vi. king's landing
capítulo seis
DESEMBARCO DEL REY
Cuando Lady Alyssa volvía a la fortaleza, se esmeraba en hacer que Vermithor diera tres vueltas sobre la ciudad para que todos los habitantes lo viesen, tal como lo hacía el viejo Rey. En su estadía en la corte, servía como copera de su tío y se la veía muy apegada a él. Hongo afirma que la rivalidad entre ella y su primo, Aemond, creció en gran manera cuando el Rey paso más tiempo con su sobrina que con sus propios hijos.
—Ire contigo —Jacaerys murmuró, interceptado a Alyssa en el pasillo y tomando sus manos entre las suyas— no dejaré que estés sola en ese nido de serpientes.
La chica sonrió con diversión. Ella se soltó de su agarre y le dio un golpe suave en la mejilla.
—¿Para qué? Un bastardo allí es más que suficiente. No queremos que la Reina se inquiete.
Jacaerys frunció el ceño. Durante estos tres años en donde habían convivido juntos como familía en Rocadragón, Alyssa no se había privado de llamarlos bastardos a él y a sus hermanos. Nunca fue desagradable pero no le gustaba que lo llamaran así.
—No hables así —Jacaerys la reprendió en voz baja.
—No te avergüences, querido hermano. A las personas le gusta pensar que los bastardos somos crueles y deshonrosos, no te pongas tímido.
Las mejillas de el chico se calentaron y Alyssa se rió mientras acomodaba en su hombro el bolso que iba a amarrar en la silla de Vermithor con sus pertenencias.
—No me llames así —él le pidió. Persiguiendola mientras ella comenzaba a alejarse.
—¿Como, hermano o bastardo?
—Ninguna de las dos —Jacaerys dijo, alcanzandola.
El paso de los años había hecho en Alyssa lo que la primavera hace con las flores, se había convertido en una mujer de extrema belleza, pero su mal comportamiento y su rudeza se fortalecieron aún más. Al contrario de la mayoría de las señoras, a ella le gustaba usar pantalones y camisas, aunque su buen gusto por la joyería podría fácilmente rivalizar con el de su madrastra.
A Alyssa siempre le había causado gracia que Jacaerys se sonrojara en su presencia, era propio de él querer impresionarla cada vez que ella entraba en una habitación, él era todo lo que debería ser un caballero honrado, estudiaba y entrenaba mucho, pero ella no vio en él algo más que un buen amigo.
Además que desde el nacimiento de el pequeño Aegon, la habían comprometido con él.
—Somos hermanos ahora —ella le dijo, solo para molestarlo— tu madre se casó con mi padre, así que somos familía.
Jacaerys hizo una mueca.
—Es raro pensar en ti como una hermana cuando...
—Estoy comprometida con Aegon —Alyssa lo corto, evitando que él pasará vergüenza— no pienses en mi nada más que como una hermana, Jace.
—Aegon es solo un niño. No entiendo porque Daemon no quiere que te cases conmigo, soy el heredero del heredero, aún te quedarás cerca de la familía si te casas conmigo, te trataré bien y...
—Aun así, la sangre de Harwin Strong corre por tus venas.
—No se porque a Daemon le importa tanto eso. Mi madre es Targaryen, mis hermanos y yo lo somos en consecuencia. Tu misma tienes la sangre de alguien más en tus venas, solo tuviste la suerte de heredar los rasgos valyrios.
Alyssa sonrió. La identidad de su madre se guardo como un gran secreto que solo ella y su padre conocían.
—Entonces soy una bastarda con suerte —ella dijo con burla.
—No quise decir eso —Jacaerys se apresuró a responder.
—No me ofendiste, Jace. No te preocupes, hace tiempo que dejo de molestarme la bastardia, pero aún así se reconocer cual es mi lugar. Puedo ser la hija primogénita pero sigo siendo una bastarda, no podría casarme con algún que alguna día será rey. ¿No lo entiendes? Tu reclamo al trono ya se verá manchado por los susurros sobre tu verdadera identidad y conmigo a tu lado solo lo empeorará, seria conveniente que te casaras con una mujer de buena cuna, una con sangre valyria para que nuestra sangre corra por los descendientes venideros. Quizás Baela sea la apropiada, es la hija mayor legítima de mí padre.
