x. a warm welcome


capítulo díez
UNA GRATA BIENVENIDA



Poco se sabe de lo que hacia Lady Alyssa Targaryen en Dorne, más era de total conocimiento que allí tenía un amante. Hongo afirma que durante una acalorada discusión entre ella y su primo, el príncipe Aemond, él la amenazó con montar a Vhagar y terminar de una vez por todas con Dorne. Los celos y la posesividad del príncipe crecían de una forma desenfrenada y Lady Alyssa lo encontraba muy divertido, hasta que mato a su primer amante.



















Su llegada a Dorne no fue nada parecido a lo que Alyssa se esperaba, cuando aterrizó con Vermithor en Lanza del Sol una cantidad excesiva de guardias se apilaron a su alrededor sin importarle los gruñidos del dragón y la instaron a bajar a punta de lanzas.

Alyssa no era una fanática de la geografía por lo que no conocía mucho sobre Dorne, así que simplemente había descendido dónde supo que su dragón no iba a aplastar a nadie. La ciudad estaba rodeada por tres murallas y prácticamente no tenía escapatoria.

La desarmaron y le preguntaron que asuntos tenía en Dorne, temerosa de que mataran a Vermithor al igual que a Meraxes, Alyssa le ordenó a su dragón que retomará vuelo y que se fuera, no muy lejos, pero tampoco demasiado cerca en caso de que intentarán bajarlo del cielo.

—¡Di tu nombre y que asuntos tienes en Dorne! —alguien la golpeó con una lanza detrás de las piernas obligándola a doblarse, cuando sus rodillas tocaron el suelo un hombre de cabello oscuro la obligó a mirarlo.

Aunque Alyssa había entrenado duramente con su padre, eso no la había preparas para la dureza con la que fue tratada. El ardían las rodillas y estaba sumergida en una inmensa vergüenza, era una bastarda pero nunca la habían tratado con tal falta de respeto.

Una bastarda con suerte, eso era. En donde sea que fuera bajo el dominio del Rey en en el Poniente, tenía la protección de su tío y de su padre. Pero aquí era solo una intrusa, una amenaza con un dragón. Esto era a lo que su padre se refería y ella lo comprendió demasiado tarde.

—Soy Alyssa Targaryen, sobrina del Rey —ella dijo reuniendo lo poco de orgullo que le quedaba. Ante tal conmoción, el batir se las alas del dragón y tantos guardias solo para ocuparse de ella, las personas comenzaron a amontonarse alrededor, todos interesados en como iba a terminar el asunto.— Vine como una viajera. ¿Acaso no son bienvenidos los viajeros en Dorne?

—¡No los Targaryen y sus dragones!

—Mi dragón se ha ido —Alyssa comenzó, tratando de ponerse de pie pero una fuerte mano la mantuvo en su lugar— no es una amenaza. Así no representó una amenaza para nadie, solo soy una mujer.

Era mentira, Vermithor podría aparecer en cualquier momento y quemar todo a su paso. Con el tipo de conexión que Alyssa compartía con su dragón, no hacía falta que ella hablara para que él viniera al rescate. Había sido un gran esfuerzo lograr que Vermithor se alejara cuando sintió que ella estaba en peligro.

—¿No eres una amenaza? —escupio uno de los guardias frente a ella. El sol le golpeaba en la liviana armadura que llevaba y Alyssa tuvo que entrecerrar los ojos para verlo. Aunque estaba enojado y le estaba gritando era terriblemente guapo— ¡Estabas armada! Te lo repetiré por última vez: dime cuáles son tus intenciones. ¿Tu Rey te ha enviado?

—No —Alyssa se apresuró a decir. Lo único que le faltaba era crear una guerra— No, yo...

—Bueno.. ¿Que es todo eso?

Alyssa tuvo que entrecerrar los ojos para ver a un hombre que se acercaba hacia ellos. Era un príncipe Martell, su vestimenta lo dejaba claro y parecía mayor, más de la edad de su padre, así que Alyssa asumió que era el príncipe Qoren.
Él no miró a Alyssa en ningún momento, pero el hombre que lo acompañaba si, cuando sus miradas se chocaron el se volvió a mirar hacia otro lado con las mejillas rojas. La vestimenta lo delataba, quizás era el hijo del príncipe.

—Dice ser sobrina del Rey. ¡Presentate ante el príncipe Qoren! —el mismo guardia que mantenía una mano en su hombro la levanto de golpe y la enderezó cuando el príncipe se acercó a ella.

