xxiv. daddy's girl



     
capítulo veinticuatro
NIÑA DE PAPÁ

Al igual que su hermano el Rey Viserys, el príncipe Daemon, favorecía a su primogénita por sobre le resto de sus hijos.

Daemon desmontó de Caraxes y espero pacientemente junto a su dragón, instintivamente su mano descanso en la empuñadura de hermana oscura. Había visto a Vermithor al otro lado de la playa y su hija menor había recibido un cuervo de Baela informándole que Alyssa estaría aquí. Conocía a su hija mejor que nadie y sabía que ella vendría a su encuentro, siempre protegiendo a sus hermanas, nos dejaría que Baela se metiera en tales asuntos, su encuentro sería privado y lejos de de los ojos de su hermana y de la princesa Rhaenys.

Estaba en lo correcto. Alyssa no tardo en salir a su encuentro, detrás de ella su siempre fiel perro Dorniense la siguió y desde el otro lado de la playa Vermithor rugió, haciendo que Caraxes protestara a su lado.

La caminata en la playa fue larga y desde su lugar, tan lejos de fortaleza de los Velaryon, aún podía ver a dos cabezas, una plateada y una con el cabello negro en el balcón tratando de averiguar lo que sucedería a continuación.

Daemon supuso que fue Rhaneys quien obligó a Baela a volver a dentro, porque en un momento ambas desparecieron.  No sé necesitaba una muestra de lealtad cuando se traba de todos su hijos para con Alyssa.

Su hija, su primogénita, su pequeño dragón. La niña que tenía un lugar en el corazón de todos, que había luchado con uñas y dientes para enorgullecerlo y había defendido fielmente a sus hermanos.

No era de extrañar que sus hermanos la adoraran. El mismo la conocía mejor que nadie, la había criado, sabía que era cruel y vengativa, pero con su familía era cálida y bondadosa una parte que solo estaba reservado para ellos.

Quizás eso fue lo que más le molestó, que le brindará esa calidez a una persona que el no consideraba parte de su familia. Alyssa había tolerado a Laena Velaryon por ser la madre de sus hermanas, más nunca la habia amado, ni siquiera a la propia Rhaenyra que la quería como una hija, la había trato tan bien, en su lugar la trato con hostilidad y fue cruel muchas veces. ¿Que había de especial en ese tuerto como para que su hija se arriesgará a todo por el? ¿Que tenía como para que ella le brindará esa calidez?

El no era tonto, había intentado socavar esa extraña relación hace mucho tiempo, cuando Alyssa voló con él hacia Rocadragón y volvió con una oferta de su mano. Se lo había prohibido y la mantuvo lejos de él, lo que sea que había existido allí entre ellos, pensó que había desaparecido. Pero después de todo ella era su hija.

Los rumores sobre el tuerto de su sobrino corriendo detrás de ella habían llegado antes que los cuervo que Alyssa le enviaba semanalmente. Ella nunca lo había nombrado en uno, pero él lo sabía. Sabía que de la forma que se miraban en los entrenamientos, sabía que volaban juntos, sabía que se perseguían por los pasadizos de Maegor, el lo sabía todo pero no pensó que Alyssa fuera tan tonta como para empezar a sentir algo por él.

Alyssa siempre había jugado con los hombres, aquí mismo en Marcaderiva tenía un bastardo favorito, se había conseguido a una príncipe en Dorne, pero nunca se había encariñado con ellos más de la cuenta. Cuando era pequeña le había rogado que no la casara con nadie, que deseaba ser libre ¿Que la había hecho cambiar de parecer ahora, tanto como para condenarse a causa de los rumores que ella misma había hecho correr sobre un compromiso entre ella y el tuerto?

Daemon debe admitirlo, todo se salió de control aquel día en Rocadragón. Alyssa siempre había sido sumisa cuando se traba de él, mostro los dientes pero no mordió.
La rabia de que esos asquerosos Hightower estuvieran contaminando a su hija con sus absurdo pensamientos lo enfureció, nunca antes la había golpeado, nunca se había considerado de esos tipos de padres, la entrenó para que le hiciera frente a ese tipo de personas.

Y el fue quien la lastimó, él, que había jurado defenderla de todo el mal, fue el primero en poner una mano sobre ella y ahora se arrepentía profundamente.

Las marcas de su ira aún se reflejaban en el rostro de su hija, las pudo ver cuando se acercó a él.