Jacaerys arrugó la nariz.
—Mi abuelo te legítimo.
—Eso da igual porque aunque se la mayor, todos mis hermanos están por encima de mi. No heredare nada. A diferencia de ti, la gente puede susurrar cosas, pero al final nadie podrá tu legitimidad en duda en voz alta. Las personas tienen claro que soy una bastarda y no les importa decirlo, y a mi ciertamente no me importa escucharlo.
—¿Me escribirás, verdad? —él preguntó cuando salieron del castillo.
—Me iré solo por una semana —ella respondió— no seas un tonto enamorado, escríbeme si quieres, pero volveré antes de que el cuervo llegue.
—Te irás una semana cada tantos días. Pasarás la misma cantidad de días aquí que allá —él murmuró con decepción.
—Si tanto me extrañaras, hablaré con mi tío para que la próxima vez te permita ser mi acompañante.
Jacaerys se apresuró a negar, haciendo reír a Alyssa.
—Sigue estudiando Valyrio cuando me vaya ¿Quieres? Eres terrible.
—No soy terrible —él se defendió, con las mejillas encendidas.
—No, tienes razón. Eres peor que eso.
—¡Alys!
Ella se acercó a él con rapidez y le dio un beso. Se alejó riéndose mientras Jacaerys se quedaba parado en su lugar.
—¿Por qué hiciste eso? —él preguntó, siguiéndola hacia donde estaba su familía que se agrupaba, esperando despedirla— ¿Y si Daemon nos vio?
—Mi padre me ha dado permiso de follarme a quién quiera hasta que mi hermano tenga edad suficiente como para conocerme en la cama.
—¡Alyssa! —él la reprendió, mirándola con incredulidad— ¡Alguien podría escucharte, no hables así, no es apropiado!
Se quedaron en silencio por un rato hasta que Jacaerys carraspeo y volvió a hablar.
—Me besaste porque... ¿Quieres que sea tu amante mientas nuestro hermano crece?
—Dioses, Jacaerys solo fue un beso. No te convertirás en mi amante por eso.
—Pero. ¿Por que me besaste?
—Para que te callaras, obviamente. Ahora, quieres guardar silencio ¿o preferirías que te besara frente a mi padre?
El chico guardo silencio y Alyssa le sonrió a su padre, que le estaba haciendo una seña con la mano para que se acercara primero a él.
—Mi Zaldrizes.
Aunque Alyssa tenía solo catorce días de su nombre, ya casi tenía la misma altura que su padre, por lo que él no tuvo que inclinarse para tomarle la cara entre sus manos.
—Estoy a un vuelo de distancia —él le dijo— se muy bien que puedes defenderte, pero si algo se sale de control... busca a Luthor Largent de la capa dorada, le he enviado un cuervo hace unas lunas. Él te protegera si algo sucede y te traerá a mi.
—Y si no, tengo a Vermithor. Quemaré la capital si es necesario.
Daemon sonrió.
Rhaenyra se acercó a ellos y le puso una mano a Alyssa en la espada con delicadeza.
Al igual que la anterior esposa de su padre, a Alyssa le agradaba su prima, pero seguía sin ser su madre. Aunque Rhaenyra era cariñosa y la quería como si fuera su propia hija.
—Puede que mis medio hermanos no sean muy cordiales, pero mi padre te tratara bien.
Desde que Daemon y Rhaenyra se habían casado, el Rey les había dado un trato silencioso. No aprobaba su relación, por lo que Daemon había creído que era un buen momento para que Alyssa viaja a la capital y hablara por ellos, para reavivar la buena relación que tenían.
—No llores Rhaena —Alysa murmuró con molestia, separándose de su padre, para acercarse a su hermana que estaba parada junto a Lucerys— no me iré por mucho tiempo.
—Eso es lo que dices ahora, pero que pasa si el Rey te quiere bajo su tutela. La abuela se llevó a Baela y ahora me quedaré sola aquí.
—Deja de llorar sabes que no me gusta que llores —Alyssa murmuró, levantando una mano para limpiarle las lágrimas que le corrían por el rostro— no que quedaré bajo la tutela de nadie. Me escápate si es necesario.
—Saluda al abuelo por mí, Alys —Lucerys intervino, mientras Rhaena seguía secándose las lágrimas por su cuenta.
