xxii. stay

          
capítulo veintidós
QUÉDATE 

Lady Alyssa amaba mucho a su prima Helaena, se la escucho un par de veces decir que era la única que podía tolerar de los hijos de la Reina Alicent, por lo que fue una sorpresa que ayudara a su padre con la venganza por la muerte del príncipe Lucerys.
Se dice que tal era su arrepentimiento por llevar a su prima a su propia muerte que nombró en su honor a su última hija.





Despertarse junto a Aemond Targaryen no era algo que Alyssa había pensando que iba a suceder nunca en su vida.  Hace un par de años si hubiese tenido esta oportunidad, sin duda la habría tomado  para matarlo mientras el estaba desprevenido, pero ahora en su lugar, se quedó observándolo por un buen rato.

Aemond nunca había sido feo, Alyssa lo conoció aquella vez en el funeral de su primera madrastra, ahora parecía tan diferente de aquel tonto que la persiguió a la playa para preguntarle cómo había reclamado a Vermithor, en ese momento todavía tenía ambos ojos, pero ella debía confesar que le gustaba como se encontraba ahora, había algo aburrido en la mayoría de los hombres con los que Alyssa había estado, su primo en su lugar nunca la aburría, su falta de visión era algo que le divertía mucho.

—¿Que es lo que tanto miras? —Aemond preguntó de repente con la voz extremadamente ronca.

Alyssa sonrió.

—A ti obviamente.

—¿Qué, estás pensando en como podrías quitarme el otro ojo?

Ella se rió mientras acomodaba mejor su cabeza en la almohada.

—De hecho estaba pensando que eres el primer hombre que despierta en mi cama sin antes habérmelo follado.

Aemond resoplo y se dio vuelta para quedar boca arriba.

—Dijiste que nunca llevabas a los hombres a tu habitación.

El tenía razón, aunque Alyssa había tenido un amplio repertorio de amantes nunca los había llevado a su cama, porque llevarlos ahí implicaba algo más allá de lo que ella estaba dispuesta a darles. Llevarlos a su cama implicaría llevarlos a su casa, pero ahora no se encontraba en su casa y su cama no era considera suya.

—Supongo que nunca lo haré tampoco —ella dijo de repente.

En realidad Alyssa nunca había tenido una casa. Su padre tampoco tenía una por derecho propio.
El primer lugar que Alyssa podría recordar con claridad era el castillo en Pentos. Luego, Rocadragón, pero ninguna le pertenecía. Rocadragón era por derecho la fortaleza de Rhaenyra.

Su hogar en realidad estaba donde su familía y su dragón estaban, pero ahora su hogar se había desmoronado.
Su padre afirmó que su lugar estaba en Volatis en alguna casa de placer, muy lejos de su familía.

Lo único que se mantenía fielmente a su lado era su gran Vermithor.

—Lo haz hecho y yo soy el primero —el dijo en un tono divertido— recuerda lo que te dije anoche, está es también tu casa.

Alyssa se sentó de repente.

—No creo a tu madre le haga mucha gracia esto —ella dijo— estoy cansada de quedarme en lugares en donde no soy bienvenida. Me iré ahora.

Cuando estuvo a punto de levantarse de la cama Aemond la tomó del brazo y la obligó a acostarse de nuevo.

—Quedate —el le pidió en un susurró— ¿Que harás en Volantis? Tu familia está aquí, si tu padre no desea verte, bien, que no te vea, pero tus hermanas probablemente quieran verte. Helaena y sus hijos te adoran, mi padre... eres bienvenida aquí.

—¿Y tu me adoras? —ella le preguntó de repente acercándose a el para acomodarse a su lado en la cama.

—No.

—¿Que fue lo que dijiste anoche de mis ojos?

Aemond suspiró con diversión y la miró de reojo con su único ojo.

—Dije que eran los ojos más feos que vi en mi vida.

—Mentira, te escuché suspirar por ellos...

—Ahora eres tu la que miente —el la acusó aunque aún se mantenía divertido.

Alyssa lo miro fijamente por un momento antes de hablar:

—Aunque me gusta mucho que me suban el ego no puedo quedarme aquí.