—Ten más cuidado, Olyn. Es una dama... ¿Una princesa he de suponer?

—No, señor —ella murmuró, pero el tipo detrás de ella se aclaró groseramente la garganta haciéndola darse cuenta de su error— lo siento. No, mi príncipe. Soy hija del príncipe Daemon, no ostento el título de una princesa.

Cuando el príncipe de Dorne se paró frente a ella, Alyssa se tomó su tiempo para examinarlo. No había conocido a nadie (más allá de Criston Cole) que fuera un dorniense. Sus rasgos eran comunes para que lo ella estaba acostumbrada, tenía el cabello marrón y la piel besada por el sol, la nariz y las oreja la tenía cubiertas por llamativos pendientes pero tenía un encanto que solo un príncipe podía portar.

—Ah, el príncipe Daemon Targaryen —el asintió y una mueca de disgusto se instaló en su rostro— si, se muy bien quién es.

Alyssa no supo que responder a aquello, sabía bien que su padre no era una persona muy amada, y si fuera cualquier otra persona ella misma ya hubiese sacado su daga para amenazarlo por siquiera decir el nombre de su padre con tal desprecio, pero estaba rodeada y si siquiera se movía un centímetro una lanza le atravesaria el cuello sin más.

—¿Él fue quien te envío? La lucha en peldaños de piedra ha comenzado de nuevo. ¿Esta buscando mi apoyo?

—No, mi príncipe. Mi padre no es participé de esta lucha —ella murmuró, notando que la gente comenzaba a dispersarse, eso alivió un poco sus nervios,  si las personas no creían que fuera interesante quedarse a ver significaba que no la iban a acribillar allí mismo— solo vine como un viajero. He escuchado mucho sobre Dorne... no vine aquí con otras intenciones.

El príncipe entrecerro los ojos y la miró detalladamente. Los pendientes se movieron.

—Pues te tomaré bajo mi ala. Serás una invitada de honor durante tu estadía, de esa forma podré mantenerte vigilada. Nunca conocí a ningún otro Targaryen, me gustaría aprender un poco sobre ustedes.

Los guardias se alejaron de Alyssa cuando el príncipe sentenció que todavía no era una amenaza.

Todavía, la amenaza aún se mantenía allí.

—Gracias, mi príncipe.

—Ahora dime, ese dragón en el que llegaste. ¿No sé convertirá en un inconveniente para mi pueblo, verdad? —detras de la sonrisa divertida que le dedicó, había una gran amenaza.

Alyssa se arrepintió terriblemente de no haberle hecho caso a su padre. Su vida y la de Vermithor estaba en peligro aquí, si actuaba de la mínima forma incorrecta, los matarían a ambos. Los dornienses ya tenían experiencia con un Targaryen y su dragón. Alyssa no sería la primera mujer Targaryen en morir aquí.

—No, mi príncipe. Vermithor no hará nada a menos que yo se lo pida.

—¿Vermithor? —pregunto con curiosidad— ¿El dragón de Jaehaerys?

—Si mi príncipe, un dragón siempre sobrevive a su jinete. Puede llegar a tener más de cinco jinetes en su vida.

—¿Que número de jinete eres tu?

—Soy la segunda, mi príncipe.

—Ya veo... ¿Conoces la historia de mi tío, el príncipe Morion y la de tu pariente?

Alyssa la conocía bien. Nunca había tenido clases como las mujeres usualmente tenían, pero su padre la había educado buen en Historia y aún más si se trataba de la familía.

La Cuarta Guerra Dorniense consistió en una sola batalla, y duró un solo día. El rey Jaehaerys Targaryen y sus dos hijos mayores, descendieron de los cielos con sus dragones atacando primero. Aunque los dornienses respondieron llenando el aire con escorpiones y ballestazos, ninguno de los proyectiles perforó las escamas de los dragones.
En Desembarco del Rey se celebró a lo grande ya que que habían ganado una guerra sin perder ni a un solo hombre.

—Si, mi príncipe.

—Estas bien educada en historia por lo que veo —el murmuró, pasándose descuidada mente una mano por la barba que apenas comenzaba a crecerle— pues bien. Mientras tengas controlado a tu dragón sera un honor darte la bienvenida a Dorne.

Él se dio la vuelta, dispuesto a irse. Pero Alyssa no lo dejó.

