xxi. sensitivity






capítulo veintiuno
SENSIBILIDAD

El romance de el príncipe Aemond y Lady Alyssa Targaryen no fue nada extraño,  aunque lo negaran ambos se parecían mucho, tenían un comportamiento errático y feroz que solo era apaciguado por el otro. Se complementaban como nada y las costumbres de su casa solo le facilitaron las cosas.


Aunque Alyssa afirmó que se iría a Volatis no estaba muy segura de hacerlo, ni siquiera sabía el nombre de su madre y ni mucho menos como se veía, seguramente no le sería difícil averiguar dónde vivía si daba un buen pago, pero algo dentro de su corazón se lo impedía. Alyssa aún después de todo no deseaba molestar a su padre ni desobedecerlo.

Las cosas que su padre le que había dicho le dolían mucho más que cualquiera otra cosa, siempre había estado bajo la mira de todos aquellos deseosos de juzgarla, la llamaron bastarda, puta y muchas cosas más pero nunca le importaron porque las personas que lo decían ni siquiera la conocían realmente. Pero escuchar a su padre llamarla Alyssa de Volantis cuando el mismo había luchado con uñas y dientes para legitimarla y había cortado tantas lenguas cuando la llamaron bastarda frente a él...

Sus emociones tan caóticas habían alterado hasta a Vermithor que mientras volaban escupía fuego solo para calcinar a los pájaros que volaban a su alrededor cuando antes nunca le habían molestado. Alyssa se encontraba realmente triste y estaba demasiado enojada como para reprenderlo. De hecho ni siquiera le había dicho una palabra a su dragón, ni tampoco realizó ninguna acción para dirigirlo a otro lugar cuando se dio cuenta que los estaba llevando de vuelta a la fortaleza roja.

Dayne se aferraba con tanta fuerza a la cintura de Alyssa que era probable que le dejara una marca después. El Dorniense nunca había sido un gran fanático de Vermithor, pero ahora que su jinete estaba enfadada su dragón se comportaba igual y por nada del mundo él deseaba caer cuando la furia de bronce giraba y volteaba de forma brusca.

Aunque siempre que llegaban a Desembarco del Rey Alyssa instaba a Vermithor a dar tres vueltas, está vez lo dejo hacer lo que quisiera y el dragón voló tan bajo como se le fue permitido, aterrizando a la gente en las calles bajas que chillaban con miedo y se tiraba al suelo como si aquello pudiera salvarlos de la furia de dragón.

Vermithor no descendió en la colina de Visenya como de costumbre sino que se apoyó descuidadamente en la entrada de Rey sobre la grande puerta de bronce que permitía la entrada a la fortaleza roja doblandola en el proceso mientras gruñía de forma amenazante. Alyssa se bajó de un salto y Dayne rápidamente la siguió. El dragón acercó su cabeza a la de su jinete y espero por caricias que pronto llegaron.

Avy jorrāelan vermithor, kirimvose syt being issa greatest raqiros. (Te amo Vermithor, gracias por ser lo mi más grande amigo)

Cuando Alyssa dio un paso hacia atrás Vermithor abrió sus grandes alas y tomo vuelo de nuevo, dejando atras a la vista el desastre que había hecho en la entrada del Rey.
Cuando el dragón estuvo lo suficientemente lejos, los guardias se acercaron a retomar su puesto en lo que quedaba de le entrada mientras las demás personas retomaban tan tranquilamente como podían las cosas que antes habían estado haciendo.

—¿Y ahora? —Dayne preguntó casi tímidamente mirando entra la puerta doblaba y Alyssa.

La chica giro sobre sus talones y miró la entrada a la fortaleza roja.

—No sé..

Alyssa siempre había tenido en claro todo, sabía muy bien lo que debía hacer, lo que se esperaba de ella. Desde niña su padre había esperado que aprendiera a sujetar bien una espada, que aprendiera a luchar, luego que reclamará a un dragón, también debería de cuidar de sus hermanas, casarse con Aegon y averiguar lo que los verdes tramaban... Alyssa siempre había vivido para cumplir las ordenes de su padre y ahora no tenía idea de que hacer, francamente ni siquiera sabía si quería entrar.

