viii. silent rage
capítulo ocho
RABIA SILENCIOSA
Aunque Lady Alyssa fue una fuerza poderosa en el bando de los negros, trajo fuego y sangre, y no tuvo piedad con sus enemigos, pero no sentía ningún amor por su madrastra y no le importaba quien se sentaba en el trono de hierro, se comprometió con la causa solo porque su padre se lo pidió y lucho ferozmente a su lado.
—Archimaestre Gyldayn
—Borracho asqueroso —Alyssa murmuró con el ceño fruncido, mientras estiraba su pie y golpeaba levemente a Aegon con la punta de su bota.
Alyssa había vuelto de su entrenamiento y estaba de camino a sus aposentos para bañarse cuando vislumbro la figura de su primo tirado en el pasillo, durmiendo contra la pared.
Las criadas que se movían por los pasillos miraban al hijo del Rey con miedo.
—¡Aegon! —ella lo llamó con rudeza, pateando una de sus piernas con fuerza— ¡Levántate, no eres una imagen bonita de ver!
Era cierto, Aegon tenía el cabello corto todo desordenado y a su lado había un charco de vómito que estaba empezando a oler. Le dio un manotazo a Alyssa para que lo dejara en paz y se volteó manchando gran parte de su pantalón con su propio vómito.
Alyssa se planteó simplemente agarrarlo del cabello y arrastrarlo por toda la fortaleza hasta quitarlo de la vista de todos los demás. ¿Acaso no le daba vergüenza?
—No te molestes, cuando ha bebido mucho apenas es capaz de reaccionar, se quedará aquí hasta que recobré conciencia.
Aemond que también venía de entrenar, se paro junto a Alyssa, haciendo que sus hombros se tocaran.
Ambos miraron a Aegon con desagrado.
—En este estado sería muy fácil matarlo —Alyssa murmuró.
—¿Estás pensando en matarlo? —Aemond le preguntó, girando por completo para mirarla. Alyssa había descubierto que le divertía mucho ponerse de su lado ciego para que lo tuviera mucho más complicado a la hora de mirarla.
—Por supuesto, ¿Acaso tu no? —ella preguntó como si estuviera hablando del clima— he pensado en diferentes formas de asesinarlo desde que lo vi mirándome el trasero.
Aemond sonrió con diversión, pero tan rápido como estuvo ahí desapareció.
—Ten cuidado con él —le advirtió con voz severa y casi en un susurro— cuando esta borracho no sabe lo que hace y toma lo que quiere cuando quiere.
Alyssa arrugó la nariz.
—Lo mataré antes de que me pueda poner una mano encima —ella dijo, restándole importancia.
—¿Tienes un deseo profundo de asesinar a alguien, no es así? —Aemond le preguntó, mirándola con una ceja en alto.
—Solo a tuertos y a borrachos.
—¿Y convertirte en una matasangre? —Aemond suspiró con fingida decepción— no te queda bonito, Alys.
Alyssa dio un paso adelante.
—No me importan las tontas supersticiones.
—No debería se ser una sorpresa. Eres digna hija de tu padre —Aemond le sonrió con malicia y como ella no contesto, él siguió— después de todo el mato a su primera esposa, ¿Que es matar a tus primos comparado con eso? ¿Nada, verdad?
—La muerte de Rhea Royce fue un desafortunado accidente. Se cayó se su caballo, mi padre no la mato —ella dijo con los dientes entrecerrados.
Aemond inclinó la cabeza hacia un costado como si estuviera pensando, lo que solo sirvió para molestar aún más a Alyssa.
—Y si la hubiese matado, tampoco sería un matasangre. Nunca consumaron su matrimonio, por lo que para la ley y los siete a esos a los que les rezas, técnicamente no es válido.
—¿Crees que tu padre hubiese consumado su matrimonio si hubiese encontrado a Lady Rhea Royce mucho más bonita? —el preguntó con descaro— ¿No decía mi tío que las ovejas eran mucho más bonitas que su señora esposa? Bueno sabemos que tipo de mujer le gustan a tu padre, las ovejas le deben de haber parecido bonitas por el pelaje y porque...
Alyssa desenvaino fuegosocuro y lo apoyo en la garganta de Aemond, quién solo sonrió.
