Capítulo 38
Todo a su alrededor estaba oscuro. Las sensaciones se desvanecieron y cada uno de sus sentidos parecieron desaparecer completamente. Oído, olfato, vista, tacto...e incluso el gusto habían desaparecido, como si nunca los hubiera tenido o como si le hubieran previsto de todo aquello con un solo chasquido de dedos, con un simple pestañeo de pestañas que hizo que todo se desvaneciera como polvo.
Todo era negro.
Miró a la derecha; miró a la izquierda; miró arriba; miró abajo. Mirara a donde mirara, todo estaba oscuro, negro como la misma noche o como la misma nada, porque aquello parecía la nada absoluta. Ni siquiera podía decir si sentía miedo o paz.
"Ah, ¿será el limbo o el infierno?"
Naruto miró alrededor completamente en un giro de 360º, o al menos lo que él creyó que era un giro perfecto en 360, porque no supo cuando volvió a su posición inicial o si lo hizo, solo veía negro y no pudo diferenciar un lado de otro o vislumbrar una pequeña diferencia o resquicio de luz que le diera una idea de donde estaba.
"Así que...Megumi fue Sukuna todo este tiempo, ¿eh? No sentí...nada de él"
Pensar en Megumi le hizo fruncir levemente el ceño. Desde que le mencionaron a Sukuna la primera vez o desde que mencionaron al Rey de las Maldiciones, había esperado sentir un poder abrumador o una energía maldita tan grande que lo abrumara al estar a su lado; pero en ningún momento Megumi había desprendido algo de energía maldita que le hiciera pensar que era Sukuna. El adolescente había mostrado el poder y las habilidades de un hechicero de primer grado, pero nada distinto de lo que había visto hasta el momento y no pudo sospechar que su mejor amigo...fuera el Rey de las Maldiciones en todo momento.
El estudiante de hechicero apretó los dientes y dejó que un suspiro lleno de frustración escapara de sus labios. Después de haber conocido a Kenjaku, de haber matado a Hanami y detener todo el evento con la Brigada Khaos, había esperado poder tener un respiro. ¡En ningún momento esperó morir por la mano de su mejor amigo!
―No se lo tengas en cuenta. Él...ya se ha rendido.
La oscuridad fue desvaneciéndose frente a los ojos del adolescente. Como un cristal hecho añicos, la oscuridad se fragmentó y Naruto se encontró frente a una hermosa playa, viendo el agua azul y cristalina bañada por los rayos del sol.
Había vuelto a sentir. Sus sentidos fueron recargados y aquel lugar lleno de paz lo abrumó por unos segundos, casi como si tuviera sentidos super desarrollados, como si algo hubiera cambiado...
―Siempre ha sido así. En los momentos decisivos, él nunca dio lo que valía. Es una mierda, pero supongo que Sukuna supo jugar con la mentalidad de Megumi mejor que Gojo-sensei.
Naruto miró hacia el sonido de la voz. Un adolescente de unos quince años estaba a su lado, a unos dos metros de distancia, vistiendo el uniforme de hechicero que él mismo llevó durante la conferencia con las facciones, pero con una capucha y unas deportivas rojas. El cabello rosado del chico, le llamó la atención.
―Es un placer conocerte al final, Naruto Uzumaki―el chico se giró con las manos en los bolsillos. Cuando sonrió, Naruto sintió toda la calidez de aquel gesto como si proviniera del mismo sol― ¡Disculpa! Estos modales míos. ¡Si mi abuelo se enterara!―extendió la mano y Naruto la aceptó sin ningún problema. Era cálido―. Yuji Itadori. ¡Es un placer conocerte!
Los ojos de Naruto se abrieron levemente, solamente por unos segundos. Pasado aquel pequeño lapso, el chico devolvió la sonrisa, aunque de manera más comedida, sintiéndose eclipsado por la brillantez de Itadori con un simple gesto.
―Naruto Uzumaki, igualmente encantado. Aunque...tú ya sabías mi nombre.
―¡Jajaja! Una maldición de estar dentro de tu cuerpo, como un alma sin cuerpo―Itadori rascó su nuca mostrándose ligeramente avergonzando―. Espero que eso no te incomode o pienses...que soy un mirón. ¡De verdad que lo siento! Esto de ser un transmigrante, debe de ser una putada para ti. ¡Y más porque no pudimos contactarte hasta que Sukuna te atravesó! Supongo que la energía maldita de ese idiota, ha desbloqueado algunas cosas.