—¿Que te parece si descansas un poco? —Dayne le sugirió amablemente— luego de todo esto... dormir te ayudará, luego podemos hacer lo que quieras, ir a Volantis, a Marcaderiva o simplemente volver a Dorne, sabes que allí eres muy bienvenida.

Alyssa le sonrió de costado. Se alegro de tenerlo a su lado. Más que su protector Eric Dayne era su mejor amigo, nunca había tenido uno antes, nunca le interesó conocer a más personas, Alyssa siempre pensó que con su familía bastaba, pero ahora estaba tan equivocada...

—Si —ella suspiró— si, creo que dormiré. Luego nos iremos, es probable que mi padre no desee tampoco que me quede aquí, es un privilegio que una bastarda como yo no debería de tener.

Dayne le tomo la mano y le dio un fuerte apretón.

—Es un privilegio que una bastarda como tu se ha ganado, no has hecho nada más que lo que se te ha pedido, eres la hija más obediente que conozco.Tu, Alyssa Targaryen pones en alto el apellido de tu familía.

Alyssa lo empujó con fuerza mientras se reía brevemente.

—No te pongas así.

El se rió mientras ambos comenzaban a caminar hacia la fortaleza.

—¿Así como?

—Asi.. todo tonto y amoroso. Me das asco.

Dayne negó, pedo no volvió a decir ni una sola palabra. Juntos caminaron en silencio hasta los aposentos de Alyssa y solo cuando ella entro él se alejó.

Alyssa estuvo a punto de agacharse para sacarse la daga que escondía en la bota hasta que recordó que ya no poseía nada. Su padre tenía razón cuando afirmaba que todo lo que tenía lo tenía gracias a él, por lo menos las cosas que más apreciaba se las había regalado él.

Siempre tan orgulloso de ser un Targaryen, su padre le había regalado la capa roja bordada con dragones que a Alyssa tanto le gustaba y ahora no había nada en ella que la representará, solo el color de su cabello.

—Alyssa de Volantis —ella misma murmuró mientras se veía al espejo y se desarmaba la trenza que estaba usando.

Como Visenya, Alyssa siempre había usado el cabello trenzado, desde pequeña su padre le lo había trenzado y se había acostumbrado tanto a usarlo así que mirarse frente a espejo con el cabello suelto era tan raro.
Con cuidado se sacó toda la joyería que usaba, dejando solo el collar que su hermano Aegon le había regalado.
Ahora mirarse frente al espejo era aún más raro, pero así debería de verse un bastardo, así debería de verse Alyssa de Volantis.

Tan metida en sus propios pensamientos, Alyssa no notó que la puerta del pasadizo de Maegor se abrió hasta que alguien apoyó una mano en su hombro. Por el espejo Alyssa vio a Aemond que la miraba con el ceño fruncido.

—Te escapaste anoche —él la acusó.

—Si.

—Pero volviste.

—Si.

—¿Por qué?

¿Por qué? Alyssa también se lo pregunto. ¿Sería muy patético de su parte decir que no tenía un lugar a dónde ir?

Alyssa solo alzó los hombros restándole importancia.

—Me iré mañana —confeso en voz baja.

Aemond la miró con confusión, su único ojo bueno no abandono ni un por un segundo su figura en el espejo ya que ni siquiera se había volteado a verlo.

—¿Viniste a buscar tus cosas? —el preguntó— ¿Tu padre te ordenó volver?

—No.

—¿Entonces?

—Simplemente me iré —ella murmuró, poniéndose de pié y volteando a mirlo— quizás está sea la última vez que te vea, primo.

Aemond frunció el ceño y levantó una mano y la apoyo con cuidado en su mejilla.

—¿Que te paso aquí? —el preguntó refiriéndose a las marcas en su mejilla y en su barbilla— ¿Estos son dedos?

—¿Una obra de arte, no crees? —ella preguntó sonriendo sin diversión— ¿Recuerdas que dije lo mismos cuando te estaban cociendo el ojo en Marcaderiva?

—No bronces conmigo, Alyssa —el respondió sin diversión— ¿Quién te golpeó? ¿En qué problema te metiste ahora?

—Si no te molesta, me gustaría dormir —ella lo esquivó y se acostó en la cama, girando para no verlo.

—¿Donde esta tu perro Dorniense?

Aemond no recibió una respuesta.