—Di una palabra más sobre mi padre y te mataré —ella murmuró.
—¿Encuentras bonito a tu prometido, prima? Tienes rasgos Valyrios ¿No es asi?
—¿Por qué estás tan desesperado por saber sobre mis gustos, primo? ¿Hay algo que te inquieta? —ella preguntó con burla, bajando a fuegoscuro y acercándose a su cara.
Aemond contuvo la respiración y Alyssa sonrió.
—No es propio que te acerques tanto cuando estás comprometida —el le dijo con voz baja, pero no intento alejarse— si alguien nos viera pondrá en duda tu virtud.
—Pero tus rasgos Valyrios me atraen bastante —ella le dijo, alzando su mano libre para tomar un mechón de su cabello y girarlo en su dedo.
Ambos se miraron por un minuto que pareció una eternidad. Aemond fue el primero en retroceder, desenredando su cabello del dedo de su prima.
—No vuelvas a decir eso —el murmuró, voltenadose para ver a Aegon.
Alyssa sonrió de forma triunfante. Su objetivo había sido molestarlo y lo había logrado.
—¿No querías saber si me parecían atractivos los rasgos Valyrios? —ella preguntó fingiendo inocencia mientras guardaba fuegoscuro— ahora sabes la respuesta. Pero no te ilusiones mucho, primo, nunca podría olvidar ni compromiso. Mi hermano también tiene rasgos Valyrios... Y sus dos ojos.
Dando su discusión por terminada, Alyssa giro en su lugar, dándole una última mirada a Aegon antes de alejarse hacia sus aposentos.
Este era el último día que Alyssa pensaría en la fortaleza antes de volver a Rocadragón, por lo que su tío quería que compartieran justos el poco tiempo que les quedaba. Así que Alyssa se apresuro a bañarse y cambiarse para encontrarse con el Rey.
La Reina está allí, cosa que no sorprendió a Alyssa. Descubrió rápidamente que la a Reina no le gustaba que el Rey invitara a su sobrina a sus habitaciones porque los criados habían comenzando a hablar, por lo que siempre que estaba con el Rey había alguien para asegurarse que no sucediera nada indebido.
A Alyssa eso la divertía muchísimo, porque aunque el Rey tuviera otras intenciones (cosa que no sucedía) ni siquiera se hubiera podido levantar de la cama de lo enfermo que estaba.
—Majestades —Alyssa los saludo, inclinándose un poco.
Alicent asintió en su dirección, pero fue el Rey quién la instó a acercarse.
El día anterior el Rey la había confundido con su madre. Le hablo en alto Valyrio y le pregunto dónde estaba su padre y su hermanito, la Reina que también había estado presente, no habia entendido nada y no hizo preguntas para saber que era lo que le había dicho, fue una suerte para Alyssa porque se hubiese sentido un poco avergonzada al admitir que le había seguido la conversación como si ella fuera su madre.
Para su suerte, hoy el Rey parecía bastante lúcido.
—Me entristece mucho tu partida —el le confesó— me gustaría que te quedarás más tiempo, pero si no te vas tu padre vendrá aquí a buscarte el mismo.
Alyssa se rió mientras que la Reina hacía una mueca de disgusto.
—Conociendolo es probable que arme un escándalo.
El Rey se rió y pronto comenzó a toser, su esposa se apresuró a alcanzarle la copa que descansaba al lado de la cama.
Alyssa aprovecho el momento y se desabrochó el cinturón en donde llevaba s fuegoscuro y lo dejo sobre la comoda. No paso por alto la forma en la que Reina la miró cuando se acomodo los pantalones.
No era propio de una mujer que se vistiera como un hombre, a menos que fuera una amazona o una jinete de dragones, aún así solo usaron la ropa por poco tiempo y luego volverían a los vestidos. Pero aunque Alyssa tenía la costumbre de vestirse con pantalones y camisas lo hacía de forma elegante, y para recordarles que aún era una mujer usaba muchas joyas.
En esta ocasión Alyssa vestía por completo de negro y usaba una capa roja decoradas con dragones dorados.
Al parecer ella era única que se sentía orgullosa de los colores de su casa, porque todos allí vestian de un asqueroso verde.
