Capítulo 7
Un hechicero podía ser tratado de distintas formas según a la facción a la que este pertenecía. Podía ser denominado con distintos nombres: magos, brujos, en ocasiones exorcistas o seguidores del diablo. Pero para hombres como Toji, un hechicero (al menos en Japón) difería de todos esos términos debido a su trabajo y lo que realizaba.
Los exorcistas se encargaban de eliminar a los malos espíritus, a fantasmas o demonios que tomaban a humanos y los atormentaban. Eran, en muchas culturas, una representación de los dioses en el mundo, personas con dones que les permitían hacer frente a una porción mínima de los seres sobrenaturales, al menos en épocas anteriores a la actual.
Por otro lado, los magos eran aquellos que hacían magia, los que mostraban poderes sobrenaturales que no estaban vinculados con la extracción de seres de otras personas. En muchas ocasiones los magos realizaban hechizos con una infinidad de posibilidades y en ocasiones, podían incluso doblegar a la misma muerte si el mago contaba con el poder y la experiencia necesarias, siendo aquellos nombrados como los nigromantes.
Y por último los brujos eran aquella versión oscura y retorcida de los magos, exorcistas y de los mismos hechiceros, si es que estos últimos podían compararse con los anteriores. Los brujos no seguían un código de "moral" que pudiera detener sus propias interacciones con la muerte y con sus propios deseos. Lograrían sus objetivos sin importar quien estuviera delante de ellos, sin importar a quien tuvieran que vencer.
Los hechiceros al mismo tiempo eran todo lo anterior, pero al mismo tiempo eran completamente diferentes. Tenían poderes extraños, podían hacer algún tipo de "magia", eliminaban seres malignos del mundo y podían seguir sus propios deseos hasta el punto de volverse contra los suyos, como pasó en ciertas ocasiones.
Sin embargo, en la actualidad, en Japón solamente existían doscientos hechiceros como mucho, repartidos a lo largo del país y teniendo su sede en Kioto, una de las ciudades más importantes dentro de la cultura nipona y con un alto índice de apariciones de seres extraños y sobrenaturales.
Al tomar a un estudiante, Toji se vio en la obligación de inculcar en el adolescente todo sobre los hechiceros y la Guerra de Hechicería que terminó con el tiempo de los hechiceros en el mundo, aunque aun quedaran algunos esparcidos por todo el globo terráqueo. Aunque el número total de individuos con las capacidades de ser hechiceros no llegaba al millar.
Toji fue consciente del peligro que el chico corría cuando lo tomó bajo su ala. Otros jóvenes como Naruto ya habían muerto, envalentonados ante la idea de una gloria inexistente y que escaparía de sus manos cuando se enfrentaran a "él", aquel que terminó con el Hechicero más Fuerte del mundo.
Pero allí estuvieron las circunstancias. Toji fue testigo de como Rika devoró al caído con un extraño traje de dominatrix, de como las plumas cayeron lentamente sobre en charco de sangre mientras Naruto observaba a Rika devorar a su presa, todo ello sin mostrar un mínimo de asco o desprecio por la imagen.
Aunque para ese momento, el chico estuvo inconsciente.
Cierto grado paternalista obligó a Toji a acoger al muchacho cuando terminó la escena y la maldición se desvaneció, envolviendo al adolescente en una pesada bruma que se fue desvaneciendo lentamente, como si nunca hubiera existido y no volviera a aparecer, aunque Toji sabía que dicha bruma nunca se iría del chico, que permanecería en él durante largo tiempo hasta que la misma presencia lo quisiera.
Un exorcista habría intentado separar la maldición de la persona maldita, pero eso no habría terminado con ella. Toji ya había visto cientos de esos casos. Los exorcistas al servicio de la Santa Sede siempre creían que habían logrado deshacerse de la maldición, perolo que lograban era solamente que se marchara hacia otro lado.
Los hechiceros eliminaban dichas maldiciones. Conocían formas de hacer que desaparecieran mucho más eficaces que palabras santas, plegarias o agua bendita. Y sabían cuando una maldición debía ser quitada o contenida hasta que desapareciera.