—¿Mató a quien se atrevió a ponerte una mano encima,  verdad? ¿O lo hiciste tu?

Alyssa no contesto.

—¿A donde fuiste anoche? —Aemond insistió— Creía que te irías a Rocadragón. ¿Acaso te fuiste a Marcaderiva y te metiste en una pelea?

Más silencio.

—¿Te peleaste con la tonta de tu hermana?

—Baela no es tonta —Alyssa murmuró, tapándose con la manta.

—¿Entonces? ¿Sabe tu padre que estás así? —el preguntó, acercándose a la cama— aquel que se haya atrevido a tocarte será devorado por Caraxes seguramente.

—Aemond, vete y déjame dormir. Por favor.

El frunció el ceño y de repente estiró su mano y la apoyo sobre la frente de su prima.

—Estas siendo amable. Me asustas.

Alyssa no respondió, por lo que Aemond camino hacia el otro lado de la cama para verle la cara y se agachó frente a ella para mirarla de cerca.

—¿Que te sucede?

—Nada.

—¿Por que dices que te irás? ¿Pretendes huir?

De nuevo, no obtuvo respuesta por lo que Aemond se enderezó y examinó la habitación. No parecía haber cambios allí desde la última vez que entro, pero de repente recordó que Alyssa no había sacado su daga para amenazarlo apenas lo vio

—¿Pretendes dejar todo atrás? —el preguntó de forma brusca— aquí tienes más privilegios que cualquier otro bastardo. ¿Por que huirias?

Siempre había sido el deseo de Aemond hacerla sufrir, pero ahora que la estaba escuchando llorar se arrepintió un poco de ello.

—¿Estás llorando? ¿Tu? ¿Realmente estás llorando?

Alyssa levantó la manta y se tapo hasta la frente.

—No estoy llorando, vete.

Aemond tomo la manta y la bajo lentamente para verle la cara. Los ojos dispares que el tanto admiraba de su prima denotaban una profunda tristeza.

—No sabía que tenías corazón.

Alyssa intento taparse de nuevo, pero Aemond no la dejo.

—¿Por que lloras? —el insistió.

—No es de tu incumbencia.

—¿Quién te golpeó?

—No te importa.

—¿Por que quieres huir?

—Dejame en paz.

Aemond aflojó su agarre en la manta y Alyssa volvió a llevarla hasta arriba para taparse la cara. El se sentó junto a ella en la cama y esperó en silencio.

—¿Cómo puedes vivir sabiendo que tu padre no te ama?

Eso definitivamente tomo a Aemond por sorpresa. No había maldad en la pregunta de su prima, solo curiosidad y una profunda tristeza. El volvió a bajar la manta para mirarla y está vez Alyssa no se resistió.

—Es algo que acepte con el tiempo —Aemond confesó en voz baja— se que amaba a Aegon cuando era pequeño, supongo que debe de ser difícil para él ahora que sabía lo que era ser amado por un padre y ya no lo tiene, pero yo nunca lo tuve. No es importante para mi porque nunca lo tuve.

Alyssa lloro en silencio y Aemond la observo hasta que llegó a una conclusión.

—¿Tu padre te golpeó, Alyssa?

—No —ella respondió rápidamente.

—¿Quién lo hizo entones?

—Me lo merecía —Alyssa confesó en voz baja— le dije cosas muy inapropiadas, he insinuado cosas terribles sobre él y esta no ha sido la primera vez.. me lo advirtió antes, me advirtió que me comportará.

Aemond frunció el ceño. No había nada extraño en la confesión de su prima, los padres golpeaban a sus hijos todo el tiempo, lo que lo sorprendió fue que esta haya sido la primera vez que su tío Daemon golpeaba a Alyssa, pensó estúpidamente que como ella era muy buena defendiéndose había aprendió a hacerlo por las malas.

—¿Y qué? ¿Pretendes huir solo por eso? Pronto se le pasará.

—No creo que se le pase está vez...

Aemond no conocía como era su tío, pero si sabía que su prima lo adoraba, así que no podía entender que había sido tan malo como para hacerla pensar en escaparse.

—¿Sabes que me alegraría? —Alyssa preguntó de repente secándose las lágrimas.

El frunció el ceño.

—¿Qué?

—Que me dejaras verte sin ese asqueroso parche.