—Me temo que no podré salir a despedirte. No me encuentro muy bien, por eso querida despedirme ahora —el Rey murmuró, su voz cada vez se volvía más suave por lo que Alyssa tuvo que volver a acercarse para escucharlo bien— a Alicent y a mi nos alegra mucho haberte tenido aquí y estaremos esperando que vuelvas pronto.
La Reina no parecía muy contenta, pero cuando Alyssa la miró le regaló una sonrisa falsa.
—Les agradezco por su hospitalidad, me sentí muy cómoda aquí entre mis primos, y admito que los extrañare mientras esté en Rocadragón.
Viserys se alegro al escuchar eso.
—Me alegra mucho que la familía este unida. ¿Has estado pasando mucho tiempo con Aemond, no, querida? Entrenan a la misma hora y me informaron que los vieron volando juntos.
A Alyssa le molestaba un poco que su tío fuera tan ingenuo. Familía unida, por su puesto, y se vestian de verde y negro solo porque les gustaban los colores.
—Se que no esta bien tener favoritos, pero mi primo Aemond es el más cercano a mi edad y compartimos gustos similares. Nos hemos vuelto unidos muy rápido —Alyssa mintió rápidamente.
Alicent la miró detenidamente.
—Aemond no suele volar con sus hermanos. Siempre lo hace solo, pero al parecer le agrada mucho tu compañía.
Alyssa no estaba segura como tomar su comentario, no fue dicho en un tono burlesco pero no había amabilidad allí.
—Debe ser por Vhagar. Cuando Laena aun era su jinete, me llevaba en su lomo y luego cuando reclamé a Vermithor volamos juntas. Vhagar me conoce y no se inquieta en mi presencia —Alyssa trató de adivinar.
Desde que estaba en al fortaleza no había visto a Aegon ni a Helaena volar, Aemond lo hacía muy seguido y si ella estaba en el cielo él se unia solo para molestarla, y aunque a Vermithor le molestaba la presencia de Vhagar y de Aemond, a Vhagar parecía no molestarles sus presencia.
—En otras circunstancias me atrevería a proponer un compromiso. Tu y Aemond parecen llevarse muy bien, yo mismo me case con mi prima y tuve un matrimonio muy feliz.
—Alyssa ya está comprometida, querido —la Reina le recordó— su padre es el que debe decidir eso asuntos y ya lo hizo. No creo que a Daemon le parezca divertido que nos entrometieramos en sus asuntos.
Era verdad. Aunque Alyssa había estado en desacuerdo con casarse con Aegon, su padre no había cambiado de opinión. A Rhaenyra tampoco le agradaba la idea, pero era imposible discutír con Daemon Targaryen.
—Ya lo sé, querida —el Rey le dijo a su esposa— pero quizás podamos intervenir está vez. La palabra del Rey es la ley, Alyssa vivirá muy cómodamente aquí junto con Aemond.
La cara de Alicent se desdibujó. Era obvio que no le hacía gracia que su esposo pensará casar a Alyssa con su hijo favorito.
A Alyssa misma tampoco le había gracia aquello. ¿Alguien más quería decidir su futuro sin siquiera preguntarle que pensaba al respecto?
Definitivamente ella tampoco quería casarse con Aemond.
—Tio, no creo que sea necesario. Mi primo y yo no nos vemos con otros ojos más que con los de amistad —ni siquiera eso, Alyssa quería decirle.
—Grandes matrimonios empiezan con menos. Déjame hablar con tu padre, pronto le enviaré un cuervo.
Alyssa frunció el ceño, ella y Alicent compraron una mirada.
—¿Por qué no lo hablamos primero con Aemond, querido? —ella intervino, esperando poder convencerlo de lo contrario más tarde.
—Que gran idea. Dile a los guardias que vayan a buscarlo. Estamos todos aquí, solo falta él.
Alyssa que quedo parada torpemente junto a la cama de su tío mientras la Reina se levantaba y se acerca a la puerta para informar el pedido del Rey.
El ambiente se había puesto pesado y Alyssa tuvo unas ganas inmensas de volver a tomar fuegoscuro para apuñarlase ella misma y terminar con esta tortura.
Aemond no tardo mucho en llegar, pero estaba muy desconcertado cuando vio a Alyssa allí. Se acercó a su madre y se paró del otro lado de la cama.