—¿Algún pedido más?—ella preguntó con diversión. Se volteó a mirar a Joffrey que miraba a Vermithor con admiración.
—No te metas en problemas —Rhaenyra le dijo con diversión— necesitamos de tu presencia allí para estar al tanto de lo que sucede en nuestra ausencia.
—Si, mi princesa —ella dijo con burla, haciendo una reverencia. Miró a Aegon que se aferraba a las piernas de su madre— mi príncipe —ella murmuró ahora con más diversión, estirándose para darle un golpecito en la nariz.
—Alyssa —su padre la advirtió.
—Me comportarse mientras ellos se comporten —ella respondió, dándole a su padre una rápido beso en la mejilla antes de alejarse para acercarse a Vermithor que la estaba esperando.
Como su padre le advirtió, su recibimiento en la capital no fue la gran cosa, unos cuantos guardias la estaban esperando con en un carruaje para escoltarla a la fortaleza. Ella descendió en al cocina de Visenya y permitió que Vermithor volviera a volar porque no lo quería encadenado en pozo dragón. Vio a Vhagar a lo lejos pero no vio a su jinete.
Alyssa nunca antes había estado en desembarco del Rey, y aunque su padre tenía muchos cosas que decir sobre lo divertido que eran las calles de Flea Bottom. La capital ya no le gustaba, el olor a asqueroso y el calor ya la habían puesto de mal humor.
—Lady Alyssa.
Cuando la puerta se abrió, una mano la ayudo a bajarse, estuvo a punto de rechazarlo y empujarlo lejos. Ella podía bajar sola, se bajaba del lomo de un gran dragón no necesitaba la ayuda de un hombre, pero recordó que le habían pedido que se comportara.
La Reina y sus hijos la estaban esperando. El Rey no estaba allí, así que Alyssa desistió de sus buenos modales y se acomodo el bolso en el hombro antes de acercarse.
—Su Majestad —ella dijo, inclinándose un poco, una sonrisa burlona brillo en su cara— primos.
Todos ellos se veían no mut diferentes de la última vez que los había visto. Habían crecido claramente, pero solo Aemond estaba muy diferente.
Helaena le sonrió. Daeron no estaba a la vista, Aegon parecía más dormido que despierto y Aemond la miraba con el ojo entrecerrado.
—La salud del Rey no es la mejor hoy en día —Alicent le dijo— pero espero que nuestra presencia sea suficiente para recibirte. Mi esposo quiere que te sientas como en casa, sobrina mia, así que si hay algo que puedo hacer para ayudarte pídelo y se te lo dará.
Alyssa arrugó la nariz. No le gustó que la llamará sobrina.
—Oh, es más que suficiente, su majestad. No se preocupe.
—Vimos a Vermithor volar tres veces al rededor de la fortaleza —Helaena murmuró, llamando la atención de Alyssa.
—Si. Mi bisabuelo el rey Jaehaerys, fue el antíguo jinete de mi Vermithor, solía dar tres vueltas al rededor de la fortaleza antes de descender, así que supongo que que las viejas costumbres no se le quitan a un dragón. —Alyssa desvío su mirada para ver a Aemond que la escuchaba con atención— Dime, primo. ¿Vhagar no ha querido llevarte a terminar de una vez por todas con Dorne, eh?
Ante la mención de Dorne, la reina hizo una mueca.
Aemond no respondió porque su madre lo hizo por él.
—¿Es de allí la maravillosa ropa que usas, querida sobrina? —la reina le preguntó con una falsa sonrisa.
—En su mayoría uso telas de Pentos —ella respondió, hablando con el mismo tono— ¿Le gusta? Mi madrastra, la princesa Rhaenyra hace traer telas especialmente para mi, si quiere podría recomendarle mi sastre de confianza.
La mujer arrugó la nariz.
—Tenemos un gusto un tanto diferente. Me gustan más los vestidos...
—Y el color verde, por lo que veo.
—El color de la naturaleza, nos da un poco de paz. ¿No lo crees así, querida prima? —Aemond respondió, escondiendo sus manos detrás de su espalda— es el mismo color de uno de tus bonitos ojos.
La reina se volteó a ver a su hijo con incredulidad.
—Ya veo... la paz. Pensé que el blanco era el color de la paz ¡Que tonta! —Alyssa tarareo con diversión— si, la paz suena bien, pero prefiero el rojo y el negro, la sangre y el fuego.
