xiii. at night




capítulo trece
EN LA NOCHE

Al final de cuentas, fueron solo los hijos de el príncipe Daemon Targaryen los únicos que sobrevivieron a la danza de los dragones y fue su legado el que perduró en la historia. Lady Alyssa Targaryen, su hija mayor, lo honró hasta su último respiro.








—Le agradas mucho a la Reina —Eric murmuró mientras se dirigían a sus aposentos luego de una cena muy peculiar.

Alyssa se volteó para verlo, una gran sonrisa adorno su rostro.

—¿Lo has notado? Me ama —ella siguió con claro sarcasmo.

Dayne negó con diversión. Ambos siguieron su camino en silencio. El Rey no tenía objeciones sobren el nuevo escudo juramentado de su sobrina, se alegro de que fuera un hombre que su propio padre había aprobado para mantenerla a salvo.

—Ve a descansar Dayne. Aquí nadie intentará atentar contra mi vida, aunque les gustaría —Alyssa se rió ante la mirada de incredulidad del hombre— come algo y luego date un baño, apestas a dragón.

—Tu no eres quien para señalar eso —el respondió con desagrado— desde que te he conocido siempre apestas a humo y a dragón, antes de conocerte ni siquiera sabía que era el olor a dragón.

Alyssa sonrió enormemente.

—En mi esta justificado —ella dijo con diversión mientras abría la puerta de sus aposentos— soy un Targaryen, nadie puede decir que apesto a dragón. De hecho es una gran falta de respeto y debería de castigarte... mm tengo muchas cosas en mente, podría obligarte a..

Dayne puso los ojos en blanco y empujó a Alyssa adentro de la habitación antes de el mismo cerrar la puerta.

Alyssa se rió desde el otro lado, ella obviamente no tenía intenciones de seducir a su escudo juramentado, solo le agradaba fastidiarlo.

—¡No le diré a Qyle si eso a lo que le temes! —ella se burló, aún pegada a la puerta para escuchar su reacción.

—Tu padre debería de haberte puesto límites antes de que te volvieras demasiado insolente. Ahora ya no tienes arreglo —el respondió desde el otro lado— eres una mocosa malcriada e insolente.

La chica sonrió con diversión.

—¡Vete a dormir!

—No hay nadie para revelar mi puesto. No puedo —el contestó ostinadamente.

Alyssa abrió la puerta y asomo la cabeza para mirarlo con desaprobación.

—Nadie te revelará porque no soy una princesa y no necesito cuidados como el resto de la familia real. Te dormirás en tu puesto y no serás de ayuda. Ahora vete a descansar, mañana quiero entrenar temprano.

Eric le sostuvo la mirada por un momento antes de ceder.

—Si, princesa.

—Y ven a romper ayuno conmigo —ella le dijo antes de volver a cerrar la puerta.

Alyssa no estaba segura como trataban a los guardias y que tipo de comidas le servían. En Rocadragón ciertamente Eric no se sentaba a comer con toda la familía, pero era bien alimentado y Alyssa siempre se aseguraba de que recibiera buenos tratos. Aquí, en desembarco del rey no podía asegurar tal cosa, por lo que mientras no fuera citada por el Rey para compartir una cena familiar, comería en sus aposentos y obligaría a Eric a hacerlo con ella.

Sus aposentos estaban de misma forma que ella lo había dejado la última vez que estuvo en Desembarco del rey, pero Alyssa no se tubo a examinar con exactitud, sino que, guiada por los relatos de su padre se acercó a la pared detrás de su cama y comenzó a pasar la mano.

Daemon le había hablado a su hija sobre los pasajes secretos con la intención de que fuera discreta si quería pasar sus noches en la calle de la seda. Alyssa no tenía intenciones de malgastar su dinero en los servicios que se ofrecían alli, pero ciertamente no se negaría a deambular por la noche para ver cómo los de baja cuna se divertían.

—¡Ajá! —Alyssa festejo de forma patética cuando toco un ladrillo y la pared se abrio— Maegor todos te odian, pero yo te amo, te hubiese sabido comprender...

Ella misma se rió de la idiotez que dijo, corrió q su bolso y tomo una capa mucho más discreta de la que llevaba puesta en ese momento, se la puso usando gran parte para taparse el cabello y salió por el pasadizo.

