3

—¿Qué? ¿Qué dices?

—Yo he caminado a tu lado cada vida que has tenido, nos cuidamos mutuamente mientras los años transcurren, hasta que te pones viejito y mueres en mis brazos. Y cuando eso ocurre comienza mi deambular por el mundo para encontrar el sitio donde tú decides encarnar nuevamente.

»Y cuando te encuentro, comienza esto que estamos viviendo en este preciso momento, una y otra y otra vez. Hasta que vuelves a aceptarme y regresas a mí.

—Jimin...

—Jungkook, te amo para siempre. Ruego que tu alma me reconozca...

El humano no sabía como ordenar sus pensamientos y sentimientos, se sentía mareado con esta realidad tan difícil de aceptar.

—Perdón por haberte gritado, Jimin. Por perder el control...

—Es lógico, es la primera vez en todas nuestras vidas juntos, que te enteras de esta forma terrorífica.

—¿Qué? ¿Cuántas vidas han sido?

—Muchas... no importa cuántas, todas han sido hermosas.

—No lo puedo creer ¿Siempre tengo esta apariencia?

—Cuando encarnas como varón, sí.

—¿¡He sido mujer!?

—Sí.

—¿Y me has amado?

—Por supuesto.

—¿Hemos tenido hijos?

—No, es imposible. Tú un humano, yo un engendro...

Jungkook sintió una punzada por escuchar a Jimin autodenominarse «engendro». Minutos antes él lo había llamado de modos despectivos e insultantes, porque se creía con derecho a hacerlo pero ahora, con las cartas sobre la mesa, todo cobraba otro sentido.

—Jimin, yo...

-No digas nada aún. Es difícil procesar lo que te acabo de confesar. Entiendo que me temas o sientas rechazo. Siempre es así...

—Me cuesta creer todo esto. Tenías razon... No estoy listo...

JK le dio la espalda y se encaminó en dirección a la puerta de su cuarto y la abrió.
JM interpretó ese movimiento como la invitación a retirarse.

—Entiendo y acepto tu rechazo, me iré.

Pasó por el lado de Jungkook. Se dirigió a la puerta para retirarse sin mirar atrás.
Él siempre supo y temió que en alguna de las nuevas vidas de su amado, el miedo y el repudio fueran más fuertes que el amor, provocando que la relación de cientos de años que llevaban, acabara hecha trizas.

Jungkook estiró su mano para tocar la ajena cuando Jimin pasó junto a él.

—No, no, no puedo... No te vayas.

Lo atrajo hacia él. Ambos cerraron sus ojos y suspiraron profundo, el aire se cortaba por la tensión entre ellos pero sus meñiques se entrelazaron permitiendo que las pulsaciones de uno fueran parte del otro.

—Jimin, yo te amo...

—Ojit... -interrumpió el mote amoroso y pronunció— Jungkook, eres mi amor eterno.

—Ayúdame a entender... es muy fuerte todo esto. Mi cabeza no sabe si quiere tomarse vacaciones de por vida o estallar ahora mismo.

Jimin hizo una pequeña mueca que intentaba ser una sonrisa.

—Entiendo el desengaño que debes sentir. Cada vida me cuestiono si debo hacer que pases por esto una vez más. Pero cuando te encuentro, dejo de tener pensamientos propios y mi necesidad de unirme a ti es demasiado avasallante.

—¿Qué pasó en el parque?

—A quien tú llamas mi madre, es quién te atacó. Ella ha estado conmigo desde hace centena de años. No para cuidarme, ni quererme. La apariencia de mujer es solo camuflaje, esa cosa en realidad es mi... carcelero.

—Jimin, me voy a morir... ¿Por qué un carcelero?

—A mi madre, la real —aclaró, el íncubo— no le bastó condenarme con las alas, también me condenó a transitar mi existencia amarrado a un carcelero. Él tiene una sola misión en su vida: que yo no te encuentre. Pero ha fracasado tantas veces como vidas llevamos juntos.

Acarició el rostro de Jungkook con ternura.

—Tu alma está consagrada a mí. Lo hice en nuestra primera vida juntos, te consagré a mí para que nuestras almas se encuentren siempre, porque yo soy eterno.