—¿Por qué no entras y te pones cómoda, sobrina? El vuelo debe de haber sido un poco agotador —Alicent le preguntó— el Rey ha preparado una habitación para ti junto a los viejos aposentos de tu padre.
—Me gustaría antes poder visitar al Rey. Claro, si usted lo cree posible, su Majestad.
La reina frunció los labios.
—Pos supuesto, estará encantado de recibirte. Aegon, hijo mio. ¿Por qué no le muestras el camino a tu prima?
—¿A dónde? —Aegon preguntó, parándose de forma recta.
A Alyssa no le sorprendió. Lo recordaba medio borracho en Marcaderiva, aquí, no debería de haber sido muy diferente, era un poco temprano así que probablemente tenía un poco de resaca.
—Yo la acompañare, madre —Aemond se adelantó.
La Reina frunció el ceño, más no hizo nada para impedir que su hijo extendiera el brazo hacia Alyssa.
De mala gana, Alyssa unió su brazo con el de él. Ambos tenían la misma altura, así que los pasos eran largos.
—No te pongas tímido, primo mio —Alyssa le dijo con diversión— cuéntame algo sobre ti. No nos vemos desde aquella maravillosa noche.
Gracias a su agarré, Alyssa pudo notar lo incómodo que estaba.
—No se que cosas podrían interesarte, prima. Permítame preguntarle ¿Que le gustaría saber?
La falsa cortesía era mucho más evidente en él que en su madre.
—¿Que tal se han vuelto tus reflejos ahora que estás tuerto? —con la mano libre que no estaba enganchada a su brazo, Alyssa se estiró para tocarle el parche, pero Aemond le sujetó la muñeca con fuerza.
—Puedo arreglarmelas bastante bien, prima.
Alyssa se rió.
—¿Por qué usas un parche? ¿Acaso no sabes, querido primo, que las mujeres encuentran las cicatrices atractivas?
—No quisiera asustar a las mujeres de la corte. ¿No sé asustaría usted, Lady Alyssa?
—Siempre me han parecido muy interesante las bestias —ella respondió con diversión. Soltandose el brazo.
Los guardias que estaban parados frente a una gran puerta se pusieron derechos y se inclinaron levemente al ver a Aemond.
—Mi prima, Lady Alyssa está aquí para ver a mi padre —él les informo.
—Su Majestad ya la está esperando.
Él que estaba más cerca de la puerta la abrió, y se hizo a un lado para dejarla pasar.
—Primo —Alyssa lo saludo antes de adentrarse a la habitación.
Lo primero que Alyssa notó fue una gran maqueta, luego el murmullo de algo la alertó. El Rey Viserys, estaba mucho peor de como ella lo recordaba, estaba sentado junto a la ventana, pero la estaba mirando a ella.
—Su majestad —ella le dijo, inclinándose. Esta vez no había burlas en su saludo, solo un profundo respeto.
Su padre, aunque tenía diferencias con su hermano, lo quería mucho, así que Alyssa lo quería en consecuencia. No sé llevaban más que unos pocos años de diferencia, pero el Rey estaba demacrado.
—Ven, ven. Deja las formalidades, somos familía.
Le costaba respirar y hablar, Alyssa notó.
Se acercó a él y se inclinó para dale un beso en la frente, donde no estaba lleno de llagas.
—Tío.
—Mi querida sobrina —él le dijo en voz baja— me alegra enormemente tenerte aquí.
Alyssa sabía que cuando él la veía, no veía nada más que el reflejo de su madre y que esa era el causante de tanto cariño. Pero no sé quejó, a veces, se daba cuenta que su padre la miraba de igual forma.
—Mi padre y Rhaenyra envían saludos.
—Ah.. —el hombre se tiro hacia atrás en su silla— ¿Cómo está mi hija?
—Embarazada.
El Rey la miró con sorpresa.
—¿Esta ella bien?
—Muy bien.
—Bien, sientate aquí —él le dijo, señalando una silla a su lado— no te he visto en muchos años, seguramente tienes cosas que contarme. Desde aquí, he visto a la maravillosa bestia en la que has llegado.
Alyssa sonrió. Podría hablar de Vermithor sin casarse por días enteros.