Rika Orimoto había sido catalogada como una Maldición de Grado Especial, una que pocos hechiceros en la actualidad podrían enfrentar y deshacerse de ella. Y por ello Toji encerró a Rika en el joven que había poseído.
―¡Levántate mocoso!
Debido a que Naruto debía contener a Rika en un sello proporcionado por su maestro, Toji se había dedicado a formar al muchacho en artes marciales, dándole los principios para convertirse en un hechicero. Y el hombre estaba "orgulloso" de lo que logró al vencer a algunos caídos, pero se había dejado llevar por un extraño deseo de reconocimiento y por una inmensa soberbia que estaba dispuesto a hacer desaparecer.
―Ugh.
Naruto se levantó con un poco de esfuerzo, mostrando el lado derecho de su rostro magullado. Su maestro era un hombre con un poder físico desmesurado, más allá del pináculo de la fuerza humana y, por supuesto, era una fuerza sobrenatural incluso si Toji señalaba que la había obtenido con "entrenamiento", lo que podía ser cierto hasta cierto punto, si le preguntaban al Uzumaki. Sin embargo, eso era lo que lo hacía emocionante, mucho más que matar a aquellos caídos en la iglesia abandonada, de salvar a la monja.
Se levantó sin apenas rasguños, mostrando solamente el lado derecho de su rostro un poco "inflamado", si el color morado podía ser llamado como una ligera inflamación que podía ser curada con algunos ungüentos, lo que no iba a ser así y Naruto estaba seguro de que su cuerpo iba a ser magullado más allá del rostro.
―¿Esta es la fuerza que usaste contra los caídos?―el acero tomó un color anaranjado cuando las llamas de las antorchas se reflejaron en el metal, dando una visión hermosa a quien lo viera―. Diría que apenas eres un cachorro, niño.
―¿Cachorro?―la sección central del nunchaku triple quedó detrás del cuello del muchacho. Ambos extremos colgaron del cuello, de ambos lados del mismo como si fueran dos alargados y pesados adornos que el chico apenas notaba―. ¡Voy a demostrarte que soy un lobo!
Toji no mostró nada exteriormente, sin embargo, dentro de sí mismos el hombre sintió una punzada ligera en su pecho, como si una pequeña aguja lo hubiera pinchado. Algunos recuerdos acudieron a su mente y, para deshacerse de ellos, se lanzó hacia el frente meciendo la espada en un corte ascendente.
Como en el enfrentamiento con Freed, la sección del nunchaku se interpuso entre la punta de la espada y el corazón de su dueño. Naruto se movió entonces y guio el otro extremo de la Nube Itinerante contra la cabeza de Toji esperando golpear fuertemente a su mentor y probablemente dejarlo desmayado. Pero Toji no había sido capaz de llevar a la muerte al Hechicero más Fuerte recibiendo golpes como ese o dejándose golpear en primer lugar.
Mientras Naruto esperaba golpear al hombre con su arma, no se percató del movimiento que Toji estaba haciendo. Aprovechando que su alumno lo estaba observando y que había clavado sus ojos en la sección del nunchaku que viajaba hacia su cabeza, Toji debió la sección del arma con el hombro y empujó a su alumno con la palma de la mano y el hombro, lo que lo hizo desestabilizarse y quedar en un estado de confusión por varios segundos y que aprovechó en toda la extensión.
Envolvió la muñeca izquierda del adolescente en un férreo agarre al mismo tiempo que lo empujaba y, haciendo un movimiento de judo real, lo lanzó sobre su cuerpo y lo estrelló contra el suelo generando un sonido de aplastamiento, un sonido hueco que sonó como un "pop" a oído de ambos combatientes, aunque para Naruto fue más como un latigazo que recorrió su espalda por un solo segundo.
