

—No menciones el Altísimo en vano, ni mucho menos para burlarte, Heist.— le dije con rabia.

Heist sonrió.

—Ahí esta,— él habló victorioso, señalándome con el dedo, —ese brillo en tus ojos, cuando lo miras a él, tu mirada es aburrida y simple pero cuando tus ojos caen sobre mi, brillan y están cargados de muchas emociones, ¿Por qué crees que eso pasa, Leigh?— él se levantó y le dio la vuelta al mesón hasta quedar frente a mí, mis ojos sobre su pecho y la elegancia de su traje, —Es que a caso, ¿Te sientes atraída hacia mi?

—¿Qué?— bufé, —Ahora si has perdido la cabeza.

Empujé su pecho con ambas manos para alejarlo pero Heist agarró ambas de mis muñecas. Sus palmas cálidas contra mi piel, luché por soltarme.

—Suéltame, Heist.

Sus labios se movieron lentamente enunciando cada palabra.

—¿Por qué no me miras, Leigh?

—¡Qué me sueltes!— alcé la voz, tirando de mis muñecas para liberarlas sin éxito. Heist me arrinconó contra el mesón, aún sosteniéndome, su agarre firme pero sorprendentemente gentil.

—¿Qué te pasa?

—Mírame a los ojos, Leigh y dime que no te sientes atraída hacia mi en lo más mínimo.

—Estás loco.

—Mírame.

Lo miré a los ojos, ese azul con gris que conocía tan bien ya. Su atractivo rostro a escasos centímetros del mío.

—No me siento atraída hacia ti en lo absoluto.— le dije claramente.

—Estás mintiendo.

—No esperé que fueras el tipo de chico que no toma un 'no' por respuesta.

Heist dio un paso atrás, liberándome.

—Acabas de volver esto aún más interesante, Leigh.

—¿Por qué he dicho que no me siento atraída a ti?— pregunté incrédula, —Estás saliendo con Natalia, ni siquiera deberíamos estar teniendo esta conversación.

Heist se recostó de lado al mesón, cruzando sus brazos sobre su pecho.

—Oh, eso es, ¿Natalia? ¿Lealtad a tu amiga? Eso es lo que te hace negar que me encuentras atractivo.

—No, simplemente,— me encogí de hombros, —no eres atractivo para mi.

—¿Sabes que cuando dices mentiras te agarras de tu ropa nerviosamente?

Bajé la mirada para confirmar que mis manos apretaban la tela de mi camisa y la solté de inmediato.

—¿Sabes que puedes ser increíblemente molesto cuando te lo propones?

—Y también que respondes una pregunta con otra cuando te sientes descubierta.

Silencio.

Esos ojos analizadores sobre mi, ¿Qué es lo que buscas, Heist?

Le pasé su taza de té y él la tomó volviendo a sentarse del otro lado del mesón. Agradecí por eso, Heist era alguien que debía mantener a distancia. Tomé un sorbo de mi té.

—Tres suicidios,— Heist meneó la cabeza, —trágico, ¿no?

Entrecerré mis ojos antes de darle una respuesta.

—Si, más que trágico diría que sospechoso.

—Oh,— Heist bajó su taza, poniéndola en el mesón, como si se pusiera cómodo para escuchar, —¿sospechoso? ¿De qué forma, Leigh?

Lamí mis labios, insegura de que decirle pero decidí tantearlo un poco. No sabía que era lo que él tenía que me hacía sacar mi lado valiente y directo.

—No lo se,— me encogí de hombros, —pongámoslo de esta forma: Había una vez un pueblo tranquilo donde la mayor novedad era a quien le tocaba la cena con la familia líder cada semana, sin desapariciones, ni muertes, todo fluyendo a la perfección como siempre.

Los labios de Heist se curvaron en una sonrisa sínica.

—Por favor, continua, estoy curioso por el desenlace.

Su desdén me motivó a seguir sin miedo.

—Hasta que un día, una familia se mudó a dicho pueblo, ellos irrespetaron las costumbres de la comunidad causando todo un revuelo. Luego, por alguna razón, decidieron adaptarse así de la nada, un cambio de actitud repentino, ¿extraño, no? y de pronto, un suicidio se convirtió en dos y luego un tercero, como si la muerte fuera la compañía oculta de esa familia, como si con ellos hubieran traído un ángel de la muerte invisible o tal vez, un ángel de la muerte que reside en uno de ellos.

Quisiera decir que la sonrisa de Heist se inmutó, que algo en su expresión divertida cambió, por el Altísimo, acababa de decirle que sospechaba de su familia, pero no fue así, su sonrisa creció.

—Vaya, muy entretenida tu historia.— él se inclinó hacia adelante, sus manos unidas sobre el mesón, —¿Qué pasaría si ese ángel de la muerte estuviera frente a ti?

Tragué con dificultad sin despegar mis ojos de los suyos.

—Le haría pagar muy caro si ha tenido algo que ver con esos suicidios.