―¿Contactarme? ¿Me vas a decir que tengo más almas en mi cuerpo? ¡No quiero estar ocupado por miles de personas, gracias!
―¿Qué? ¡No! No puedes tener más de dos almas en tu cuerpo...a menos que haya medidas especiales. ¡Y ni siquiera deberías tener dos para empezar! Supongo que Amaterasu fue demasiado generosa conmigo dándome casi veinte años a tu lado para ver cómo ha cambiado el mundo.
―¿Amaterasu?
―¿Qué? ¿No lo sabías? ¡Ella detuvo a Sukuna cuando quiso completar el plan de Kenjaku! Fue ella...quien nos dio veinte años de paz hasta que ese bastardo volvió, con todo un ejército a cuestas. Supongo que no pudo retenerlo por más tiempo.
―Tiene que ver con "tener más poder que un dios", ¿verdad?
Itadori dio un leve asentimiento. Haber estado muerto por veinte años, le había dado al joven hechicero de quince años mucha información que tratar, asimilar y comprender; misma información que el chico estaba dispuesto a compartir con su transmigrante.
―El "Poder de un Dios" es tan alto, que personas ordinarias como yo no lo pueden sobrepasar, ni siquiera pueden soñarlo. Incluso el Gojo-sensei está limitado a un cuerpo y un poder humanos. Si, es un poder de una bestia, pero no deja de ser humano y no deja de ser un poder que otro podría replicar, con sus limitaciones. En cambio, personas como Kenjaku y Sukuna dejaron a un lado la humanidad hace tiempo. No son maldiciones...son demonios.
Una sensación helada pasó entre los dos adolescentes, como si un hilo de muerte hubiera decidido acercarse a ambos por unos segundos.
―¿Demonios? He conocido...demonios y no son tan aterradores como Sukuna.
―Porque los demonios actuales, son simplemente niños, Naruto. Los verdaderos demonios están encerrados bajo las "Nueve Llaves" en el Purgatorio, custodiados constantemente por los guardias de la puerta. Aunque eso no impidió que algunos escaparan y, débiles, fueran devorados por aquellos que querían dejar a un lado la humanidad que los anclaba―la voz de Itadori se fue haciendo más lenta, pausada y tranquila. El joven dio un suspiro y meneó la cabeza, como si quisiera deshacerse de algunas sensaciones extrañas―. Por eso no pudimos vencerlo hace veinte años. Sukuna nunca fue una maldición...fue un demonio, un Rey Demonio para ser exactos. Al menos, en poder.
―¿Cómo logró Sukuna o Kenjaku algo de eso? ¿Cómo pudieron obtener un poder superior a un dios? ¡Eran humanos ordinarios hasta que dejaron de lado la humanidad!
―Porque en este mundo, desgraciadamente, existen las cosas imposibles―murmuró el adolescente de cabello rosado―. Dioses, seres sobrenaturales que creías mitos...tú mismo convertiste a tu mejor amiga en una maldición, con un poder abrumador. Ryomen Sukuna fue, una vez, un simple hijo de un campesino, alguien que era el último eslabón en una enorme cadena; pero con un poder de convicción tan elevado y con un sentimiento de venganza, que lo convirtieron en un demonio.
―Pero...alguien campesino...
―Es una historia simple de venganza, pero los medios que usó para ello, lo convirtieron en el "Hechicero Monstruoso de la Era Heian", en una de las figuras temibles de hace mil años. Aunque, si solo fuera un hechicero, personas como Gojo o Maki podrían ganarlo. No, Sukuna es un genio, alguien que nació destinado a ser grande en la Sociedad de Hechiceros, alguien que llegó a lo más alto...antes de convertirse en el "Caído", alguien que traicionó sus creencias para obtener más poder; alguien...que devoró el corazón de un demonio.
Itadori miró nuevamente a Naruto esperando alguna reaccionan, algún gesto de asco; pero el chico de cabello rubio solamente miró con sus ojos azules al muchacho de cabello rosa, lo que hizo que este riera ligeramente.