Los pasillos del pasadizo eran oscuros y olían casi tan mal como todo desembarco del rey, pero Alyssa se las arreglo para salir sin tropezarse, y sin ser descubierta que era lo más importante.

De noche las calles de Desembarco del rey se veían mucho más atractivas que de día, había puestos que vendían todo tipo de brebajes, desde té de luna a algo que ayudaba al hombre a ser más efectivo en la cama, Alyssa se encontró mirando el brebaje con diversión, estaba pensando en comprarla solo para molestar a Addam Mares que era, con el único que no había llegado a más nada que besos. Decidida alcanzó el bolsillo de su pantalón para comprarlo, lo molestaría terriblemente cuando su padre le permitiera volver a Marcaderiva.

—Tienes que tener cuidado con esto, jovencita —la mujer que los vendía le advirtió mientras recibía un dragón de oro— no te aproveches de su uso.

Alyssa se rió mientras guardaba el pequeño frasco en el bolsillo de su capa y se negaba a tomar el vuelto.

—¿Con que frecuencia recomiendas usarlo?
—ella preguntó sin pudor.

—Dependiendo, jovencita. ¿Cuántos años tiene el hombre en el que pretendes usarlo?

—No pasa los vente días de su nombre.

—Mmm —la mujer lo considero por un momento— ¿Y ya tiene ese tipo de problemas? ¡Que decepción! Te aconsejo mejor que te busques a otro, aún eres joven y bonita... Pero si insistes en seguir con él... cinco gotas por día bastaran, ponlo en su vino para pasar el mal sabor.

—¡Es usted muy amable, gracias! —Alyssa se despidió de la mujer con gracia y se detuvo a observar una obra de teatro que representaba a su casa.

Un hombre gordo y borracho fingía forzar a una pobre mujer en el medio del escenario hasta que aprecio otro actor con un parche en el ojo gritando:

—¡Aegon comportate!

—¡Silencio tuerto! —el falso Aegon le dijo, empuñando a la mujer y tomando una botella para darle un largo trago— ¡Me follarme a quién se me de la gana!

—¡Estás casado! —el Aemond falso lo acusó.

El publico abucheo. Alguien al lado de Alyssa murmuró:

—Un hombre tiene sus necesidades..

Alyssa frunció el ceño con desagrado y se volteó para irse, no le interesaba escuchar ni ver ese tipo de tonterías.
Estuvo deambulando un buen rato por la calle, admirando las chucherías y divirtiéndose escuchando a los borrachos cantar canciones vulgares hasta que alguien la sujetó de la muñeca.

Con un movimiento rápido Alyssa saco su draga y estuvo a punto de cortar la garganta de su agresor hasta que lo vio. Una vieja decrépita la miraba con los ojos entrecerrados, más curiosa que temerosa y entonces le pregunto:

—¿Quieres saber tu futuro?

—Que tonteria —ella murmuró, volviendo a guardar su daga con impaciencia— no perderé mi dinero en eso.

Alyssa intento liberarse del agarre de la mujer pero ella deslizó sus dedos desde su muñeca para tomarle la mano con cuidado.

—¿No quieres saber que cosas te depara el destino, que caminos...?

—Yo misma formo mi propio camino, nada esta tallado en piedra —Alyssa murmuró con fastidio.

La mujer le giro la mano, revelando su palma. Le pasó un dedo mugriento por las líneas que tenía marcadas y murmuró algo inentendible.

—¿Qué?

—¿Realmente quieres saberlo, niña? No veo cosas muy agradables en tu futuro.

Alyssa la miró con ojos entrecerrados. Realmente no creía en ese tipo de idioteces, pero ya no pudo retroceder, la curiosidad por saber que estupideces le diría la mujer no le permitió negarse.

—Adelante, dime qué tan triste será mi futuro —ella le dijo, dejando que la mujer le examinara de forma detallada la palma de la mano.

