Capítulo 2
El cielo era de un tono rojizo; las nubes se mostraban de un color morado en vez de blanco y el sol se había vuelto rojo como la sangre, siendo más intenso que el propio cielo, dando un aspecto completamente exótico al cielo rojizo. Los edificios eran enmarcados por sus sombras, eran las mismas sombras, oscuras construcciones altas que apuntaban hacia el cielo rojizo mientras el sol brillaba con intensidad.
El aire se había desvanecido completamente del lugar. La sensación de que uno era observado constantemente, se instalaba en la mente de cualquier persona que caminara por aquellas cales bajo la atenta mirada del sol que estaba en su cénit, enviando sus rayos hacia la ciudad con una fuerte intensidad, como si estuviera dispuesto a derretir las calles y las sombras con la fuerza de su calor.
Un joven se encontraba en mitad de la carretera. Sus ojos estaban apagados y el cabello los cubría como si fuera una ligera capa de gruesos mechones. Este chico vestía el uniforme estándar de la Academia Kuoh y parecía encontrarse en un estado de trance, completamente quieto al borde de la acera, sin que ningún coche pasara por delante suya, sin que ningún vehículo pareciera estar ocupando la carretera.
Detrás del chico, una figura bromosa parecí estar rodeándolo, envolviéndolo lentamente. Como tentáculos, los brazos de la sombra comenzaron a rodearlo con lentitud como si lo estuviera abrazando y no le permitiera huir de dicho abrazo. Y el chico no parecía querer escapar de la figura envuelta en bruma.
Esta sombra no parecía provenir de los edificios, si no del propio muchacho. Había solidificado su forma y se había extendido en tamaño hasta tomar una forma ligeramente humanoide, encorvada hacia adelante cubriendo toda la espalda del chico, quien no parecía tener una estatura superior al metro sesenta.
El muchacho no parecía darse cuenta de la figura que estaba detrás de él. Sus ojos, vacíos y sin vida, se mantenían mirando un punto fijo en la carretera, como si estuviera observando algo con total interés y concentración.
Si alguien miraba el rostro del chico, podría ver que tenía el rostro completamente plano, sin ninguna emoción visible para quien estuviera estudiándolo. No había fruncimiento de ceño por la concentración o gotas de sudor por el miedo ante la forma brumosa que estaba detrás suya. El chico era completamente ajeno a todo lo que lo rodeaba, como si no supiera donde se encontraba, como si estuviera completamente fuera de lugar en aquella calle, bajo el sol y el cielo rojos como la misma sangre.
A pesar de su rostro inmutable, el lenguaje corporal permitía ver entre líneas lo que el chico podía estar pensando o intentando pensar y emular con su voz. Estaba desconcertado, nervioso y desubicado, como si se hubiera despertado en algún sitio que no conociera. Que no hubiera ningún otro ser vivo caminando por aquellas calles o algún vehículo, solo hacía que la sensación de soledad y angustia se extendieran, como el chico demostró al apretar fuertemente la correa de su mochila.
[Naruto...]
Una voz hueca escapó de la forma brumosa. Los tentáculos negros comenzaron a tomar una forma más solidificada, mucho más sólida, pasando a ser dos brazos que rodearon al muchacho sin permitirle escapar. La piel de estos presentaba una tonalidad blanca, tal vez ligeramente grisácea, y las manos eran enormes. Si ambas se juntaban, probablemente podría arrancar la cabeza con un solo movimiento de dichas extremidades.
[Naruto]
La forma brumosa, la sombra que cubría a la figura, se fue desvaneciendo, permitiendo ver al "ser" que estaba detrás del adolescente. Podría ser considerado un monstruo de pesadilla: piel grisácea, sin ojos, una enorme boca llena de afilados dientes y no parecía tener una parte inferior sólida construida por piernas, si no que parecía flotar como un fantasma, tomando un aspecto mucho más terrorífico que el de un fantasma.
La voz, entre gutural y hueca, no ayudaba a que cualquier persona pudiera tomar al ser como algo dócil. El chico mismo sintió un escalofrío cuando aquella "cosa" mencionó su nombre por segunda vez, parpadeando por primera vez en todo el tiempo en el que estuvo allí de pie, siendo consciente de donde estaba.
[¡NARUTO!]