―Actualmente la Sociedad de Hechiceros está controlada por Kenjaku, quien está bajo las órdenes de Sukuna. Claramente, el viejo Gakuganji ni siquiera ha pensado en que es una mera marioneta de los bastardos que crearon un genocidio hace veinte años. Las mentes cerradas que Satoru intentó abrir...siguen tan cerradas como hace años. Pero, supongo, que pronto se darán cuenta de su error.
―Supongo que eso explicaría porque fui usado como representante frente a las facciones, el motivo por el que los hechiceros y mercenarios pusieron un precio enorme a mi cabeza.
―Toji-san fue un maestro mercenario. Gracias a su trabajo como una pieza fundamental del Shinto, has mantenido tu vida más tranquila de lo que deberías haberla tenido. De hecho, mató a mil personas que tenían intención de venir a por tu cabeza.
―¡Oh!
―Es un buen padre. Se preocupa por Megumi y, por ello, tiene una segunda oportunidad. Es sorprendente que Gojo-sensei no haya sido revivido, cuando es más fuerte que Toji-san. ¿Podrían ser las convicciones de Toji por rescatar a Megumi de las garras de Sukuna?
―Me estoy perdiendo, Itadori...
―¡Jajaja! Debería haber regañado a Maki-san y Nobara por no explicarte las cosas completamente. Tengo tanto que decirte en tan poco tiempo...¡qué voy como un tren bala!
―...
―Verás, Megumi es Megumi Fushiguro, el hijo de Toji Fushiguro y su primera esposa, el amor de la vida de Toji-san y su luz en el oscuro mundo del clan Zenin que lo llevó a algunos años de felicidad. Lastimosamente, padre e hijo nunca pudieron tener una buena relación tras la muerte de la esposa de Toji. Él se hundió nuevamente en una versión de "Zenin" y más allá de darle un nombre a su hijo no hizo mucho. Aunque cuente venderlo a su clan para mantenerlo protegido y con una buena vida. La "Técnica de las Diez Sombras" convertían a Megumi directamente en el líder del clan y eso no lo hubiera arrastrado tras su padre...aunque finalmente, Toji le dio la custodia a Gojo-sensei cuando este lo mató. Después de aquello y otros eventos, Megumi terminó siendo el recipiente de Sukuna a fuerza por este último...tras detenerme a mí e impedirme ayudarlo debido a un pacto que hice con Sukuna cuando me devolvió la vida. Por eso, se transfirió el alma de Sukuna al cuerpo de Megumi y lo convirtió en su esclavo, en su juguete y lo encadenó con la muerte, por sus propias manos, de su hermanastra. Sukuna supo jugar sus cartas como un estratega.
Naruto mantuvo el silencio y no lo rompió después del discurso de Itadori, asimilando cada una de sus palabras, sintiendo la tristeza del espíritu de quince años. Había sentido la emoción del chico en todo su esplendor, casi como si fueran sus propias emociones y sentimientos. ¿Podría ser debido a ser el transmigrante de Itadori? ¿Estaban compartiendo sensaciones y emociones?
―Pero aun tengo algo de esperanza. Bueno, la tengo puesta toda en ti, Naruto Uzumaki―Itadori levantó su rostro y miró con ojos brillantes al Uzumaki―. Eres el único que puede devolver su felicidad de Megumi, separarlo de Sukuna.
Megumi lo había traicionado. Megumi había jugado con él. Sukuna siempre estuvo detrás de todos los sucesos con maldiciones en la ciudad de Kuoh, midiendo su fuerza, su tenacidad...su convicción. Solo fue hechicero para controlar el poder de Rika, quien estaba en manos de Kenjaku ahora. Y solo siguió peleando porque las maldiciones parecían encontrarlo, de alguna manera ligada al destino...pero nunca lo hizo por sí mismo, con un objetivo claro.
―Te prometo...te juro, Itadori, que voy a separar a Megumi de Sukuna―extendió el puño hacia el joven de cabello rosado―. ¡Y un Uzumaki nunca se retracta de su promesa! ¡Ese es mi camino!
Itadori miró el puño extendido hacia él y sonrió con cierto cariño, también sintiendo los sentimientos del rubio de ojos azules que lo sonreía con una sonrisa zorruna.
―Te tomo la palabra, Naruto Uzumaki―chocó su puño con el del adolescente rubio―. ¡Tráeme a Megumi de vuelta, por favor!
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