—El precio de la exigencia a caído sobre tus hombros. Los hombres que más amas te abandonaran y sera la caida para ti, la locura se alzara por sobre todas las cosas y tendrás que pagar su precio con lo que tú corazón más atesora. Nunca serás feliz, quedaras atrapada en una vida de remordimiento, pero después de todo reinará la paz, tu corazón se ablandara gracias a tus cinco hijos y pero ellos también serán tu perdición, una madre que se aferra a su hijos pero muere por ellos. Ese será tu final, la muerte te trajo este mundo y ella te reclama de la misma forma.

La mujer le soltó la mano con delicadeza y la miró a los ojos.

—Tu segundo hijo será tu decepción pero el primero honrará tu hombre en cada oportunidad que se le presente. Aunque no vivirás para ver sus hazañas, tu recuerdo quedará en el legado de tu familía y se esperara que hijas lleven tu valentía, pero no hasta que hayan pasado muchos años, alguien se alzara y traera de nuevo la gloria de tu casa, no llevará tu nombre pero si la sangre de tu sangre y su fiereza se comparará con la tuya.

Alyssa detestaba la idea de casarse y no había pensando mucho en hijos, solo sabía que le gustaria llamar a uno en honor a Baelon el valeroso, pero el solo pensamiento se tener cinco hijos la dejo perpleja.

Obviamente la mujer mentía, pero mientras Alyssa le pagaba no puedo dejar se pensar en lo que ella le había dicho.

Cinco hijos. Dos hijos.. ¿Y tres hijas quizás? ¿Hijos de Aegon?

—Que estupidez —ella dijo está vez en voz alta, intentando convencerse de que en realidad lo era— con un hijo bastará, Aegon no es heredero, no necesitara más que uno y no se me exigirá más, mi padre no lo permitirá.

El historial de las mujeres Targaryen no era muy bueno a la hora de traer hijos al mundo, muchas padecian y Alyssa no quería que ese fuera su futuro, si moría deseaba hacerlo a lomos de Vermithor, luchando en alguna guerra y muriendo de forma honorable no en la cama de parto. Si Aegon quería más hijos Alyssa lo empujarla a tomar otra esposa o a tener bastardos para que luego el Rey los legitimara.

Sumida en sus pensamientos y sin ganas de seguir descubriendo lugares en las calles de desembarco del rey luego de lo que la bruja le había dicho, Alyssa volvió sobre sus pasos par a volver a la fortaleza.
Durante la mañana le contaría a Eric sobre sus patéticas predicciones y ambos podrían burlarse de ellos mientras rompían el ayuno.

Dentro de los pasadizos de Maegor, Alyssa no se preocupó por ser cuidadosa y ciertamente no estuvo atenta, no pensó que nadie más conociera los pasadizos, pero obviamente se equivocó cuando chocó con alguien que la hizo aterrizar en el mugroso suelo.

—¡¿Alyssa?!

La chica levantó la vista para ver a Aemond que se que había inclinado sobre ella y la miraba con reproche, la luz de la vela que llevaba casi se estaba acabando.

—¿Que haces aquí? —el le preguntó cuando ella se puso de pié.

—Obviamente vine a descansar en este maravilloso suelo, tarado.

Alyssa se sacudió la capa y descubrió que el lugar en donde debería estará el frasco con el brebaje estaba mojado, por lo que levantó la capa, solo para descubrir una mancha de color azul en su camisa blanca, rodeada de una gran mancha de sangre que se abría paso para tapar el azul.

—¿Que te pasa? —Aemond le preguntó, entrecerrando los ojos para examinar la sangre en su camisa— ¿De dónde vienes? ¿Quién te atacó?

Alyssa frunció el ceño y volvió a taparse con la capa. Apenas le dolía, si no lo hubiese visto probablemente ni siquiera se habría dado cuenta del corte.

En el suelo el vidrio del frasco se esparció y Aemond lo piso cuando dio un paso adelante para acercarse a ella.

—No me pasa nada —ella prácticamente gruño cuando el intento quitarle la capa para mirar el corte por su cuenta.

—Pues no aparece. ¿De dónde vienes? ¿Donde esta tu perro de Dorne?

Alyssa se puso a la defensiva. Su padre le había dicho que se mantuviera libre de problemas y le pidió que fuera muy discreta si usaba los pasadizos de Maegor para salir, pero no pensó que Aemond también sabría sobre ellos, ahora si el se lo contaba a su madre, la Reina no dudaría en contárselo al Rey y luego ella tendría problemas.