—Claro, eres inmortal...

Jimin, nuevamente, respondió a la afirmación de JK como si fuera una pregunta...

—Sí. Hasta que deje de serlo. Y eso será pronto.

—¿Qué dices?

—Estoy cansado, Jungkook, muy cansado. Son demasiados siglos amándote y viéndote morir. Buscándote y tratando de que vuelvas a amarme. Luchando con el carcelero para que no te mate. Tu decepción y enojo cuando me manifiesto me dan la pauta que he sido un egoísta condenando tu alma a seguir a mi lado, una y otra vez...

Suspiró profundo, levantó sus ojitos de medialuna y sus palabras fueron apenas, un susurro...

—No doy más. Necesito descansar.

Jungkook acarició su cabello.

—Pero... ¿No hay alguna forma de que invoquemos algo o alguien que te saque tu condición de íncubo y ....?

—No soy Pinocho, Jungkook, no hay un hada madrina que me vuelva humano, no funciona así...

—Ya sé, yo-o dig-go ... ¿Pinocho?

Sonrió mientras seguía diciendo.

—¿Pinocho... Jimin? jaja, estamos hablando lo más serio que he hablado en mi maldita vida y tú sales con ¡¿Pinocho?!

Lo vio reír triste y acortó toda distancia para abrazarlo por la cintura y atraerlo hacia su cuerpo.

—Te amo Jimin, no me dejes ahora que me encontraste. Por favor.

Lo besó tiernamente, mientras repetía una y otra vez, te amo, te amo, te amo.

—Tengo plazo hasta mañana a la medianoche para tomar la decisión

—¿Sino te convertirás en calabaza? Jajaja.

Jimin le pegó con la mano abierta en el pecho...
—No soy Cenicienta —Entre risas y lágrimas, aclaró como si hiciera falta.

—¿Por qué ese plazo?

—Es el que me ha dado el carcelero. Él quiere que rompa mi alianza contigo. Que quite la marca con la que te consagré cuatrocientos años atrás.
Aún así, ni siquiera eso podría romper los grilletes que me mantienen unido a él.

—¿Qué grilletes?

—En mis pies.

—¿Qué? ¿Cuáles?

—No puedes verlos.

Jimin miró hacia abajo.

—Mis pies descalzos son las cadenas que me sujetan al íncubo.

—¡Oh!

—Jamas tendré una existencia normal con las cadenas que me atan a él. Y ellas están allí para recordarme a cada paso que soy un error de la naturaleza.

—No hables así de ti, por favor. No eres un error...

—Pero lo soy. Mi madre me odia y el carcelero me ha puesto límites...

—¿Por qué lo hace? ¿Qué gana él?

     »Cada vez que yo te encuentro, él pierde toda potestad sobre mí. Porque él se alimenta de mi dolor, de mi angustia.
La congoja que me posee cuando tú dejas el cuerpo que habitas es su manejar predilecto. Mi desesperanza cuando no te encuentro y mis eternas soledades es lo que lo mantiene vivo.
Hasta que tú renaces, nos reencontramos y mi alma revive e inicia en ese momento el ciclo de hambre y tortura para él. Y no lo soporta más.
Esa noche en el parque intentó extirpar la marca que llevas y que nos une.

—¿Él podría haber borrado tu marca de mi cuerpo?

—Sí. Por supuesto.

—¿La tengo en el cuello?

—No. Pero eso él no lo sabe. Yo marqué tu mano izquierda.

Entre sus manos tomó la de Jungkook.

—Te marqué en el punto HéGŭ. Abre tu mano. En esa medialuna que se forma entre tu dedo pulgar y el índice, allí, exactamente allí te marqué.

Jungkook miraba su mano esperando ver alguna marca.

—No se ve a simple vista —sonrisa de media luna.

—¿Por qué allí?

—Para prevenir que el carcelero la borrara en algún ataque. Él está rompiendo toda regla establecida por nuestra raza. Él no puede acercarse a ti, ni tocarte. Pero lo ha hecho y casi te mata. Lo que hizo en el parque contigo está prohibido y se condena con la muerte, pero ya nada le importa, porque mi madre lleva siglos sin preocuparse por mí. Él sabe que ganó.

