xii. the family



capítulo doce
LA FAMILÍA

Ser Eric Dayne conocido como la Espalda del Alba, fue el protector de Lady Alyssa Targaryen con quién entabló una estrecha amistad, lucho junto a ella en la danza de los dragones y sirvió fielmente a su lado cuando se convirtió en Reina. Se desconoce que sucedió con él luego de que Alyssa muriera, se cree que volvió a Dorne y formó una familía, honrando a su amiga al llamar a su hija con su nombre. Ser Eric fue el único Dayne que sirvió a los Targaryen antes de Ser Arthur.

Alyssa se rió mientras instaba a Vermithor a volar en caída, Aegon soltó un grito de terror aferrándose a las manos de su hermana que lo sostenían junto a ella en la silla.

A lo lejos, Alyssa podía ver el cabello de su padre ondear, los estaba esperando en el jardín se Aegon, el lugar preferido por excelencia de Vermithor para aterrizar; Rhaenyra ya la había reprendido por eso, el clima en Rocadragon no era el mejor, por lo que él crecimiento se las flores en el jardín tardaban aún más cuando la furia de bronce se tomaba una siesta en el.

Kepa nos está esperando, Aegon. ¿Deseas volver?

Aegon asintió con rotundidad, hace unos días Jace se había tragado un bicho mientras volaba y lo había traumado, el niño no hablaba nada más que lo esencial, por lo menos no cuando volaban.

Por el bien del jardín de Aegon, Alyssa obligó a Vermithor a descender un poco más lejos. Aegon fue el primero en bajar, desesperado por tocar tierra.

—Si lo sigues asustando así no querrá ni siquiera subir a su propio dragón —Daemon le dijo a su hija, pasando una mano por el cabello de su hijo con diversión. Aegon se aferró a la pierna de su padre mientras Vermithor volvía la cabeza y le gruñía.

—Solo nos divertimos, Kepa —Alyssa dijo, bajándose de Vermithor y haciéndole un par de caricias— no tendrá miedo, su vínculo con Borrasca se esta haciendo fuerte.

Daemon le dio una palmada a Aegon en el brazo y lo envío a buscar a sus hermanos, por lo que ambos se quedaron solos con la compañía de Vermithor.

—¿Que sucede? —ella preguntó.

—Mi hermano ha estado solicitando tu presencia en Desembarco del Rey desde hace algunas lunas, creo que ya es un buen momento para que vuelvas.

Alyssa suspiró de forma dramática y tiró la cabeza hacia atrás, al igual que su jinete Vermithor resoplo con desagrado y abrió sus alas para alejarse.

—Ese dragón.. —Daemon dijo con diversión— no lo recordaba tan dramático, mi abuelo amaba a ese dragón, pero no tanto como tu.

La chica sonrió con orgullo, se llevó una mano a la cara para taparse del sol y miró a Vermithor que volaba en círculos sobre las Montedragón mientras gruñía, probablemente invitando a Ala de Plata a unirse a él.

—¿Cuánto tiempo tendré que quedarme? —Alyssa preguntó con resignación.

—Lo que yo crea conveniente —Daemon afirmó— una vez que llegues envía un cuervo, quiero saber sobre la salud de mi hermano.

—¿Deseas que me vaya de inmediato? —ella preguntó con la nariz arrugada por el disgusto— ¿Ya quieres librarte de mi? Apenas he estado aquí un par de días.

Daemon puso los ojos en blanco y se acercó a su hija para pasar un brazo sobre sus hombros.

—Tus visitas a Dorne quedarán suspendidas por un tiempo —él le aviso— igual que a Marcaderiva. Nada de amantes.

Alyssa frunció el ceño.

—A Marcaderiva simplemente puedo ir a visitar a mi hermana.

Daemon la miró con una ceja en alto.

—Alyssa, no me tomes por estúpido.

—¿Pero por qué? ¡Teníamos un trato!

—Un trato se puede romper.

—¡Kepa!

—Si vas a la capital ese perro faldero que trajiste de Dorne te seguirá, eso ya traerá bastante revuelo, tienes que mantener tu apariencia, zaldrīzes —el le dijo con tranquilidad, obligandola a caminar aún sin soltarla— podrás conocer la calle de la seda en la noche, hasta quizás le hagas honor al  mi título.

Alyssa arrugó la nariz con disgusto.

