Capítulo 37

La sala de cine que debió haber sido usada para un día tranquilo de verano en lo que compañeros de instituto veían una película disfrutando de su descanso, pronto se había convertido en una zona de guerra y se envolvió en los sonidos constantes de la lucha entre los humanos y las maldiciones que peleaban entre sí, aunque Rika Orimoto no era una humana en términos de la palabra y estaba más cerca de lo que era una maldición, llevando sobre su cabeza un título similar a como denominaban a Ryomen Sukuna, el peor criminal de la historia de la Sociedad de Hechiceros y uno de los enemigos que ni siquiera Satoru Gojo pudo detener hacía veinte años y que ahora parecía haber aparecido nuevamente. Cada nueva maldición que aparecía en el camino del joven estudiante de hechicería, se refería a Sukuna como el "Rey" y había que ser idiota para no ver la similitud entre ambos. Todas las maldiciones y los hechiceros oscuros parecían estar del lado del Rey de las Maldiciones, formando parte del grupo terrorista conocido como Brigada Khaos y tomando parte en la guerra contra las facciones...de una manera interesante.

La espada se movió por segunda vez cortando la distancia entre su portador y su objetivo. La Maldición extraña se movió en un intento de golpear el rostro del hechicero, pero su segundo brazo fue rebanado de su posición, dejándola completamente sin extremidades superiores, con poco equilibrio. Esto fue aprovechado por el chico de cabello dorado, que giró y golpeó el rostro de la maldición enviándolo hacia la izquierda de la sala de cine, causando que la maldición desapareciera en un enorme agujero creado por su cuerpo estrellándose contra la pared.

Naruto miró hacia donde estaba el chico de cabello gris y cuerpo lleno de cicatrices. Sus ojos azules se habían oscurecido (si eso fuera posible) y mostraban un mar lleno de tormentas, lo que provocó la sonrisa desdeñosa del chico, como si aquello fueran recuerdos interesantes para él, como si hubiera visto a otra persona mirarle así en algún otro momento de su vida.

Ambos jóvenes comenzaron a caminar hacia el otro. Naruto cerró los dedos con firmeza sobre el mango de su espada y el muchacho cicatrizado aumentó de tamaño su brazo. Los dos lanzaron el golpe y sangre salpicó el rostro del hechicero, sorprendiéndolo y dándole la oportunidad a su rival de golpearlo en el pecho. Fue un simple toque, un golpe de mano abierta que, con la fuerza idónea, hizo retroceder al Uzumaki varios metros.

―¡¿?!

Una sensación fría recorrió su cuerpo durante los siguientes segundos, como si algo le hubiera arrancado una parte de su alma con aquel simple toce. Levantó la cabeza y la apartó para dejar pasar el brazo de su adversario. Cuando este intentó retraerlo, Naruto movió la espada y cortó la extremidad sin pestañear.

―¡Ups!―el chico de cabello gris rio con burla, evadiendo el siguiente corte y bloqueando la espada cuando bajó contra su cuello. Sorprendiendo a Naruto, la maldición humana extendió el brazo y agrando la mano empujando al hechicero con fuerza, lanzándolo para que se estrellara en un conjunto de sillas―. ¡¿No te dije que podía cambiar el alma?! ¡Es culpa mía! ¡Ahora no puedes usar energía maldita y lentamente dejaras de ver maldiciones!

Había hechiceros y maldiciones que podían dañar el alma de su adversario. La técnica del chico de cabello gris, le permitía cambiar el alma y la forma de los seres a los que tocaba. No importaba si estos eran humanos, maldiciones o dioses; él podía cambiar a cada uno a su antojo, modificando su alma hasta una que él quisiera. Y, al mismo tiempo, podía cambiarse así mismo.

―Diría que estoy sorprendido―lanzó las sillas que estaban sobre sí mismo hacia el techo, provocando ligeras explosiones―. Cambiar el alma de alguien es un fastidio.