—¿Por eso marcaste mi mano?

—Los íncubos marcamos en el cuello, siempre. Pero una marca en la mano es la más poderosas de las alianzas. Y solo puede hacerla el primogénito que surge de la mezcla entre dos razas. Justo lo que yo soy.

—Pero, el carcelero sabe que eres ese primogénito.

—Lo sabe. Pero ignora sobre el tema de las marcas. Hasta ahora... Tras lo ocurrido en el parque, él ya se ha dado cuenta que no llevas la marca en el cuello.

Jimin acercó su rostro a la mano de JK, entrecerró sus ojos y le susurró a la medialuna de su mano...

—Hola, aún estás ahí, puedo olerte.

Besó el punto HéGŭ de la mano Jungkook, con ternura.

—Él me ha dado un ultimátum —Miró a los ojos a Jungkook— O yo cortó el lazo y con eso me aseguro que tú seguirás reencarnado aunque se borre de tu sistema todo registro de mi existencia a tu lado. O lo hace él y eso significa que tú no reencarnarás nunca más, mi padecer será infinito y estaré atado a él para siempre. Con cualquiera de las dos opciones él se asegura alimento eterno a través de mi sufrimiento.

—Jimin, no quiero. No quiero que eso pase.

—No hay salida Jungkook. Él ganó.

—Nooo. No. No me abandones. No puedo imaginar que sufrirás eternamente por esto. Me voy a morir de tristeza. No lo hagas. Lucha por mí, Jimin.

—Koo, llevo cuatrocientos años haciéndolo...

—Lucha otros tantos. No me dejes. Te amo. Te amo. No quiero olvidarme de ti. Quiero vivir contigo para siempre.


Un rugido detrás de la puerta abierta los hizo apartarse. Jimin cubrió el cuerpo de Jungkook con el suyo.

Aquella anciana que Jungkook confundió con la madre de Jimin se encontraba de pie tras el marco de la puerta destruida.
Su apariencia ya no era la de una anciana. El tamaño del ser era proporcional al horror que JK estaba sintiendo de ver el verdadero rostro del carcelero de su amor.

—No puedes entrar —dijo categóricamente, Jimin- No eres bienvenido.

—No necesito invitación para extraerte a ti y al minúsculo ser al que intentas proteger.

—No harás eso. Vete ya... Cuando estoy con él no tienes poder sobre mí. Lo sabes. No sigas rompiendo reglas ancestrales, sabes que no debes...

—Me harté de esas reglas. Y de tu madre y del conjuro que echó sobre mi cabeza condenándome a estar a tu lado, Jimin. Si tengo que destruirlos a los dos, lo haré ahora mismo...

El íncubo hizo temblar las paredes de la vivienda y comenzó a aspirar a ambos hacia afuera...

—¡¡Detente!! —gritó Jungkook. El ente se detuvo.

—¿Esta cosita ridícula que tú amas, habla? Jajaja.

—Llámame como desees. Pero esta «cosita ridícula» es algo que tú, no serás nunca —Y agregó— soy libre, tengo libertad, algo de lo que no has gozado nunca en tu jodida existencia.

La sonrisa macabra se borró del rostro del carcelero pero estiró su garra hacia Jimin.
Jungkook se interpuso.

—No toques a Jimin, te propongo un trato.

—No puedes hacer trato conmigo, eres una criatura ínfima.

—Ya sé eso. Pero también sé que cada vez que Jimin y yo nos encontramos, tú padeces de hambre al menos por el tiempo en que estoy vivo. Y eso te pone a un nivel más bajo que esta ínfima criatura como me consideras.

Los ojos venenosos del ser parecían estar de acuerdo con lo que Jungkook afirmaba.

—Así que... escúchame. Por el bien de los tres, hagamos un pacto.

La lengua bífida del ser se abrió en dos y la llevó hasta casi tocar el rostro del humano pero Jungkook no dio ni medio paso atrás.

—¿Si Jimin borrara mi marca, tú qué ganarías?

—Su padecer me alimentaría para siempre.

—¿Haces esto solo por hambre?

