xix. pride
capítulo diecinueve
ORGULLO
Muchos estaban en contra de la relación del príncipe Aemond y Lady Alyssa.
La misma Reina acusó a su sobrina de seducir a su hijo y mancillar su reputación, pero el que más se oponía era el príncipe Daemon que declaró que antes de ver a su hija mayor con el tuerto de su sobrino prefería dársela de comer a su dragón.
—¿Asi que soy el dragón que más te gusta montar? —Aemond le preguntó a su prima interceptadola en el pasillo.
Ser Eric dio un paso hacia atrás y espero un instante para comenzar a caminar detrás de ellos a una distancia considerada para respetar su intimidad.
Alyssa se volteó a mirar brevemente a su primo con una sonrisa. Obviamente la voz se había corrido y en la fortaleza no se hablaba de otra cosa que no fuera de ellos dos. Ahora Alyssa parecía una tonte ingenua y Aemond un cabrón malicioso.
—Fue un halago, primo. Debes tomarlo como tal —ella dijo amablemente, con diversión.
—Por supuesto —el unió ambas manos detrás de su espalda y la miró con su único ojo bueno—pero te faltó contarle a los guardias sobre la docena de amantes que tienes.
Ella se rió. Aemond frunció el ceño y de repente parecía bastante enojado.
—Has pedido tu virtud hace mucho tiempo. Muchos hombres han de conocerte desnuda y a ti solo se te ocurrió nombrarme a mi.
Alyssa encontró aquello muy divertido.
—¿Acaso sabes algo? —ella lo interrogó, sonriendo ampliamente— no es necesario que una doncella como yo esté desnuda para perder su virtud.
Aemond dejo de caminar y la miró con furia. Alyssa se detuvo frente a el pero continúo hablando solo para molestarlo.
—Ahora que lo pienso seria más sencillo si usará un vestido —ella se llevó una mano a la barbilla y fingió pensarlo por un momento— que tonta fui. Tirare todos estos pantalones de inmediato y los reemplazare por vestidos.
El la tomó de la muñeca antes de que pudiera alejarse.
—No te atrevas.
Alyssa sonrió con picardía.
—¿Que es lo que te preocupa, primo? Hasta quizás le agrade más a tu madre si me pongo vestidos y me parezco más a una doncella que a un caballero. Así quizás nos permita casarnos...
Aemond se acercó peligrosamente a ella, tanto que sus narices chocaban. El no parecía muy divertido, no encontró gracia en lo que Alyssa había dicho sobre él ni en lo que ella estaba sugeriendo ahora mismo.
—Los pantalones te quedan bien. No los cambies por tontos vestidos.
Alyssa sonrió enormemente y se acercó más a el. Ahora sus labios se estaban rozando pero ella no intento nada.
—Imagina lo bien que me veo sin ellos —ella murmuró contra sus labios antes de darle un beso en la comisura y alejarse.
Aemond aún la tenía agarra de la muñeca, por lo que ella no se resistió cuando el volvió a acercarse y la beso. Está vez no fue nada brusco, pero fue Alyssa quien lo dirigió.
Las criadas pasaban de un lado a otro mirándolos con sorpresa. Si bien el rumor se había corrido rápido nunca nadie los había visto así, la máxima cercanía que habían compartido antes fue en el campo de entrenamiento cuando ambos se amenazaban de muerte.
Ser Eric suspiró con resignación y se volteó para no verlos.
—No quiero verte sin ellos —el dijo separándose de ella sin alejarse— ni yo ni nadie debería.
Alyssa sonrió de costado.
—Eso lo decidiré yo.
Aemond frunció el ceño.
—Las criadas ya lo han visto. Han escuchado tus mentiras. Y ahora eres mia y ninguno otro hombre volverá a poner una mano sobre ti.
—No soy tuya —ella le dijo con diversión— estoy comprometida por si no lo recuerdas. Y solo hemos compartido un par de besos, no seas codicioso primo.
