xv. my sister, my responsibility
capítulo quince
MI HERMANA, MI RESPONSABILIDAD
Aunque había muchas cosas malas para decir sobre Lady Alyssa Targaryen no se podía pasar por alto la devoción que tenía para con su familía. Las cosas que hizo para su familía de dieron el título de "Alyssa la sanguinaria" quizás hasta se gano el título mucho antes de la danza de los dragones.
Alyssa estaba a punto de quedarse dormida cuando el rugido de Vermithor la despertó. Su fiel dragón la estaba alertado de una presencia indeseada (aunque para Vermithor todos eran indeseados menos su jinete), Alyssa abrió un ojo y pronto lo volvió a cerrar cuando el sol la cegó. De igual forma no se movió de su lugar, estaba descansando sobre la arena, tirada allí como si estuviera tomando sol.
Vermithor que descansaba junto a su jinete, estiró su cuello y le gruñó celosamente a el intruso.
—Cantale una nana a tu hijo así deja de fastidiar.
No hacía falta que Alyssa abriera los ojos para saber quién la estaba molestando. La única persona, a parte de su padre que sabía que había reclamados a su dragón cantando era Aemond.
Los dragones demostraban la fuerza que los Targaryen tenían, ellos eran los que los supieron en lugar donde se encontraban ahora. Daemon no le permitió a su hija que contará como reclamo a su dragón, si las personas pensaban que reclamar a un dragón era tan simple como cantarle, tendrías muchos intrusos en Montedragón.
Cuando a los once días del nombre Alyssa se adentro a Montedragón, su padre la envío allí solo con el conocimiento de una canción, esperando que apaciguar la ira de la furia de bronce, no espero que la canción hiciera mucho más que eso.
Aún así, nadie podría imaginar que, Vermithor, el segundo dragón más grande de todos, fuera una criatura capaz de calmarse con una nana. La furia de bronce era imponente y ciertamente había hecho que muchos hombres se cargarán encima de solo verlo.
Aemond no se cago encima pero si dio un paso hacia atrás cuando Vermithor abrió la boca y el fuego se asomo por su garganta. Alyssa podía sentir las ganas que tenía su dragón de carbonizarlo y luego comerlo.
Alyssa se llevó una mano a la cabeza y abrió un solo ojo de nuevo para mirarlo cuando su mano la cubrió un poco del sol.
—Mi hijo esta particularmente hambriento esta mañana —ella dijo con diversión— y yo tengo muchas ganas de mirarlo, se ha portado muy bien últimamente, su recompensa será comerte. Usualmente no lo dejo comer cosas rancias o luego se enfermara, pero esta vez...
Aemond se acercó a ella bajo la atenta mirada de Vermithor y le dio una patada el pie.
Alyssa se rio y estiró su pierna para golpearlo, pero antes de que pudiera tocarlo el tomo su pie en el aire y se lo sostuvo.
No eran amigos pero el odio que se tenían mutuamente por el momento se escondía bien en el fondo de sus corazones.
Desde aquella noche frente a los a aposentos de Jaehaerys, Alyssa se había encontrado innegablemente atraída por su primo, aunque obviamente no era nada romántico.
Alyssa había aprendido con el paso de los años todas las técnicas de defensa y ataque que su padre le había enseñado, se había vuelto tan buena con una espada como él y fácilmente podría matar a un hombre. Pero había algo que su padre no le había podido enseñar.
El arte de la seducción.
Aunque Daemon Targaryen era un hombre hermoso y extremadamente astuto, había temas que con su hija prefería no hablar. Así que Alyssa tuvo que aprenderlos por su cuenta.
Un arma bien podría ser mortal, al igual que una mujer seductora.
Los hombres eran unos tontos y la mayor parte del tiempo pensaban solo en sexo. Para Alyssa era fácil seducir a un hombre y conseguir lo que quisiera, era un don con el que las mujeres habían sido bendecidas y ella pensaba utilizarlo sabiamente.