―No te veo molesto porque pronto dejaras de verme.

Entre los gruesos mechones de su cabello rubio, los ojos azules de Naruto se clavaron en la figura de su enemigo como si fueran dos dagas. ¿No tenía energía maldita? Nunca le importó. ¿No podría ver a su enemigo? No necesitaba verlo para golpearlo. Sabiendo eso, el chico se lanzó hacia adelante y movió la espada en un arco perfecto que hubiera partido en dos a su adversario...si este no hubiera endurecido su cuerpo en el último segundo y desvelando su verdadera forma.

―¡¿?!

―¡Mahito! ¡Ten cuidado con cómo lo provocas!

Solo había hecho una fracción de segundo para que Naruto hubiera cortado en dos a Mahito, algo que la maldición no había esperado. Todos conocían sobre el poder del aprendiz del "Cazador de Hechiceros" y los logros que estaban sobre sus hombros. Fue por eso mismo que Mahito se aprovechó de la falta de información que Naruto tenía sobre él y su técnica maldita. Y había tomado la oportunidad y la aprovechó...aunque el muchacho no parecía detenerse, incluso cuando le negó el uso de energía maldita y poder ver a las maldiciones.

"¡¿A caso es un monstruo?"

La "Espada China de Combate" cortó la distancia entre Mahito y Naruto en un corte semi circular de medialuna que partiría a cualquier maldición o persona normal. En su forma original, Mahito contaba con un cuerpo extremadamente duro, el cual hizo que la espada rebotara generando algunas chispas al contacto, dejando que el estudiante de hechicero quedara desprotegido para un golpe directo en su pecho, lo que envió al Uzumaki a estrellarse contra la pared de la derecha de la sala del cine, siendo cubierto por los escombros.

―Sin energía maldita...¡No puedes golpearme! Esa herramienta maldita, no puede pasar por esta defensa y dañarme. ¡No puedes vencerme como estas ahora!

―Entonces, si yo no puedo...¡RIKA!

Naruto gritó mientras salía de debajo de los escombros...pero nadie le devolvió la palabra. Parpadeó sorprendido y, sintiendo la sangre escurrir por su sien derecha, miró hacia donde debería estar su compañera, la chica que el maldijo, encontrándose con la figura de Kenjaku allí de pie, sonriéndole, con una esfera negra en la mano.

―¡¿?!

―Supongo que Mahito ha sido demasiado amable contigo, chico. Déjame explicarte. No venimos a por ti ni el cambio hecho es para negar la energía maldita...solo desligarte de Rika Orimoto para obtenerla para nuestro ejército de maldiciones. Algo que, después de veinte años, puedo hacer con suma facilidad.

La maldición con forma de dragón dejó caer a Xenovia ensangrentada a los pies de Naruto, que abrió los ojos como platos, sintiendo como la boca comenzaba a secarse.

―Tú...hijo de perra...

―¡Ah! Puedes insultarme. Eso lo hará mucho más gratificante para mí, querido muchacho―Kenjaku cerró la mano alrededor de la esfera negra del tamaño de una canica y la hizo desaparecer―. Tu incomprensión de nuestra historia, de lo que pasó y sus principales culpables...es un poco molesto y decepcionante. Parece ser que nadie te ha enseñado nada...otra vez. Satoru Gojo no te entrenó hace veinte años y ahora, aunque tienes entrenamiento, eres un poco demasiado ingenuo.

―¿Qué...?

―Para ser reencarnación de Yuji Itadori, no te han protegido como deberían.

Los ojos azules de Naruto se apagaron levemente. Un segundo después, un brazo lleno de tatuajes y con las uñas oscuras emergió del estómago del joven adolescente, creando una pequeña lluvia de sangre y carne.