—¿Por que no?

—Mi padre...

—Olvídate de él —Aemond le dijo con reproche— anoche dijiste que él ya no te reconocía como hija. ¿Por que sigues llamándolo padre?

Alyssa suspiró.

—Es mi padre. ¿Cómo podría sino llamarlo? No puedo simplemente olvidarlo como él lo hizo conmigo. Es lo único que tengo, por un tiempo solo fuimos el y yo contra el mundo, me enseñado todo lo que se... No podría olvidarme de él ni siquiera aunque me golpeara ahora mismo la cabeza.

Aemond negó con desaprobación. Se levantó de un salto de la cama y estiró su mano para tomar la de ella.

—Vamos. Por el momento prometo no golpearte la cabeza, pero espero hacerte olvidar de él por un buen rato.

Alyssa se negó a levantarse, pero él siguió tirando de su mano para hacerla poner de pie.

—¿Adónde quieres llevarme? Recuerda que pronto debo partir.

—Te enseñare algo.

Ella lo miro con una ceja alzada y al comprender lo que estaba insinuando Aemond le soltó la mano y la dejo caer de nuevo en la cama.

—Vamos. Deja de actuar como una malcriada.

—¿Yo? —Alyssa preguntó con fingida indignación, llevándose una mano al pecho.

—Si tú. 

Alyssa estiró su pierna para patearlo pero el se alejó un paso. De muy mala gana se puso de pie y solo en ese momento se dio cuenta que realmente no tenía ropa.
Toda su ropa quedo en Rocadragón y la que cargaba en su bolso de cuero había sido quitada por los guardianes de dragón cuando encadenaron a Vermithor en Montedragón.

—No tengo ropa —ella afirmó, mirando como él se arreglaba su propia ropa.

—¿Qué?

—Son privilegios que "Alyssa de Volantis" no puede tener.

—Bien, pasaremos por los aposentos de Helaena y ella te prestará algo.

—Si, porque seguro sus vestidos verdes me quedarán muy bien —ella respondió con sarcasmo.

Aemond suspiró mientras se acercaba a ella.

—Deja de quejarte por un segundo. El verde te quedará muy bien, hará que el verde de tu ojo resalté más. Además... ya no tienes que fingir odiarnos por tu padre.

—Nunca fingí. Los odio a todos ustedes.

El alzó una ceja en su dirección.

—¿Si?

—Si.

—Pensé que te agradaba bastante Helaena y sus hijos.

—Ella es tolerable... y es sorprendente como esos mocosos son hijos del borracho de tu hermano, debe de ser lo único que hizo bien en su vida.

Aemond se rió suavemente.

—¿Y que hay se mi?

—¿Qué?

—Te debo se agradar mucho. Ayer me abriste tu corazón.

—No fue así.

—¿No? —el preguntó con diversión, estirando su mano para acomodarle detrás de la oreja un mechón de cabello.

—No. Fue una simple coincidencia. Yo estaba hablando en voz alta y tu estabas en mis aposentos.

El volvió a reírse.

—Si, así debe haber sido...

—Si —ella afirmó con autosuficiencia— de todas formas... ¿Porque viniste a verme?

—Porque quería. ¿Aún debo recordarte que soy un principe y hago lo que quiero?

Alyssa se alejó mientras se reía.

—Disculpe mi príncipe, lo había olvidado —ella dijo inclinándose levemente.

Aemond negó con desaprobación, pero aún así estiró su mano para tomar la de ella.

—Vamos...

Cuando estuvo a punto de abrir la puerta se detuvo abruptamente haciendo que ella lo chocará.

—¿Qué, temes que tu mami nos vea? ¿Te quedarás más tranquilo si usamos los pasadizos?

—No es eso —Aemond negó mientras retrocedía para acercarse a la cama, se llevó a Alyssa con el porque no le soltó la mano— mi parche...

—No lo uses —ella le dijo rápidamente.

—Debo hacerlo, ni siquiera estoy usando el zafiro.

—Yo me pondré un tonto vestido, soy la más perjudicada aquí. Para estar en condiciones de igualdad tu no deberías de usar el parche.

—A ti el vestido te quedará muy bien. Yo asustare a cualquiera que me mire.