Alyssa estaba acostumbrada a coquetear descaradamente, tanto que a veces solo lo hacía sin pensarlo, como respirar. Por lo que coquetear con su primo Aemond fue algo que no pensó hasta que se dio cuenta de lo que hizo.
Las intenciones de Alyssa aquella noche nunca fueron seducir a su primo, solo quería molestarlo. Asustar a su presa hasta que al fin pudiera clavarle los dientes y matarlo lentamente.
Lastimosamente aunque a Alyssa le gustaba molestarlo por su sangre Hightower, su apariencia era completamente Targaryen, y como muchos de sus antepasados, se había convertido en un hombre portador de una gran belleza, sumándole el hecho de esa cicatriz en en su mejilla que hacía que Alyssa solo quisiera deslizar sus dedos por ahí.
Aemond Targaryen se había convertido en un hombre hermoso, y ella no estaba para nada ciega. Alyssa bien podría divertirse un poco con su presa antes de matarlo.
Aunque Daemon le había dejado claro a su hija que no quería que se relacionara con ningún cabrón Hightower, él no estaba allí para saberlo y si Alyssa se mantenía cuidadosa, ninguno de sus espías se lo diría.
Quizás era su ego hablando, pero Alyssa sabía que Aemond la deseaba casi tanto como ella. Desde que volvió a Desembarco del Rey la había estado observando. Ambos se odiaban y una noche de pasión no cambiaría eso, así que ninguno tenía nada que perder.
El problema ahora recaía en tentar a Aemond a pecar. Un hijo tan obediente y un corderito de Fe.. a Alyssa le encantaría contaminarlo.
—¿Cuál es el motivo de tu visita primo? —ella preguntó luego de mirarlo con una ceja alzada.
Cuando Aemond no demostró ser ninguna amenaza para su jinete, Vermithor resoplando, volvió a acostarse junto a Alyssa, su enorme cabeza estaba junto al abdomen de su jinete pero sus ojos de bronce seguían los movimientos de Aemond de forma amenazadora.
Aemond le soltó el pié.
—Ha llegado un cuervo de Rocadragón.
Alyssa lo miro con atención.
Eso no era ningún novedad, ella misma enviaba cuervos a Rocadragon informando a su padre sobre todo lo que sucedía en la fortaleza, pero si Aemond sabía que uno había llegado era probable que hubiese sido dirigido al Rey y la Mano lo recibiera en su nombre.
—Ser Eric podría habérmelo informado —ella respondió.
Aemond frunció el ceño y el parche se le movió levemente.
—Cuando le preguntó a tu perro sobre tu paradero no supo decirme dónde estabas.
Aunque Alyssa apreciaba a Dayne como un amigo, a veces simplemente quería estar sola por un momento.
—¿No has pensado que simplemente no quería que nadie lo supiera y le ordene guardar silencio?
—Es tu escudo juramentado, debe estar junto a ti todo el tiempo. Sin excepción —el afirmó con rotundidad. El sol se reflejaba en su cabello y parecía terriblemente sedoso, Alyssa se apoyó levemente sobre sus codos para mirarlo— deberías de conseguirte otro.
—No lo necesito cuando estoy en compañía de mi dragón.
—¿Y el sabía que estabas con Vermithor?
Alyssa lo miro con una ceja alzada.
—Por supuesto que lo sabe —Eric no lo sabía— ¿Era el contenido de la carta tan importante como para que te usarán como una criada?
—Tu hermana ha enfermado y tu padre demanda tu presencia en Rocadragón, desea que partas hacia allí lo antes posible.
Cualquier rastro de diversión se esfumó por completo del rostro de Alyssa y se puso de pie de un salto.
Ante la preocupación de su jinete, su dragón también se paró y se alzó sobre Alyssa como una sombra inmensa.
—¿Que ha enfermado a Rhaena? —ella le preguntó.
Aemond la miró con cuidado, captado la forma en la que sus encantadores ojos se llenaron de preocupación y aunque estaban debajo del sol, habían perdido el brillo travieso que siempre tenían.
—¿Cómo sabes que es Rhaena?