El apoyó una mano en la cadera de Alyssa justo debajo del cinturón que sostenía la espada y la apretó contra él.
—Contra mi buen juicio fui a hablar con mi padre para que no te exiliaran. Recuerda que el mismo quería comprometernos, puedo volver a hablar con el si es..
Alyssa se alejó de él abruptamente, de repente la diversión se acabó.
Su padre se lo había dejado claro, podría tener amantes todo lo que quisiera mientras Aegon crecía, quizás hasta cuando estuviera casada, y Alyssa aunque no estuviera de acuerdo con él nunca lo desobedeceria.
—No digas tonterías, Aemond.
—Tu y yo somos más parecidos de lo que crees. La sangre Targaryen que corre por mis venas solo te desea a ti. Ambos montamos los dragones más grandes del mundo y juntos..
—El único lugar donde estaremos juntos será en una cama y luego de eso, si así lo quieres, en tu imaginación. No existirá tal cosa, tu sangre está contaminada con la de los Hightower. ¿Que pensaría mi padre si accediera a tal tontería?
Aemond frunció el ceño.
—¿Piensas que mi familia esta de acuerdo? Tu eres una bastarda y aún así te deseo.
—Puedes desearme todo lo que quieras pero al final de día será con mi hermano Aegon con quién me casé.
—¿Le temes, no? —el preguntó con diversión.
Ahora fue el turno de Alyssa en fruncir el ceño.
—¿A quién?
—A tu padre —el aclaró, el parche solo lo hacía parecer más cínico cuando dijo:— ¿Tienes miedo de que te abandone en Volatis si no haces lo que te pide?
En un rápido movimiento Alyssa lo agarro del cuello y lo estrelló contra la pared. Solo hacia falta mencionar a su padre para que explotará.
Era probable que muchas personas pensaran así, que Alysa se debía a su padre y que estaba temerosa de que él la abandonará.
Pero desde pequeña Daemon había afirmado que el la había reclamado como se reclama a un dragón, el nunca había pensando en abandonarla y su compromiso con Aegon solo había sido pactado para que ella se quedará en casa con él.
Las pocas veces que Alyssa había sugerido irse a Volantis su padre se había alterado y le prohibió aquello.
Estaba claro que Daemon Targaryen no tenía pensado abandonar a su hija, y ella tampoco a él.
—No es temor lo que siento por el —Alyssa murmuró entre dientes— sino que siento el mayor respeto y admiración por mi padre. ¿Tu puedes decir lo mismo?
Aemond bufó.
—¿Seguirás admirandolo aún cuando no quiera saber nada de ti? —Alyssa lo empujó de nuevo contr la pared haciendo que su cabeza se golpeará fuertemente— te ha parecido muy divertido dicer que soy el dragón que más te gusta montar ¿Pero que dirá tu padre cuando se entere?
Alyssa guardo silenció. Cuando dijo todo aquello lo único que quería hacer era fastidiarlos a todos y no se había detenido a pensar en lo que sucedería luego. En este momento era probable que su padre ya hubiese sido informado sobre todo, Daemon tenía espías y amigos por igual que siempre estaban dispuestos a ayudarlo.
La última vez cuando su tío había tenido intenciones de casarla con Aemond, su padre había sido muy duro al respecto.
—¿Y que dirá el tuyo? Oh —ella se rió mientras lo soltaba de forma brusca— apenas puede reconocerte, no dirá nada.
—Apenas puede reconocerme si, pero está ahí. Junto con mi madre. Los dos. ¿Donde esta tu madre? —el le preguntó con burla.
A Alyssa nunca le había molestado su estado de bastardia, reconocía muy bien su lugar, sabía que aunque era más Targaryen que todos, como a su padre le gustaba decir, seguía siendo una niña nacida fuera del matrimonio.
Aunque su padre le había dicho que su madre era hija de Saera Targaryen, Alyssa no tenía mucha más información que esa, no conocía su nombre ni sabía cómo era su apariencia física, si seguía viviendo en Volantis, si tenía más hijos o si se preguntaba por ella.