—Mi príncipe, si me permite... —cuando el se dio vuelta y la miró, Alyssa continuo con su discurso— Vermithor tendrá que descansar en algún lugar. En Rocadragón, donde vivimos, esta acostumbrado a salir a cazar para alimentarse, pero no quisiera causarle inconvenientes, por lo que si usted extiende la amabilidad hacia mi dragón y lo deja descansar en un lugar tranquilo y lo alimenta con algunas ovejas durante el día yo se lo pagaré.

El príncipe la miró con una ceja alzada y Alyssa temió de repente haberse excedido. Se llevó distraídamente una mano al hombro esperando que los guardias la obligarán de nuevo a ponerse de rodillas.

—Tiene un gran tamaño ese dragón tuyo. ¿Con cuántas ovejas crees que estará satisfecho? No me gustaría que se aventura a robar el ganado y asustar a mi pueblo.

Alyssa no estaba segura de eso. Cuando a Vermithor se le daba la gana de quedarse en las cavernas de Rocadragon nunca le había preguntado a los guardianes de dragones cuántas ovejas se comía. Había escuchado una vez que un dragón más o menos del tamaño de Vermithor tendría que comerse tres humanos para estar satisfecho, pero comentarle aquello al príncipe de Dorne no le haría ninguna gracia.

—Cuatro ovejas al día estarán bien —ella afirmó.

El príncipe asintió.

—Estamos de fiesta en Dorne, lo que significa que tenemos múltiples invitado y no me gustaría tener que lidiar con un dragón insatisfecho en este momento. Tu dragón será bien atendido y le encontremos un lugar en mi casa para que descanse... Mi amabilidad se extenderá hacia el —el príncipe sonrió con diversión, utilizando las palabras que ella misma había dicho— y las ovejas que coma, serían una invitación de mi parte. De esta forma dejaremos atrás está terrible bienvenida ¿No lo cree usted, mi señora?

—Por supuesto, muchas gracias por su hospitalidad —ella respondió, regalándole la mejor sonrisa que pudo.

El príncipe asintió en su dirección, y ondeando su ligera capa llena de soles se alejó sin más. Los guardias también se alejaron, pero Alyssa podía sentir su mirada sobre ella, al parecer no iba atener un momento en paz.

Mirando hacia arriba, Alyssa se llevó una mano a la cara para taparse del sol cuando Vermithor voló sobre su cabeza antes de alejarse en otra dirección.

Por el momento ya no corrían peligro.

—Lo siento... por eso. Le prometo, mi señora, que mi padre suele ser más amable.

Alyssa volvió su vista al frente, para mirar al hombre que tenía justo frente a sus narices. Era al mismo que había llegado con el príncipe, aún tenía las mejillas coloradas y no la miraba a los ojos cuando hablaba por lo que Alyssa le regaló una amplia sonrisa.

Le gustaban los tímidos.

—Estoy segura —ella murmuró con diversión, inclinándose un poco para limpiarse los pantalones que habían quedado llenos de tierra en la parte de las rodillas— No tuve el placer de las presentaciones. Soy Alyssa Targaryen.

—Soy el príncipe Qyle, soy el hijo del señor de la Lanza del Sol. Es un gusto tenerla aquí como invitada, Lady Alyssa. Espero que esto no haya dejado una mala impresión de Dorne, eres nuestra invitada aquí y como tal haremos que su estancia aquí sea grata, se lo aseguro.

Alyssa pensó que él no podía ser mucho mayor que ella, ciertamente no era más alto, media al rededor de medio centímetro menos que ella, pero se movía con gracia y era muy guapo. Así que cuando él le extendió el brazo ella lo tomo son rechistar, olvidándose por completo del desaire que había sufrido antes.

Dorne ciertamente era un lugar caluroso, pero no era agobiante como desembarco del rey y no había olor feo, era una ciudad costera, de barro y paja, olía a polvo, sudor y humo. No muy lejos de como ella debía oler después de tantas horas arriba de su dragón. Las personas no se volvieron a mirarla detenidamente pero si saludaron muy amablemente el príncipe Qyle.

Aquí, a diferencia del Desembarco del Rey nadie se aproximaba demasiado aunque estaban en presencia de un príncipe, tampoco parecía tener un escudo jurado.

El hijo de la Lanza del Sol no había pronunciado ni una palabra más y Alyssa estaba desesperada por volver a escucharlo de nuevo, pero notó que estaba muy nervioso y su brazo estaba rígido sobre el de ella.

—¿Dijo su padre antes que estaban de fiesta? —ella se aventuró a preguntar, intentando hacerlo hablar.

En asintió con lentitud.