—Baela vive en Marcaderiva.
Alyssa no espero que Aemond le dijera que era lo que su hermana tenía. Se alejó de él a pasos rápidos esperando llegar a la fortaleza para leer la carta por su cuenta.
Para Alyssa la familia siempre había sido lo más importante y lo único que tenía. Rhaena era su hermana menor y aunque no lo admitiría, era su favorita.
Baela compartía el mismo carácter que ella y su padre, mientras que Rhaena era suave y delicada.
—Un resfriado creo, ha avanzado más de lo normal —Aemond respondió al fin siguiéndola de cerca.
Ninguno volvió a decir una palabra y aunque él ya le había trasmitido la información no se separó de su costado y la siguió hasta sus aposentos donde se encontraron con Dayne que los miro con una ceja alzada.
—Mi princesa, ha llegado una carta de su padre y ...
—Ya se lo he informado yo, Dayne —Aemond dijo de forma despectiva.
Eric frunció el ceño pero no dijo nada. Ambos miraron en silencio como Alyssa abría su viejo bolso de cuero y comenzaba a tirar su ropa dentro.
—¿Confirmas que era la letra de mi padre? —Alyssa le preguntó a su escudo juramento sin levantar la vista— ¿Pudiste leerla?
—La tengo aquí, en mi poder.
Alyssa dejo de hacer lo que estaba haciendo y se acercó para arrebatarle la carta de la mano. Sus ojos recorrieron brevemente las palabras de su padre y dejo la carta en la cama para tomar su bolso.
—Vamos.
Aemond se paró en puerta de los aposentos de su prima viéndolos alejarse. De repente Alyssa se volteó y lo miro con agradecimiento.
—Espero que puedas discúlpame ante el Rey y la Reina por mi abrupta partida. Agradecerles de mi parte por tan encantadora estadía. Adiós, Aemond.
Siempre era raro que ella lo llamara por su nombre. Siempre fue primo, tuerto o cualquier otro apodo despectivo que se le ocurriera.
Aunque Aemond entendía lo que significaba la devolución por la familía, no compartía el mismo cariño por sus hermanos que el que Alyssa parecía tener con los suyos. El mismo había aprendió que su familía era el punto débil de su prima, cada vez que deseaba molestarla solo tendría que nombrar a su padre o alguien más.
Nunca había visto a Alyssa actuar tan preocupada, siempre lucia confiada de si misma, pero ahora descubrió que había en ella mucho más que un corazón frío.
Aemond se volteó a mirar la puerta de la habitación de su prima. Apurada, solo se había molestado en tomar algo de ropa, pero la mayoría de las cosas de Alyssa aún seguían ahí...
Con curiosidad Aemond se adentro y cerró la puerta detrás de si. Apenas puso un pie adentro el aroma a menta lo mareo. La habitación parecía mucho más Targaryen que cualquier otra parte del castillo. Los tapices de hombre y mujeres desnudos montando dragones, el color rojo y negro que predominaba por todo el lugar...
Aemond se adelantó a tomar la carta que Alyssa había dejado en la cama. Aunque su abuelo lo había enviado a buscar a su prima para informarle la noticia con la esperanza de sacárselas de encima lo más rápido que pudieran, él no conocía por completo el contenido de la carta y la curiosidad lo invadió.
La carta estaba dirigida a Alyssa, no al Rey. Todos en la fortaleza sabían que ella y su padre mantenían correspondencia y hasta el momento su abuelo no había podido interceptar las cartas antes de que ella las tomará, pero ahora con ella afuera el lo había logrado.
Le sorprendió que Alyssa no se enfureciera porque hubiesen abierto su correspondencia.
Alyssa
No es mi deseo preocuparte. Desde la última carta que te envié las cosas han estado bastante tranquilas en Rocadragón. Tu hermana se encuentra enferma, el maestre Gerardys la ha estado cuidado muy bien, pero su salud desmejoró últimamente y no conocemos muy bien el porque. Baela esta de visita y desea que las tres estén juntas con esperanza de que tu hermana mejore en tu compañía.