—¿Qué te hace pensar que llegarías a tan siquiera tocarlo sin resultar muerta en el intento?

—Porque soy la única que puede verlo, que sabe lo peligroso que es, que no se cree del todo que esos fueron solo suicidios.

—¿Y eso no te hace la candidata perfecta para morir? Ya sabes, si eres la única con estas ideas, lo ideal sería acabar contigo, ¿no?

—¿Me estás amenazando, Heist?

—¿Yo?— él bufó, —no, solo estoy ayudándote con tu historia, soy inofensivo.

—No te creo.

—Lo prometo,— se puso la mano en el pecho, —solo creo que es muy arrogante de tu parte asumir que no serías otra muerte más del montón si metes tu nariz donde no debes.

—¿Estás admitiendo que esos no fueron suicidios?

—No, solo estoy siguiendo el hilo de tu historia, Leigh, sentido común. Hipotéticamente hablando, si yo fuera ese ángel de la muerte que dices, y tú fueras la única que puede verme, ¿no sería lógico eliminarte?

Mi corazón se aceleró ligeramente por el miedo pero no dejé que me asustara, Heist nunca me había asustado y no le dejaría afectarme de esa forma ahora.

—Esta historia te ha interesado mucho más de lo que pensé.

—¿Qué puedo decir? Me gustan los finales trágicos.

—¿Por qué? ¿Por qué tú los causas?

Las palabras dejaron mis labios antes de que pudiera controlarlas.

—¿Me estás acusando de algo, Leigh?

—¿Y tú me estabas amenazando, Heist?

—Creo que solo hablábamos de la historia, ¿no?

—Eso creo.

—¿Sabes? Esto de las historias me gusta, creo que quiero contar una ahora.

Me tensé y solo pude observarlo.

—Había una vez, una chica que vivía en un pueblo bastante cerrado por su religión, una chica cuya perfección podría hacer envidiar a cualquiera. Sin embargo, detrás de esa fachada ella ocultaba muchas cosas, invisibles y poco notables para muchos.— apreté mis manos, —ella buscaba explicaciones y respuestas, acusando a otros como mecanismo de defensa, como un escudo para que nadie la indague a ella. Lo que ella olvidó mientras sospechaba, es que si ella podía ver a ese ángel de la muerte como decía, eso quería decir que él la podía ver a ella también y al verla realmente, podía ver que ocultaba cosas con mucha facilidad.

—Que creativo.

Heist me dio una sonrisa de boca cerrada.

—Algunas personas suelen olvidar que si puedes ver a monstruo, puede que este también pueda verte a ti.

No sabía que decir. No había forma de que él supiera nada de mi, ¿o si? No, nadie lo sabía y yo jamás había dejado evidencia alguna. Él era nuevo en el pueblo, él no podía saber nada.

—Ahora tengo curiosidad, prometiste integrarnos a la iglesia y no has vuelto a ir con nosotros, ¿nos estás evitando, Leigh? ¿A caso te crees esa historia que me contaste?

—Tal vez.

—Creo que tienes problemas separando la ficción de la realidad, solo es una coincidencia todo lo que ha pasado.

No te creo.

—Claro.— le repliqué porque sabía que él jamás admitiría nada. Además de que me sentía un poco mal por decirle todo eso, la policía había declarado dos suicidios y yo misma había presenciado el tercero, entonces, ¿por qué dudaba tanto de los Steins?

Heist se puso de pie.

—Esto ha sido más entretenido de lo que esperé pero debo irme.— me informó, rodeando el mesón.

Él se acercó a mi nuevamente, su movimiento tan inesperado que apenas me dio tiempo de retroceder un poco. Sus ojos buscaron los míos.

—¿Puedo confesarte algo, Leigh?— su voz había dejado ese tono burlón para volverse suave.

—¿Qué?

La parte de atrás de su mano acarició mi mejilla con gentileza, paralizándome porque no me lo esperaba. Lentamente deslizó su mano por mi mejilla y la bajó hasta tomar mi mentón, su pulgar rozó mi labio inferior en una caricia demasiado intima que me cortó la respiración, mis labios abriéndose ligeramente.

—Yo si me siento atraído hacia ti, Leigh.— él sonrió para si mismo, —y no tienes idea de lo peligroso que eso es para ti.

Y con eso, se dio la vuelta y se fue, dejándome sin palabras en medio de mi cocina, con la sensación cálida de su mano contra mi rostro. 


╋ 

Nota de la autora: ¡La tensión de este capítulo! ¡UF! Estos hermanos Steins van a causar mi muerte con sus misterios y palabras confusas. Casi que no subo este finde, ¿eh? mejor tarde que nunca, estaba de viaje así que me esforcé para poderlo subir al llegar, reganlenme un votico paarfaavaar que tengo ojeras y hambre. #SeTeQuisoAri

Aquí dejen sus reacciones con estos dos chicos:

Ay, Heist. 

Ay, Frey. 

Ay, Leigh. 

Muakatela, 


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top