Capítulo 7
Después de la noche anterior y de dejar a Laynna en su casa, Hefesto le envió un mensaje a Artemisa pidiéndole que ninguna de sus cazadoras la siguiera desde ese momento.
No es que Lay le hubiera dicho algo respecto al tema, pero una mirada detrás de él y su mueca de inconformidad cuando vio a la cazadora que los vigilaba le dijo todo lo que necesitaba y aún con el miedo de que algo le pasara tomó la decisión de devolver su libertad, y su promesa de respetarla.
Claro que al inicio Artemisa no estuvo de acuerdo, pero después de una larga discusión cedió, no sin antes advertirle que si ella consideraba necesario mandar seguirla en algún momento lo haría.
Hefesto aceptó la condición porque sabía y conocía lo paranoica que era su amiga y si con eso lograba calmar y que le quitara la vigilancia de la cazadora que estaba con Lay veinticuatro de siete.
Era por eso que al despertarse esa mañana llamó a su enamorada para darle la noticia; sin embargo, cuando no le contestó decidió dejarle un mensaje un poco preocupado por l falta de respuesta.
—Me vas a dar jaqueca de tanto estar golpeteando la mesa —se quejó su tía poniendo su mano sobre la suya— ¿Qué te tiene así? Pensé que todo estaba bien.
—Y lo está.
—Pero...
—Acabo de escribirle a Lay y no responde.
—Estás preocupado —afirmó su tía y él asintió— Verás que está bien, seguro tuvo algo que hacer en su casa, recuerda que ella tiene que pasar tiempo con sus padres...
Hefesto soltó un quejido.
—¿Alguna vez vas a superarlo?
—No en los próximos años —le respondió su tía riéndose de él, y aunque quisiera quejarse más no podía porque era su culpa.
Cuando su relación con Lay estaba empezando pasaron todo un día juntos, que en defensa de ambos no pensaron se extendiera de esa manera; sin embargo, se dio así, lo peor de todo fue que cuando la noche llegó estaba lloviendo tan fuerte que Hefesto le pidió que se quedara con él. Obviamente avisaron a sus padres para no preocuparlos, y todo bien hasta que a la mañana siguiente su tía llegó y la encontró preparando el desayuno mientras él se bañaba.
Sí, una situación que se prestaba para muchas interpretaciones, pero que por suerte para él Melania supo entender. Eso no quería decir que su tía no utilizara ese momento para molestarlo de vez en cuando.
Su tía hizo mucho más ameno su desayuno y cuando salió de su casa para el trabajo el sonido de un mensaje en su celular lo alertó y cuando lo leyó sonrió de oreja a oreja.
Gracias. Sé que te preocupas por mí, pero agradezco no tener que mirar sobre mi hombro al sentir que alguien me sigue.
Había hecho lo correcto.
Cuando llegó a su trabajo saludó de manera corta a sus compañeros antes de ir a su posición.
Muchos antes lo habían juzgado por haber elegido trabajar como ayudante en la fábrica del pueblo, y otro tanto lo encasillo diciendo que lo hacía por su nombre. En ambos caso le molestó, aunque sí, ahora entendía que lo había hecho porque de cierta manera, el trabajar en la fábrica lo hacía sentir mucho más cerca de quien fue aún sin darse cuenta.
Estar rodeado del calor, utilizar la fuerza, ayudar a producir mineral, aunque no de manera directa, estar rodeado de hombres que trabajan sin parar, el ruido del metal que se filtraba por los tapones le daba vida, lo hacía sentir como en casa. Además estaba la pequeña ventaja de que en ese lugar no tenía que relacionarse ni tratar de ser amigable con nadie, solo debía ir cumplir con su trabajo los fines de semana y cobrar la paga mensual que ayudaba a Melania con los gastos de la casa.
Como cada que sucedía cuando estaba en la fábrica se perdió en su labor, concentrándose en su objetivo de lograr todas las tareas pendientes que le habían pedido hasta que la campana del almuerzo resonó haciendo que todos detengan sus labores.