*Cough*

―Te despellejé hace veinte años, mocoso. Veinte años después, con otro cuerpo, terminas en las mismas circunstancias. Y eso que lo tuviste todo para entrenarte, pero ellos incluso se negaron a decirte lo que necesitabas saber―"Megumi" había cambiado. Su rostro se llenó de tatuajes negros; dos nuevos ojos aparecieron debajo de los primeros; y los mechones de la frente se elevaron como si se hubiera puesto gomina―. Cuando le dejé vagando a Megumi por veinte años, nunca intentó detenerme. Supongo que ya se ha rendido y el reloj ha dado la hora.

"Megumi" retiró el brazo con el que atravesó el cuerpo de Naruto y el chico cayó de rodillas. La sangre se filtraba por sus labios, empapando su camisera y su mentón, goteando hasta el pantalón. El agujero en su pecho, era tan claro que podía verse a través de él, lo que indicaba que "Megumi" se había desecho de los órganos internos del estudiante con aquel apuñalamiento de brazo, lo que le daría a Naruto unos momentos más de vida.

―¿M-megumi?

―Ryomen Sukuna―Sukuna metió las manos en los bolsillos de su pantalón y caminó lentamente hacia Kenjaku. Una vez a su lado, se giró, mirando a Naruto arrodillado. Estaba flanqueado por Kenjaku; la Maldición Especial; por Mahito; y por una maldición con cabeza de volcán―. Es la única vez que te daré mi nombre, mocoso. Ellos pararon todo por un lapso de veinte años; pero no pueden detener a otro dios con un poder superior al suyo. El tiempo ha vuelto a su flujo y es hora del cambio.

El techo colapsó y fragmentos de concreto cayeron entre el grupo de Sukuna y el estudiante de hechicería, aplastando a la maldición extraña que acompañaba a Mahito en lugar de al Rey de las Maldiciones, que miró al intruso.

―....

―Suponía que vendrías...Maki Zenin.

―¡Nobara!―la hechicera de primer grado no le dirigió la palabra a Sukuna, pero no apartó los ojos de la maldición―. ¡¿Cómo está?!

―¡Le estoy aplicando los primeros auxilios! ¡Pero está en un estado demasiado grave! ¡Su vida pende de un hilo!

―¡Je! Finalmente nos hemos reunido después de veinte años. "Ella" os permitió volver a la vida y terminó con el juego, pero no pudo detenerme porque no tiene la fuerza para ello. Es sorprendente lo que hace el destino―los ojos del Rey se movieron brevemente hacia Naruto, solo por unos segundos, antes de mirar a Maki―. Yuji Itadori dentro de ese mocoso. Una reencarnación...no, una transmigración. Lo que hacen los dioses por detener lo que no les gusta...por frenar el cambio.

―Puedes detener tu diatriba, ¿quieres?―el cabello blanco se agitó, ojos azules resplandecieron con intensidad. Un dedo pálido bajó levemente las gafas de sol y Tsuki Gojo miró directamente hacia Ryomen Sukuna sin miedo alguno―. Pasaron veinte años y sigues llorando. El chico vivirá y supongo que terminará lo que mi padre e Itadori no pudieron.

Sukuna respiró profundamente y le dio una sonrisa burlesca a la hija de Satoru.

―Si...si quieres creer eso, adelante. Supongo que la mediocridad llama a la mediocridad. Soy Ryomen Sukuna, el Rey de las Maldiciones. Y a menos que superes el poder de un dios, no vas a poder detenerme. El mundo tiene fecha y hora. Es hora de que los humanos conozcan el mundo sobrenatural. Supongo que vamos a hacerlo oficial. ¡25 de Diciembre! Como un recordatorio de vuestro fracaso, el 25 de diciembre se cumplirán los veinte años de vuestra derrota. ¡Y quiero matarte como mate a tu padre!

La hechicera de ojos azules dio un encogimiento de hombros.

―Adelante. Es hora de terminar lo que los dioses no pudieron.


*Nota de Autor: es hora de ser más Gege que el propio Gege, espero disfruten con los siguientes capítulos, porque yo si lo haré.

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