Capítulo 9
Hefesto encontró a Artemisa en su propio salón concentrada en su celular sin orestar la más mínima atención a su alrededor, o al menos así parecía, pero él no se engañaba con esa fachada, sabía que su amiga esta en alerta, por lo que ni por un momento dudo que hubiera sentido su presencia.
—¿Qué pasó? —le preguntó en cuantó se sentó el la carpeta frente a ella.
—Acabo de ver a Afrodita salir del instituto —informó sin molestarse en ocultar su ansiedad.
—¿Y?
—Y parecía bastante preocupada y apurada —aclaró esperando que su amiga viera el problema en ello, pero cuando su amiga se negó a reconocer lo que decía gritó— ¡Artemisa! Reacciona, puede haber problemas.
—Te escuché la primera vez, Hefesto —le dijo su amiga mirándolo por primera vez y dejando su teléfono—, pero tanto como puedes tener razón no me interesa lo que les pase o si quieren correr a su muerte sin pesar lo que hacen.
—¿Por qué... —de pronto lo entendió, el tono plano de su amiga era por algo más— ¿Qué es lo que sabes?
Silencio.
—Artemisa, qué sabes.
—Penteón no cumplió con el trato de que Orión ofreció y se enfrentó con Dionisio hace poco —le informó soltando un suspiro—, no sé exactamente porqué, pero su pelea no fue muy lejos de aquí, y antes de que alteres por si algo salió mal, no, nada salió mal. Dionisio ganó la pelea aunque termino herido.
—¿Y lo dices tan tranquila?
—¿Y de qué otra manera quieres que lo diga? —le cuestionó la pelinegra molesta.
—¿Qué es lo que te pasa? Tú no eres así.
Artemisa no estaba siendo ella misma, es decir, de acuerdo a ellos les importaba muy poco el estado de los demás olímpicos, pero jamás habían sido así de fríos. Además si Hefesto no se equivocaba ella parecía estar molesta por algo más que él viniendo a decirle que Afrodita se escapó del instituto.
—¿Qué fue lo que sucedió Artemisa?
Su amiga apretó sus labios en una fina línea recta que solo delataba aún más su molestia. Ella no quería decirle lo que pasaba.
«Mala suerte pensó. No iba a aguantar su mal humor sin un motivo.»
—Artemisa.
—No quiero hablar de eso.
—¿Y es mejor callarlo? —le preguntó— Sabes que no —continúo sin darle tiempo a responder— Dime qué pasa, quisa puedo ayudarte —ella bufo— y si no puedo ayudarte al menos puedo escucharte.
Silencio.
—¿Qué pasó?
—Apolo...
—¿Qué sucedió con Apolo? —si tenía que ver con su gemelo explicaba mucho. Todo lo relacionado con el chico molestaba o preocupaba a Artemisa.
—Te dije que... —se quedó un momento en silencio y él esperó a que continuará— Te acabo de decir que Dionisio fue herido en la batalla que tuvo con Penteón —le recordó—, y tal parece que su estado fue lo suficientemente grave como para que Hades llamará a mi hermano para salvarlo.
—¿Y dónde esta lo malo en eso?
Hefesto conocía lo suficiente a Apolo para saber que si alguien necesitaba su ayuda correría sin dudarlo dos veces; sin embargo, eso no explicaba la molestia de su amiga.
—Él fue directo al peligro, fue solo —se quejó— No llevó a Hermes con él. De hecho espero hasta que Hermes se distrajera para escaparse, lo que es un claro indicador de lo peligroso que aquello era.
—Tú y Hermes sobreprotegen demasiado a Apolo —le señaló a la pelinegra— Él ya no es un niño —le recordó.
—¿Crees que no lo sé? Espy consciente de ello, pero de qué me sirve estar sacrificándome por él para que cada que uno de los otros imbéciles lo llamen corra sin pensarlo dos veces.
—Es tu hermano, ya sabes como es.
—Precisamente porque sé cómo es, es que me preocupo —le dijo— Apolo piensa que es su deber estar al servicio de ellos por la culpa de no poder evitar sus destinos ¡Cómo si pudiera hacer algo!
Bueno siendo así.
—Y lo peor es que Hermes ni siquiera puede seguirle el paso a veces y se niega a decirme lo que sucede.
