Capítulo 4

Algo iba mal, muy, muy mal.

Hefesto lo supo desde que puso un pie dentro de la bodega donde se reunía con sus Artemisa. Por lo que cuando la observó con el rostro molesto y a sus cazadoras cabizbajas temió lo peor.

—¿Todo bien? —preguntó tontamente logrando que la pelinegra bufara dándole la espalda.

Hefesto miro a Alessandra, la lugarteniente de Artemisa, que estaba parada de manera firme ante su amiga como si estuviera esperando lo que parecía una sentencia.

¿Qué diablos había pasado?

—... Artemisa 

—Ahora no Hefesto —le respondió mandándolo callar directamente.

La tensión del ambiente podía sentirse y él estaba seguro que solo bastaba un movimiento en falso para que Artemisa estallará con todo lo que se estaba guardando.

—Alessandra —llamó la pelinegra a su lugarteniente que no se inmuto ante su frío tono.

—Sí, mi señora.

—Organiza a todas las cazadoras para realizar una vigilancia de veinticuatro horas en la casa de todos y cada uno de los olímpicos, sin excepción —ordenó y aunque él pudo ver la duda en la mirada de la cazadora, esta no refutó en ningún momento a Artemisa que continúo hablando:— Quiero un informe completo de lo que hagan, especialmente de Athenea y Hades, no me importa que tan mínimo parezca quiero saberlo.

—Entendido, mi señora. Permiso para retirarme —pidió y su amiga asintió; sin embargo antes de que pudiera llegar a la puerta Artemisa la volvió a llamar.

—Alessandra.

—¿Si, mi señora?

—No me vuelvan a fallar —advirtió y el filo en su voz le dijo a Hefesto que se había perdido de algo aquí— No voy a perdonar otro error.

—No sucederá —prometió la lugarteniente antes de abandonar la bodega y dejarlos solos.

Hefesto temía decir algo y hacer que su amiga perdiera los papeles por lo que se mantuvo en silencio escuchando como las cazadoras abandonaban los alrededores.

Él esperó, esperó tanto como pudo hasta que sucedió lo que tanto temía. Su amiga rompió.

Artemisa empezó a tirar las cosas y gritar furiosamente y él la dejó hacerlo, porque sabía que lo necesitaba, no sabía exactamente que había sucedido, pero lo que fuera fue lo suficientemente malo como para hacerla perder los papeles. 

A él le dolía verla así, parecía tan sola y derrotada aún cuando no lo estaba; sin embargo, ese era el sentimiento que lo embargó cuando las lagrimas empezaron a correr por el rostro de su amiga, por lo que, se acercó y la abrazó luchando contra ella misma que golpeaba su pecho e intentaba separarse.

—Estoy cansada, estoy tan cansada —susurró después de unos momentos empuñando su polera— Estoy tan cansada de esta mierda...

—Sabes como puedes acabar con esto —soltó arrepintiéndose al instante— Perdón.

Artemisa negó y se separó de él sentándose en el suelo— Tienes razón, tengo la oportunidad de acabar con esto, pero simplemente no puedo —le dijo—No puedo volver como si nada hubiera pasado.

—Artemisa...

—No puedo volver cuando ya descubrí quién asesinó a mis padres —murmuró y Hefesto escuchó cuanto le costó decir aquello.

—¿Qué?

—Al fin lo descubrí Hefesto, después de tantos años sé quien mató a mis padres —un sollozó salió de su garganta— Al fin sé quien es la asesina.

—¿Una mujer?

—SÍ.

—¿Quien?

—Mi tía —le respondió dejándolo helado— Antonella fue quien provocó la muerte de mis padres.

—¿Hace cuánto lo sabes? —le preguntó sospechando algo que estaba seguro era cierto, pero necesitaba confirmar.

—Desde hace poco más de una semana.

No se sentía traicionado por no saberlo; sin embargo, eso explicaba mucho.