A veces Alyssa también se encontraba preguntándose por ella. Muy en el fondo deseaba desobedecer a su padre, montar a Vermithor y volar a Volatis para conocerla. Muchos decían que se parecía a su abuela y que tenía el cabello y la altura de su padre, pero ¿Tendría algún parecido con aquella mujer que le dio la vida? ¿Se alegraría de verla? ¿Siquiera la reconocería?
—¿Ves? No somos tan diferentes como quieres creer —Aemond dijo.
Alyssa se volteó lista para irse.
—¿Te has dado cuenta que siempre huyes?
—No lo hago —ella espeto, volteando a verlo.
—Justo ahora lo estaba haciendo —el dijo con diversión— siempre lo haces, nunca se puede hablar contigo, solo luchar.
—¿De que quieres hablar conmigo? ¿Te sus sentimientos, corderito de Fe? —Alyssa dijo con burla— lo siento, me había olvidado que los príncipes son más sensibles, todos son tontos y pretenden esclusivad, casamiento y...
—¿Quién pidió tu mano? —Aemond le preguntó abruptamente— ¿El príncipe de Dorne?
—No es el único príncipe que conozco —ella respondio sin darle importancia— ya has quemado el diario que me regaló, déjalo en paz.
Aemond frunció el ceño.
—¿El tonto de mi sobrino? —preguntó de repente con mucha diversión— ¿Lord Strong quiere convertirte en Lady Strong? —Aemond se rio tanto que a Alyssa le fue inevitable no reírse también— que patético.
—Tu eres patético —ella respondió poniendo los ojos en blanco.
El aún se encontraba muy divertido, por lo que riéndose se acercó a ella y le dio un rápido beso.
—¿Te ha besado como yo ese Lord Strong?
—Depende. ¿A cual de los dos te refieres?
Ante la mirada de sorpresa de Aemond Alyssa se rio terriblemente fuerte mientras se alejaba. Ser Eric se posicionó rápidamente a su lado y caminaron en silencio por un buen rato.
—Tu padre va a matarte —Dayne dijo al fin.
La chica suspiró pesadamente.
—Con suerte creerá que es una táctica de seducción para obtener información.
Ser Eric se burló de ella.
—¿Y que información has logrado obtener hasta ahora?
—Que tiene los labios terriblemente secos.
El hombre se rió y la empujó levemente.
—Cuando tu padre se entere realmente te matará. Odia fervientemente a los Hightower.
—Yo también los odio —ella se defendió.
—Pues tu padre no pensará eso. Va a casarte con Aegon apenas pongas un pie en Rocadragón.
Alyssa se podía imaginar eso. Su padre era capaz y aunque ella había llegado a no aborrecer tanto la idea de casarse con su hermano, tampoco quería casarse con un niño que apenas le llegaba a la cintura.
—No permitiré tal cosa. Es mi vida al fin y al cabo, ya he aceptado casarme con Aegon, no debe de alterarse por unas cuantas aventuras cuando el mismo me lo permitió.
—Me gusta que estés con Aemond —Helaena murmuró lentamente mientras trenzaba con delicadeza el cabello de su hija— hacen una pareja muy bonita.
Alyssa que estaba sentada de forma descuidada en el sillón a su lado golpeó de forma accidental a Jaehaerys con la espada de madera en la cabeza al escuchar aquello.
Últimamente, sin nada mejor que hacer Alyssa se encontró pasando mucho tiempo con su prima y sus hijos, pero era el mayor de ellos que estaba desesperado por su atención.
El niño se quejó y le devolvió el golpe con la espada de madera.
—No estoy con el tuerto de tu hermano —Alyssa dijo rápidamente cuando se recuperó. Volvió a prestarle atención a Jaehaerys y lo amenazó con la espada.
—Los vi besarse esta mañana —Helaena dijo con confusión.