—Yo los asustare para que no te miren.

Aemond se rió de buena gana.

—¿Si, que harás?

—Dame tu daga y te enseñare.

El retrocedió cuando ella intentó quitarle la daga que el guardaba en el cinturón de su jubon.

—Eres peligrosa con una de estas en la mano. Me gustas más así.

—¿Qué, me temes?

Aemond le sonrió de costado.

—Vamos.

El se aferró a su mano con fuerza y dejando el parche atrás, ambos salieron de los aposentos de Alyssa, a mitad del camino se encontraron con Ser Dayne que miró a la mujer con extrañeza pero no los siguió porque ella le hizo una señal con la cabeza.

Cuando llegaron a la habitación de Helaena ella se ya encontraba despierta y estaba mirando por las ventanas de forma muy silenciosa.

—¿Hermana? —Aemond le hablo suavemente, cuando ni siquiera se volteó a mirarlos— ¿Que haces?

—Contemplo mi futuro...

Alyssa arrugó la nariz.

—Alejate de ahí o te caerás directo a la muerte —ella la reprendió sin poder contenerse, acercándose para tomar a Helaena del brazo y arrastrarla lejos.

Con el paso de los años Alyssa descubrió que había adoptado comportamientos propios de una hermana mayor, a sus hermanas siempre las había cuidado de tal forma, pero nunca pensó que le interesaría el bienestar de Helaena.

Aemond miró a Alyssa brevemente antes de volverse hacia su hermana.

—Alyssa se ha quedado sin ropa. ¿Serías tan amable de prestarle algo, Helaena?

La muchacha sonrió.

—Si. Solo tengo vestidos prima, lo lamento, se cuanto te gustan los pantalones —ella dijo mientras se acercaba a su gran armario para abrir las puertas, revelando vestidos de las más costosas telas y de diferentes colores.

—No te preocupes Helaena —Alyssa le dijo repentinamente, con un claro disgusto al mirar los vestidos coloridos— quizás pueda encontrar otra cosa y...

—No —Aemond la interrumpió— ¿Que tal ese rosa? Ese te quedaría muy bien ¿No lo crees, hermana?

Alyssa miró con horror como Helaena asentía con emoción mientras tomaba el vestido rosa.

Nunca, en todos sus años de vida Alyssa había usado un vestido, lo más parecido era el camison con el que a veces dormía. Desde que era pequeña, cuando aún alguien le elegía la ropa, su padre había ordenado que usará pantalones y cosas cómodas para entrenar. Su propia abuela también era conocida por usar pantalones y la mismísima Rhaenys, la abuela de sus hermanas a veces solía usarlos, pero ambas estaban también acostumbradas a usar vestidos, Alyssa por su parte no, nunca encontró en ellos algo que mínimamente le llamara la atención. Los vestidos no eran cómodos ¿Cómo podría ella usar uno mientras blandia una espada?

—El rosa resalta mucho con nuestros rasgos, es muy lindo —Helaena dijo con suavidad— se que mi hermana lo usaba mucho cuando tenía nuestra edad...

—Media hermana —Aemond la corrigió rápidamente.

Alyssa lo miro de reojo con una ceja en alto. Baela, Rhaena, Aegon y Viserys, los cuatro eran sus medios hermanos, pero ella nunca se refirió a ellos como tal, eran simplemente sus hermanos, no había tal distancia entre ellos. Todos compartían el mismo padre, pero no la madre, Aegon y Viserys tenían a Rhaenyra, Baela y Rhaena a Laena, pero Alyssa estaba sola, en ese entido siempre habían sido Alyssa y Daemon...

—¿Quieres probartelo, Alys?

Quizás aún seguía extremadamente sensible, porque esa siempre pregunta logró que Alyssa tuviera ganas de llorar. Solo sus hermanos la llamaban así y ahora quizás no volvería a verlos nunca, quizás luego de esto, nunca nadie volvería a llamarla así.

Helaena no lo sabia, pero de a poco se fue metiendo en lo profundo del corazón de su prima. Quizás porque era tan amable como Rhaena, y Rhaena siempre había sido la favorita de Alyssa.