—Por eso lo alejaste, por eso dejaste que Apolo se fuera de tu casa a vivir con Hermes —le dijo y cuando ella asintió soltó un bufido— Él merece saberlo.

—Ella casi lo mata —le recordó y Hefesto hizo una mueca ante la declaración porque sí, si alguno de ellos estuvo más cerca de la muerte antes de que se supiera la verdad, ese era Apolo— No puedo correr riesgos, no con él.

—Y prefieres que te odie de por vida.

—Se le pasará.

—Artemisa, Apolo no es un niño y en algún momento tanto desplante hará que de verdad te odie.

—Se le pasará —repitió convencida y él admiro ello, porque bueno, si estuviera en su lugar lo dudaría mucho—, como a todos.

Bueno no es que a él le importarán mucho los demás, solo quería acabar con su desgracia de karma para poder tener una vida normal.

No es que su vida hubiera sido muy normal con tantas desgracias, pero encajaban en la normalidad humana con la que tanto se acostumbró.

—Lo que me recuerda... —continúo Artemisa mirándolo— Dionisio recuperó sus recuerdos gracias a Hades...

—¿Cómo?

—No me preguntes como diablos el maldito pudo hacerlo, pero eso no es lo peor.

—¿Y qué es lo peor? 

¿Había algo peor que el dios del inframundo con el poder de devolverles sus recuerdos cuando se le pegara la gana? 

—Además de Dionisio en su equipo, que haya escondido a Ariadna, que aparentemente las erinias también hayan reencarnado y le sirvan, y que tenga un control increíble sobre sus dos personalidades...

—¿Si...?

Tenía mucho con lo que ponerse al día.

—Pues sí, lo peor de todo eso es que el idiota sabe lo que hacemos.

Hacemos. Plural. Como ellos dos, lo que significaba...

—Sí, Hefesto. El imbécil sabe que tu haz recuperado tus recuerdos.

—¿Cómo?

—No tengo la menor idea, pero descubrí a unos de sus perros vigilando nuestro campamento hoy.

Hefesto iba a darse de bruces contra el suelo, si Athenea se enteraba estaba muerto, bueno no muerto, pero si obligado a mostrar la decisión de a que bando pertenecer y verse mucho más involucrado en una guerra de la que él no quería formar parte.

—¿Qué haremos?

—Por el momento esperar.

—¿Esperar?

Artemisa asintió— No sabemos que hará exactamente Hades con lo que sabe y hasta donde sé tampoco tiene una alianza con Athenea, así que tenemos una oportunidad mientras ellos no se alíen.

—Por eso mandaste vigilarlos.

—Sí —le respondió soltando un suspiro.

—No me gusta esperar.

—A mí tampoco, pero cualquier cosa que hagamos puede ponernos en evidencia mucho más rápido.

Lo entendía, no le gustaba, pero lo entendía además no es como si tuviera muchas opciones.

—¿Es por eso estabas molesta? ¿Por qué Haces descubrió esto? —le preguntó señalandolos.

—Entre otras cosas —le respondió su amiga ambiguamente y Hefesto no insistió.

Conocía a Artemisa a la perfección y aún cuando tenían una que otra discusión ninguna llegó a los extremos de quererse alejar como el día que se entero de que eran dioses griegos gracias a Afrodita, además como Artemisa le había dicho ese día había cosas que no podía decirle y otras que no podía explicar, por lo que él simplemente dejaba correr todo. 

Además, si no quería verse involucrado en la guerra que tenían entre manos mientras menos supiera mejor.

***

Y llegué! No en el día indicado pero si dentro de la semana xd

Ahora entendemos porque no hubo drama cuando Apolo se fue a vivir con Hermes. Artemisa tiene muchos secretos por su lado pero no es la única.

Por cierto, quería preguntarles si les gustaría que dejé spoilers de diálogos o frases en mi perfil sobre el libro

Espero que les este gustando la historia <3

Muchas gracias por seguir aquí

Au revoir!!!

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