Es mi deseo también que vuelvas, ve con mi hermano y hazle saber mi decisión.
Nyke gīmigon syt sure bona rhanea won't morghūljagon, ȳdra daor worry bē zȳhon. Konīr issi tolī pressing matters isse zaldrīzesdōron bona jorrāelagon aōha presence bona nyke daor vestragon rȳ nykeā letter. aōha reports emagon issare extremely helpful, yn ao'd sȳrkta māzigon arlī sir. māzigon hae aderī hae possible, ao se nyke jorrāelagon naejot spoil zōbrie mandia.
(Se con certeza que Rhaena no morirá, no te preocupes por ella. Hay asuntos más urgentes en Rocadragón que necesitan de tu presencia y que no puedo decirlos a través de una carta. Tus informes han sido de suma utilidad, pero es mejor que vuelvas ahora. Ven lo antes posible, tu y yo tenemos que mimar a hermana oscura).
Aemond volvió a releer el último párrafo tratando de entender. Si Rheana no estaba tan enferma como lo habían pintado ¿Por qué Alyssa parecía tan preocupada?
Su abuelo no entendía nada de Alto Valyrio porque lo desconocía que Daemon había afirmado que Alyssa estaba allí con el propósito de espiarlos, aunque era bastante obvio.
¿Mimar a hermana oscura? Aemond repitió la frase en su mente mientras intentaba entenderla. Hermana oscura era la ancestral espada Valyria que Visenya uso, era gloriosa y a su parecer tenía mucho más historia que fuegoscuro. Lamentaba no poder poseerla el mismo. Pero ¿Cómo se podía mimar a una espada? Algo se estaba perdiendo.
Aemond volvió a dejar la carta en la cama y miró la habilitación por última vez, estaba a punto de irse hasta que algo le llamo la atención.
Tirado junto a la cama había un pequeño cuaderno de color amarillo. La tapa era fina y tenía dibujado muchos soles, eso fue todo que necesito para abrirlo, pero apenas lo hizo se arrepintió.
Un cuaderno de poemas.
Un cuaderno de poemas escrito a mano solo para Alyssa por príncipe de Dorne.
Aemond lo cerró fuertemente tan pronto como leyó "tus labios son como la miel.."
¿Que tan tonto debería de ser un hombre para escribirle poemas a su amante? ¿Sabía él que Alyssa simplemente lo estaba usando? ¿Sabía que Alyssa estaba comprometida y que él no siquiera era su único amante?
Los poemas para Aemond eran una gran tontería. Ni siquiera tenía sentido, la palabra poema y el nombre de Alyssa nunca podrían estar juntas en una misma oración, ¿alguien tan brutal como su prima relacionada con la delicadeza de un poema? Inaudito.
Alyssa era bella, si y había muchos hombres interesados en ella, ¿Pero escribirle poemas? Era absurdo.
Aemond solo quería ver a ese príncipe y burlar de él en su cara. Alyssa no era una mujer de poemas, Alyssa era una mujer ruda que prefería tener en sus manos una espada antes que una pluma.
Decidió que ya no tenía más ganas de mirar entre las pertenencias que su prima había dejado atrás y antes de salir tiró el libro amarillo y disfrutó de ver cómo la llamas de la chimenea lo envolvían.
Nadie estaba esperando a Alyssa y a Ser Eric cuando aterrizaron en el jardín de Aegon a altas horas de la noche.
—¿Sin recibimiento? —Eric negó con falsa desaprobación— que falta de respeto.
Alyssa no le prestó atención, su mente estaba muy ocupada pensado en su hermana menor y en la verdadera razón de su enfermedad. Rhaena era fuerte, cuando nació ella y Baela eran débiles y los maestres pensaron que morirían, pero la fuerza que corre por la sangre Targaryen es más poderosa y ambas se volvieron sanas con el tiempo.