—No le pagaré a nadie por sus servicios —ella se quejó.

Daemon se rió.

—Si, es mejor cuando vienen a ti de forma voluntaria, pero quién sabe...

Caminaron en silencio por un rato viendo a Jace y a Luke entrenar con Eric Dayne cerca de la playa.

—Debo admitir que te conseguiste un buen perro —Daemon le dijo a su hija— nos será útil en el futuro.

Hace tres años cuando Eric Dayne se había rendido en el torneo que se celebró por el onomástico se la princesa Aliandra, Alyssa había asumido que no podrían tener una muy buena relación. A los hombres no les gustaba que pisotearan su orgullo, menos que lo hiciera una mujer. Y por un tiempo ella había tenido razón.

Las visitas de Alyssa a Dorne se volvieron frecuentes, la familia Martell la recibió con los brazos abiertos y Daemon la empujo a volver con la esperanza de conseguir un buen aliado en el futuro gracias a su estrecha amistad con el príncipe Qyle.

Eric Dayne había demostrado su valía y ahora portaba la ancestral espada de su casa y estaba desperado por encontrar una aventura, una que le permitiera mostrar sus habilidades. Por el momento se había quedado cerca de su mejor amigo, el príncipe, por lo que cada vez que Alyssa volvía a Dorne lo veía.

En unas de sus tantas visitas, un hombre había intentado pasarse se listo con ella y Dayne le había cortado ambas manos cuando la tocaron se forma indebida. Desde ese momento el príncipe Qyle, lo nombró caballero y lo designó como su protector. Alyssa difícilmente necesitaba uno, pero no se podía discutir con el príncipe Qyle asi que lo dejo, pensando que Dayne solo sería su protector cuando estuviera en Dorne, pero donde sea que ella fuera, él la siguió.

Vermithor casi se lo había comido cuando Alyssa se lo presentó, pero a parte de el dragón y de su padre, a los demás en Rocadragon les gustaba Dayne. Jace, Luke y Joffrey entrenaban con él a diario.

—¿Lo aceptarán en la fortaleza? —Alyssa le preguntó a su padre con curiosidad— no soy una princesa como para tener un escudo juramentado.

Si bien ella le había arrancado la mitad de una oreja y había herido su orgullo, por todo el tiempo que compartieron desde que él se volvió su protector, Alyssa había llegado a tomarle aprecio, lo quería como un amigo y le preocupaba que no tuviera el trato que se merecía en desembarco del rey.

Daemon alzó los hombros con indiferencia.

—A las personas no le gustará mucho pero no podrán deshacerse de él. Dile a mi hermano que internaron forzarte y que el te salvo, de esa forma nadie impedirá que se quede a tu lado.

Alyssa arrugó la nariz.

—Nadie intento forzarme, solo era un estúpido borracho del cual yo misma podría haberme hecho cargo.

—Pero él te libro de eso, zaldrīzes —Daemon la solto— en parte me alegra saber que alguien te estará cuidado mientras yo no puedo hacerlo.

—Yo misma puedo cuidarme, tu me enseñaste como hacerlo.

—Lo sé —el suspiró y puso una mano en su hombro— pero hasta los mejores guerreros a veces necesitan un poco de ayuda.

Alyssa volvió su mirada al frente, cuando Eric la vio se disculpó con los hijos de Rhaenyra y se acercó a ellos mientras metía la espada del alba en su funda.

—Mi princesa.

Daemon sonrió con diversión cuando Dayne se inclinó frente a su hija. Dejo pasar por alto la falta de respeto de ni siquiera saludarlo a él, que si era un príncipe.

Aunque bien se le había aclarado a Eric hace años que ella no era una princesa, el insistía en llamarla como tal. Daemon le dio la derecha en eso, cuando ella se casara con Aegon sería una princesa consorte y debía de acostumbrarse al título.

—Dayne ¿Que te parece un vuelo ahora mismo?

El hombre se volvió pálido, miró de reojo a Daemon que tarareo con diversión y se alejó de ellos.

—¿Ahora mismo, mi princesa?

—Mi tío solicita mi presencia en Desembarco del Rey lo antes posible y solo hay un medio que nos permitirá llegar allí antes de la hora del murciélago: Vermithor.