—¿Y? Estoy entreteniendo a tu hijo pero no soy su bufon —ella respondió restándole importancia, ambas se voltearon cuando la puerta se abrió— y hablando del bufón. He aquí, lo he invocado.
Aegon la miró de mala forma y se sentó en el sillón frente a su esposa. No apestaba a alcohol lo que era una gran hazaña para el.
—No entiendo —Helaena murmuró suavemente, soltando a su hija que se acercó para sentarse en las piernas de su padre— mi criada, ha dicho que tu le contaste a los guardias que estabas enamorada de él. ¿Ya no lo amas?
El hijo mayor del Rey se rió fuertemente.
—¡Escuché que te lo montaste! ¿Quieres probar a alguien con más experiencia? Te aseguro que será más placentero conmigo.
Alyssa lo miro con desagrado.
—Si me pones un dedo encima te arrancaré la polla con los dientes.
Aegon hizo una mueca y se cruzó de piernas.
Jaehaerys le mostró los dientes a su padre de forma amenazante mientras corría por la habitación alzando la espada de madera y gritando algo inentendible.
—Eres una dulzura prima, ya entiendo por qué tu y mi hermano disfrutan repasar tiempo juntos.
—No estoy enamorada de él, Helaena —Alyssa dijo, volteando para ver a su prima que aún esperaba una respuesta— habrás notado que todos los hombres son unos idiotas.
Helaena se rió mientras Aegon ponía los ojos en blanco.
—Supongo que eso no evita que se anden besando en todos los rincones del castillo.
Alyssa alzó los hombros restándole importancia.
—Dije que los hombres son idiotas, no feos.
La puerta volvió a abrirse y ser Eric solo miró a Alyssa cuando dijo.
—Princesa ha llegado una carta de Rocadragón.
—¡Uhhh alguien hizo enojar a papi!
Alyssa se puso de pie al mismo tiempo que le tiraba a su primo la espada de madera a la cabeza.
Lo último que Alyssa escucho al salir de la habitacion de Helaena fue a Aegon quejarse.
—¿La leiste? —Alyssa le preguntó a Eric.
—No tengo permitido tal cosa.
La chica puso los ojos en blanco y le arrebato la carta de las manos a su escudo juramentado.
Como carta dejaba mucho que desear. Era simplemente un pergamino escrito con la letra de su padre que decía:
Recuerda dónde recae tu lealtad, no me gustaría volar a Desembarco del Rey solo para hacertelo acordar, zaldrizes.
Alyssa arrugó el papel con furia y lo tiró por una ventana. Eric la miró con sorpresa.
—¿Que decía?
La chica resoplo. Su padre nunca la había golpeado pero sus palabras siempre eran duras y lastimaban mucho cuando sabía que decir.
La última vez Alyssa se había molestado terriblemente cuando su padre amenazó con cortar toda relación con ella y prohibirle a sus hermanos verla.
—Que se encuentra muy orgulloso de la hija que tiene —ella respondió sin humor— iré a volar un poco, quédate aquí.
Dayne no insistió y dejo que Alyssa saliera de la fortaleza sola para encontrarse con Vermithor.
Cómo siempre Vermithor estaba esperando a su jinete en la colina de Visenya y sin que ella se lo indicará el tomo vuelo.
La conexión que Alyssa tenía con su dragón era tan grande, que al notar que estaba enojada Vermithor rugió con furia a nadie en especial y solo se calmo cuando ella comenzó a cantarle suavemente en alto Valyrio.
Volar siempre calmaba a Alyssa, su padre le había dicho una vez que en el viaje de Volantis a Desembarco del Rey se la paso durmiendo sin asustarse de Caraxes aunque era una bebé con apenas unos días de nacimiento.
—Quememos Desembarco del Rey hasta los cimientos y huyamos —Alyssa le sugirió a su dragón con diversión— quizás mi abuela no era tan estúpida como todos piensan, se alejó de su estúpido padre y de las responsabilidades de la corona, vivió libremente, como más le gustaba.
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