Alyssa se había quedado durante horas mirándolas dormir en su cuna cuando eran pequeñas, deseando que las dos murieran porque le habían quitado la atención de su padre, pero ahora daría su propio vida por las de sus hermanas.
Rhaena no era como Baela y Alyssa, pero no era de salud frágil, algo más que una tonta fiebre tendría que mantenerla en la cama.
Alyssa desmontó con agilidad y se olvidó de Eric, alejándose para entrar a la fortaleza. Vermithor rugió y se sacudió para sacárselo de encima justo cuando empezaba a volar, por lo que Eric quedó tirado en el suelo, agradeciendo que el dragón de su princesa no había decidido deshacerse de él cuando hubiese estado más alto en cielo.
Dentro, los guardias inclinaron la cabeza y la dejaron vagar libremente por los pasillos que se encontraban mayormente oscuros.
La habitación de Rhaena estaba junto a la suya por lo que Alyssa dejó caer el bolso en su puerta mientras pasaba e irrumpió en la habitación de su hermana sin llamar de antemano.
Baela salto de la cama apenas entró y se acercó a su hermana para abrazarla.
—Alys..
—¿Estás bien? —ella le preguntó, pasando una mano por los rizos revoltosos de su hermana.
—Si, es Rhaena quién me preocupada.
Alyssa se deslizó del abrazo de Baela y se acercó a paso lento a la cama para mirar a su hermana menor que dormía plácidamente. Ella extendió la mano y con cuidado la puso en su frente. No precia tener temperatura.
—¿Que le pasó?
Baela extendió su mano y tomo la de Alyssa para guiarla más cerca de la puerta, no queriendo que su voz respetará a Rhaena.
—No lo sé, Alys. Pero me preocupa. Acabo de llegar hace dos días y ni siquiera salió a recibirme, Kepa dice que solo quiere atención. El maestre Gerardys afirma que no tiene nada, pero Rhaena ni siquiera habla y llora hasta quedarse dormida.
Ambas miraron en silencio a su hermana que dormía.
Alyssa frunció el ceño
—¿No te ha dicho ni una palabra?
Baela negó.
—Se que Rhaena no quiere llamar la atención. Algo le sucedió, ella no es así.. tengo miedo de que alguien...
Alyssa siguió su línea de pensamiento y rápidamente su cara se volvió roja de la ira.
—¿Crees que alguien la forzó?
—No lo sé.. —Baela hizo una mueca de tristeza— es ahora cuando lamento estar tan lejos. Si yo estuviera aquí no dejaría que nada malo le sucediera... quizás así ella tendría confianza en mi y me contaría cualquier cosas, pero tu Alys, eres su hermana favorita, nos has conocido desde siempre y ninguna de nosotras conocemos una vida sin ti. A veces hasta te preocupas más por nosotras que Kepa. Si Rhaena hablará con alguien es contigo por esa razón le rogué a Kepa que te trajera de vuelta.
—Yo lo solucionare —Alyssa sentenció.
Volvió a acercarse a la cama y se agachó frente a Rhaena. Con una suavidad impropia de ella, algo que solo tenía reservado para los miembros de su familía, le pasó una mano por el cabello hasta que su hermana se despertó.
—Alys..
Cuando Rhaena hablo, Baela se acercó rápidamente a la cama y se paró detrás de su hermana mayor.
—Ya estoy aquí, Rhae —Alyssa murmuró, deslizando su mano para apoyarla con cuidado en la mejilla de su hermana— estoy aquí contigo y todo estará bien.
Los ojos de Rhaena se llenaron de lágrimas y Alyssa se arrastró en la cama para abrazarla. Pronto su camisa se puso húmeda por el llanto de su hermana.
—Todo esta bien —Alyssa la arrollo como si fuera un bebé, como Laena le había enseñado hacerlo cuando era pequeña— te libraré de todo aquel mal que te atormenta. Lo solucionare, lo que sea que te molesta, yo lo resolveré.
Rhaena no volvió a hablar, pero entre lágrimas se durmió sobre el pecho de su hermana y cuando su respiración se volvió tranquila, Alyssa la acomodo con cuidado en la cama.
