Capítulo 8

Había pocos momentos en la vida que Hefesto podía decir que apreciaba con total sinceridad, y esos últimos días se vio colmado de ellos, lo que en su mundo era un total milagro.

No misiones con Artemisa, lucha con monstruos, discusiones estúpidas con Ares o cualquier otra persona, no peligros, ni nada. Por el contrario, todo había sido demasiado perfecto con Laynna y su tía, y eso lo asustaba porque nada en su vida era así, pero no quería decir que no lo aprovechara.

—¡Hola! —el animado saludo fue lo primero que llegó a sus oídos justo cuanto estaba por ingresar a su salón. Lo siguiente fueron los abrazos sobre su cuello y el beso en su mejilla.

—Lay...

—¿Nos vemos esta tarde?

—Por supuesto —prometió tomándole la mano.

Laynna asintió con la sonrisa más grande que pudo darle antes de volver besarle la mejilla— Nos vemos mas tarde —se despidió antes de alejarse y dejarlo solo nuevamente en la entrada de su salón.

Hefesto sonrió complacido hasta que su novia desapareció de su vista hasta que se giró solo para encontrarse con su pesadilla personal.

Ares estaba al otro lado de la puerta de la puerta de su salón esperándolo. Él lo había sentido desde antes de que su novia apareciera, pero como siempre prefirió ignorarlo.

—Vaya, vaya... Ahora eres un chico tierno y romántico —se burló.

«Ignóralo. Ignóralo». Se repitió enviándose una ola de paz y tranquilidad para no ceder ante las provocaciones.

—...al menos ahora sé que no eres un completo imbécil con las mujeres...

«No vayas por ahí».

—... Puede que aún no lo recuerdes, pero cuando lo hagas...

—Ares cállate  —le ordenó dejando su mochila y mirandole diractamente por primera vez— No estoy de humor para agunatar tus molestas ganas de joderme y no pienso dejar que me arruines el día.

—Solo te estaba diciendo la verdad.

Una que ya sabía, pero no quería escuchar.

—Después de todo con Afrodita no fuiste nada más que un patán —y tenía que mencionarla—, así que permíteme sorprenderme si te veo siendo todo un caballero con unca chica a la que no amas.

—No hables de lo que no sabes —advirtió. 

Hefesto estaba aguantando demasiado y no quería iniciar una pelea que obviamente terminaría perdiendo y no por cuestión de fuerza, sino porque como le había señalo Alessandra ese el día del entierro, sus recuerdos despertaron su poder dormido y una pelea con Ares definitivamente lo delataría.

—Sé que estas jugando con esa pequeña humana —le respondió y la sonrisa creció en su rostro cuando agregó:— Aunque ella también está jugando contigo, así que lo veo justo.

—¿De qué carajos esta hablando?

Ares solo se rió en su cara antes de alejarse y dejarlo con una molestia creciente en él ¿De qué diablos hablaba? ¿Qué sabía? Las preguntas estaban en la punta de su lengua, pero justo en ese momento entró el profesor a su salón ordenándoles sentarse.

No sabía si aquella señal era buena o mala, pero por lo que valía lo dejaría pasar hasta que el profesor saliera, lo que menos quería en ese momento era que lo regañaran, pero él conseguiría las respuestas de Ares de una u otra manera.

***

Al final no pudo resolver ninguna de sus preguntas porque a penas sonó la campana del receso Ares salió pitando del salón sin darle una segunda mirada.

«Ese maldito». Lo odiaba y el sentimiento iba mucho más allá del hecho de que hubiera sido el amante de Afrodita cuando fueron dioses o los malentendidos que involucraban a la pelirroja en su actual vida.

Ares era simple y llanamente una persona insoportable que se burlaba de él cada que tenía oportunidad.

—¡Hey! Te estaba buscando ¿No vas a salir? —le preguntó Laynna acercándose a su sitio en su salón.

—No tengo muchos ánimos.

—Déjame adivinar, peleaste con Ares —y aquella afirmación le sacó una sonrisa aunque lo dejo confundido.

—¿Cómo lo sabes? 

—Solo basta con verte con la cara —le señaló Lay tocando su rostro— Te conozco lo suficiente como para saber que te pasa y porqué.

—Me gustaría poder conocerte de la misma manera —le respondió sin pensarlo y se arrepintió al instante cuando Laynna se alejó de él.