Para que no se dieran cuenta de su repentino cambio de humor, Alyssa se acercó para examinar el resto de los vestidos.

—Quizás otro color. ¿Tienes algo rojo, o negro?

—No realmente... —Helaena dijo pensativamente— tengo muchos de color verde, aunque mi color favorito es el celeste, como Sueñafuego...

—¿Y por qué no tienes más de ese color? —Alyssa le preguntó.

Era verdad, la mitad de los vestidos de Helaena eran de color verde en diferentes tonalidades.

—No se..

Aemond suspiró con aburrimiento.

—Prima, si tu miedo es que te confundan con un Hightower por vestirte de verde te aseguro que nadie lo hará.

Alyssa se volteó a mirarlo con el ceño fruncido.

—¿Realmente no tienes pantalones, Helaena? ¿Que usas para montar a tu dragón?

—Hace mucho tiempo que no monto a Sueñafuego, ser madre es una tarea muy....

—Ser madre no te impide nada —Alyssa la corto— ¿Sabías que nuestra abuela Alyssa llevo a nuestros padres de paseo en la reina roja cuando apenas eran unos bebés? Estoy segura de que tu podrías hacer lo mismo.

—A los chicos les encantará —Helaena murmuró mientras asentía. Le sonrió a ampliamente a Alyssa antes de acercarse para tomar otro vestido— este es mi favorito, por favor úsalo.

El vestido que Helaena le estaba dando parecía ser mucho, aún para Alyssa que siempre le había gustado usar mucha joyería. Era de un color celeste claro y tenía muchas piedras incrustadas simulando las escamas de Sueñafuego.

Alyssa recordó que Rhaenyra tenía uno parecido, solo que tenía los colores de Syrax, quizás ella misma debería de haber usado algo para presumir a Vermithor cuando tuvo la oportunidad.

—No se si deba... —Alyssa murmuró, pasando una mano por las piedras— quizás lo rompa, no estoy acostumbrada a usar vestidos y soy bastante bruta.

Aemond se rió.

—Usalo, por favor —Helaena le dijo con amabilidad y Alyssa no pudo negarse.

Detrás del biombo, aunque no tenía espejos,  Alyssa sabía que se veía como una tonta, el vestido le quedaba suelto porque Helaena y ella no tenían el mismo cuerpo, pero de igual forma le resultaba completamente incómodo y definitivamente no quedaba muy bien con sus preciadas botas.

—Apresurate, Alyssa —Aemond le dijo con aburrimiento.

—Si se ríen de mi les cortaré el cuello —ella sentenció antes de salir detrás del biombo.

La parte de atrás de su vestido estaba abierto porque no había podido terminar de amarrar los cordones porque no llegaba, cosa que con una simple camisa y un par de pantalones nunca hubiera tenido tal problema.

—¡Hermosísima! —Helaena dijo con amabilidad.

—Te voy a matar —Alyssa le dijo de forma amenazante a Aemond que la estaba mirando con una sonrisa.

—No me reí —el se defendió— solamente te estoy admirando. Es raro verte sin pantalones.

—Dejame ayudarte con eso —Helaena se acercó y termino de atarle los cordones con delicadeza.

—¿Listo? —Aemond les pregunto.

—Desearía que no —Alyssa murmuró, mirando como él vestido se movía al caminar.

Aemond volvió a tomarle la mano.

—Te queda muy bien, deja de preocuparte.

El se despidió rápidamente de su hermana y salieron de su aposento sin percatarse de todas las miradas que había puesta en ellos.

—¿Realmente nuestra abuela llevo a volar a nuestros padres o solo quieres matar a mis sobrinos?

Alyssa se rió.

—Es verdad. ¿Tu padre nunca te lo contó? —Aemond negó— se algunas cosas sobre ella, murió cuando mi padre aún era un niño, se mucho más sobre mi abuelo, aunque si quieres preguntar eres bienvenido a hacerlo.

Aemond la miró con una ceja en alto. Alyssa nunca era tan amable, pero siempre le había gustado hablar sobre su familía y además todavía se encontraba un poco sentimental.

—Dicen que eres muy parecida a nuestra abuela...