Él a diferencia de otros llevaba su propio almuerzo que solía prepararle su tía, o como en esa ocasión guardaba la comida del día anterior para llevarla consigo. Sin embargo, no esperó que al aparecer en el comedor Lay estuviera esperando con una lonchera térmica y una sonrisa de oreja a oreja.
Sorprendido era poco para como se sentía. Todos los que estaban en el comedor abuchearon por lo que cuando estuvo frente a Laynna se inclino para dejar un ligero beso en los labios de la chica aunque se sonrojó sin dejar de sonreír.
—Te traje el almuerzo —le dijo— Ya sabes como una manera de agradecerte lo de hoy —le comentó y él negó ligeramente.
—No tienes que agradecerme nada.
—Lo sé, pero aún así quería hacerlo —le respondió emocionada hasta que vio la lonchera en su mano donde traía su propia comida— Oh...
La sonrisa de Lay flaqueó y el brillo de decepción apareció en su mirada, aunque se recuperó rápidamente de eso antes de volver a su anterior estado de ánimo.
—Lo siento, no lo pensé. Yo...
—Laynna, basta —la detuvo de decir lo que seguramente sería una disculpa por nada— Ven —le pidió tomándola de la mano y llevándola hasta un lugar bastante apartado donde pudieran tener privacidad.
Cuando encontró un sitio lo suficientemente alejado se sentó con Lay a su lado que lo miraba con algo de temor, y no porque fuera un dios, sino más bien con el temor de una novia que había hecho algo mal.
Como si ella pudiera hacer algo mal.
—No tienes que disculparte por traerme comida —fue lo primero que le dijo.
—Pero Mel ya te había dado tu almuerzo de hoy.
La comida era de ayer, pero bueno— Y pienso comerlo, pero también pienso comer lo que trajiste.
—No tienes que hacerlo.
—Pero quiero, además tú vas a comer conmigo —le señaló dando un golpecito a su nariz antes de abrir su almuerzo y animar a Laynna a hacer lo mismo.
Por suerte para él, la chica no se opuso más y almorzaron juntos pasando un buen momento como cada vez que se encontraban.
El motivo por el que no podía dejarla, la comodidad que sentía con ella y el cariño que florecía cada día.
Cuando la campana sonó anunciando que la hora del almuerzo había terminado Lay se fue llevando ambas loncheras, prometiéndole que pasaría dejándolas en su casa como de paso saludaba a su tía.
—Ten cuidado —le pidió cuando salió a despedirla y Laynna se rio acercándose a él.
—Amo cuando te preocupas por mí.
—Laynna —llamó la atención de la chica— Esto es serio, debes andar con cuidado, ya no tienes a las cazadoras de Artemisa que te cuiden —le recordó y su novia hizo una mueca.
—Lo sé y te agradezco que hayas pedido que ya no me sigan —le dijo— Me estaba sintiendo paranoica cada que me giraba y veía a una chica diferente —continuó con un estremecimiento— Sé que lo hiciste con las mejores de las intenciones, pero simplemente no puedo con ello.
—Lo sé y lo entiendo, pero eso no quita que siga preocupado por ti —le respondió acariciando su rostro— Siempre me voy a preocupar por ti.
Hefesto la quería demasiado como para no preocuparse por ella y que se viera herida por la guerra que su pasado había traído hasta esa vida.
—¿Pase lo qué pase?
—Pase lo que pase —le prometió abrazándola— Nunca dudes de que si me necesitas correré hacia a ti, pase lo que pase.
—Gracias —susurró Lay abrazándolo y Hefesto sintió como si la chica pudiera entrar en su alma con aquel gesto.
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Owwwww a ratos olvidó que es un imbécil xd pero le tocó xd
Ojo Hefesto no es malo, pero como cualquier chico está confundido y eso es muy peligroso para las personas que lo rodean. Son embargo... ¿Cuánta verdad hay en esas personas?
En Dionisio y ahora con Afrodita descubrimos que no todo es lo que parece y no todos son inocentes.
Espero que les haya gustado el cap 💜 Feliz de seguir al menos una actu semanal xd
Los quiero ! Ai revoir !
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