La voz de aquella cosa solo se volvió más intensa, más apremiante y molesta para el chico haciéndolo retroceder, intentando escapar. Pero era una tarea imposible. El muchacho había reaccionado de forma tardía y el serlo había rodeado con sus brazos, impidiéndolo escapar, permitiéndole solo mirar hacia el frente.
A unos diez metros de Naruto y el ser, se encontraba una pequeña niña que había estado observando la interacción entre el ser y el adolescente durante todo el tiempo. Los ojos oscuros de la infante, habían mantenido la mirada a los del adolescente, alejando al chico de la voz del ser que lo estaba abrazando.
―Naruto.
En contraste con la voz del monstruo, la de la niña era suave, como un pequeño sonido del choque de pequeñas campanillas que harían a una persona sentirse calmado y relajado, como si estuviera en algún tipo de templo.
―Rika.
Naruto reconoció a la niña a unos metros de él. No había cambiado absolutamente nada: ojos oscuros, cabello castaño hasta la espalda y un vestido largo de un color azul oscuro. Así era como él la conocía y así era como la estaba viendo ahora, frente a él, sonriéndole como lo había hecho en el parque.
Ambos mantuvieron los ojos sobre él otro. Naruto mantuvo su rostro ligeramente impasible, con una gota de sudor escurriendo por su sien derecha. Sin embargo, Rika mantuvo la sonrisa, con un sonrojo de felicidad en sus mejillas que expresaba lo que sentía por ver a su viejo amigo, quien estaba incomodo ante aquellos ojos tan expresivos.
―Hace muchos años que no nos vemos. ¿Mantendrás tu promesa?
Unos segundos después de aquella pregunta, los labios se le secaron y la garganta se convirtió en una lija. Carraspeó, sintiendo como su corazón bombeaba con fuerza contra su pecho. Parecía que quería escapar de su prisión.
―...
La promesa que le hizo a Rika, fue acompañada de un anillo que adornaba su cuello con una cadena como recuerdo. Naruto no podía creer que Rika recordara aquella promesa que hicieron de niños, cuando ella aún vivía, poco antes de que fuera atropellada.
―¿No la recuerdas?
Naruto sintió la presión sobre sus hombros y no quiso mirara hacia atrás. Aquel ser había colocado ambas manos sobre los hombros del adolescente, ejerciendo la presión suficiente como para que Naruto pudiera sentirla.
―L-la recuerdo. La recuerdo muy bien.
El chico tragó saliva. La garganta le dolía por la sequedad, por la falta de humedad. El dolor recorrió sus labios y los sintió cortados, con el sabor de la sangre en la punta de su lengua.
―¡Maravilloso!―Rika juntó ambas manos y entrelazó los dedos mientras ampliaba la sonrisa―. ¡Te quiero mucho, Naru-kun!
Al mismo tiempo que Rika declaró sus sentimientos, el ser detrás de Naruto lo empujó con su fuerza hacia abajo, generando presión sobre él hasta el punto de hacerlo sudar. Era como tener un segundo cuerpo, como si alguien s hubiera echado sobre él y lo empujara con la fuerza de diez personas. Y, sorprendentemente, se estaba manteniendo de pie, dejando caer gruesas gotas de sudor al suelo.
―...
La voz no salió de la boca del adolescente. Naruto ensanchó los ojos y los mantuvo sobre el oscuro asfalto, viendo la sombra de aquel monstruo cubriéndolo completamente, casi como si fuera otra extensión de su propio cuerpo.
"¿Por qué? ¿Por qué sueño con Rika y esta...cosa?"
Desde el accidente que se llevó la vida de Rika Orimoto, Naruto no había pensado en ella más de lo necesario y normal. No había pensado en ella hasta que estuvo al borde de la muerte, siendo amenazado por aquella mujer extraña con alas oscuras en la espalda.
Vio toda su vida pasar en frente de sus ojos. Vio a Rika, a su madre y a su padre. Vio a todos sus amigos y amigas, a todos sus familiares antes. Vio su vida completa hasta el presente. Fue ahí cuando pensó en Rika y en su trágica muerte y eso parecía haber desencadenado aquella oscura pesadilla y parecía haber liberado a aquella cosa que lo estaba hostigando junto con Rika, pues parecían realizar acciones similares sobre su persona, buscando mantenerlo bajo control. O eso era lo que Naruto notó en las acciones de aquella cosa. Cada vez que Rika no obtenía una respuesta, el monstruo lo presionada mucho más haciendo su presencia presente. Era como si Rika estuviera conectada con el ser, pero no podía buscar una explicación exacta y que no fuera una locura para su mente racional.