—Los viejos como yo, deben de haber pensado en mi buen abuelo, te lo aseguro. No he visto a Vermithor desde que él murió, parece mucho más grande de lo que lo recordaba.
—Ha crecido un poco más. En Rocadragón nunca los mantenemos encadenados, es el segundo dragón más grande. Luego del de mi primo.
—Si, Vhagar... Aemond vuela todas las mañanas, a la Reina la pone de los nervios que no vuelva pronto.
Alyssa se rió.
—La dragona de mi abuelo —ella dijo, inclinándose en si silla— mi padre dice que el los llevo a dar unas cuantas vueltas en su lomo.
El Rey sonrió con nostalgia.
—No fueron muchas. Descubrirás que a veces los dragones son un poco celosos y quisquillosos, solo les agrada su jinete. Mi madre, en comparación, nos llevo a lomos de la reina roja apenas unos días de nacidos.
—Mi padre también.
Aunque probablemente no eran las mismas circunstancias, porque él había volado a Volatis para recuperarla y separarla de su madre, la llevo en Caraxes con apenas unos días de vida.
—¿Cómo está el? ¿Es feliz?
Alyssa asintió y desvío la mirada. Cuando su padre se caso con Rhaenyra pensó que solo lo hacía por poder, la ambición del segundo hijo dirían muchos, pero aunque su padre era ambicioso, también quería mucho a su sobrina.
El Rey siguió su mirada y ambos se quedaron en silencio por un buen rato, admirando la maqueta de Valyria.
—¿Estoy en lo correcto al suponer que ya estás comprometida, Alyssa?
—Si, tío. Cuando mi hermano Aegon sea mayor, nos casaremos según las costumbre de mi casa —ella le informó, intentando que en su voz no se notara el desagrado que sentía por eso.
—Hay una gran diferencia de edad entre ustedes. ¿Que llevo a Daemon a tomar tal decisión? Pensé, que él más que nadie, que se quejó hasta el cansancio de su primera esposa, dejaría que sus hijos eligieran a las personas con la cual pensaban compartir el resto de su vida.
Alyssa no había escuchó más que cosas malas sobre Lady Rhea Royce. Su padre decía que las ovejas eran más lindas y que ella era una perra.
Asi que naturalmente, Alyssa creía ciegamente en la palabra del hombre.
—Kepa quiere mantenerme cerca de casa, además, soy una bastarda tío, ningún buen señor querrá tomar mi mano en matrimonio. Aegon es un príncipe y es un cuarto hijo, esta muy lejos del trono por lo que casarse conmigo no sera humillante para la familía. De esa forma, me quedaré cerca y no perderé los privilegios con los que crecí.
—Oh querida mia —el Rey fue lento, pero se estiró para tomar las manos de Alyssa con cariño— te he legítimado y nunca le traeras vergüenza a esta casa. He escuchado que le has estado haciendo honor a la Reina Visenya.
Las mejillas de Alyssa se volvieron rojas.
Rhaenyra también tenía la costumbre de compararla con Visenya.
Aparte de Baelon el valeroso, Alyssa admiraba enormemente a Visenya. Ella y Nymeria eran las únicas guerreras que se conocían en la historia.
—He estado entrenando duro. Mi padre es quién me entrena, dijo que ya estoy lista para participar en una justa y ganar.
Viserys se rió y le dio una palmada en la mano con cariño.
—Lastima que las damas no pueden participar en las justas... Aunque he escuchado que en Dorne si pueden.
Dorne.. era un lugar que a los Targaryen les tria malos recuerdos. Pero Alyssa admiraba la forma en la que vivían. Eran un reino que mantenía las costumbres propias procedentes del Rhoyne, como la herencia al primogénito, sea varón o mujer.
—Kepa me deja a veces entrenar con hermana oscura —ella comentó con orgullo.
—Entonces debes ser muy buena, porque mi hermano no le confiaría su espada a nadie que no supiera blandirla bien... ¿Entrenas todos los días?
—Todos los días —ella confirmo— la práctica hace al maestro.
—Aemond también entrena todo los días, quizá puedan entrenar juntos. Los lazos que formarán...
El rey comenzó a toser y Alyssa se apresuro a alcanzarle la copa que estaba junto a la cama.
—No es normal ver a una mujer aquí, en la fortaleza, entrenando. Pero hablaré con Ser Criston Cole para que te ayude con tu entrenamiento.