—¿Que haremos? —Baela preguntó en voz baja.
—Yo lo resolveré, tu quédate con Rhaena.
Baela frunció los labios pero asintió.
Alyssa salió de la habitación y se deslizó rápidamente por los pasillos, subió las escaleras de dos en dos sin importarle el ruido que estaba haciendo y llego a los aposentos de su padre.
Al igual que antes, entro sin llamar, pero esta vez se arrepintió.
Hermana oscura se precioso en su cuello mientras su portador se adaptaba a la breve luz de la luna que entraba por la ventana.
—¿Alyssa? —su padre preguntó con confusión. El bajo lentamente la espada mientras se apresura a por tomar parte de la colcha y taparse.
Alyssa ni siquiera se había dado cuenta de que estaba desnudo hasta ahora, de igual forma ella solo se concentró en la cara de su padre mientras decía:
—¿Que le pasa a Rhaena?
—¡No puedes entrar a mi habitación así durante la noche! ¿Te das cuenta que podría haberte matado?
—¿Que le pasa a Rhaena? —ella volvió a preguntar.
Daemon suspiró y se pasó una mano por la cara.
—A tu hermana no le sucede nada. Es una mujer que solo quiere atención, discutiremos esto por la mañana. Ahora vete a dormir, Alyssa.
La chica frunció el ceño.
—Rhaena no..
—Quiere atención —si padre la interrumpió con irritación— tus hermanos son menores por lo que necesitan más cuidado, Baela esta lejos en Marcaderiva y tu estabas en Desembarco del Rey. Se ha inventado una enfermedad con la esperanza de que todos le prestaron atención, y verás que lo logro.
Alyssa se enfureció.
—¡Rhaena no quiere llamar la tención! Si te preocuparas más por ella sabrías que no es esa clase de persona, algo malo le ha sucedido.
—Ten cuidado en como me hablas, Alyssa —Daemon espetó bruscamente— soy tu padre.
Alyssa desvío la mirada ante la reprimenda del hombre y vio a Rhaenyra en la cama que los miraba intentado mantenerse despierta, ella también estaba usando la colcha para taparse el cuerpo. Alyssa volvió a mirar a su padre cuando su madrastra le sonrió de forma incómoda.
—Baela tiene sospechas preocupantes.
Daemon frunció el ceño.
—¿Que es lo que piensas tu?
—Que podría matar a cualquier cabrón que haya puesto una mano sobre mi hermana.
Rhaenyra soltó un grito ahogado, pero ni padre ni hija le prestaron atención. Daemon miró a su hija con cuidado por un tiempo.
Aunque Daemon lo intentaba, no era un padre particularmente cariñoso, quería a todos sus hijos, pedo a veces tenía una forma extraña de demostrarlo. Había criado a Alyssa solo, y ella era su primogénita por lo que dejaba sobre sus hombros la responsabilidad de cuidar de los menores.
Su favorita siempre había sido Alyssa, porque la crio a su imagen y semejanza, letal, pero suave con la familía tal como él lo era con su hermano, lo que significaba que el peso por lo que le había sucedido a Rhaena recaía en ella.
Tus hermanas son ahora tu responsabilidad, el le había dicho cuando la gemelas nacieron, tienes que estar ahí para protegerlas cuando yo no pueda.
—Entonces ve —el dijo al fin— has lo que creas que es correcto.
Asesinar, mutilar, torturar... Su padre le estaba dando el permiso y no hizo falta que el dijera nada más.
—Zaldrīzes —Daemon la detuvo antes de que pudiera salir de la habitación— no gastes todas tus fuerzas, en la mañana te quiero de vuelta aquí, hay asuntos que tu y yo debemos resolver.
Alyssa salió de la fortaleza esquivando a ser Eric. Los múltiples viajes de Alyssa y sus coqueteos, la habían hecho amiga de muchas personas extrañas, pero ahora era simplemente era algo a su favor. Sus amigos siempre estuvieron dispuesta a ayudarla por lo que no fue difícil para ella saber la historia que Rhaena no quería contar.