—Estamos celebrando el onomástico de mi hermana mayor. Mi padre esta en busca de un esposo para ella, por esos tenemos tantos invitados, nuestras casas vasallas están todas  instaladas en la capital. Aunque a mi padre le gusta celebrar a lo grande rara vez tenemos este tipo de fiestas.

Alyssa lo sabía bien, lo había escuchado en Desembarco del Rey. Otto Hightower se quedó de tal falta de respeto cuando no recibieron una invitación. Esa era la razón por qué había ido a Dorne. Las justas.

—Cuenteme sobre las celebraciones que se llevarán a cabo en el onomástico de su hermana, príncipe Qyle —ella le dijo, apretando su brazo— en desembarco del rey se celebran justas que pueden llegar a durar un mes entero.

Él se volteó para mirarla con sorpresa pero pronto desvío la mirada.

—Aqui duran menos de una semana. Los dornienses somos bien conocidos en el arte de la lucha, pero no se han anotado muchos dornienses a la justa, no sería justo para los demás jugadores. Usamos el sol y el calor como un arma, y la mayoría, como ya lo has notado, optan por la lanza, es un elemento muy práctico. Estarían en una clara desventaja y nosotros queremos ser buenos anfitriones, ya debe de saber usted, Lady Alyssa, que tan frágil es el ego de un hombre.

—¿Las mujeres no participan en la justa? —ella preguntó con sorpresa.

—No, Lady Alyssa. ¿En Desembarco del Rey es una práctica común?

Alyssa suspiró con derrota. Su viaje hasta aquí, la humillación y los malos tratos, todo habia sido en vano. Obviamente no debería de haber confiado en la palabra de su tío, la había confundido con su propia madre, esa debería de haber sido una clara advertencia.

—No... Pero pensé.. escuché mucho sobre la historia de Nymeria.

Él asintió.

—Si, algunas mujeres entrenan aquí y son muy hábiles. Pero no participan en justas.

Alyssa quiso preguntar más pero alguien corriendo hacia ellos la silencio. El príncipe no se puso nervioso así que ella no se posicionó para luchar.

—¡Amigo, acabo de ver la cosa más loca, te juro que vi un dragón! ¡Tapó el sol por un minuto!

La chica solto una risa y el hombre se digno a mirarla, parecía tener alrededor de veinte días de su nombre, tenía el cabello del mismo color que príncipe Qyle, pero sus ojos eran sorprendentemente violetas.

Alyssa lo miro con curiosidad, se inclinó tanto que él dio un paso hacia atrás. ¿Cómo era posible que tuviera los ojos violetas?

Alrededor de los años habían surgido muchas hipótesis sobre la muerte de Rhaenys, pero hasta ahora había considerado que eran todas una estupidez. Pero ahora...

—Eric, frente a ti está la jinete de esa formidable criatura.

El chico abrió los ojos con sorpresa y se inclinó tanto que casi se cae.

—Princesa.

—No soy una princesa —Alyssa respondió con diversión— por favor, levantate. No es necesario.

—Eric. Esta es Lady Alyssa Targaryen, nuestra invitada de honor. Lady Alyssa permítame presentarle a mi mejor amigo, Eric Dayne.

—Mucho gusto —el chico se volvió a inclinar lo que solo divirtió aún más a Alyssa.

—El gusto es mío —ella respondió, aún examinandolo, intentó encontrar cualquier otra cosa que pudiera decir que poseía genes Targaryen pero más allá del color de sus ojos no encontró nada relevante— el dragón que tapó el sol es Vermithor.

—Vermithor —el murmuró, saboreando su nombre— wow. Que nombre imponente.

Alyssa sonrió, le gustaba que halagaron a Vermithor tanto como a ella misma.

—Si no le temes, te lo presentaré.

Si había algo que diferenciaba a los Targaryen de las demás personas eran los dragones. Alyssa pensó que lo llevaría ante Vermithor y el lo juzgaría. Los hijos de Rhaenyra eran bastardos y aún así eran jinetes de Dragón. Si Eric Dayne poseía aunque sea una sola gota de sangre Targaryen, Vermithor no lo querría comer.

—Preferiría que no, mi princesa —Eric murmuró con vergüenza y Alysa no lo corrigió por el título que uso al nombrarla— me cagaré en cima del miedo y prefiero ahorrarme tal vergüenza ante usted.

Alyssa se rió con ganas.

—No te hará nada, te lo puedo asegurar —ella intentó convencerlo— en mi presencia Vermithor no te comerá. Sera amigable.