Aemond se puso de pie de repente.

—Te dejaré dormir.

Cuando él se acercó a la puerta del pasadizo de Maegor Alyssa volvió a hablar.

—Alyssa de Volantis.

—¿Qué?

—Asi me llamo mi padre. Ya no me reconoce más como a su hija, todo lo que tenía tuve de devolvérselo, hasta Vermithor... sin su apellido ya no soy más una Targaryen y no perezco un dragón.

El se volteó a mirarla como si estuviera loca.

—Los bastardos de mi media hermana no tienen un gramo de sangre Targaryen en las venas y aún así tienen un dragón. Tu eres más merecedora que ellos —Aemond se acercó a ella a paso lento— tu reclamaste a Vermithor, eso es una acción mucho más valerosa que cualquiera otra. Tu dragón te pertenece, lo hará hasta el día que mueras.

Alyssa hizo una mueca.

—Lo encadenaron —ella no supo porque le estaba contando estás cosas, quizás porque su único amigo no entendía sobre la conexión de un dragón y su jinete. Y Aemond si— pero se liberó y vino por mi. Me trajo hasta aquí, pero mañana me iré a Volantis... supongo que ese es mi único hogar.

—Este es también tu hogar —el sentenció, volviendo a sentarse en la cama— mi padre te ama, puedes quedarte aquí todo el tiempo que quieras, tienes su protección.

Ambos se quedaron en silencio y lentamente Aemond se fue deslizando en la cama hasta quedarse acostado frente a ella.

—Me gustan tus ojos —el confesó luego de un tiempo.

Alyssa sonrió de costado.

—Dejame verte sin el parche.

—Te asustaras.

—No, no lo haré.

Aemond no contesto pero tampoco se alejó cuando ella acercó su mano a su cara.

Alyssa delineó con su dedo índice toda la cicatriz que se extendía por su mejilla y solo se detuvo cuando llego al parche. Aemond la observo detenidamente con su único ojo.

—Te disgustara. Suelo llevar una piedra en el cuenco pero hoy me dolía particularmente la cabeza así que no la estoy usando.

—¿Que piedra? —ella preguntó mientras levantaba el parche.

Su párpado estaba cerrado, por lo que Alysa no puso ver el interior.

—Un zafiro.

Ella sonrió.

—¿Y por qué usas el parche para esconder un zafiro?

—Asusta a las damas de la corte.

—¿Saben las damas de la corte lo costoso que es un zafiro? Deberían de admirarlo.

Aemond abrió lentamente el párpado y Alyssa observó la cuenca vacía en silencio.

—¿Te da miedo?

—No —ella respondió con sinceridad—  me gustaría verte así todo el tiempo.

—Claro, así podrías burlarte de mi todo el tiempo.

Repentinamente Alyssa se inclinó y Aemond cerro los párpados antes de que ella le diera un beso en el párpado.

—Te dije una vez que me gustan los monstruos.

Aemond negó con diversión cuando ella se alejó. El volvió a abrir los ojos y miró la marca que tenía en la mejilla.

—¿Te duele? —el le preguntó, apoyando con cuidado la mano en su mejilla.

Alyssa negó y el de inclinó para besarla.

—Si le cuentas a alguien todo lo que te conté —Alyssa dijo repentinamente separándose de el— te mataré.

Aemond sonrió.

—Nadie me creerá —el respondió con diversión, volviendo a unir sus labios— tu, una mujer terriblemente malvada ¿abriéndome su corazón y llorando frente a mi?

Alyssa lo golpeó mientras se reía.

—Realmente quiero dormir —confeso cuando él estuvo a punto de besarla de nuevo.

Aemond no quitó la mano de su mejilla pero no volvió a acercarse a ella para besarla.

—Entonces hazlo. Nunca te obligaré a hacer algo que no quieres hacer.

—¿Y te quedarás aquí, viéndome dormir como un pervertido?

Aemond negó con desaprobación.

—Yo velare por tus sueños.

Alyssa sonrió cuando recordó que hace mucho tiempo cuando Laena había muerto ella les había dicho a sus hermanas lo mismo, nunca nadie le había dicho eso a ella, pero descubrió que le gustaba la sensación de seguridad y tranquilidad que le daba.

Quizás después de todo Aemond no era una persona tan terrible.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top