Capítulo 40

La distancia entre Tokio y Kioto era superada fácilmente por la velocidad del tren bala que los estudiantes de Kuoh usarían para viajar desde la capital a la ciudad más mística de todo el continente, donde pasarían diez días aprendiendo sobre la mitología, la religión y el folclore que envolvía a la ciudad, la cual estaba orgullosa de ser considerada la ciudad con más misticismo del país, con los mejores templos y los lugares más hermosos para visitar, lo que ningún otro japones había intentado refutar de sus compañeros de Kioto, porque la ciudad con sus templos resultaba demasiado bella e interesante para los visitantes.

Kioto también contaba con algunas ceremonias interesantes en algunos de sus templos más importantes, las cuales realizaban las miko, las sacerdotisas de los distintos templos, casi como si la ciudad siguiera levemente ligada a una época feudal; sin embargo, lo que pocas personas sabían, es que Kioto era la sede del Reino de los Yokai, seres fantásticos que no eran vistos (usualmente) por personas ajenas al mundo paranormal, pero que los monjes y miko veían con asidua facilidad cuando realizaban sus propios rituales con la intención de alejar a todos los males de su hogar y la ciudad; rituales tan viejos, que fueron pasados de generación en generación hasta la era moderna.

Esto era lo que iban a ver los estudiantes de segundo año de la Academia Kuoh de la ciudad de Kuoh, justo como hicieron los estudiantes de tercero el año anterior y como harían los de primero el año siguiente. Era, a todas luces, una especie de tradición que los estudiantes no estaban negándose a cumplir. De hecho, de las actividades impuestas por la academia, aquella era la que los jóvenes más disfrutaban, aunque todo el grupo de estudiantes quedara a cargo de algunos de los profesores...menos competentes a la vista.

Naruto no se sorprendió cuando vio a Azazel, el Gobernador del Grigori, de pie en el andén, mostrándole una sonrisa cauta a causa de lo ocurrido en la reunión entre las facciones. Por lo que el estudiante aprendió, Azazel había sido puesto al mando del equipo que formaban el séquito de Rias y el de Sona, formando un equipo bajo el mando de Azazel y que el caído no parecía demasiado preocupado en realmente entrenar; aunque Naruto captó el nuevo juego de músculos de Issei cuando lo vio moverse. Como él, los demonios habían entrenado durante el periodo de vacaciones y no desperdiciaron (mucho) el tiempo. O eso era lo que pensaba el joven estudiante de hechicería.

Después de haber recibido el alta por parte de Nobara, Naruto había sido testigo de las cicatrices que adornaban su cuerpo tras la pelea contra las maldiciones y el Rey de las Maldiciones. Formando una extraña cicatriz circular, la más grande se encontraba justo en la zona entre el vientre y los pectorales (tanto por delante como por detrás), siendo la misma zona que fue atravesada por el brazo de Sukuna cuando lo atacó por la espalda. La siguiente cicatriz estaba en su brazo derecho, siendo semi circular, como una línea dentada que indicaba que alguien se encargó de coser su brazo después de algún corte que obtuvo cuando peleó contra Mahito o contra Sukuna, algo que el chico no tenía demasiado claro. Y la última cicatriz la tenía en el rostro, justo por encima de la ceja izquierda. Parecía que un fragmento de metal cortó la zona y le dejó aquella señal como otro recordatorio de la pelea.

"Supongo que es hora de la revancha"

Aquellas palabras se sintieron vacías en su mente. Kenjaku se había encargado de arrebatarle a Rika, lo que lo dejaba en una mala posición frente a alguien como Sukuna, y Mahito se encargó de modificar su alma y hacer que perdiera su capacidad con la energía maldita, quitándole todas las armas con las que podía pelear. Había dejado de ver maldiciones y de sentir la energía maldita. Estaba completamente ciego al mundo sobrenatural y era molesto; aunque ahora entendía como se sentían Maki y Toji. Ellos no tenían energía maldita y pasaron toda su vida en la misma situación en la que él estaba ahora y nunca se rindieron.

Recolocó las gafas (fueron cortesía de Maki) con un simple empujón de su mano derecha y miró hacia los chicos y chicas que lo acompañarían hacia Kioto. No estaba demasiado contento con estar en un tren bala, a dos horas de Kioto, compartiendo el mismo espacio que Issei, pero no podía hacer algo para cambiar eso sin levantar sospechas. Y su maestro no le dejó matarlo...