La familía estaba por encima de todo. Nadie lastimaba a su familía.
Vermithor rugía en el cielo, volando sobre Alyssa mientras ella de acercaba a la choza más cercana a la bahía de Aguasnegras.
Aunque Alyssa era feroz y cruel, nunca había asesinado a un hombre, más siempre había una primera vez para todo.
Alyssa brio la puerta de la choza de una patada. La madera húmeda se quebró y el ruido alertó a un hombre que se puso rápidamente de pié tambaleandose. La choza era una porquería, un chiquero lleno de olor a vómito y el hombre no estaba mejor.
El hombre no podía ser mayor que Aegon, el hijo de la Reina, y además parecía tener las misma costumbres que él.
—Rompiste mi puerta —el dijo con el ceño fruncido. Su áspero acento delataba que no era un habitante nativo de la isla.
—Eso no es nada comparado con como te romperé los huesos.
El hombre se puso alerta y recupero de la mesa una botella. La alzó frente a ella con la esperanza de asustarla, pero Alyssa no retrocedió.
—Vete de mi casa si no quieres resultar herida, preciosura.
—¿Le llamas casa a esto? —Alyssa pateo descuidadamente un almohadón que estaba en el suelo, completamente sucio— que infeliz.
—Te lo advertí —el dio un paso hacia adelante con la botella alzada para golpearle la cabeza, pero Alyssa se adelantó y le dio un golpe en la nariz, haciéndolo caer hacia atrás. Un crujido se escuchó y la sangre comenzó a brotar de su nariz .
El hombre soltó la botella y de llevó una mano a la nariz mientras se revolcaba en el suelo.
Alyssa se agachó frente a él y lo levanto tomandolo por el cabello. Lo dejo arrodillado mientras la obligaba a mirarla.
—¿No eres tan macho ahora, verdad? —ella espetó con enfado, tirando muy fuerte de su cabello. El gimió— ¿Solo te aprovechas de las chicas que no pueden defenderse?
Él se inquieto, intentó librarse de su agarre, pedo Alyssa lo apretó más fuerte.
—Dejame en paz, bruja.
—Nunca tendrás paz mientras yo viva —Alyssa dijo, soltandole el cabello bruscamente. Alyssa tomo su cara con una mano y lo obligó a mirarla, su agarre era tan fuerte que cuando él quiso quejarse de nuevo no pudo hacerlo— mírame. Mírame a los ojos y dime si te recuerdo a alguien.
El intento alejarla de nuevo. La mano de Alyssa se llenó de la sangre que brotaba por la nariz del hombre y luego de un segundo, cuando el pareció reconocerla, lo soltó empujándolo hacia atrás, haciéndolo caer de nuevo.
—No se quién eres —el dijo, su voz temblaba — pero seguramente te has equivocado.
—Estoy segura de que no —ella dijo simplemente— no me conoces a mi pero debes de conocer a mi hermana.
—No..
—Si.
Alyssa se inclinó sobre el.
—Metiste la mano debajo de su vestido mientras estaba en una feria en la aldea —ella dijo lentamente. Saco de bota su daga y comenzó a dibuja patrones al alzar, solo rompiendo su camisa, no tocando su piel— es una niña que tiene mi mismo color de cabello y te rogó que la dejaras en paz. Ahora, ¿Es apropiado que yo te deje en paz cuando tu no cediste ante las súplicas de mi hermana?
—No toque a tu hermana, ni siquiera la conozco —el murmuró intentando alejarse.
—Yo creo si —sin previo aviso, Alyssa le enterró la daga en el estómago y la movió solo para hacerlo sufrir— la tocaste sin su consentimiento y si ella no hubiera logrado escaparse la hubieras forzado.
El hombre se retorció en su lugar mientras Alyssa se ponía de pié nuevamente.
—No.. yo no —el gimió, apretandose el lugar donde Alyssa lo había lastimado— ella insistió, ella me provocó, tu hermana lo quería.
