Capítulo 28
Dos figuras permanecían de pie una frente a la otra, con unos metros de pasto entre ambas como toda separación entre la mismas, sin otro obstáculo que no fuera la hierba que se mecía siguiendo la dirección del suave viento de la tarde. Lentamente, el sol se iba ocultando por el horizonte convirtiendo el cielo lluvioso y oscurecido por las nubes, en un cielo despejado y del color del fuego, con nubes ligeramente moradas por la combinación del azul y el naranja.
Tanto la figura masculina como la figura figura femenina llevaban una espada sujeta en su mano derecha. La espada del aprendiz de hechicero era la "Espada Romana" que su Maldición Almacenadora ocultaba en su interior junto a todo el arsenal que portaba y que su compañero podía usar en cualquier momento de necesidad. El arma de la antigua exorcista era el arma santa "Durandal", una inmensa espada de dos manos portadora de poder sacro y que nadie había podido empuñar hasta la fecha desde su antiguo portador, haciendo así que Xenovia fuera una de las pocas personas portadoras de un arma santa de forma natural, sin una ayuda que la hubiera convertido en una portadora de "Durandal".
El arma santa era una inmensa espada, un arma de doble mano de hoja ancha con la hoja de un color azul oscuro y el filo de un color dorado como si hubiera sido bañado en oro.
Naruto debía reconocer que el poder que emanaba dicha espada era inmenso y llegaba hasta donde él estaba y no dudaba de que alguien pudiera notarlo fuera de aquel claro, de su lugar usual de entrenamiento. No era un poder inmenso como el de Rika en su forma de "Reina de las Maldiciones" que pudiera abrumarlo y no era igual de poderoso que Kokabiel, pero era lo suficientemente fuerte como para que lo hiciera sudar ligeramente y comprender algo: la experiencia.
El poder de Durandal era inmenso y posiblemente ocultaba algo mucho más interesante dentro de sí mismo, pero Xenovia no contaba con la formación y la experiencia para tomar todo el poder del arma, lo que podía hacer que cualquiera viera la espada santa como solo una herramienta en las manos de una niña. Y estaría bien pensar eso. Él podía pensarlo, a pesar de no tener un arma así de poderosa dentro de todo el arsenal que le heredó su maestro, quien no parecía demasiado interesado en seguir usando dichas armas, lo que era realmente extraño.
Para que Durandal fuera usada eficazmente, Xenovia debía hacerse una con la espada santa, convertir el arma en una extensión de sí misma que se moviera cuando ella quería, que usara su poder cuando lo requería la situación. Y para eso solo había una manera: entrenamiento.
Naruto podía decir que el entrenamiento de los exorcistas era un buen comienzo, pero no tomaba puntos importantes a la hora de la formación de sus miembros. ¿Por qué Xenovia no fue entrenada en fuerza? Durandal probablemente pesaba unos diez kilos o mucho más, por lo que debía tener una fuerza en los brazos propensa para usar el arma en todo momento y sin la dificultad de que el peso la hiciera inclinarse hacia adelante o ladearse cuando diera un corte en horizontal, lo que le haría perder el equilibrio.
Y el control era otro punto importante.
Mente y cuerpo debían actuar como uno para usar una espada santa como Durandal. Si se usaba un mandoble ordinario, solo la fuerza sería necesaria para poder manejarlo. Pero el poder sacro que irradiaba el arma y que se mantenía oculto hasta el momento en el que su portadora pudiera usarlo, debía ser manejado por el espíritu, por la mente y la voluntad de su dueña.
Era exactamente como Toji le enseñó durante una de sus lecciones: la mente rige los movimientos y nos ayuda a usar el poder en los movimientos necesarios al manejar un arma. Y él había seguido los consejos incluso cuando Maki lo comenzó a entrenar junto a Nobara en el uso de la energía maldita.
Xenovia con un entrenamiento que la hiciera pulir su poder físico y su fuerza mental para manejar el poder de su espada santa. Y Naruto no dudaba de que la chica sería un monstruo cuando ese poder pudiera ser manejado por sus manos. Incluso tenía el potencial dentro de ella para ser una de las mejores espadachines que él pudiera conocer en su vida, siendo incluso mejor que él o su maestro. Aunque Maki era otro muro distinto al de ellos...