—Hijo mio, dime. ¿Has pensado en el matrimonio? Ya estás en edad para comenzar a formar tu propia familia.
—Desde que mis hermanos se han casado yo mismo he estado pensando en el compromiso, padre —afirmo, uniendo sus manos detrás de su espalda.
Alyssa lo miro de forma intensa, quería que él le devolvieron la mirada para advertirle, si él seguía insinuando que quería casarse y esas cosas, solo complicaría las cosas para ellos. Pero Aemond no la miró, ni a su madre que al parecer también quería advertirlo.
—Dime, muchacho. ¿Te gustaría casarte con Alyssa?
Al fin Aemond levantó la vista para mirarla y ella abrió grande los ojos y negó, esperando que el entendiera. Pero él solo le sonrió con malicia.
—Me encantaría, padre.
—¿Aemond? —la Reina le tomo el brazo y lo miro como si se hubiera vuelto loco.
—Entonces le escribirte una carta a mi hermano —el Rey sentenció.
Aunque habían pedido la opinión de Aemond, nadie había considerado preguntarle algo a Alyssa por lo que furiosa de despidió del Rey lo más educada que pudo y salió de sus aposentos hecha una furia.
Buscaría Vermithor en ese instante y se iría a Rocadragón,cuando su padre se enterarse de los planes del Rey con suerte no la dejaría volver nunca más y Alyssa estaría muy feliz por eso.
Alguien la alcanzó a mitad el pasillo. Aemond corrió a su lado, obviamente encontraba aquello muy divertido y si los guardianes del Rey no hubiesen estado a la vista Alyssa lo hubiera estampado contra la pared para borrarle la diversión a golpes.
—¿Ya te irás, mi Alys?
En contra de todo su buen juicio, Alyssa se detuvo. Los guardias al final del pasillos los miraron, por los ella solo pudo amenazarlo en vo baja.
—No me llames así.
—¿Cómo te gustaría que te llamara? ¿Mi prometida?
—No. No estamos prometidos. No sucederá nada entre nosotros, mi padre no lo permitira —ella le escupió antes de volver a caminar.
—Mi padre es él que tiene la última palabra —el informo siguiendola.
Cuando doblaron el pasillo y se alejaron de los guardias Alyssa no pudo contenerse más y lo acorraló contra la pared.
—¡¿Por qué le dijiste eso al Rey?! Te odio y tu me odias.
—¿Pensé que te parecían bonitos mis rasgos Valyrios? —él le dijo burla, acomodándose en la pared sin mostrar ningún rastro de disgusto porque Alyssa lo estuviera acorralando.
Alyssa soltó un grito de frustración.
—Eres el hombre más idiota del mundo. Nos has condenado a una vida de miseria.
—¿Eso es lo que tú crees, prima? Yo pienso que seremos muy felices, formaremos una gran familia, siempre he querido tener muchos.
—Preferiría morir antes que llevar un hijo tuyo en mi vientre, yo misma me apuñalaria de ser necesario.
Aemond se rió. Estiró su mano para tocar el rostro de Alyssa pero ella lo golpeó.
—Entonces me aseguraré de mantenerte alejada de las cosas punzantes.
—Me tiraré de la ventana de la torre más alta.
—Hare que aseguren las ventanas.
—Le pediré a Vermithor que me coma.
—Tu dragón no te comerá.
—Me escaparé.
—Te seguiré.
—¡Aemond! —ella dijo con disgusto.
—¡Alyssa! —el repitió su mismo tono pero con diversión.
—Te detesto profundamente y me iré ahora antes de que pueda matarte. No deseo ver nunca más tu cara deforme.
El vil insulto sobre la falta de su ojo pareció despojarlo de toda diversión y no protesto cuando Alyssa se alejó.
—¿Porque dejaste que lo hiciera?—Daemon preguntó con furia, moviéndose un lado a otro en la habitación, mirando a su hija con el ceño fruncido— ¿Por qué guardaste silencio? Nunca mantienes tu opiniones para ti misma cuando saco a relucir tu compromiso con Aegon. ¿Acaso de gusta ese tuerto?
—¡No! —Alyssa se apresuró a decir, pero su padre no le permitió decir otra palabra.