—No te atrevas a juzgarme, cosa inferior —El ser gruñó muy cerca de su cabeza.

—No te juzgo, estoy tratando de entender...

Jimin caminó y se posicionó delante de su amor dándole la espalda al carcelero y a la sonrisa endiablada que parecía salirse de su cara.

—Basta, Jungkook.

Pero él humano siguió hablando.

—¿Jimin, si él borrara mi marca?...

—Misma respuesta —contestó el íncubo anticipándose a Jimin— Aún mayor, porque él no podría hacer contacto nunca más contigo.

—¿Se borraría de mi conciencia todo rastro nuestro, Jimin?

—Sí, Ojitos.

El monstruoso carcelero se burló del mote cariñoso, pero ellos continuaron de la mano y mirándose a los ojos.

—¿Y sí... yo mismo me quitara la marca?

—Noo —gritó Jimin— ¡¡Eso no!!

El carcelero sonrió con sus dos manos sobre la boca dándole una imagen espectral a Jungkook que intentaba mantenerse fuerte ante semejante imagen demoníaca.

—Si tú quitas la marca voluntariamente, Jimin quedará liberado de mis cadenas, y podremos regresar a nuestro reino, pero tú no reencarnarías nunca más.

—No puedes hacer eso, Jungkook —suplicó, Jimin— No dejaré que te sacrifiques, mi amor.

—Pero yo estoy listo para liberarte en este instante, Jimin, te amo más que a la vida misma.

—Qué tiernas criaturitas —Rió sarcástico, el ser.

—¿Cuál sería el pacto? —agregó— Aún no entiendo.

—El pacto es, que si yo me quito la marca, tu desapareces de la vida de Jimin en ese instante y nos dejas vivir, a él y a mí, lo que me restará de vida, en paz.

—Basta Jungkook, yo no acepto eso.

—No está en discusión, Jimin.

—Jungkook, cuando abandones este cuerpo, no volverás a nacer y mi padecimiento será eterno...

—Pero estarás libre.

—¡Pero sin ti!

—Pero sin cadenas en tus piecitos descalzos, mi amor. Podrás enamorarte de alguien más. El amor se renueva, Jimin. Encontrarás un nuevo amor, créeme, confía en mí.

—Hagámoslo dijo el carcelero.

—¡No! —gritó Jimin.

Tomó a Jungkook de la muñeca, él mismo borraría esa marca, no podía permitir que el ciclo álmico de Jungkook se cortara allí porque un monstruo como él, lo había condenado cuatrocientos años atrás a vivir esta mísera existencia. Extrajo del bolsillo un punzón brillante y afilado.

En ese preciso momento él clavaría la daga en el punto HéGŭ de la hermosa mano de su amado y lo liberaría para siempre.

Miró a los ojos a Jungkook.

—Te amo —susurró y cuando cerró sus ojos para clavar a fondo el punzón, sintió un cosquilleo en sus pantorrillas.
Ambos miraron el refulgir que llegaba desde los pies de Jimin. El punzón se elevó por los aires y cayó al costado donde se hallaba el monstruo.

—No puedo luchar contra lo que acaban de hacer. Malditos.
Por detrás del carcelero, resonó una voz femenina que Jimin reconoció a pesar de llevar cientos de años de no escucharla.

El carcelero tembló como hoja ante la presencia.

—¿El amor perfecto existe? —preguntó ella.

Jimin también tembló.

—Madre...

—Hoy te has liberado de mí, de mi odio y de mis pecados, Jimin.

Jungkook miraba sin dar crédito al ser de más de dos metros que había hecho aparición en su casa.

—Te envié aquí para borrar mis propios errores y tú no has parado de hacerme retorcer con cada decisión que tomabas en torno a tu humano —Sus endemoniados ojos de furia parecían salirse de sus cuencas mientras le hablaba al hijo.

—Quédate con él. Enviarte aquí fue mi error.
Esto... lo que sea que Uds dos tienen trasciende vida a vida, no lo comprendo. Pero no seré yo quien lo detenga. Eres libre de toda atadura Jimin. Haz que esta limitada experiencia de vida que te queda, valga la pena.