Respiró hondo y inhaló por la nariz, dejando que todo el aire saliera en solamente un segundo. No apartó los ojos de Durandal, siguiendo el movimiento de la muchacha cuando esta se colocó para pelear.
Tenía la tarea de demostrar que los humanos tenían cabida en este mundo.
A lo largo de los siglos, los humanos habían sido menospreciados, tratados como menos por las facciones, permitiendo que muy pocos pudieran estar dentro del mundo sobrenatural y seguir los designios de los altos mandos de la Facción Bíblica. Algunos de ellos eran muy conocidos: San Jorge, el Rey Arturo...pero su legado había pasado a otra vida, quedando en el recuerdo, con sus historias siendo contadas como simples mitos.
Aunque esto, no era exclusivo de la mitología cristiana.
―¿Empezamos?
La impaciencia salió de la boca de la muchacha. No tener un sitio a donde volver, no tener un propósito, la habían vuelto alguien desesperada, aterrada por lo que pudiera pasar una vez que terminara aquel enfrentamiento. Su mente, completamente desordenada, había puesto su fijación en los Gremory.
―Estas impaciente―Xenovia salió hacia el frente y movió su espada en un poderoso tajo descendente que partió el suelo donde había estado el chico. Naruto había saltado en el último segundo, mirando los movimientos erráticos de la peliazul―. ¡Deberías tomártelo con calma, Xenovia Quarta!
―¡No eres tú quien se quedó sin hogar!
La Espada Romana y Durandal se encontraron a medio camino. Naruto sintió la fuerza del mandoble siendo muy apabullante, obligándole a inclinar su cuerpo hacia atrás todo lo posible y dejar pasar la hoja por encima de él, evitando así que su propia arma fuera destrozada ante el poder abrumador de la espada santa.
―Pero no es como que debas dar tu vida a ellos, tirando tus creencias―movió la espada y desvió la hoja de Durandal con un suave movimiento. Apretó los dientes y guio su puño izquierdo para golpear la hoja azulada del mandoble, enviando hacia atrás a Xenovia, pero dejando que la sangre se filtrara de su mano destrozada―. ¿Vas a echar a un lado todo lo que te han enseñado, Xenovia? Eres una mujer hermosa, pero demasiado ingenua.
Durandal se movió siguiendo los designios de su portadora. Brillando en un tono dorado, cortó nuevamente el suelo en dos, pero provocando un temblor que agitó los árboles que los rodeaban, haciendo que Naruto trastabillara.
―¡Tch!
Sus creencias fueron puestas en duda. Su vida fue ligada a dios desde su infancia, siendo una más dentro de un orfanato custodiado por monjas que servían a la Santa Sede. Pero todo lo que construyó, cayó como un castillo de naipes empujado por el viento.
―¿Sabes?―la Espada Romana empujó a Durandal y la obligó a estrellarse contra el suelo, clavando su punta en la hierba removida―. No soy un creyente de dios, pero mis propias creencias se contraponen a lo que los demonios hacen. ¿Y crees que tiraría todo si en algún momento pierdo la fe? Si estas tan dispuesta a servir a los demonios cuando los humanos somos superiores, entonces tu fe nunca fue verdadera.
Ojos avellana se ensancharon. Naruto estudió sus palabras y comprendió lo que iba a pasar incluso antes del discurso. Movió su cuerpo y empujó la espada para bloquear la hoja de Durandal, la cual se movió de forma furiosa en su contra, partiendo a la Espada Romana y estrellándolo contra un frondoso árbol que se agitó ante e4l impacto de su cuerpo, lo que lo hizo gruñir.
Había tocado las teclas y presionado los botones.
―Esas tenemos, ¿eh?―echó el brazo hacia atrás y tiró del mango de su nueva arma, sacando la Nube Itinerante del interior de su almacén personal―. ¡Bien! ¡Tocará convencerte con mi fuerza!
El nunchaku enorme de tres secciones se movió en las manos del aprendiz como si fuera una parte de su cuerpo, como si fuera una extensión de sus brazos. Giró y desvió la hoja de Durandal cuando esta intentó apuñalar a su portador, moviendo su sección trasera para obligar a la espadachina a saltar hacia atrás y permitió, con el giro de cadera y completo de 360º del chico, generar un pequeño cráter cuando la sección delantera se estrelló contra el suelo.