Eso solo sirvió para enfurecer más a Alyssa que de agachó para obligarlo a ponerse de pié.
—Mi hermana no quería nada tuyo, asqueroso cabrón —ella enterró la mano en la herida que antes le había provocado, haciendo gritar como una niña— ni mi hermana ni nadie. ¿Cómo alguien podría querer algo que venga de ti? Miraté, una rata vive mejor que tu. No tiene nada que ofrecer ¿Por eso te conformas tomando a las mujeres a la fuerza, verdad? Porque no eres suficiente, no eres lo suficientemente hermoso, no lo suficientemente rico, no eres lo suficientemente honrado. ¿Que cualidad, aparte de oler como un cerdo tienes?
Él no contestó, solo lloro.
—Pero todo acabará ahora. No te preocupes —Alyssa siguió, apretando tanto la daga en su mano que sus nudillos se volvieron blancos— no volverás a tocar nunca más a una mujer.
—No.. —el escondió su manos detrás de su espada, intentando de una forma estúpida que Alyssa no pudiera llegar a ella para cortarlas.
La mujer sonrió de forma maliciosa.
—No te preocupes por tus manos —ella dijo, con una voz perturbadora— tomaré un regalo para mi hermana antes de acabar contigo.
La mano de Alyssa se deslizó hacia abajo y la daga rompió el pantalón del hombre. Quién preso del pánico al descubrir lo que ella intentaba hacerle, la empujó un poco e intentó huir. Estaba herido y su fuerza no se comparaba en nada con la de Alyssa, por lo que ella lo dejo que se acercara a la puerta para darle esperanzas, pero antes de escapar, lo tomo del cuello de la camisa y lo tiró al suelo.
—Tu me has provocado a mi —ella dijo utilizando sus palabras.
Alyssa puso un pie en su pecho y lo mantuvo acostado mientras termina de romperle la ropa dejando al descubierto el pene del hombre.
—Mi dedo meñique es mucho más grande —ella se burló, mientras acercaba su daga.
El hombre se retorció e intentó empujar a Alyssa.
—¿Que pasa, no te gusta? —ella preguntó con burla— ¿Esta es la primera vez que tienes a una mujer encima por su propia voluntad?
—Perdoname, perdoname, te lo suplico...
Alyssa negó.
—Tks tks, es demasiado tarde para implorar perdón y yo ciertamente no soy un Sépton.
Sin esperar más, la fina hoja de la navaja se deslizó rápidamente por su pene, desprendiendolo de su cuerpo con un corte limpio.
Alyssa se levanto, dejando gritar en al suelo. Mantuvo el pene en su mano como si fuera un trofeo y guardo delicadamente la navaja de nuevo en su bota.
Sus gritós fácilmente podrían escucharse por toda la aldea pero a Alyssa no le importó.
—Rhaena, ese es el hombre de mi hermana, de la persona a la cual le has arruinado la vida —ella le dijo lentamente— es ella a quien le deberías pedir perdón. Pero lastimosamente te has topado conmigo antes y yo soy nada indulgente.
Alyssa se acercó a dónde debería estar la puerta y salió. Arriba, en el cielo, Vermithor rugió cuando vio a su jinete.
—¡Dracarys, Vermithor!
La furia de bronces voló sobre la choza y escupió fuego mientras Alyssa se alejaba un poco.
—Moriras gritando, cabrón.
Los gritos se hicieron más fuerte y Alyssa se quedó allí, justo al frente disfrutando de cómo las llamas de Vermithor destruían todo a su paso.
Vermithor voló solo el lugar y se alejó, cuando sintió que la rabia de su jinete disminuía. De igual forma la siguió desde el cielo, un poco más alejado mientras Alyssa volvió a la fortaleza.
El solo estaba saliendo y cuando Alyssa llego a la torre del tambor de piedra, su padre la esperaba en la sala de la mesa pintada. Ella tiró el pene sobre la mesa y miró a su padre.
Daemon sonrió.
—¿Que asuntos tenemos que resolver ahora?
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