Si bien hace algunos años Alyssa había querido arrastrar a Eric Dayne frente a Vermithor para que el lo juzgara, a el hombre no le hacía gracia. Había compartido vuelos con ella muchas veces, pero el dragón aún lo aborrecía, lo suficiente como para comerlo si su jinete no estaba cerca para mantenerlo a raya. Lo cual en cierto punto confirmaba lo que él príncipe Qyle le había dicho aquella vez, Dayne no poseía sangre de dragón.

—La seguiré a dónde usted decida ir, mi princesa.

Alyssa puso los ojos en blanco y lo tomo del cuello del jubon violeta para arrastrarlo.

—Con el debido respeto, mi princesa. ¿Puedo preguntarle porque el Rey solicita su presencia? —Eric se libero del agarre de Alyssa pero aún así la siguió hasta la fortaleza, caminando un paso por detrás de ella.

—Es un viejo sentimental y soy un fantasma de mi buena abuela Alyssa—ella responder con indiferencia— me nombraron así por ella, tengo sus ojos y el tuerto de mi primo me ayudó a parecerme aun más cuando me rompió la nariz.

—¿Hay algo que deba saber sobre su familía en desembarco del Rey para mantenerla segura?

Alyssa inclinó la cabeza, pensando en su respuesta brevemente.

—Mi primo, Aegon, es un borracho. Helaena creo que esta media loca, como para no estarlo con esa familía... Daeron debe de seguir en Antigua, Aemond es un carbón malicioso. Y la Reina y su padre son un par de estúpidos. Pero todos ellos son Hightower por lo que hay que tener cuidado... En resumen, pasaremos nuestros próximos días en un nido de serpientes.

—Que agradable... —Dayne murmuró con disgusto.

La chica se volteó a mirarlo con diversión.

—Me despediré de Rhaena y de mis hermanos. Tu reúne lo que desees llevar, nos veremos en el jardín de Aegon en media hora para irnos.

Alyssa se acercó primero a la guardería dónde sabía que sus hermanos menores estarían. Viserys fue el primero en notarla y estiró sus manos esperando que ella lo levantara, pero Aegon lo empujó.

—Alys es mia, no tuya —el niño le dijo con desaprobación a su hermano menor, poniéndose de pié para acercarse a ella.

—Soy la hermana de ambos —Alyssa dijo con diversión tomando a Viserys en sus brazos—  y no soy de nadie.

—Pero Kepa dice que eres mi prometida —Aegon murmuró con el ceño fruncido— solo mia.

—Pues cuando nos casaremos podrás decir lo que quieras, pero por el momento solo soy yo, no le pertenezco a nadie, solo quizás a Vermithor...

—¿Y cuando nos casaremos?

Alyssa bajo a Viserys cuando el comenzó a tirar de su cabello.

—Cuando crezcas.

—¿Y cuando creceré?

—Dentro se unos años.

—¿Cuántos años?

—Bastantes espero, no quiero que Alyssa te aleje de mi tan rápido.

Los tres se voltearon para ver a Rhaenyra que se apoyaba en el marco de la puerta, mirandolos con cariño.

—¡Alys no me alejara de ti, muña!

Alyssa miró con diversión a Aegon que se acercó a su madre para abrazarla. El estómago de Rhaenyra estaba apenas hinchado, un nuevo hermano estaba creciendo dentro de ella, lo que había hecho  que últimamente los menores se sintieran bastantes celosos.

Rhaenyra acarició el cabello de Aegon con cariño mientras miraba a Alyssa.

—¿Ya te irás?

—Asi lo desea mi padre.

La mujer hizo una mueca.

—Ojala no tuvieras que hacer esto, se que no te agrada mucho la capital, pero es esencial para nosotros mantenernos informados...

—Si, ya lo se. Mi padre ya me lo advirtió. Cuando llegue a la capital les enviaré un cuervo para mantenerlos al tanto.

—¿Alys te irás de nuevo? —Aegon preguntó con tristeza mirando a su hermana— ¡Llévame contigo!

—No puedes ir, Aegon —Rhaenyra le dijo con diversión— solo ha sido invitado tu hermana.

—¡Pero yo quiero ir con ella!

—Ah, estoy segura de que a Vermithor le encantaría llevarte a desembarco del Rey.

Aegon arrugó la nariz con disgusto tal como ella misma lo hacía.

—Me quedaré —el sentenció, alejandose ellas.

Alyssa sonrió con diversión.

—Haras que Aegon le tema a los dragones —Rhaenyra la reprendió haciendo que Alyssa pusiera los ojos en blanco.