Caraxes que era conocido por su mal temperamento inclinó su largo cuello hacia ella en busca de alguna muestra de afecto. Alyssa había volado en su lomo solo apenas unos días después de su nacimiento, y como el, su dragón adoraba a su hija. Era raro, pero no inusual, cuando un dragón estaba tan conectado con su jinete podía sentir sus emociones y el amaba a Alyssa tan profundamente que su dragón también.

Le molestó profundamente que ella se inclinada ante él, Alyssa no era una princesa pero nunca había hecho tal cosa antes.

No antes de que la llamara "Alyssa de Volantis".

Su dragón se alejó satisfecho cuando Alyssa paso una mano por las escamas de su cuello de forma cariñosa. Cuando logró su cometido abrió las alas y se alejó volando, dejándolos completamente solos.

Aunque él había venido aquí para hablar con ella no pudo encontrar las palabras correctas para comenzar, no podía quitar la vista de lo que sus propias manos habían hecho en el rostro de su hija.

Fue Alyssa quién hablo primero.

—No robe a Vermithor —ella dijo bruscamente— el me siguió voluntariamente. No hay cadena capaz de retener su furia, se que no soy más que una bastarda y no merezco tal privilegio, pero el me reclamó a mi antes de que yo lo hiciera...

Daemon siempre había odiado que ella misma se llamará bastarda. Había cortado miles de lenguas por tal insulto hacia su primogénita, pero Alyssa siempre había sabido la verdad, nunca importo que tan legetimada fuera por el Rey, había nacido fuera el matrimonio, pero eso no había impedido que él la amara.

Alyssa fue su única hija por un par de años, su suya y él de ella. Nunca antes había pensado que podría amar tanto a un hijo, su padre nunca fue cruel pero a veces era indiferente, a su abuelo no le importaban sus hijos... el no pensó que existiera en él algo más que el amor por su dragón, pero Alyssa nació y se forjó su propia lugar allí. Quería a todos sus hijos, pero no amaba a ninguno como a Alyssa.

Su hija solo lo tenía a él, asique se aferró a él y le fue leal.. y ahora se inclinaba para saludarlo, no lo llamo Kepa ni le sonrió enormemente como salía hacerlo.

—Siempre supe que la conexión que tienes con ese dragón va más allá de mis conocimientos —el se encontró diciendo.

Era verdad. Recordaba a Vermithor en su juventud, su abuelo había envejeciendo y ya no le daba tanta importancia a su dragón cuando tenía asuntos de estado con los que lidiar. Con tantos años viviendo en Desembarco del Rey, Vermithor había aprendido a tolerar a los humanos, pero no por nada lo llamaban la furia de bronce... El segundo dragón más grande de todos, no era una cosa bonita y buena, pero bajo la calida mano de Alyssa se comportaba tan maso como un perro, lo había reclamado cantando una absurda canción.

Nunca ningún dragón se hubiese doblegado ante tal tontería, si cualquier otro cabrón se hubiese acercado cantando una canción en alto Valyrio, habría conocido el poder de sus llamas, pero no su hija. Ese dragón la protegía celosamente y había matado a un sin fin de hombre cuando escapó de Montedragón para seguirla.

Alyssa miró hacia el otro lado de la playa en donde se podía ver la sombra de Vermithor que estaba atento y seguramente no dudaría en matarlo si hacia sufrir a su jinete.

—No vine aquí por Vermithor —el continuo— he venido aquí a solucionar las cosas. Me he equivocado zaldrizes, no acostumbro a pedir perdón, tu lo sabes bien, pero si es necesario me arrodillare y suplicarle por el.

Alyssa lo tomo del hombro antes de que pudiera doblar las rodillas. Había algo en sus ojos que el no pude descifrar.

—Un príncipe no debe arrodillarse ante un bastardo. Usted me lo enseñó ¿Lo recuerda, mi príncipe? Un dragón no se doblega ante sus inferiores.

Daemon apoyó su propia mano sobre la de su hija que aún descansaba en su hombro.

—Tu no eres inferior a mi. Eres mi igual. Sangre de mi sangre. Mi primogénita.

—Soy la hija de Volatis —ella dijo mientras quitaba la mano de su agarre y daba un paso había atrás.

—Eres mi hija —el sentenció bruscamente— una Targaryen por derecho propio.  Volatis no puede tenerte.

—¿Por que? —Alyssa preguntó lentamente— mi madre reside allí, allí nací.

—Tu madre está muerta. No hay nada allí para ti. Tu lugar es aquí.

Alyssa guardo silencio y Daemon se arrepintió de haberlo dicho tan bruscamente, pero no volvió sobre sus palabras.