Alyssa alzó los hombros, restándole importancia.

—¿A donde me llevas?

—Vamos a la colina de Visenya.

—A Vermithor no le gusta tu compañía ni la de Vhagar.

Aemond frunció el ceño.

—¿Pero si le gusta ese perro que te trajiste de Dorne?

—Oh no —Alyssa dijo con diversión— intentó comedor la primera vez que se lo presente, aún después de tanto tiempo solo lo tolera.

—Bien.. de todas formas no queremos a tu molesto dragón. Vhagar nos llevará a dónde tenemos que ir.

Alyssa freno de golpe.

—No gracias.

—¿Qué? —el preguntó mirándola con diversión— ¿le temes a mi dragón?

—Monte a Vhagar antes de aprender a caminar —ella dijo con autosuficiencia— no le temo a esa vieja fea. Pero yo tengo mi dragón, no necesito otro.

—¿Tu primera madrastra te llevo en Vhagar? —Alyssa asintió— entonces quizás por eso no le desagradas tanto.

—Vaya... ¡Que gran logro! —dijo con fingida emoción.

Aemond negó con desaprobación y la obligó a seguir caminando. Al salir de la fortaleza el sol fue tapado momentáneamente por Vhagar que voló sobre ellos.

—Ve, ya nos está esperando.

Alyssa no volvió a hablar hasta que llegaron a la colina de Visenya.
Vhagar ya los estaba esperando allí y sus ojos estaban puestos en Alyssa que se movió con cuidado para no irritarla.

A Alyssa siempre le habían gustado los dragones, amaba profundamente a Caraxes cuando era pequeña y estaba celosa de sus hermanas por tener un huevo cuando aún ni siquiera habían nacido. Vivir en Rocadragón solo profundizó aún más su amor, conocía a todos los dragones y los admiraba desde lejos, pero ninguno se comparaba con su Vermithor.

Tubī īlon emagon company, Vhagar (hoy tenemos compañía, Vhagar) —Aemond le hablo a su dragón en alto Valyrio mientras apoyaba una mano en sus escamas— Ziry iksos alyssa, gaomagon ao remember zȳhon? (es Alyssa ¿La recuerdas? ).

Vhagar resoplo con aburrimiento y se volvió había su jinete.

Ziry likes ao (le gustas) —Aemond afirmó con diversión— lodaor ao'd already sagon mēre hen zȳhon snacks (sino ya serías uno de sus bocadillos).

Daoriot jemas. Nyke'll sepār kipagon Vermithor (da igual. Solo montaré a Vermithor).

Ante el ruido de su voz, Vhagar se volteó a verla de nuevo.

—Al igual que a mi, le gustas que hables en alto Valyrio.

Alyssa se rió con ganas.

—¿Te gusta mi alto Valyrio?

—Si —el confesó sin vergüenza— de hecho, me gusta mucho tu voz cuando cantas. Eres terriblemente mortal, pero hay tal delicadeza en tu voz que haría rendir a cualquier bestia, por eso Vermithor te dejo montarlo.

—¿Si te canto me dejaras...?

Sabiendo muy bien a dónde iba a llegar, Aemond la freno, tomando su mano y apoyándola sobre el lomo de Vhagar repentinamente.

—Vamos, aún quiero que veas algo.

—Te seguiré en Vermithor.

Aemond suspiró con cansancio antes de tomar a Alyssa abruptamente por la cadera para levantarla. Vhagar también colaboró y juntos subieron a Alyssa a la silla.

—Ya no hay vuelta atrás —el dijo mientras se acomodaba detrás de ella en la silla.

—Podía tirarme ahora.

—¡Sōvegon Vhagar! —Aemond murmuró con diversión.

Desde que Alyssa había reclamado a Vermithor nunca había vuelto a subirse al lomo de de otro dragón y era tan extraño ahora volver a estar así sin tener las riendas del viaje.

—¿Mejor que Vermithor? —el preguntó con sorna en su oído.

—No hay nadie mejor que Vermithor.

Aemond negó con diversión. Ninguno de los dos volvió a hablar, en su lugar disfrutaron del agradaba silencio y de el viento golpeándole en el rostro,  no volvieron a hablar hasta que descendieron en la costa de la bahía de aguas negras.