—Aegon estará bien —ella respondió restándole importancia, fue a pasar junto a ella para salir de la fortaleza pero Rhaenyra la tomó del brazo.

—No se cuánto tiempo te quedarás en Desembarco del rey, despidete como es debido.

Alyssa resoplo y se inclinó para besar la mejilla de la mujer.

—Adios madrastra, si no vuelvo antes, espero que el parto te sea leve.

Rhaenyra la miró con diversión.

—Te mandaré a traer, en algún momento tendrás que conocer a tu hermana.

Cuando Alyssa llego a su habitación para empacar sus cosas, Rhaena ya la estaba esperando allí.

—¿Por qué siempre soy la última? Deberías de despedirte de mi primero.

—Porque eres la menor —Alyssa le respondió mientras tomaba camisas y pantalones para meterlos en su bolso de cuero.

—No soy la menor —Rhaena se quejó, tomando la ropa de la mano de su hermana para doblarla con cuidado— Viserys es el menor.

—Eres la menor de mis hermanas.

Rhaena puso los ojos en blanco.

—Odio ser la menor. Ojalá hubiese nacido antes que Baela.

Alyssa se rió y estiró su mano para apretar la mejilla de su hermana. Rhaena la empujó con diversión.

—¿Por cuánto tiempo te irás está vez?

—Indefinidamente.

—¿No te gustaría quedarte en casa?

—¿Y que tendría eso de divertido?

—Siempre dices que la familía es lo primero..

—Porque lo es —Alyssa la corto.

—¿Y porque no te quedas?

—Por que la familía es lo primero y nuestro padre me pidió que fuera. No lo entiendes ahora Rhae, pero lo estoy haciendo por la familía.

—Si lo entiendo, no soy tonta.

—¿Segura?

Rhaena la golpeó con su propia camisa.

—¿Ser Eric se irá contigo?

Alyssa la miró con una ceja en alto.

—¿Por qué?

—Solo curiosidad.

—Mmm...

—¡Solo quería saber, no me mires así!

—Pense que te gustaba el bastardo del medio.

—¡Alyssa, no lo llames así!

La chica se rió.

—¿Y como debería de llamarlo... Lord Strong?

—¡Shhh, Alyssa, alguien podría escucharte!

—Solo digo la verdad —Alyssa dijo con indiferencia— yo también soy una bastarda.

—Si, pero nadie anda llamándote así por ahí. Si así lo fuera nuestro padre los mataría.

Alyssa puso los ojos en blanco.

—Me iré ahora —ella informó, abriendo los brazos para que su hermana se acercara a abrazarla— es la última oportunidad, luego no mostraré más cariño. Tengo una reputación que mantener.






Un buen anfitrión.

Aemond se replanteo las palabras de su madre. ¿Que significaba exactamente ser un buen anfitrión? ¿Que importaba ser un buen anfitrión cuando tu visita era solo bastardo?

Han pasado ya tres años pero ni siquiera un día en donde el no piense en su desagradable prima.

Mi hermano tiene dos ojos, ella le había dicho, tu cara deforme.

¿Por qué su padre insiste en volver a tenerla povoneandose por los pasillos? ¿No fue suficiente la humillación que recibió cuando su hermano le escribió diciendo que prefería darle de comer a Caraxes a su propia hija antes de que se casarse con su segundo hijo?

Si no lo fue algo humillante para el Rey, simplemente para el si lo fue.
Sabía la adoración que su tío tenía con su hija mayor, ¿Pero prefería verla muerta antes que viva a su lado? Ni siquiera entendía porque aquello lo había molestado tanto, tendría que haber estado feliz de no quedar atado a esa bastarda de por vida.

Aemond también preferiría verla muerta ahora. No sabe que lo había poseído para aceptar casarse con esa bastarda, solo quería molestarla, si se casaba con ella la haría miserable el resto de su vida, eso le había parecido un pago justo por todos los insultos que tuvo que soportar de su parte.

En los últimos años había escuchado todo tipo de cosas sobre ella, según los rumores que se escuchaban en los pasillos de la fortaleza, Alyssa se había convertido en una criatura poco femenina, lasciva y tremendamente brutal.
Pero el Rey hizo oídos sordos sobre eso, obviamente, para él Alyssa era la representación de la doncella misma, por lo que le insistía a su hermano todo el tiempo que le permitiera volver a la fortaleza.