—No es que tú hayas sido exactamente comunicativa con él... —la mala mirada que recibió por el comentario— Sabes que es cierto.
—Hermes sabe lo suficiente y necesario.
—Hermes no está contento con eso —agregó el implicado desde la entrada del salón y mirando a la pelinegra con molestia—Solo vine por mis cosas y las de Apolo —les dijo entrando y haciendo precisamente eso.
—¿Cómo está mi hermano?
—¿Ahora si es tu hermano?
—No empieces, Hermes, no tengo tiempo para tus juegos —el tono duro en la voz de Artemisa era un claro indicio de que no quedaba mucho de su paciencia, y él que pensaba que la había estado calmando— Ahora dime cómo está Apolo.
—Primero que nada nada que involucre a Apolo es un juego para mí —le señaló el pelicastaño— Segundo, no tengo que responderte solo porque abres la boca, porque como amablemente le decías a este... —agregó mirándolo y no le gustó como el desprecio que vio— Solo me dices lo que quieres así que no estás en condiciones de pedirme nada.
—Tú no sabes lo que ella ha hecho por Apolo —la defendió.
—Hefesto, cállate —le ordenó Artemisa entre dientes, pero él la ignoró. Estaba cansando de que la vieran como la villana, ella no era, y Hermes menos que nadie tenía derecho a juzgarla.
—No, porque ambos son unos mocosos ingratos contigo —su amiga no era una santa, pero tampoco era la mala en esa historia.
—Tú no eres quien para opinar —le señaló Hermes confundiéndolo por el tono borde que utilizaba, pero importándole poco—, y a mí me viene importando poco lo que hagan...
«No me digas». Hefesto se vio tentado a rodar los ojos.
—... Sin embargo, Apolo los aprecia demasiado como para ignorar su existencia —y eso parecía joderle más a él que a ellos— Apolo está bien dentro de lo que cabe.
—Explícate —ordenó la pelinegra y Hermes se molestó aún más.
—Recuerda tus modales Artemisa, que no soy ninguna de tus cazadoras o tu lacayo aquí presente —le gruñó y Hefesto confirmó que efectivamente Hermes tenía algo personal contra él— Apolo solo está exhausto por el uso de sus poderes, hasta donde Afrodita me informó, así que iré a verlo y si alguno quiere saber algo puede acercarse a la casa de Dionisio y preguntar —les dijo sarcásticamente y cortando la conversación.
Él idiota sabía que ellos no lo harían. Sin embargo, justo cuando estaba por salir del salón Hefesto lo llamó.
—Hermes —el chico se detuvo— ¿Por qué estás molesto conmigo?
—Créeme que aunque me muera por decírtelo no puedo —le respondió girando lo suficiente para verlo a la cara.
Apretando su manos en puños a cada lado se obligó a aceptar la respuesta y no molestarlo para poder hacer su siguiente pregunta.
—¿Afrodita está bien?
—¿Bien? —cuestionó soltando un bufido— Por supuesto que está bien, está de maravilla con el enemigo —le respondió con saarcasmo antes de abandonar el salón.
—¿Y a este qué le pasa?
—Lo mismo te podría preguntar a ti.
—¿Y ahora yo que hice?
—¿En serio? ¿Todavía lo preguntas? —Hefesto la miró sin entender y Artemisa rodó los ojos— ¿Era necesario que preguntes por Afrodita?
Ah, eso.
—Es que...
—Ni lo intentes —le cortó alzando una mano— Solo... ni siquiera sé qué decirte —y él menos sabía qué hacer.
—¿Irás a ver a tu hermano? —le preguntó cambiando el tema, era mejor hablar de Apolo que de Afrodita.
Artemisa le dio una mirada de "¿En serio?" antes de alzar su celular y decirle—Ya mandé seguirlo.
Por supuesto que ella haría eso ¿Para que irían a ver a Apolo o los demás? ¿Por qué lo tendrían que hacerlo cuando Artemisa tenía todo un ejército que podía averiguar lo que quisieran para ella?
***
¿Dos actualizaciones seguidas? Qué es esto XD Okno hay internet y voy a aprovechar.
Por otro lado, qué les pareció el cap? qué teorías tienen hasta ahora? que creen que suceda?
Recuerden que estos momentos estan ligados al final del libro de Dionisio.
Espero que les haya gustado. Nos leemos pronto!
Au revoir!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top