—¿Por qué?

—¿Por que, qué?

—¿Por que nunca me dijiste que estaba muerta? ¿Cómo podrías saberlo?

Daemon volvió a acercarse a ella y apoyo ambas manos en sus hombros de forma gentil.

—Yo estaba allí cuando murió, nunca pensé que necesitarías saberlo. Me tienes a mi, no necesitas nada más.

No había tristeza en los ojos bicolores de su hija, nunca había conocido a su madre, no lloraría por ella, pero Daemon la conocía tan bien que sabía que la noticia no le había agradado.

—Ya no te tengo a ti. No tengo padre y no tengo madre...

—Me tienes —el la interrumpió— me tienes a mi. Siempre me tendrás.

—Dijiste que ya no era tu hija.

—Me equivoque, zaldrizes. Me equivoque terriblemente —el murmuró, tomando su cara entre sus manos— eres mi hija, mi primera hija, a la que guardo más cerca de mi corazon. Todo eso que dije.. no fue más que una tontería, estaba enojado, pero mi furia no debería de haber estado dirigida a ti. Mi enojo esta con los Hightower y temi por un momento que te hubiesen arrastrado de su lado como lo hicieron con Viserys.

Nunca fue su deseo enviarla lejos y separarla de su lado, de nuevo le hubiese prohibido a Alyssa volver a la fortaleza pero su enojo no duraria mucho, nunca lo había sido cuando se traba de ella, pero ella era su hija, y como tal, tenía tanto caracter como él.
Nunca lo había usado en su contra por lo que lo sorprendió terriblemente cuando uso su lengua viperina contra el, Alyssa siempre había sabido donde y cuando lastimar, tenía una lengua filosa y a veces sus palabras dolían más que sus golpes. Si, se enojo con ella después de que hablara de cosas sin sentido y su furia lo nubló, no espero golpearla y ciertamente no espero que ella lo amenazara de muerte.

Fue justo supuso. Quizás debería dejar que Alyssa lo golpeara ahora, se lo merecía.

—¿Cómo murió... Cómo murió mi madre?

Él le acomodo el cabello detrás de las orejas, como solía hacerlo cuando era pequeña. Ella aún no lo había perdonado, lo sabía, su hija era rencorosa y negativa, pero al igual que el, nunca había podido mantenerse mucho tiempo enojado cuando se trataba de su familia.

Daemon apenas recordaba el aspecto de la madre de Alyssa. Tenía rasgos valyrios, eso fue lo que le llamo la atención, eso y que podía hablar el antiguo idioma de su casa, hablaba como el, no con asentos y palabras extrañas de las ciudades libres, pero era tonta y vanidosa, no había inteligencia en ella y no valía la pena. Alyssa no se parecía en nada a ella.

—Fiebre puerperal.

Ambos guardaron silencio. Daemon nunca había sido suave, no había otra forma de dar esa noticia.

—La mate —Alyssa sentenció— murió por mi culpa.

—Ella fue la causante de su propia muerte. Pensó que si quedaba embarazada la tomaría por esposa, pensó que a mi lado tendria una mejor vida, en la corte y llena de riquezas. No niego que tu nacimiento habrá sido terriblemente doloroso para ella, fuiste su primer hija al igual que la mia, pero tu no causaste su muerte, te amó como solo una madre puede hacerlo con sus hijos, fue breve pero no mezquino.

—¿Cómo se llamaba? —Alyssa preguntó suavemente.

—Daerys y se parecía mucho a mi difunta abuela. Sus hermanos se parecían a mi abuelo.

Alyssa guardo silencio. El sabía que tenía muchas preguntas para hacerle, pensó que quería saber más de su madre, pero en su lugar preguntó otra cosa.

—Mis tíos... ¿Saben de mi existencia? ¿Mi abuela?

Saera Targaryen había tenido tres hijos bastardos y al igual que él con su hija, los amaba ferozmente. Si no fuera por la amenaza de su dragón nunca habría podido salir se Volantis con el único recuerdo vivo de su hija.

—Todos estaban allí cuando naciste —el dijo amargarte. Todos habían visto el primer suspiro de su primogénita mientras el debía de conformarse con arrancarla de los brazos de una madre muerta.

—¿Me querían? —Alyssa preguntó como una niña pequeña.

No como yo, el quiso decirle, pero en su lugar dijo.