―Sigue siendo un cachorro―la punta de la espada acarició la fina piel del cuello del estudiante. Engreídamente, orgulloso de sí mismo, Toji sonrió ante la visión derribaba de su alumno mientras él estaba generando una inmensa sobra sobre el muchacho, como un verdadero vencedor si le preguntaban―. Un pequeño cachorro de lobo.
Un suspiro salió de los labios del muchacho segundos después de sentir la punta apoyarse contra su nuez, como si intentara atravesarla. Aunque si Toji hubiera querido, Naruto no dudaba de que su maestro le hubiera atravesado el cuello con un apuñalamiento directo y sin misericordia.
―Mierda.
Toji estaba sorprendido. Naruto era un chico más fuerte físicamente de lo que era un chico e incluso parecía más fuerte que alguien sin energía maldita o con una Restricción Celestial sobre él y había vencido al muchacho gracias a su propia experiencia y diferencia en conocimientos y habilidades. Sin embargo, así como estaba seguro de que no había una Restricción Celestial en el chico también estaba seguro de que había algo más allá en el linaje del muchacho, algo que iba a descubrir y que no estaba ligado a Rika Orimoto, la Reina de las Maldiciones.
―Venga, levántate.
El brazo extendido de Toji apareció frente a los ojos de su alumno. Este miró la mano extendida, sintiendo como el hombre se hacía a un lado mientras mantenía aun la mano extendida. Y aunque estaba reacio a tomar aquella mano, Naruto finalmente la aceptó y Toji lo ayudó a ponerse de pie. Aunque aquella ayuda no quitaba el dolor en su rostro y espalda, en haber sentido aquel latigazo como una potente corriente eléctrica golpeando su cuerpo, probablemente como si un rayo le hubiera golpeado hasta la columna vertebral.
―La próxima vez voy a ganarte, viejo.
La sonrisa confiada apareció en los labios del adolescente justo como había aparecido en ocasiones anteriores, siempre después de un entrenamiento. Al verla, sin embargo, Toji soltó la mano de su estudiante antes de que estuviera estabilizado y permitió que el chico cayera sobre su trasero provocando un sonido sordo.
―¡Idiota!
―Antes de que puedas pensar en ganarme, deberías saber que no soy como los que has matado, chico. Ellos son tu presa, yo soy tu mentor pequeño idiota.
Había una diferencia entre Toji Fushiguro y aquellos que podrían intentar reclutarlo o asesinarlo. Toji no tenía energía maldita o magia con la que poder combatir de forma directa contra magos y muchas criaturas sobrenaturales con las que había peleado y con las que peleaba constantemente. Sin embargo, contaba con una fuerza sobrehumana, una enorme habilidad con las armas y un gran arsenal de armas malditas con las que podía deshacerse de criaturas y enemigos sobrenaturales, sobrepasando incluso algunas habilidades innatas de algunas especies de demonios.
Dicha habilidad con las armas, la fuerza sobrehumana y la experiencia y artes marciales que conocía, dotaban al hombre de un poder mayor al promedio. No era un descendiente de un héroe legendario, pero Toji era capaz de lograr cosas que muchos descendientes no podrían ni siquiera pensar. La probabilidad de que un adolescente con dos meses de entrenamiento lo superara, quedaba completamente descartada. Al menos si le preguntaban a cualquier otro que no fuera el mismo Toji, porque el hechicero podía ver la habilidad creciendo y puliéndose con cada entrenamiento, el crecimiento del chico bajo su ala.
―Chico. Voy a dejarte un tiempo. Me han llegado rumores sobre un viejo amigo y tengo que buscarlo, si es que aun puedo dar con su paradero o si él quiere ser encontrado.
No era una sorpresa para Naruto que su maestro hubiera decidido marcharse. Se lo había mencionado con anterioridad, que él prefería moverse y no establecerse en un sitio por miedo a ser encontrado y usado por sus enemigos o presionado por personas que buscaban sus habilidades o herramientas malditas.
―Ten.