—¡Vi a Vermithor y a Vhagar sobrevolando Rocadragón! ¿Mi hermano también te obligó a hacer eso?
—Kepa, déjame explicarte...
Daemon se detuvo y acercó a su hija para tomarla con fuerza por los brazos.
—Si te has enamorado de ese tuerto Hightower dejaras de ser mi hija ¿Lo entiendes, Alyssa? Pretendere que nunca has existido y no le permitiré a tus hermanos hablarte. Estarás muerta para mi ¿Lo comprendes? ¿Planeas decepcionarme de esta forma luego de todo lo que hice por ti?
Los ojos de Alyssa se llenaron de lágrimas y se se inclinó para abrazar a su padre.
—Kepa, perdoname por favor. Él no es más que una molestia para mi, no quiero casarme con él, el Rey fue quien lo sugirió. Nunca he querido decepcionarte, perdoname Kepa, por favor.
Daemon la tomó de los hombros para alejarla.
—Entonces no me decepciones, Alyssa.
—No lo haré Kepa. Me casare con Aegon. Por favor, no te molestes conmigo.
—Vete, vete ahora que le escribiré a mi hermano.
Alyssa dudo por un momento pero cuando su padre le envío otra mirada se apresuró a salir.
Jacaerys la estaba esperando en la puerta.
—¿Que sucede? —el preguntó con preocupación— bajaste de Vermithor y viniste directamente a hablar con tu padre ¿Que paso? ¿Te hicieron algo?
—Nada. Déjame en paz —ella murmuro con fastidio, esquivandolo para ir a sus aposentos .
—No ha sido nada. Nunca antes te había visto llorar.
Jacaerys intento agarrarla del brazo y Alyssa lo empujó haciéndolo tropezar por lo que terminó en el suelo.
—¡Te dije que me dejaras en paz!
—¡Alyssa! ¿Que está pasando?
Rhaenyra salió de su propia habitación y miró a su hijo con preocupación. Ella se acercó para ayudarlo a ponerse de pié.
—No es nada madre —Jacaerys intervino— me tropecé.
—¿Y que fueron todos esos gritos? ¿Que hiciste Alyssa?
—¿Por que asumes que yo tengo la culpa? —la chica le espetó con enojo.
—Porque te conozco y conozco a mi hijo.
—Pues dile a tu hijo que deje de fastidiarme o la próxima vez lo empujare por las escaleras.
Alyssa se dio media vuelta dispuesta a irse. Quería irse de Rocadragón. Quería tomar a Vermithor y volar hasta que su mente que quedará en blanco.
Ya había tenido suficiente y las palabras de su padre solo lo habían empeorado todo.
—¡Alyssa ven aquí y disculpate ahora mismo!—Rhaenyra le espeto, siguiéndola escaleras a bajo. Con Jacaerys intentando retenerla— ¡Alyssa se estoy hablando!
—¡Ya te he escuchado! —ella le gritó, parándose en el medio de las escaleras para mirarla de mala forma— ¡Y no voy a discúlpame por nada! ¡Déjame en paz!
—Alyssa no puedes hablarme así —Rhaenyra dijo con voz tensa— podría tener tu lengua por levantarme la voz.
—Quitame las orejas mejor, así ya no tendré que escucharte.
—Tendras que escucharme te guste o no —Rhaenyra le espeto, ya más enojada— está es mi casa y yo soy tu madre ahora.
Alyssa subió dos escalones para mirarla de frente. Estaba tan enojada que su rostro estaba rojo de la rabia.
—¡Tu no eres mi madre! —ella le espeto, antes de volver a bajar las escaleras con rapidez.
El rugido de Vermithor se escuchó cuando Alyssa salió del castillo. Su dragón estaba tan molesto como ella y aterrizó en el jardín de Aegon, destruyendo todo a su paso.
—Llevame lejos —Alyssa me murmuró a su dragón de forma suave mientras se subía en su silla— no quiero estar aquí.
Siempre obediente, Vermithor batió sus alas y alzo vuelo.
—¡Los hijos del rey son todos unos idiotas! —ella murmuró con rabia.
Vermithor rugió en respuesta y Alyssa se soltó de las cadenas para inclinarse y abrazarlo como podía.
—Tu eres él unico que me entiende, Vermithor. Ojalá pudiera casarme contigo.
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