—¿Esto era lo que me querías mostrar? —Alyssa preguntó con sorna, mirando la arena y una cueva.

—Deja de ser tan presumida —Aemond le reclamó, bajándose de un salto de la silla de Vhagar.

Alyssa lo imitó, sin preocuparse por el vestido que llevaba puesto.

—¿Que es entonces?

—Descubrelo por tu cuenta —el le dijo señalando con la cabeza la cueva.

No era la gran cosa, no era ni siquiera del tamaño de las cuevas más pequeñas de Montedragón pero si lo suficiente como para que Alyssa pudiera entrar sin agacharse. Una vez dentro, el calor la abrumo, en Rocadragón el lugar siempre se mantenía caliente por los volcanes, pero allí no parecía haber ninguno, lo único que había allí era una cascada que salía de entre medio de las rocas. El agua parecía tan caliente que el vapor era evidente, pero lo único que le llamo la atención fue un huevo que descansaba en el medio del agua cristalina.

—Eso es lo que te quería mostrar —Aemond murmuró, apareciendo detrás de ella.

Alyssa lo miró brevemente antes de acercarse para observar el huevo detalladamente. Era uno extraño, de un color blanco platino con una brillante veta dorada en el centro.

—¿Es el tuyo? —ella preguntó suavemente— ¿Es el que nunca llego a eclosionar?

—No —el dijo— cuando los guardianes de dragón afirmaron que el huevo que se puso en mi cuna nunca eclosionaria lo devolvieron a Rocadragon. Este estaba aquí cuando descubrí está cueva. Mira esto.

Alyssa lo miro pasar la mano por la pared rocosa y se acercó a mirar. 

Visenya.

Ella también paso la mano por las letras talladas en la pared de forma desprolija.

—¿Por que Visenya mantendría este huevo de dragón aquí si ella tenía a Vhagar?

—Le he dado vuelta a esto en mi cabeza desde hace mucho tiempo. Y lo único que tiene sentido es la magia.

Alyssa resoplo con diversión.

—¿Que te llevo a creer eso?

—¿Por que el agua está caliente? Rocadragón está muy lejos y solo tienes que salir para tocar el agua de la bahía y descubrir que esta fría. Visenya era conocida por la magia que empleaba.

Alyssa se volteó a mirar de nuevo el huevo en el agua.

—¿Ya lo has sacado de ahí?

—¿Estás loca? ¿No has notado el vapor?

—Los Targaryen tienen una alta tolerancia al calor.

—Eso es una simple tontería. Ponte fuente al fuego de un dragón y compruebalo por tu cuenta.

Ella resoplo.

—Dije tolerancia al calor, no al fuego, idiota —ella respondió agachándose para tomar el huevo.

—¡Alyssa no, te...!

La advertencia de Aemond fue en vano, porque Alyssa tomo el huevo sin ningún problema.

—¿Ves? Tolerancia al calor, nosotros mismos nos conectamos con un dragón, tenemos tolerancia a ellos.

Aemond frunció el ceño.

—No entiendo.

—¿Que no entiendes? —ella preguntó poniéndose de pié.

—Intente tocar el agua y me queme... Recuerdo que el bastardo Strong se quemó la mano cuando tomo el huevo que le llevaron a Joffrey, Jacaerys se lo contó a Aegon...

—Bueno —Alyssa murmuró sin darle mucha importancia mientras examinaba el huevo— quizás es porque tu sangre está contaminada y la de ellos igual, no eres puramente un Targaryen.

—Tu también, tu eres una bastarda.... Pero ¿Por que no te quemas? ¿Quién es tu madre?

Alyssa lo miro.

—¿Cómo podría saberlo?

Si lo sabía, su padre siempre se lo dijo, tu eres mucho más Targaryen que cualquiera de ellos...

Aemond la observo en silencio.

—Solo Helaena sabe sobre la existencia de esta caverna.

Alyssa volvió a dejar el huevo dentro del agua con delicadeza.

—¿No crees que sería más conveniente llevarlo a Rocadragon y que los guardianes de hagan cargo del huevo?