"Aunque, después de ser asesinado por esa mujer vestida de cuero y alas de cuervo..."
La posibilidad de que aquello, junto a lo de la mujer alada fuera un sueño era muy elevado, pues si no tendría que aceptar que los monstruos eran reales, que la magia realmente existía y que los fantasmas podrían perseguirlo a uno por toda la eternidad. Y Naruto no estaba dispuesto a permitir que esa puerta fuera abierta, pues una vez se abría, la posibilidad de cerrarla se reducía a cero.
―Debemos casarnos, Naru-kun. El anillo que me regalaste. Mi alma esta ligada a ese anillo. Ahí es donde reside todo lo que siento, todo lo que sientes. Estaremos juntos por toda la eternidad.
Cuando fueron pequeños, días antes de que Rika falleciera en un accidente horrible, Naruto le había regalado un pequeño anillo de plata con una pequeña gema incrustada en la estructura del anillo como un recuerdo, como un "compromiso" de lo que ambos sentían a pesar de que eran simples niños. Solo la verdadera Rika sabía sobre el significado el anillo. Solo ella podría echárselo en cara.
―...ese anillo parecía estar maldito.
Los ojos de Rika perdieron el brillo alegre y se oscurecieron, volviéndose dos agujeros negros como dos pozos. Ante aquello, el ser detrás de Naruto lo empujó al suelo con una fuerza superior a la que había usado en otras ocasiones, haciendo que el chico cayera sobre sus propias rodillas.
―¿"Maldito"? ¿Crees que estoy maldita y quieres separarte de aquello que nos une?―el rostro de Rika había tomado un gesto umbrío―. No es algo que dirías a quien quieres, Naru-kun.
―¡Me has entendido mal, Rika!―desesperado, Naruto levantó la cabeza y miró los oscuros ojos de Rika, desafiando la fuerza desmedida de la bestia que lo empujaba hacia abajo―. ¡Ese anillo te mató! A-a los pocos días, tuviste el accidente...
―¿Y me quieres abandonar?―el ser detrás de Naruto mostró los afilados dientes. Un escalofrío recorrió su columna, obligándolo a mantener el silencio mientras Rika hablaba―. ¿Quieres dejarme a un lado después de maldecirme? ¿Quieres abandonarme? ¿Es eso?
"¿Qué puedo...decir?"
Había culpabilidad en la mete de Naruto y esta se reflejó en el brillo opaco de sus ojos cuando miró a Rika, sintiendo que no podía decir nada y que se merecía aquello, fuera una pesadilla o fuera la vida real. Aunque, muy en el fondo de su corazón, él esperaba que fuera una mera pesadilla, algo que olvidaría al día siguiente dejando una amarga noche.
Pero Naruto tenía el presentimiento de que no sería así.
―No voy a permitir que me abandones, Naruto. ¡No voy a dejar que te vayas sin mí!
La presión que ejercía el monstruo se volvió intensa, feroz y doblegó completamente al muchacho contra el frío y oscuro suelo, haciendo que Naruto gimiera por el peso extra, por el dolor sobre sus hombros. El chico podía sentir el fétido aliento del monstruo, su saliva goteando directamente contra su nuca. Incluso sintió como algunos de los afilado dientes acariciaban la piel de su cuello, como si estuviera preparándolos para cortar la débil carne y proceder a devorarlo.
―¡NO TE DEJARÉ IR!
Cuando el monstruo finalmente decidió devorar su cabeza, Naruto abrió los ojos completamente exaltado, con su rostro bañado en un sudor frío y la respiración entrecortada que lo obligaron a incorporarse en la cama que estaba ocupando y que no podía reconocer, manteniendo su mente en la imagen de Rika y aquella...cosa.
Durante varios minutos Naruto se mantuvo en silencio, relajando su respiración y los latidos de su corazón, el cual parecía que quería salirse de su pecho. En esos minutos, el chico observó aquella habitación. No era grande. Una ventana ocupaba su sitio sobre un pequeño escritorio de madera y la cama estaba situada bajo lo que parecía ser una estantería para algunos gruesos y desvencijados libros. Nada allí parecía haber sido comprado de primera mano o estaba siendo abandonado por el dueño más de lo que debería.