Un objeto salió despedido cuando Toji movió el brazo. Naruto atrapó el objeto y lo miró. Era el arma predilecta de su maestro, aquella con la que casi venció al Hechicero más Fuerte, con la que casi lo mató al intentar atravesar su cuello con la misma arma. Era la Alabarda Celestial Invertida, un arma similar a un jutte y capaz de detener cualquier técnica maldita o mágica a la fuerza, sin importar la raza el usuario.
―¿Esto...?
―La energía maldita es la magia corrompida. O al menos así lo veo yo, mocoso. Los hechiceros somos entrenados con la idea de la energía maldita, pero no dista demasiado de la magia. Chakra, Ki, Chi, magia, energía maldita...al final, todas terminan dando poder al usuario, ¿no? Esos mangas que lees, se guían por los conceptos fantasiosos de dichas energías. Aprenderás mejor los conceptos reales por tu propia cuenta a partir de ahora.
―¡Pero aún no estoy listo!
―¿Ah? ¿No estás listo?―Toji colocó la espada sobre su hombro y miró con burla a su estudiante―. ¡No me vengas con tonterías, mocoso de mierda!―señaló al chico con la espada, golpeando la punta contra el pecho de Naruto―. Ya te enseñé lo básico. Es hora de que crezcas por tu cuenta, de que tu mismo obtengas tu desarrollo. Es hora de ver si perdí mi tiempo entrenándote o no.
Y aquellas palabras fueron reales.
Kioto; aquella noche
En uno de los enormes templos, en una de sus habitaciones secundarias, se encontraban cuatro personas reunidas, siendo tres adolescentes y un hombre mayor, anciano, con una barba blanca que cubría el mentón de un rostro arrugado y cansado. Las arrugas, de hecho, parecían mucho más profundas que en las de cualquier otro hombre similar en edad, probablemente causado por la preocupación o el estrés de estar a cargo de aquel lugar.
Aquel hombre anciano respondía al nombre de Yoshinobu Gakuganji, uno de los últimos hechiceros más ancianos y sabios dentro de la comunidad de hechicería. Así mismo, Yoshinobu era el actual y último director de conocido colegio de hechicería de Kioto y uno de los últimos miembros del Consejo que regía las leyes de los hechiceros, las cuales intentaban impedir cualquier destrucción del balance. Aunque eso mismo ya había pasado hacía tiempo.
Los tres jóvenes vestían de la misma manera: uniformes oscuros que llevaban en sus camisas una extraña insignia de un color dorado que los hacía ver como hechiceros, incluso entre sus enemigos. Era como llevar una insignia constantemente y una diana que los convertía en futuras presas.
―Los movimientos de "ese" hombre han sido demasiado deshonrosos para la comunidad―las manos callosas del viejo director sujetaban lo que parecía ser un viejo vaso de barro lleno de té verde―. Ha acogido a un muchacho y lo ha formado como hechicero, según los informes que nos han proporcionado nuestros aliados en Kuoh.
Los hechiceros estaban contados con los dedos de la mano. No se podía enseñar a cualquier joven las costumbres de la hechicería, el pasado pecaminoso que los llevó a la casi extinción por un mal que aun estaba presente en el mundo, probablemente en un estado de constante hibernación.
Al menos Yoshinobu prefería ver que aquel mal seguía oculto, escondido e hibernando, durmiendo después del caos que hubo tiempo atrás, de los muertos que bañaron el mundo en sangre.
―Quiero que evaluéis al chico. Quiero ver porque ese hombre, de todos los hombres, ha decidido tomarlo como su pupilo―el director era consciente del peligro, lo que podía pasar si se presionaba a un hombre como Toji―. Pero si ese hombre está presente, huid. Abandonad la misión. No quiero perder a más hechiceros. No en un momento como este.
―¡Entendido, director!
―Marchad. Volved con la cabeza del mocoso o con un informe completo.
*Nota de Autor: cuando mencioné el distinto tipo de energías, es porque daré o intentaré dar un enfoque distinto de las mismas, como se realizó con el Ki en Black Clover. Así que, no me maten demasiado jajaj
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