—De ningún lado, solo me apoye en la pared por accidente y descubrí esto, queria averiguar a dónde llegaba.

Aemond la miró con su único ojo entrecerrado, obviamente no le creia ni un poco.

—No es un lugar seguro para ti, no es apropiado para las mujeres. Podrías lastimarte, justo como ahora.

—No es nada, no me lastime —ella insistió, no queriendo parecer débil— ¿Y tu que haces aquí? Tu mismo acabas de decir que no es un lugar apto para mujeres.

—Ja ja —el murmuró sin diversión, aún mirando la capa que Alyssa mantenía para tapar la sangre— dejame ver. Si te mueres aquí será mi culpa.

—Es un estúpido corte, no moriré —ella volvió a resistirse y cuando el extendió la mano para tomar la capa, Alyssa lo golpeo— estoy bien te dije. ¿Acaso aparte de ser tuerto también eres sordo?

Aemond se enderezó en su lugar y la miro de forma despectiva.

—Y tu aparte de ser una gran mentirosa ¿que otra cualidad posees?

Alyssa suspiró.

—Estoy bien.

—Pues no lo parece.

Ambos se miraron en silencio por un momento.

—¿A dónde ibas?

—No te interesa, bastarda —el respondió bruscamente.

Alyssa lo miro con una ceja en alto.

—Se más original, primo —ella se burló de él—  no me molesta ser una bastarda.

—¿Y como te gustaría que te llamara? La última vez parecías encantada cuando te di un apodo ¿Acaso debería de volver a usarlo?

Ella inclinó la cabeza por un segundo intenta recordar como la había llamado aquella vez, pero Aemond se apresuró a recordárselo.

—Mi Alys...

Si no estuviera tan cansada, Alyssa hubiese sacado su daga para amenazarlo de muerte pero está vez solo se quejó haciendo que Aemond sonriera con malicia.

—No te atrevas.. —ella lo apunto con su dedo índice en forma de advertencia.

—¿Por qué no? ¿Te molesta... O acaso te recuerda a alguien? ¿Alguno de tus amantes te llama así?

—No tengo amantes —ella sentenció con rotundidad, recordando las palabras de su padre.

—Parecias muy feliz de recordarme que ese perro que trajiste había calentado tu cama la última vez... Dime, queridísima prima, ¿Cuántos hombres han pasado por tu cama?

—Ninguno.

Aemond la miró con una ceja alzada y ante la clara burla en su mirada Alyssa no pudo resistirse a contestar.

—Ninguno a pasado por mi cama, ¿Por quien me tomas? Yo me he acostado en sus camas.

El la miró con desaprobación.

—¿No te da vergüenza?

—¿Por qué debería? ¿Acaso a ti te da avergüenza? ¿No ibas a irte ahora a un burdel?

—¿Qué? —Aemond le preguntó casi horrorizado.

—No soy tonta, primo, no como a ti te gusta pensar. Si simplemente querías pasear a la luz de la luna lo hubieses hecho en el castillo, pero obviamente no querías que nadie te descubierta así que tomaste los pasadizos. Dime ¿Eres un cliente habitual en los burdeles?

—Yo no.. —el trato de excusarse pero Alyssa no lo dejo y siguió hablando.

—¿Y aún así pretendes que me avergüence por hacer algo que otros hacen tan libremente? Por lo menos yo no les pago a los hombres con los que me acuesto.

Aemond frunció el ceño, el parche casi se le movió de lugar.

—¡No puedes ir por la vida actuando como una puta! No eres una princesa pero representas a esta casa y no deberías deshonrar su nombre, tienes suerte de que tu padre te haya comprometido con tu hermano porque nadie querrá a una mujer tan libertina.

Alyssa ahora también frunció el ceño.

—¿Pero tu si puedes vagar por la calle de la seda y follarte a todas las mujeres que se te den la gana mientras yo tengo que quedarme en mis aposentos y fingir se la imagen de la decencia?

—Yo no ando en la calle de la seda...

—Si, claro, seguro estabas en los pasadizos porque querías ir a la calle de las hermanas.