—Madre... ¿Qué dices? ¿Libre? ¿Cómo?

—Te he quitado la inmortalidad, tienes las mismas chances de morir y volver a nacer como un humano.

—Pinocho... —susurró Jungkook por detrás de Jimin y éste no pudo evitar girar su rostro y sonreír en un momento dramático.

—Envejeceras y morirás al igual que cualquier humano. Ya no contarás con el recuerdo de él en tu próxima vida. O sí. No lo sé. Eso que hacen los humanos de reencontrarse en otras vidas, no sólo no lo entiendo, sino que nada podría importarme menos.

Jimin no podía evitar la sonrisa que empezaba a formarse en su carita.

—No sé si lo que estoy haciendo es un castigo para ti, Jimin, pero para mí es liberador. Ya no pertenecerás a nuestro reino y nunca más podrás regresar a él.

—Gracias a Dios —dijo por detrás Jungkook y Jimin lo codeó.

Dicho esto, ella tomó por detrás la cabeza del carcelero y quebró su cuello haciendo un ruido estremecedor. Esa cosa cayó con la lengua afuera y se desintegró en cenizas al tocar el piso.

—El peor carcelero de la historia, ¡Infeliz! —Gritó la madre de Jimin sacudiendo sus manos.

—Sin grilletes ni cadenas, Jimin. Ve y vive la pequeña vida que te buscaste —balbuceó antes de desintegrarse completamente frente a los ojos atónitos de los dos amantes.

Jungkook lo tomó de la mano y corrió hacia la nieve. Jimin aún descalzo tocó por primera vez el gélido manto blanco y dejó huellas. Corrió como niño y de regreso saltó a la cintura de Jungkook que lo miraba embelesado.

—Es fría, y moja. ¡Y dejé huellas!

—Huellitas —corrigió JK.

—Mira el cielo, mi amor. Es de día. Y no hay alas, no hay cadenas, hasta la hamaca desapareció.

Besó esos labios gruesos que ama desde el primer día, desde aquella primera vida que transitaron juntos hace cientos de años.
Ninguno de los dos tiene certeza de reencontrarse en una existencia posterior, pero eso carece de importancia ahora que saben que podrán vivir esta vida, juntos, al máximo, amándose día y noche por el resto de lo que les quede de días.

Jimin levantó la mano de Jungkook, miró la media luna que se forma entre el pulgar y el dedo índice, acarició justo allí, el punto HéGŭ y sonrió con lágrimas en sus ojos.

—Sigue ahí mi marca Jungkook, ellos no pudieron borrarla, no pudieron con nuestro amor. Te amo.

—Te amo para siempre.

Acarició su cabello y obvió decirle que el color índigo que se formaba justo ahora desde su nuca hacia adelante le quedaría hermoso cuando cubriera toda su cabeza.

¿Seguiría Jimin cambiando sus colores aún siendo humano?
No lo sabe, pero le encanta.

—Iremos de compras. Necesitas zapatos.

—Quiero zapatillas.

—Bien, que sean zapatillas, entonces...

—Rojas.

—Y negras.

—Y blancas... También azules y violetas y....

Fin

Un cuento de Caracola, escrito en octubre de 2022.
Córdoba, Argentina.

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Llegamos al final de esta historia de amor que trascendió fronteras temporales y dimensionales.
Así me imagino el amor verdadero. Culminando en una vida y renaciendo con la próxima.

La verdad es que el reto del concurso me motivó a escribir una de las historias de amor más trascendentales que he imaginado.

Fue un gran desafío pensar en una historia de terror en donde el amor fuera más fuerte.

Sé con certeza que el terror existe, lo paranormal existe y está allí afuera buscando por donde filtrarse. Y puedo afirmarlo porque he vivido situaciones que abarcan lo paranormal, lo sobrenatural. Y si bien fue algo muy traumático, pudimos superarlo como familia. Pero ese... Es otro tema.


Espero que les haya gustado HéGŭ y la historia de estos dos viajeros de la vida.

Abrazos y besos.

Caracola
26 de octubre de la primavera 2022.

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Próximo capítulo:
Premios y distinciones
que la obra ha recibido. ➡️
















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