Capítulo 6
Hefesto había asistido a un montón de funerales a lo largo de su vida, incluyendo el de sus padres y de los de sus amigos.
Nuevo Agrigento, a pesar de ser un pueblo pequeño, y querer aparentar la normalidad a la que muchos se aferraban, siempre estaba teñido de desgracia, fue por eso que cuando asistió con Artemisa al entierro de Acci los recuerdos lo golpearon con fuerza, y el descubrimiento de su amiga acerca de quién había asesinado, aunque de manera indirecta, a sus padres era una revelación que podía en duda todo lo que creía, porque si Antonella mató a su propio hermano...
«No», negó para sí mismo. Su tía no sería capaz de eso.
Malia a diferencia de Antonella era una persona demasiado honesta y pura, su tía no podría haber hecho algo tan cruel, estaba seguro; sin embargo, no podía evitar la espina que tenía clavada acerca de ello y no le gustaba. Por otro lado, tenía un pro lema mayor entre manos y algo que odiaba con fuerza y era que su amiga no se midiera en sus palabras.
—Esta vez si te pasaste Artemisa —le reclamó— ¿Por qué diablos le dijiste eso a Apolo?
—Estaba molesta —se justificó— Apolo no debería estar poniéndose en peligro solo por ayudar a los demás.
—Entonces dile la verdad —le repitió como todas las veces que discutían— Dile lo que estás haciendo para mantenerlo seguro, dile que Antonella mató a sus padres, que casi lo mata a él —le señaló antes de agregar—: Dile que ya lo perdonaste.
—No.
—¡Estas siendo terca!
—El burro hablando de orejas —le recriminó— Tú me dices que sea sincera cuando dependes de mí para guardar tu secreto, para evitar que Hades vaya con el chisme a Athenea, y todo por qué —le cuestionó acercándose a él—Porque no quieres afrontar tu realidad...
—Cállate.
—... tus culpas, porque...
—Artemisa dije que te calles...
—... eres tan cobarde que sabes que dañaste a Afrodita cuando eras un dios y que lo hiciste siendo humano y por eso prefieres esconderte...
La empujó con fuerza.
—¡Cállate!
—¿Por qué? ¿Por decir la verdad?
Hefesto perdió sus papeles y al parecer su amiga también, porque apenas él dio un paso en su dirección se desató una pelea entre ambos que nadie se atrevía a detener.
Se olvidaron de todo a su alrededor simplemente concentrados en su oponente, se olvidaron de los motivos por cuales hacían lo que hacían, se olvidaron de que tenían que ser cuidadosos, se olvidaron que eran dioses y que la naturaleza aún respondía a ellos.
Lo único que quedaron fueron emociones, frustración, ira, decepción y una carga de miedo, una muy mala combinación para seres como ellos.
—¡Paren! —gritó Alessandra metiéndose en medio de ambos y saliendo disparada al momento por un golpe que él lanzó.
—Mierda mocosa no te metas.
—Deténganse ya —pidió la cazadora mirando a Artemisa— Deténganse antes de que atraigan más la atención —dijo desviando su vista hacia la salida.
Hefesto no entendió por un segundo hasta que vio como la luna empezaba a brillar con fuerza robando la luz del sol y la temperatura del ambiente había aumentado en varios grados.
—Recuerden quiénes son —continuó la cazadora poniéndose de pie sin ayuda— Son dioses que solo ocupan un cuerpo humano, y todo lo que hagan tiene consecuencias.
Hefesto sentía su respiración demasiado agitada y mirando de reojo a su amiga, vio que no estaba mejor que él.
—Están cargando con demasiado, han reprimido sus poderes y casi explotan peleando. Mi señora... —llamó la cazadora acercándose y poniéndose de rodillas ante Artemisa—... Sé que no he cumplido bien con mis deberes, pero...
—No, Alessandra —la cortó la pelinegra— No sigas, y perdóname si fui borde contigo estos días —le pidió poniendo de pie a su lugarteniente— Más que mi cazadora y principal guerrera, eres mi amiga y no debí comportarme así.
—Yo entiendo.
—Lo sé —le respondió Artemisa acariciando el rostro de la chica— Ahora déjame sola con Hefesto —y la mirada de miedo en la otra fue evidente por lo que Artemisa agregó— Solo vamos a conversar.
Alessandra asintió y se fue dejándolos solos.
—Lo siento —dijeron ambos al mismo tiempo— Dime —le señaló Artemisa y el rodó los ojos, siempre tan mandona.
—No era mi intención que sintieras que te estoy obligando a hacer algo —aclaró— Simplemente creo que tú tienes más oportunidades con ellos que sola, además de que Apolo sufre sin estar a tu lado lo sabes, lo sientes.
—Apolo ya tiene suficiente como para preocuparse por mí, y no creas que no sé que estoy haciendo las cosas mal, pero si hay algo que tengo claro es que si no estamos juntos estamos más seguro.
—Hay un dicho que dice que la unión hace la fuerza.
—Y lo hace, pero... No puedo ir con ellos, no cuando siento que tengo una deuda enorme sobre mis hombros al haber huido en un inicio.
Y él no podía contradecirla porque se sentía igual, si iban de nuevo con ellos sería con una victoria o la cabeza de uno de sus enemigos.