—Para tu información iba a salir a buscar a mi hermano.

Alyssa lo miro con una ceja en alto.

—¡A un burdel!

—Si, pero yo no me iba a quedar ahí por sus servicios.

Ambos se quedaron en silencio de nuevo hasta que Alyssa volvió a hablar.

—No soy una mujer libertina —ella espetó.

—¿Acaso sabes leer, prima? ¿Conoces el significado de la palabra? ¿Quieres que te lo recuerde?

—Si se leer, carbón.

—Pues no parece, eres tan salvaje como las personas que deambulan por la calle de la seda. ¿No te educó tu padre con una inclinación para la violencia? Escuché que nunca tuviste una Septa.

—No necesitaba clases de decoró con una vieja olvidada por los dioses.

—¡Alyssa! —el la prendió como si de repente alguien podría escucharlos.

—¿Qué?

—¿Lo ves? Eres una salvaje.

—¿Sabes que? Puedes meterte tus palabras en.. —Alyssa había dado un paso adelante con la intención de sobrepasarlo y volver a sus aposentos, pero el la tomó del brazo— ¡¿Qué?!

—Aun sigues sangrando deja que mire eso o que te acompañe a ver al maestre.

Alyssa bufo.

—Soy salvaje ¿Recuerdas? Puedo arreglarmelas por mi cuenta.

—Eres la persona más terca que he conocido en la vida —el se quejó.

Aemond libero a Alyssa se su agarre pero cuando ella comenzó a caminar para irse el la siguió.

—¿No tienes mejores cosas que hacer, como ir a buscar al borracho de tu hermano a un burdel?

—Lo haré luego de acompañarte a ver al maestre.

—No iré a ir a ver a maestre —Alyssa sentenció.

—Si irás, yo me aseguraré.

—No.

—Si.

—No. No puedes obligarme.

—Si puedo, soy un príncipe.

—Uno muy engreído —ella murmuró entre dientes.

Aemond la miró de reojo con diversión.

—¿Que dijiste?

—¡Que eres engreído!

—¿Si yo soy engreído que quedará para ti, prima?

—Obviamente solo los mejores elogios.

—Ah si —el fingió recordar— me di cuenta que te gusta recibirlos, especialmente de mi padre.

—¿Que estas insinuando, pervertido?

—Nada.

—Vamos, dilo —ella dijo, dejando de caminar— has insinuando antes que era una puta, no te prives de decir lo que piensas. Después de todo eres un príncipe y estas por encima de mi.

—No he insinuando nada, déjalo así Alyssa.

Esta vez fue ella quien lo tomo del brazo para que no se alejara.

—¿No estarás insinuando que soy la puta del Rey, no?

—Pues no seria una sorpresa —el le dijo, soltandose de su agarre bruscamente— tu madre era una puta y tu padre se terminó casando con su sobrina... No es ajena ese tipo de relación para ti.

Escuchar eso molesto terriblemente a Alyssa, no era tonta y ya hace unos años había escuchado los rumores de las criadas luego de haberla visto salir de los aposentos del Rey durante la noche cuando iba a cantarle. Pero simplemente no pensó que nadie fuera tan idiota como para creer tal estupidez.

—El rey es... ¡El rey es un viejo decrépito! ¿Realmente piensas eso de mi? ¿Cómo podría yo estar con un hombre así?

Aemond alzó los hombros restándole importancia.

—¿Sabes qué? Piensa lo que quieras me da igual, no gastare ni tiempo en negar tales estupideces.

Cuando Alyssa volvió a caminar Aemond la siguió, pero ambos se mantuvieron en silencio hasta que llegaron al hueco en la pared de sus aposentos que aún se mantenía abierto.

—No pienso que seas la puta de mi padre —el murmuró al final sin mirarla a los ojos— solo quería molestarte.

—Pues lo lograste.

Alyssa entro a sus aposentos y estuvo a punto de cerrar el pasadizo cuando Aemond volvió a hablar.

—Revisa eso ¿Quieres? No puedes morir por un corte tan estúpido. Si vas a morir será cuando yo te mate —el dijo antes de irse.

—Cabrón —ella le gritó para que el pudiera escucharla antes de cerrar el pasadizo.

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