Pero a pesar de aquel aspecto, Naruto encontró aquella cama reconfortante, cálida.
Finalmente, el chico decidió levantarse, una vez sus pulsaciones cedieron y tomaron un rimo mucho más normal para un adolescente. Apartó las sábanas y se encontró que solo llevaba los pantalones de su uniforme masculino y que el torso estaba completamente desnudo, sin la camiseta que debería estar cubriéndolo.
Armándose de valor, Naruto salió de la pequeña habitación y se encontró con un salón al estilo japones, con una mesa baja en el centro siendo rodeada por diversos cojines que serían el asiento de los comensales.
Sentado en uno de estos cojines, con una taza de té entre sus manos, se encontraba un hombre corpulento, de cabello oscuro y lacio que cubría ligeramente sus ojos. Una característica cicatriz en el lado derecho de su boca hacía al hombre mucho más reconocible.
―¿Ya has despertado, mocoso? Creí que te había dado fiebre, pero parece que solo fue por el calor.
Los ojos del hombre desconocido examinaron al adolescente durante varios segundos. No había rastro de cicatrices o heridas. Ni siquiera quedaba rastro de aquella heria fatal que debería haber enviado al chico al otro lado.
―¿Q-quién es usted?
La pregunta salió suave, delicada, como si fuera a molestar al hombre. Esto hizo que el desconocido riera secamente, encontrando divertida la actitud del muchacho después de haber sido casi asesinado. Sin duda, era un muchacho respetuoso y blanco fácil para las personas como él.
―¡Ah! Antes de las presentaciones―el hombre extendió el brazo y señaló el asiento frente a él―; deberías beber algo. Has pasado unas horas dormido y has sudado bastante. Intenté mantener tu cuerpo lo más húmedo posible debido al sudor excesivo, pero no soy un enfermero o doctor.
Con ojo escéptico, Naruto miró aquel vaso de barro que estaba frente a él una vez ocupó su asiento. El hombre había tomado la tetera y le había servido algo del mismo té que parecía estar bebiendo él, lo que no parecía peligroso. Sin embargo, Naruto prefería desconfiar ligeramente, más cuando era un desconocido el que le estaba ofreciendo aquella bebida y que lo había mantenido en su casa.
―Gr-gracias.
No era un té verde o de hierbas similares. Cuando Naruto probó aquella bebida, lo sintió demasiado dulce como para haber sido endulzado con azúcar o como para pertenecer a algún tipo de té que él pudiera conocer, pues había matices que lo diferenciaba de otros que había tomado y que se mantenían si había echado demasiado azúcar, lo que no pasaba con otros tés.
―Por tu mirada medio ausente, creo que debo darte una explicación de lo que ha pasado, por si intentan hacer que lo "olvides"―Naruto sintió el énfasis en la última palabra―. Debido a tu encuentro con un caído, casi mueres mocoso.
El hombre analizó el rostro de Naruto durante los siguientes segundos, buscando cualquier indicio que le diera información sobre el estado del adolescente. El chico podría entrar en shock o en una negación sobre lo que había ocurrido. Y el hombre estaba esperando que eso pasara, que el muchacho entrara en crisis, en un shock. Pero sorprendentemente, el chico solo mantuvo la mirada y guardó silencio. Aunque vio el atisbo de la incredulidad en los ojos azules del muchacho.
Era extraño y surrealista que un ángel caído hubiera matado a una simple adolescente...a dos simples adolescentes. Podía ser considerado un fragmento de un manga o una novela de fantasía adolescente en la que el chico es reencarnado. Pero el hombre sabía que esa "fantasía" era mucho más real que la ficción misma. Ahora, su misión era hacer que el muchacho comprendiera donde había entrado.
Viendo que Naruto se había quedado mirando el vaso de té en sus manos, el hombre aclaró su garganta.
―Antes debo presentarme, supongo―Naruto levantó el rostro para mirar al hombre. Era un hombre de mediana edad, con la piel ligeramente surcada por finas arrugas. Sus ojos eran pequeños y oscuros, transmitiendo una sensación de cansancio―. Toji Fushiguro es mi nombre, mocoso. Es mejor que lo grabes en tu mente, porque a partir de ahora voy a convertirte en un hechicero.
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