—Lo hicieron y aún lo hacen —el miedo que se la arrebataran volvió a crecer en su interior, por eso nunca había dejado a Alyssa ir a Volantis, tenía allí una familia que la amaba aún sin conocerla y el tenía miedo de que su hija los amara de igual forma, que los amara más de lo que lo amaba a él.

—¿Lo hacen?

—Lo hacen —el sentenció amargamente— envían un cuervo todos los días de tu nombre desde hace diecisiete años, nunca han obtenido una respuesta pero eso no ha dejado que se rindieran.

Alyssa se alejó bruscamente de el.

—¡Toda mi vida pensé que estaba sola! ¡Me hiciste creer que estaba sola en este mundo y me privaste de el amor de mi familia!  —ella le gritó.

—¡Yo te di una familía! —el le dijo en el mismo tono de voz— ¿No amas a tus hermanos, no me amas a mi?

Ella lo miro con fiereza, pero su tono de voz se apaciguó cuando dijo lo siguiente:

—Obvio que los amo. Amo a mis hermanos y te amo a ti, pero no me dejaste decidir si quería amar a mis tíos y a mi abuela. ¿Por que lo hiciste?

—Porque eres sangre de mi sangre, Alyssa. Ellos no merecían tenerte.

Alyssa resoplo y se volteó, fue solo ahí que recordó la presencia de Dayne, su hija se acercó a él y le murmuró algo, logrando que el se alejara de ellos a pasos lentos.

—Ellos también son sangre se tu sangre, son tus primos.. es tu tía...

Daemon frunció el ceño. Al igual que ella, el era muy quisquilloso a la hora de llamar a alguien familia...su hermano, Rhaenyra, sus hijos. No había más familia que esa, si pensaba de la forma en la que quería que lo hiciera su hija, esos engendros Hightower serían sus sobrinos, pero no.. no eran más que una molestia.

—No. Tu ere mi familia, tus hermanos, Rhaenyra y Viserys. ¿O acaso tu consideras a esos cabrones Hightower como tu familia?

Silencio. Hubo silencio.

—¡No son tu familia! —el espetó con furia.

—No son mi familia —Alyssa estuvo de acuerdo después de un momento— no lo son porque así tu lo has querido para mi.  Haz manejado mi vida como se te dio la gana,  me pusiste una espada en la mano sin saber que era lo que yo quería, me enviaste sola a la cueva de Vermithor esperando que solo lo reclamará a el, pusiste sobre mis hombros la carga de cuidar de mis hermanas, me enviaste a Desembarco del rey como una espía, quieres que me case con mi hermano...

—¿Que es lo que quieres Alyssa? ¿Casarte con ese tuerto? —el le preguntó sin diversión.

—¿Ahora te interesa lo que quiero?

—Siempre me ha interesado lo que quieres. Pero soy tu padre y a veces debo tomar decisiones que no te gustan por tu bien.

—No lo has hecho por el resto de mis hermanos. No te he visto obligando a ninguno de ellos a luchar, Rhaena no tiene un dragón, pero tu nunca la empujaste a reclamar uno. Todos ellos probablemente se casen por amor, excepto el pobre Aegon que está atado a mi por tu culpa ¿Por qué?

—Porque ellos son diferentes.

—¿Por que no son bastardos?

Daemon suspiró.

—La vida será más fácil para ellos y mientras yo viva haré que tu vida sea fácil, pero las personas nunca te aceptarán por la naturaleza de tu nacimiento, nunca verán más allá de eso y no descubrían la bondad que hay en tu corazón, solo desearan destruirte y aplastarte. No puse una espada en la mano de tus hermanos porque no la necesitaran como tu, ellos siempre tendrán a alguien que los defienda ¿Pero que tienes tu? Me tienes a mi y tienes a la fuerza que te enseñe a tener, y cuando yo me muera, eso se quedará contigo y estarás segura.

—Nunca he necesitado que me enseñarás sobre el poder de la fuerza y la destreza en las armas. Lo único que necesite saber durante toda mi vida era saber si te hacía sentir orgulloso, si me amabas.

Daemon se apresuró a acercarse a ella y a tomarle las manos con fuerza.

—Te amo más que a nada en este mundo y eres mi más grande orgullo. Te ame desde la primera vez que tus ojos se abrieron y me miraron, y me hiciste sentir orgulloso sin ni siquiera saber hablar, zaldrizes.

Los ojos de Alyssa se llenaron de lágrimas y pronto se esparcieron por sus ojos, pero el no tuvo tiempo de hacer nada cuando le soltó las manos y se tiró sobre él para abrazarlo.

—Eres el idiota más grande de todos, Kepa —ella susurró.

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