Y aquí se encontraba él, haciendo a un lado sus propios deberes para darle la bienvenida a esa bastarda. Se amable, Aemond, su madre le dijo.

Lo seré solo si ella lo es.

Aunque todo parecía haber cambiado en estos últimos tres años, los rugidos brutales de la furia de bronce no, lo vio en el cielo, casi tan grande como su Vhagar. Dio tres vueltas, escupiendo fuego y montando una escena que solo a su jinete le divertía.
Cuando Vermithor descendió en la colina de Visenya, Aemond ya la estaba esperando allí.

Vermithor era simplemente una criatura formidable y temperamental, pero ahora que Alyssa estaba inclinada sobre el murmurandole cosas hasta parecía ronronear bajo su toque.

Le cante una nana. Dioses, la odiaba, odiaba el hecho que no podía dejar de imaginarla cantandole en Alto Valyrio a su propia dragona.

Alyssa se deslizó con facilidad de su silla y fue cuando Aemond lo vio. Por un momento pensó que había traído a Jacaerys con ella ¿Pero por qué? El bastardo Strong tenía su propio dragón.

Difícilmente podría ser su sobrino, este extraño se alzaba sobre Alyssa (aunque ella también era alta) tenía rasgos duros y cuerpo ancho. ¿Quién se suponía que era?

Y lo más importante ¿Porque Alyssa le había permitido montar a Vermithor? ¿Por qué Vermithor no se lo había comido?

Un amante.
La sola idea le dio repulsión. ¿Se atrevía a traer a su amante aquí? Maldita puta ¿No le daba vergüenza?

—Primo —Alyssa se acercó a él, quitándose los guantes negros con delicadeza y empujándolos en el pecho del desconocido— que bueno es verte. ¿Tu aun puedes verme, verdad? ¿El otro ojo te sigue funcionando?

Aemond se concentró brevemente en el extraño que hizo una mueca de diversión. Él no era quién para burlarse, le faltaba la mitad de una oreja y ciertamente no era muy agraciado. ¿A Alyssa no le gustaban los rasgos Valyrios?

—Este es Ser Eric Dayne. Mi amante —Alyssa lo presento con diversión cuando notó que lo miraba.

Eric Dayne que se mantenía un paso por detrás de Alyssa se volvió pálido y por un breve segundo Aemond notó que quería golpearla.

—No soy su amante, mi princesa.

—¿No? —Alyssa ni siquiera se volteó a mirarlo y comenzó a caminar, alejándose de ambos— pensé que si. ¿No fuiste tu quién calentó mi cama la última vez?

Aemond se quedó parado por un momento asimilando lo que su prima había dicho. Esa sinvergüenza.

Alyssa se alejó de ellos, moviendo su capa roja detrás de ella.
Eric Dayne se aclaró la garganta y dio un paso adelante listo para seguirla, pero Aemond se interpuso en su camino.

—No se quién te has creído que eres. Pero no tienes lugar en la fortaleza, Lady Alyssa tiene la protección de mi padre, pero sus amantes no son bienvenidos. Ella está comprometida con uno de mis sobrinos, podría tener tu cabeza en este instante por deshonrarla ¿Lo sabes, no? ¿Conoces a su padre?

La idea de que Daemon descubriera al amante de su hija hacia que Aemond se sintiera repentinamente feliz. El lo mataría sin dudarlo.

—Mi princesa solo se divierte burlándose de mi —el le dijo, aún siguiendo con la mirada a Alyssa— no soy su amante, ser...

—Soy un príncipe. Príncipe Aemond, hijo del Rey así que dirígete a mi con respeto —el le dijo con advertencia— y Alyssa no es ninguna princesa. ¿Te ha seducido haciéndote creer que es una princesa?

Eric Dayne frunció el ceño y apoyó su mano en la espada brillante que descansaba en su cintura, mirándolo de forma amenazante. Aemond espero que si quiera lo intentará, de esa forma no tendría excusas para matarlo el mismo.

—Le advierto que tenga cuidado al hablar de mi princesa. Ella no me ha seducido, le he jurado mi vida.

Aemond frunció el ceño. Este tipo no se parecía en nada a un escudo jurado, ni siquiera vestía una armadura, vestía de colores violetas y no se parecía a ningún color que representará a una casa.
Lo único extravagante en el eran los ojos, los mismo que el de él.