―¡¿?!
―No me es necesario pelear con una espada―el nunchaku desvió la hoja de Durandal golpeando el centro de la misma, haciendo que Xenovia perdiera pie y desviara la estocada―. Sé completamente todos tus puntos débiles. Te he estudiado y comprendido solamente en unos minutos, Xenovia. Vencía a Kokabiel y pelee mano a mano con el dragón blanco. ¿Crees que debes unirte a los Gremory cuando tienes el potencial de superarme?―torció los labios, dando una sonrisa depredadora que cualquiera podría haber visto como "sexy" en un chico malo―. No voy a dejar que desperdicies tu vida siendo una mera pieza, una sirvienta para unos ególatras debiluchos.
No había respeto en aquellas palabras. Xenovia lo vio de esa manera, lo sintió de esa manera. El chico estaba hablando de los Gremory como si fueran una simple pandilla, como si fueran unos maleantes humanos y no unos demonios del Inframundo relacionados con los 72 Pilares, con los portadores del "Poder de la Destrucción" y con los Cuatro Reyes del Demonio, más concretamente con Lucifer. ¿No tenía ni siquiera respeto por alguien dentro de los más poderosos?
El chico era insensato, con una boca demasiado grande.
―Esa...arrogancia, terminará por matarte―estrechó la mirada y tomó Durandal con ambas manos. Respiró hondo y dejó que sus sentimientos se dispersaran, diluyendo los pensamientos con cada gramo de aire que abandonaba su cuerpo―. ¡Los humanos, por si solos, solo llegan hasta un punto! ¡Tienen un límite!
―¡ENTONCES RÓMPELO, JODER!
Durandal se estrelló contra el suelo siendo golpeada por la sección superior de la Nube Itinerante. Cuando Xenovia intentó mover su espada, sintió como era empujada hacia el frente, por lo que levantó la cabeza y se encontró con los ojos azules mirándola, a milímetros de su cara.
Naruto había puesto el pie sobre Durandal, impidiendo que se moviera.
―Las creencias son las que nos hacen seguir nuestro camino, Xenovia. Nos dan fuerzas, nos permiten seguir luchando. ¡Son una importante parte de nosotros! ¿Dos ha muerto? ¿Le vas a creer a Kokabiel o a personas que te desecharon como un perro, como una herramienta inservible después de darte todo?―el aliento golpeó el rostro de la muchacha, haciéndola parpadear―. No puedes confiar en aquellos que te lastimaron. ¿Dios ha muerto? ¡Pues búscalo! ¡Encuentra la verdad escondida tras el telón de las mentiras!
Eran palabras lógicas y racionales empujadas por la ira. Ella lo sabía, pero no podía hacer nada. ¿Dónde podría buscar? ¿Quién la ayudaría o daría una pista? Si Elohim había muerto, al menos dentro de la Santa Sede debería haber unos registros, una información de su paradero. Pero no podía entrar en el Vaticano, ¿verdad?
―¡Chicos!
Ambos movieron la cabeza. Rika estaba en la linde del bosque, moviendo el brazo a forma de saludo, pero mostrando un rostro serio y con sus ojos fijos en los dos.
Naruto levantó el pie y Xenovia cayó de rodillas al suelo, Durandal clavada en la tierra.
―¿Has llegado a algo?
No la miró. Movió sus ojos hacia Rika e intentó leer su rostro, comprender que era lo que estaba pasando. Porque incluso desde allí, podía ver el miedo en los ojos de su amiga de la infancia.
―Entraré en el Vaticano y tomaré la información oculta sobre la muerte de dios. Quiero ver si realmente murió, si no están ocultando algo más detrás de todo esto.
―Puedo estar satisfecho con eso―extendió la mano y Xenovia la tomó, siendo levantada un segundo después―. Asaltar uno de los lugares más protegidos del mundo, con los secretos ocultos sobre dios y la religión cristina. Creo que pudo apuntarme a eso.
La chica miró, con ojos como platos, al aprendiz de hechicero.
―¿V-vas a venir?
―¿Esperas que te deje sola? ¡Jajaja! No soy tan horrendo, Xenovia. Y si es por golpear a la Santa Sede, quiero remover un poco sus cimientos con mis acciones. Porque mi único dios es el dinero.
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