—¿Qué quieres decir? —la pregunta salió con cautela y tuvo que morderse la lengua para no arruinar su ya frágil relación, porque unos buenos días no fortalecía el hilo del que pendía lo que había entre ellos.

—Nada, no me hagas caso. 

—Hefesto...

—Dije nada Laynna —la cortó quizá más fuerte de lo que pretendía, por lo que no le sorprendió cuando se puso de pie para salir del salón— Laynna...

Ignorado.

Mierda.

—Laynna —la llamó saliendo detrás de ella, pero nada la detuvo— ¡Laynna!

—¿Tan rápido la jodiste? —y Ares tenía que aparecer justo en ese momento.

—Esto es tu culpa.

—¿Cómo es mi culkpa que jodas tu relación?

—Ahora no tengo tiempo para tus estupideces —le gruñó pasando de largo y siguiendo a su enamorada.

«Joder. Joder. Joder».

—Laynna —repitió su nombre corriendo lo más rápido que pudo para detenerla— Lo siento, sí.

Lay lo miró desesperada y con el brillo claro en sus ojos de estar aguantándose las lágrimas.

—Lo siento, lo siento, lo siento —repitió la chica soltando una risa seca— ¿Cuántas veces me has dicho lo mismo? ¿Cuántas veces te he perdonado y sigues haciendo lo mismo?

—No es mi intención.

—Yo puedo entenderte y perdonarte todo Hefesto, todo —le dijo—, puedo perdonarte incluso el que no confíes en mí —agregó y eso le dolió porque si había algo que Lay se merecía era su total confianza—, de verdad creo que te amo tanto que estoy dispuesta a todo por ti menos a que me trates mal cada que se te pegue la gana.

—Lo siento, de verdad no sé que me pasó.

—¿De verdad no lo sabes?

—No... —la mentira estaba lista para salir de su boca, pero se detuvo a si mismo y se obligó a decir la verdad— Discutí con Ares.

—Ya sé eso —le recordó Laynna—, y no es la primera vez que discutes o te peleas con él, así que no creo que sea eso lo que te llevó a contestarme como lo hiciste —tragando visiblemente lo obligó a mirarla directamente con ambas manos en su rostro— ¿Qué fue lo que te dijo Ares?

—Él... 

Lay esperó su respuesta, pero la atención de Hefesto se desvió fácilmente hacia el lado opuesto a donde ellos estaban.

Afrodita estaba saliendo del instituto como alma que la llevaba el diablo con un gran grupo de eris detrás de ella ¿Por qué se iba? La preocupación bullo en su sistema y mirando de nuevo a Laynna quitó suavemente las manos de su rostro.

—Lo siento, debo ir a hablar con Artemisa.

—No, no debes —le reclamó su enamorada por primera vez.

—¿Perdón?

—Estábamos hablando de algo aquí, Hefesto.

—Y lo retomaremos cuando vuelva —prometió desesperado porque la chica frente a él entendiera para que pudiera irse.

Laynna apretó los labios en una línea recta mientras negaba y se alejaba de él.

—No lo haremos —le dijo como si estuviera segura de ello—Lo olvidarás como muchas otras conversaciones que dejamos pendientes y prometiste retomar, pero siempre olvidas.

—Lay...

—Además, cómo se me puede ocurrir que lo que estamos hablando puede ser más importante que lo que vaya a hacer Afrodita —se burló con una lagrima cayendo por su mejilla.

—No es así.

—Todo estaba bien hasta que la viste —le señaló Laynna mirando al suelo antes de volver a fijar su vista en él— Sigues enamorado de ella y eso es algo contra lo que no puedo competir.

—Yo no voy detrás de ella.

—Sí, seguro —y el sarcasmo en esa frase brillaba tanto un diamente bien pulido.

—Volveré, lo prometo.

—Quizá tú puedas volver, pero eso no te asegura que yo siga aquí —le dijo Lay antes de darse media vuelta e irse.

Las ganas de correr detrás de ella eran grandes, pero más grande era su necesidad de saber porque demonios Afrodita había abandonado el instituto y eso solo lo podía averiguar Artemisa. Después de todo la pelirroja estaba en el bando enemigo y con la tregua que Orión tenia con Dionisio cualquier cosa podía pasar.

***

No me he muerto XD Solo andaba a las justas de internet :c La vida de adulto es dura saben? Pero bueno de verdad, de verdad, espero poder publicar con más continuidad ahora. El libro esta totalmente terminado y con una montaña rusa de emociones hasta el final.

Espero que les haya gustado este capitulo.

Au revoir!



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