Eric volvió a negar y antes de que Alyssa pudiera insistir más, el príncipe Qyle se adelantó.

—¿Ya tienes todo listo?

—Que poca fe tienes en mi, mi príncipe —el le dijo en un tono burlesco— por supuesto que si, Qyle ¿Por quien me tomas? Ganaré y coronare a la dulce Coryanne como la Reina del amor y la belleza.

El príncipe Qyle soltó el brazo de Alyssa abruptamente y se estiró para golpear a su amigo pero el se escapó riendo.

—Coryanne es mi hermana menor —el príncipe le aclaro cuando notó su confusión— siempre me molesta con eso. Si gana deberá coronar a mi hermana mayor  —le dijo, volviendo a extenderle el brazo para comenzar a caminar juntos— es la del onomástico, sería una gran falta de respeto que cualquier otro señor coronara a alguien que no sea a mi hermana.

De nuevo, más interesada por la justa, Alyssa comenzó con su interrogatorio.

—¿Cuál es el formato de las justas?

—Normalmente se hacen rondas de eliminatorias, donde el ganador escala puestos y el perdedor queda eliminado de la competición. El ganador de la última ronda es declarado campeón del torneo. —él le explicó con amabilidad— Se jugará el día del onomástico de mi hermana, pero a diferencia de una justa normal, los últimos cinco caballeros no eligirán una Reina del amor y la bellaza, damos por hecho que cual sea quien gane coronará a Aliandra. Aunque si pueden tomar el favor de cualquier otra doncella.

Alyssa inclinó la cabeza y de repente una idea se instaló en su cabeza. Ya había llegado hasta aquí y tenía su armadura, fácilmente podría hacerse pasar por un caballero misterioso.

—Tu amigo... ¿Participará?

El príncipe la miró de reojo.

—Si. Eric quiere portar la espada del alba, lo que significa que tiene que demostrarle a su familía que es digno.

La espada del alba, Alyssa ya había escuchado sobre ella y aunque le pareciera muy interesante, tenía otra pregunta en mente que parecía mucho más importante.

—Note que tiene ojos de color violeta —Alyssa murmuró, sin poder contenerse más.

—Le aseguro que no es lo que usted piensa, Lady Alyssa.

—¿Y que supone usted que pienso, mi príncipe?

El suspiró.

—La muerte de la Reina Rhaenys y su dragón ocurrió mucho antes de que usted o de yo hubiésemos nacido, pero le aseguro que fue asi. Murió, no la tuvimos prisionera aquí.

Alyssa no le creyó.

—¿Se sabe aquí cuál fue el contenido de la carta de que la princesa Deria le entrego al buen Rey Aegon?

El príncipe Qyle frunció el ceño.

—No. ¿Ustedes lo saben?

—No. Pero lo que sea que decía la carta trajo paz. Ni él ni su hermana-esposa Visenya vinieron en busca de venganza, lo cual, me parece raro. ¿Realmente cree usted que Rhaneys murió?

—Si, si lo creo.

—¿Y porque nunca devolvieron su cadáver? Enviaron hasta la cabeza de su dragón cuando la princesa Deria llevó personalmente la carta a el Rey.

El príncipe dejo se caminar y la miró.

—¿Esta insinuando usted que nosotros mantuvimos a Rhaenys Targaryen como prisionera y la forzamos, de tal forma que ahora los miembros de la familía Dayne tienen sangre de Dragón?

—Pues era bien sabido que Rhaneys no le era fiel a Aegon. No digo que la hayan forzado, quizás se enamoró de algún Dayne.

—No —el príncipe nego con rotundidad— encontrara usted en su estadía aquí, que hay muchas personas con características Valyrias. Tenemos unos invitados de Lys que tienen el cabello del mismo color que usted, Lady Alyssa.

—Pero no un dragón, espero —ella murmuró con diversión, intentando aliviar el ambiente tenso que de repente se formó, recordó que su vida y la de Vermithor estaban en sus manos.

Al llegar la habían amenazado. Alyssa no debería ni siquiera haber sugerido que habían mantenido prisionera a Rhaenys.

—No —el príncipe estuvo de acuerdo, reanudando la marcha— en eso sin son únicos, ustedes los Targaryen.

Y ustedes son los únicos que lograron matar a uno, Alyssa pensó, más no lo expreso.

—El palacio Antiguo es en donde se llevará acabo la celebración. ¿Le gustaría que le hiciera un recorrido, Lady Alyssa?

—Por supuesto —ella murmuró.

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