―Se te ve algo distinto, Uzumaki-san.

Como todos los años, la presidente del Consejo Estudiantil hizo acto de presencia para despedir a los estudiantes en el viaje de Kioto. En esta ocasión, Sona Sitri ocupó el sitio de presidente del Consejo Estudiantil, lo que la obligaba a hacer acto de presencia, algo que no pareció molestarla demasiado ya que era una de sus funciones como líder del consejo. Aunque pocos prestaron atención a Sona. Los ojos de la población masculina estaban puestos en Akeno y Rias, quienes fueron a despedir a Issei, Así y Kiba, los chicos del séquito de Gremory que viajarían hacia Kioto con ellos.

―He pasado mejores momentos. No está siendo mi mejor semana, precisamente―declaró el adolescente dando un simple encogimiento de hombros. Su situación era un alto secreto y nadie fuera del Complejo Gojo sabía que ya no podía controlar la energía maldita o que Rika le fue arrebatada. Naruto no iba am mencionarlo aunque le quemaran con fuego durante mil noches―. Pero no importa. Siempre me he repuesto de cosas como esta.

Sona miró al joven por unos segundos antes de asentir levemente hacia el joven hechicero. Las gafas no eran lo único que había llamado su atención. Como una demonio, Sona era capaz de percibir el olor de los humanos, diferenciándolos entre sí. El olor de los hechiceros era algo amargo, lleno de óxido por la sangre que empañaba sus manos. Naruto había dejado de oler como ellos...olía, con perdón de la propia palabra, delicioso. Y eso la hacía sentirse calmada en su presencia. Era como si el chico frente a ella, fuera uno completamente distinto.

―Espero que logres volver a tu estado de ánimo normal y que dejes esas gafas―señaló con el dedo las gafas que cubrían los ojos azules del adolescente, obteniendo una sonrisa tímida de este―. Te quedan bien, pero tus ojos no necesitan que sean resaltados. No sé si me explico.

―Mmm un poco, Sona-san―el chico meneó la cabeza, deshaciéndose de la idea de "flirteo" que estaba llevando a cabo la chica frente a él. Esperaba que no estuviera ligando con él―. Supongo que los permisos que le ha dado Gremory a Issei son para mantenerse del lado bueno de los yokai, ¿o me equivoco?

Naruto había visto como le daba Rias a Issei unos pases y como le había susurrado algo al muchacho, algo que no pudo llegar a entender completamente. Pero enseguida dedujo para que servían aquellos pases. La enemistad entre yokai y demonios estaba clara. Los demonios del cristianismo habían tomado la ciudad de Kuoh y la arrebataron de las garras de sus protectores, lo que no fue tomado como algo precisamente loable por muchas de las criaturas del Shinto. Si la diosa Amaterasu y la líder yokai no hubieran detenido las revueltas, probablemente aquella acción habría bañado el país en sangre. Aunque no era algo que los demonios debían de saber.

―No te equivocas―Sona miró hacia Rias, su mejor amiga, durante unos escasos segundos antes de volver a mirar al hechicero―. Lo que Rias les ha dado a los chicos, es un "pase" que permite que los demonios estén por Kioto durante diez días. Estos pases los ha obtenido mi hermana Serafall, creo que te acordarás de ella―una chica de gruesas coletas y sonrisa fría llegó a la mente del chico―. Sin ese pase, probablemente crearíamos una guerra no necesaria entre nuestros pueblos. Y ninguno puede...tener una guerra ahora.

La Brigada Khaos era un tema delicado para todo el mundo. Según la información obtenida por la red de Azazel, los miembros del grupo terrorista se estaban expandiendo por más y más panteones, alargando su red de socios hasta puntos que jamás alguien podría haber llegado a pensar. ¿Quién la estaría liderando? ¿Con que motivo? Naruto dudaba de que Kenjaku y Sukuna fueran los líderes principales, pero estaba seguro de que eran miembros importantes. Ellos y las maldiciones de grado especial, eran un aliciente bastante interesante para cualquiera que decidiera iniciar una guerra. Pero entonces ¿qué les habrían prometido? Si bien Itadori contó bastante sobre una información relevante, Naruto aun necesitaba conocer muchas cosas para poder detenerlos. Y las intenciones actuales de ambos permanecían ocultas para todos. Él dudaba de que Sukuna y Kenjaku solo quisieran realizar aquello que no pudieron hace veinte años, no si estaban bajo el mando de alguien más.