***
Después de la discusión con Artemisa lo que Hefesto más deseaba era llegar a su casa y dormir, dormir por mil años y olvidarse de todo lo que sucedía a su alrededor del miedo de ser descubierto y que las personas que más amaba salieran lastimadas. Sin embargo, su deseo no pudo ser posible y no supo cuán malo, o bueno, era eso cuando atravesó la puerta de su casa.
Ahí en medio de su cocina estaban su tía y Laynna sirviendo los platos para la cena. Ambas miraron en su dirección en cuanto apareció en su vista.
Lay fue la primera en acercarse a él de manera efusiva dándole un beso en la mejilla.
—Hola —saludó su novia separándose de él con el claro mensaje de "ve a saludar a tu tía" y eso fue lo que hizo.
Se acercó a Melania dejando un beso en su frente a modo de saludo bastante confundido.
—No es que no me guste verlas juntas —empezó diciendo con miedo de que tomaran mal sus palabras—... pero que están haciendo.
—La cena —le respondió Lay como la cosa más normal del mundo y él frunció el ceño en su dirección dejando en claro que quería una respuesta seria— Enserio solo estábamos haciendo la cena —le repitió su pareja.
—Laynna vino a buscarte más temprano —comentó su tía— al parecer no le dijiste que irías al entierro del chico —pausó un momento antes de decir—Acetes ¿Verdad? —Hefesto asintió y la culpa corrió por su sistema— Entonces le pedí que se quedara y me ayudara con la cena mientras te esperábamos, aún cuando no estaba segura de si ibas a regresar.
Ok, si había un momento para sentirse verdaderamente miserable era ese, y sobre todo porque el tono de su tía no era de reclamo o manipulación simplemente le estaba señalando los hechos tal cual son.
—Lo siento —se disculpó y qué más podía decir.
A su tía sí le había dicho a dónde iría, pero no si regresaría esa noche, a diferencia de Lay, a quien mantuvo en la oscuridad acerca de su itinerario, aunque tampoco es como si tuviera que decírselo.
—No te preocupes —le dijo Lay con una sonrisa corta que no llegó a sus ojos haciendo retorcer su estómago— ¿Estás bien? —le preguntó su novia señalando el lado de su ojo izquierdo.
Hefesto se lo tocó e hizo una mueca por reflejo.
Artemisa tenía un buen derechazo.
—¿Qué... Oh dios mío Hefesto —se quejó su tía viendo y queriendo tocar su golpe— Iré por el botiquín —le dijo, pero él la detuvo.
—No es nada.
—¿Como que nada? ¡¿Qué salvaje se atrevió a tocarte?! —le preguntó y a él le calentó el alma su preocupación.
—No fue nada —le repitió tomando las manos de Melania y besándolas — Estoy bien.
—Pero...
—Confía en él, Mel —lo apoyó Lay acercándose a ellos— Hefesto es un chico rudo —agregó en broma.
—Lo sé, sé que es fuerte, pero...
—No puedes evitar preocuparte —continuó Lay apretando el hombro de su tía a modo de consuelo—, y lo entiendo yo también me preocupo, pero tenemos que confiar en él, en su palabra.
¿Habría algún momento de su vida en el que él no quisiera lanzarse de un puente por la confianza que esas mujeres ponían en su persona aún cuando les mentía?
—Está bien, solo por esta vez lo dejaré correr —advirtió su tía alejándose de él— Ve a la lavarte las manos mientras Lay y yo llevamos los platos a la mesa.
—Como ordene mi capitana —le contestó haciendo un saludo militar que hizo reír a todos; sin embargo, cuando su tía tomo el primer plato él detuvo a Laynna de hacer lo mismo— Lay...
—Dije que lo entiendo —le dijo cortando su disculpa. Ella lo conocía tan bien y como su tía lo último que quería, aún cuando se equivocaba, era que él se sintiera mal— Solo tú sabes con lo que estas luchando y Melania y yo solo podemos estar aquí para ti.
—Eso no es justificación.
—Todos tenemos secretos Hefesto, unos más graves y peligrosos que otros —le señaló y él pensó que sí, que el suyo era precisamente así— No te preocupes por mí.
—Te quiero.
—Y yo te amo —le respondió dejando un beso en su barbilla y alejándose de él sin esperar una respuesta, una que ella sabía no llegaría como le gustaba, porque Hefesto la quería, mucho, demasiado tanto que no veía su vida sin ella, pero no la amaba y ese siempre sería un tema entre ambos hasta que sus sentimientos cambiaran.
Sin querer hacerlas esperar más de lo necesario fue a su habitación a cambiarse y lavarse las manos de manera rápida dejando su celular en silencio antes de ir a la mesa donde ambas mujeres ya se encontraban conversando como si se conocieran de toda la vida y Hefesto no pudo desear más, por lo que se juró que haría lo posible por mantener la normalidad y felicidad para ambas, a costa de lo que sea.
***
No fue miércoles pero fue en la semana xd
Espero que les este gustando la historia.
Me gustaría conocer sus opiniones acerca de Layna y Melania... Qué piensan de ellas?
Nos leemos pronto!
Au revoir!
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