—No —el respondió rápidamente— me pertenece, yo lo encontré... Helaena soño con el, dice que le pertenecerá a una niña con el mismo color de cabello que las escamas del huevo... estoy seguro de que será mi hija.

Alyssa lo miro con una ceja alzada.

—Pense que el espíritu de Daenys había renacido en Jaehaerys —ella dijo con diversión.

—Burlate todo lo que quieras...

—¡Y en honor a ella también podrías nombrarla como tu hermana!

—Te he traído aquí para que dejaras la tristeza atrás, pero no a costa mia

Alyssa se rió suavemente mientras se acercaba a el.

—Solo estaba bromeando contigo... eres libre de creer en la tontería que quieras.

—¿Es una tontería si creo que te quedarás si te lo pido? —Aemond le puso una mano en la cadera y la acercó a él.

—Si, una muy grande.

—Quédate Alyssa. Tu hogar esta aquí.

—Mi padre no piensa lo mismo.

—Lo que piense tu padre me da igual... Si le molesta que te quedes aquí se tendrá que enfrentar conmigo.

Ella lo miro con diversión.

—¿Ah sí?

—Si —el respondió antes de unir sus labios.

Alyssa apoyó una mano en su pecho y lo alejó brevemente.

—¿Enfrentarlas a mi padre aún sabiendo que puedes morir solo para tenerme a tu lado?

Aemond la miró directamente a los ojos.

—No moriría.

Alyssa sonrió maliciosamente.

—¿Lo harías?

—Si —el confesó poniendo una mano en su mejilla— la magia de Visenya debe de correr por tus venas, porque todo esto no tiene sentido... me haz hechizado, esos ojos son los culpables...

Ella no lo dejo terminar de hablar y volvió a besarlo, su mano que aún se mantenía en su pecho se deslizó hasta arriba para comenzar a desabrocharle el jubon.

—Alyssa —Aemond dijo suavemente cuando ella intento sacarle el jubon.

—¿Si? —ella le preguntó sonriendo.

—Alyssa yo no tengo mucha exp....

—Yo te guiaré —ella le dijo, bajando una mano hacia sus pantalones, haciendo que Aemond cerrará los ojos— seré gentil, ya verás.

El se rió aún con los ojos cerrados.

—He estado en los burdeles antes —el dijo con voz ronca— he visto muchas cosas, solo que no se cómo..

—Entonces yo comenzaré.

Ella puede sentir lo duro que ya está a través de su ropa y con una sonrisa de satisfacción por lograr tal efecto en él, Alyssa comenzó a mover su mano, aún sobre los pantalones.

Aemond se inclina hacia adelante y su frente terminó apoyada en el hombro de Alyssa.

—Alyssa...

Ella deja quieta su mano y se rio cuando Aemond levanto la cabeza para mirarla.

—No juegues conmigo Alyssa.

Alyssa lo mira con diversión antes de mover su mano hasta los cordones de su pantalón, ya había comenzando a desarmarlos cuando el se alejo un poco.

—Yo estoy a punto de quedarme sin ropa y tu aun tienes mucha.

—Pues que bueno que tu hermana no ato los cordones de mi vestido muy fuerte.

Aemond la obliga a girar, le corrió el cabello hacia un lado y comenzó a desatar sin mucho cuidado los cordones del vestido.

—¿Que te sucedió ahí? —el preguntó, concentrándose en una vieja herida en su espalda cuando el vestido cayó al suelo.

—Hermana oscura —Alyssa murmura simplemente mientras se voltea— estábamos entrenando...

Si Aemond tenía algo que decir sobre la ancestral espada de Visenya pronto su mente se quedó en blanco cuando Alyssa se queda frente a el completamente desnuda.

—Tu hermana no me dio esa ropa que se usa debajo los vestidos...

Aemond extendió lentamente su mano y tomó un pecho con suavidad. Ella volvió a trabajar en sus pantalones y pronto dejó de ser la única desnuda.

Alyssa se acerca a él a tal punto que sus cuerpo podían sentir todo sobre el otro. Ella le dio un rápido beso antes de susurrarle:

—¿Quieres que te enseñe como monto a mi dragón?

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