—Lady Alyssa no necesita un escudo jurado, se lo repito, no es una princesa.

—Es una persona de suma importancia para los príncipes de Dorne, le he jurado mi vida y me quedaré en a su lado aunque ella no me necesite. ¿Hay algo más en lo que pueda ayudarlo, príncipe Aemon?

—Aemond —él lo corrigió con disgusto.

Ambos, en completo silencio siguieron a Alyssa al carruaje. Aemond se sentó a dentro con ella mientras Eric Dayne cabalgaba junto a ellos.

—¿Adónde conseguiste a ese tonto?

Alyssa se volteó a mirarlo con una sonrisa pícara y Aemond notó brevemente el único hoyuelo que se formó en su mejilla derecha.

—¿Por qué, te gusta? No creo que seas su tipo, pero siempre puedes intentarlo —ella se inclinó sobre la ventana del carruaje pero antes de que pudiera llamar a su escudo jurado Aemond la tomó de la capa y la obligó a sentarse de nuevo a su lado.

—¿Acaso es otro bastardo de tu padre? —el le preguntó solo para molestarla— tiene los ojos de mi tío.

Era verdad, ni siquiera los bastardos de su media hermana tenían los ojos violetas. ¿De dónde había salido este tipo?

Lejos de molestarse, Alyssa le sonrió y se acomodo en su lugar.

—Ciertamente tiene rasgos más Valyrios que el heredero de la heredera ¿No es así?

Aemond la miró con una ceja en alto, nunca pensó que Alyssa hablaría tan abiertamente sobre la bastardia de sus sobrinos. Era traición, más viniendo de ella que era la hijastra de Rhaenyra.

—No te preocupes —Alyssa le golpeó la pierna con diversión como si fueran íntimos amigos— no es otro bastardo. Eric Dayne es de Dorne.

Él bufo.

—¿Te trajiste un souvenir de Dorne?

—Se me pegó como una garrapata, ¿Que podía hacer? —Alyssa dijo con diversión, obviamente había algo más allí que ella no le decia, Aemond sabía que si ella no lo hubiese querido se hubiera podido deshacer de el fácilmente. Quizás realmente si era su amante...

—¿Tu padre conoce su existencia? —él insistió.

Aemond estaba desesperado por escuchar su respuesta. Su tío Daemon no era conocido por su bondad y el nuevo escudo de su prima  le caía muy mal.

—Si —Alyssa respondió con simpleza.

—¿Y?

—¿Y qué?

—¿Ya amenazó con matarlo?

Alyssa lo miro con una caja alzada.

—¿Por qué te interesa? No me digas que estás celoso porque aún sigues con esa tonta idea de nuestro compromiso.

Aemond frunció el ceño. Aceptar la sugerencia de su padre de comprometerlos era la cosas más tontas que había hecho en si vida, no le gustaba que se lo recordarán.

Ambos se quedaron en completo silencio de camino a la fortaleza. Aemond se tomó su tiempo para mirarla de reojo con su único ojo, el final de la trenza que tenía le llegaba hasta la cadera y sus rasgos se habían enfurecido pero el único cambio notorio en su prima era el tamaño de sus pechos.

—¿Nunca viste un par de tetas? —ella le preguntó de repente, atrapando su mirada.

Aemond frunció el ceño y miro por la ventana del carruaje. Si había visto un par de tetas Aegon se había asegurado de eso.

Alyssa se rió cuando él no respondió. Fue la primera en salir cuando llegaron a la fortaleza.  La familia real estaba dispersa, no había nadie allí para recibirla y a ella no pareció molestarle porque se inclinó sobre su escudo jurado y le susurró algo antes de voltearse.

—¡Que magnífico recibimiento, primo!

—Solo lo mejor para ti, prima —el respondió imitando su tono de voz.

—¿He de suponer que mis aposentos siguen siendo los mismos, no?

Aemond asintió y Alyssa no espero para alejarse de él. La capa roja bordada con dragones dorados se levantó por el viendo, dándole una vista privilegiada de sus piernas.

—Dioses —el murmuró, mirando hacia otro lado cuando se dio cuenta que le estaba viendo el trasero— ¿Que me pasa?

Lo que sea que lo impulsaba a comportarse con un idiota tendría que esperar, había una frustración dentro de el que solo podía desquitarse entrenando.

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