Alyssa arrugo la nariz y el Rey lo notó.
—Mi padre ya ha pensando en eso, y me recomendó que entrenará con Luthor Largent de los capa dorada.
—Por supuesto, a tu padre no se le escapa nada —el Rey murmuró con diversión— podrás ir al campo de entrenamiento con Ser Luthor Largent. ¿Te ha confiado hermana oscura tu padre, para impresionar a los caballeros? Estoy seguro que muchos se sorprenderán al verte allí.
Alyssa se rió de buena gana.
—Lamentablemente no. Solo soy poseedora de esta daga.
La chica se puso de pié y saco la daga de su cinturón.
—La conozco bien. Esa daga le pertenecía a mi tio, el príncipe Aemon, se dio por pérdida en la batalla con los piratas myrienses en la costa oriental de Tarth. Daemon la debe de haber encontrado en la silla de Caraxes, sino no puedo entender cómo la consiguió. Estoy seguro que Rhaenys pelearía contigo para conservar la daga se su padre.
Alyssa volvió a guardar la daga en su cinturón con recelo. Si Rhaenys la quisiera, primero tendría que arrebatarsela de su cuerpo muerto y frío.
—.. pero me temo que una daga no te servirá de mucho aquí. Ser Luthor Largent, seguro querrá entrenar con espadas.
—¿Tienen una armería aquí, no? —ella preguntó.
Alyssa ya estaba acostumbrada al peso de hermana oscura y de su daga, su padre siempre pensó que aunque la daga era una desventaja, también le serviría entrenar con ella. En Rocadragón, Alyssa empuñaba a hermana oscura mientras su padre usaba una de la armería.
—Por supuesto, aunque... Ya que mí hermano te confía a Hermana oscura, seguiré sus pasos y te confiaré a Fuegoscuro, no la he empuñado en mucho tiempo, le vendría bien que algún le de un buen uso. Mientras te quedes aquí, te permitiré blandirla.
Alyssa se emocionó.
—¿Realmente podré tener tal privilegio?
—No veo por qué no. Se lo que significa hermana oscura para Daemon, si él te permite blandirla entonces se que estás capacitada para usar la espada de Aegon. Ve allí, a mi escritorio y tómala.
Alyssa se acercó rápidamente y cuando la tomó, se sintió en extremo poderosa. El mango se adaptaba perfectamente a su palma y de repente deseo probar el acero Valyrio en alguna persona.
—Confio en que la cuidaras bien.
—Más que bien, su excelencia.
El Rey le sonrió.
—Bien, me gustaría segura hablando un poco más contigo, pero estoy algo cansado. Aunque aún tengo una petición que hacerte.
—Dime, tío.
—Se que posees una maravillosa voz y me gustaría escucharte cantar un poco para mi. La música me relaja y me ayudará a dormir mejor durante la noche. Parece que en estos últimos días apenas he podrido descansar.
Era un precio justo, Alyssa pensó. Ella le cantará y el le permitirá blandir la legendaria espada de Aegon el conquistador.
—Me gusta cantar en alto valyrio —Alyssa le confesó— la mayoría de canciones que conozco son en ese idioma.
El Rey asintió.
—Nada me alegra más que escucharte cantar en alto valyrio, querida.
Alyssa asintió.
La espada en su mano se sentía tan cómoda.
—Entonces lo dejaré descansar, su majestad. Volveré en la noche. ¿No le molestará a la Reina, verdad?
—No te preocupes, no compartimos cama. Ahora, una última cosa antes de que te vayas.
Alyssa inclinó la cabeza en señal de que lo estaba escuchando.
—Desde que nombre a Rhaenyra mi heredera, no he tenido un copero digno. Me gustaría que fueras mi copero en todas la reuniones, ten en cuenta que es un gran honor, no cualquiera puede ser copero del Rey.
Bueno. A Alyssa definitivamente no le gustaba la idea. ¿Los poderosos señores que formaban parte del consejo acaso eran mancos como para rellenar sus propias copas?
Declinaria si pudiera, pero su padre había insistido en que averiguara todo lo que podía sobre los planes de los verdes ¿y que mejor que inmiscuirse en las reuniones del consejo?
—Me honras mucho, tío. Lo aceptaré.
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