―Es comprensible. La unidad entre las facciones es a lo que se han dedicado estos últimos tiempos lo líderes del Inframundo, interesados en ganar aliados en una posible guerra a futuro. Si no, nadie pensaría en el bienestar de los yokai o de como aceptaron a los hechiceros en su reunión. No soy tan idiota como parezco, Sona-san. Los Maou han hecho todo lo posible por obtener a los mejores aliados. Parece que tienen una fijación en el grupo terrorista, lo que me da a entender que probablemente tenga un nacimiento demoníaco o de los caídos.

Actualmente se desconocía el número de miembros y los líderes del grupo terrorista conocido como la Brigada Khaos, pero habían llegado a la conclusión de que fue formado, principalmente, por demonios de la antigua facción. Era extraño que un grupo como ese solo contara con maldiciones, por muy poderosas que fueran, y personas como Sukuna o Kenjaku no formaban equipos simplemente porque sí. Sukuna era un rey egocéntrico, un dictador cruel que disfrutaba con la muerte de los demás. Kenjaku siempre llevaba su plan, paso a paso y todo lo que hacía, lo hacía por un motivo. Ellos dos siempre se movían por sus propias ideas, por sus propios planes. Formar un grupo como la Brigada Khaos, no parecía ser algo que ellos harían, al menos a ojos de los hechiceros.

―¡¿BROTHER DÓNDE ESTÁS?!

Una voz se alzó por encima de las conversaciones de los demás estudiantes. Dos nuevos estudiantes se habían unido a la academia Kuoh después de las vacaciones de verano y, para sorpresa de los más antiguos, habían formado "amistad" con Naruto Uzumaki. Aunque el joven hechicero no lo llamaría amistad.

―Mierda.

Un chico alto, corpulento, con el cabello atado en una coleta y una cicatriz en el lado derecho del rostro, se hizo presente frente a los dos estudiantes. Era un joven bastante alto, probablemente cerca de los dos metros o sobrepasándolos, con músculos sobre músculos y una enorme sonrisa en su rostro.

―¡BROTHER! ¡AL FIN TE ENCONTRÉ!

Lo brazos envolvieron a Naruto antes de que pudiera escapar. En lo que se tardaba en dar un simple pestañeo, el joven Uzumaki estaba siendo prisionero de los fuertes brazos de Aoi Todou, estudiante de segundo año y hechicero de primer grado.

―¡Suéltame, gigantón! ¡SUÉLTAME!

―Todou-san, por favor, suelta a Uzumaki-san.

Una chica intentaba hacer que el gigante de los músculos soltara al rubio. Era un extraño contraste. Mientras que Aoi destacaba por sus músculos y su tamaño, la chica lo hacía por su cabello de color cian que caía hasta la mitad superior de su espalda, con un largo mechón enmarcando el lado derecho de su cara y uno a la altura del ojo izquierdo enmarcando el lado izquierdo.

Tras unos momentos, Naruto finalmente quedó libre de los brazos de Aoi Todou.

―¡Creí que iba a morir!

―¿Estas bien, Uzumaki-san?

Kasumi Miwa era una hechicera de tercer grado sin nada que la hiciera especial. Al contrario que sus compañeros, Kasumi no contaba con las habilidades físicas que estos tenían y su estilo de combate, carente de una técnica innata, se basaba en el manejo de una katana y la "Técnica de Nuevo Estilo de Sombras".

―Si, si, no te preocupes belleza de cabello azulado―Naruto desestimó la preocupación de Kasumi meneando la mano, mostrándose erguido en toda su altura. Por supuesto, el cambio de comportamiento hizo que una gota de sudor cayera por la sien de Kasumi y Sona.

―¡ESTUDIANTES DE KUOH AL TREN, POR FAVOR! ¡VAMOS A PARTIR!

―Tened cuidado―la voz de Sona atrajo la atención de los tres estudiantes de hechicería―. Se han oído rumores. Kioto esta revuelto. No quiero que os pase nada.

―¿Qué nos va a pasar? Solo es un viaje deestudios, Sona-san. Volveremos de una pieza.

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