Capítulo 15
La cabeza de Raiser Phoenix estaba siendo exhibida frente a la mansión de los Phoenix, clavada en un palo de madera hasta lo más profundo, probablemente llegando casi hasta el cerebro inerte. La sangre escurría por la madera y goteaba hacia la hierba. Un pequeño charco se había formado alrededor del asta y había vuelto roja la hierba que estaba debajo, dando una cruenta visión.
Dentro de la mansión el ambiente era helado. La celebración por un compromiso que debería haber sido un momento de alegría para ambas familias, había empañado completamente el hogar de los Gremory y había dejado sin uno de sus hijos al patriarca de los Phoenix, lo que era un golpe para la familia y todos sus miembros.
La reunión de los Cuatro Reyes del Inframundo dentro de los límites de la finca de los Phoenix dejó a todos los presentes, incluyendo al mismo Sirzechs, sorprendidos por la presencia de las mayores autoridades del inframundo. Los cuatro eran líderes del Inframundo, pero a menos que no hubiera una reunión urgente o un evento importante, estos no solían reunirse en un mismo sitio al mismo tiempo, pues eso podría ser tomado por otros como un signo de debilidad al no estar trabajando en sus propios frentes.
Sin embargo, la presencia de los Maou en la casa de los Phoenix, había sido producida por la misma presencia que amenazó al mismo Sirzechs Lucifer. Este demonio no contaba con el poder para enfrentar al pelirrojo o a cualquiera de los reyes actuales. Incluso él mismo podría decir que podría ser engullido por el poder de muchos demonios jóvenes con un potencial enorme. Pero tenía algo que faltaba a muchos demonios: poder político, influencia y ser la representación del propio inframundo frente a los ojos de aquellos que vivieron la transición entre la vieja y la nueva era.
No era un demonio que interviniera en los asuntos de su familia o de los 72 Pilares, pero le presentaron cosas que lo hicieron moverse ante lo ciego que había estado su descendencia frente a lo que tenía frente a sus ojos y no quería verlo.
De rostro serio, cabello negro con algunas gruesas canas blancas y unos ojos violetas que brillaban de fuerza, el demonio que amenazó a Sirzechs Lucifer se mantuvo sentado siendo observado por los Phoenix, los Gremory y los Maou como si no fuera el centro de la atención de todos los demonios en la sala, como si él no hubiera dado cien millones al estudiante del hombre que tenía detrás.
Toji Fushiguro no era un hombre que se relacionara con demonios o seres sobrenaturales a menos que la situación lo ameritara. En esta ocasión, el demonio que pidió los servicios de su alumno (aunque fue sus propios servicios lo que realmente solicitó), contaba con una información relevante para él, mucho más relevante que el dinero que hubiera tomado en otra ocasión.
Finalmente, una mujer de cabello castaño y de edad avanzada se aceró al demonio de cabello oscuro y le ofreció una pequeña taza. Con manos enguantadas y delicadeza, el demonio tomó la bebida ofrecida y esperó a que la mujer se retirara. Cuando la sirvienta desapareció del rango, el demonio tomó un pequeño sorbo de su té, extendiendo la desesperación en los demonios frente a él, que lo miraban inquietantes, esperando una respuesta al motivo de la intromisión en la caza del humano que dio muerte a un noble de los 72 Pilares.
Era inaudito.
A lo largo de la existencia de los demonios, ningún humano había osado llegar al Inframundo y enfrentar a un miembro de los 72 Pilares o, mejor dicho, a un clan de demonios perteneciente a los 72 Pilares. De todos modos, ¿quién podría pensar que eso podría suceder en algún momento? Los únicos humanos temidos por los demonios eran los descendientes de los héroes antiguos o los que portaban algún Sacred Gear lo suficientemente poderoso para vencerlos. Y ambas premisas, no fueron cumplidas por el asesino de Raiser a ojos de la sociedad demoníaca, quienes esperaban una respuesta, una respuesta que el demonio sentado en el sillón, disfrutaba mantener oculta el tiempo que él mismo estimara. Quería ver la desesperación en los ojos de los Phoenix, la confusión en los ojos de Sirzechs y la premura en la de los restantes Maou, quienes fueron llamados por él.
Dejando la taza sobre un pequeño platillo, el demonio limpió su mentón usando una delicada servilleta, generando crispación en el ambiente.
-¡Ya basta!―la voz del patriarca de los Phoenix finalmente se alzó. Cabello dorado, ojos azules profundos y una frondosa barba daban al patriarca de los demonios "inmortales" un aspecto de un aguerrido guerrero, aunque si le preguntaban al demonio de ojos intensos, eso solo sería una verdadera burla para los luchadores reales―. Puedes tener todo el poder y autoridad que quieras, ¡pero no para matar y permitir que mi hijo mura, ZEKRAM!
Zekram Bael podía ser considerado muchas cosas. ¿Pero ingenuo? No, eso no estaba en la definición de los demonios sobre el hombre que mantuvo la paz durante la transición entre dos eras en el Inframundo. Por ello, verlo actuar, era sumamente extraño y precipitado para muchos miembros de la sociedad demoníaca.
―Ah, no grites, viejo―haciendo uso de su meñique izquierdo, Toji limpió de cera su oído como si lo hubiera tenido taponado en algún momento, algo que no era real―. Vas a dejarme sordo, joder.
―No me jodas con esa mierda, humano―extendiendo el brazo, el Phoenix mayor señaló al hechicero―. ¡Ni siquiera deberías estar aquí!
Los humanos deberían sufrir en el Inframundo, sus almas siendo torturadas a lo largo de los Nueve Circuirlos del Infierno buscando el arrepentimiento. Un humano vivo, sin sangre demoníaca, era una afrenta mayor a los miembros de los 72 y al difunto Lucifer Original, quien estaría retorciéndose en su tumba.
―¡¿Ha?! ¡¿Y me vas a echar?!
Zekram levantó la mano. La boca de Toji provocó un crujido cuando se cerró de golpe, obligando al patriarca a observar al Bael. Ojos azules temblaron ante la dura mirada de los ojos del demonio mayor.
―Para tu berrinche, Phoenix―la dura voz de Bael, echó para atrás al patriarca varios pasos―. No estoy aquí para que intentes minimizar mi autoridad frente a nuestra sociedad. ¿Tu mocoso ha muerto? Es una lástima para los sangre pura, sin embargo es algo que se llevaba pidiendo desde que él mismo manchó tu nombre.
―¿Q-qué?
Cualquier miembro de los 72 podía ver la intromisión de Zekram como "inapropiada" e intentar minimizar todo lo que él hizo por la sociedad del Inframundo minimizando su importancia y poder. Pero Zekram no era idiota. No estaba allí sin su trabajo hecho, sin la investigación terminada hace tiempo. Había investigado a Raiser Phoenix desde su primera aparición en el Mundo Humano, desde su búsqueda de piezas para su séquito y desde su compromiso con Rias Gremory. Conocía la vida del hijo varón de los Phoenix mucho mejor que lo hacían sus hermanos o padres, mucho mejor que lo hacía Zeoticus o su descendiente Venelana. Y como orgulloso demonio, permitir que alguien así se casara con Rias o que siguiera vivo, no entraba en su agenda.
―¿A qué se refiere, Zekram-sama?
Rias había optado por referirse al señor de los Bael como correspondía. Su hermano era más poderoso, pero la mentalidad de Zekram superaba a la de muchos demonios por un periodo de miles de años antes de que nacieran.
―Raiser Phoenix ha roto los "pactos" que se realizaron tras la Guerra Santa, cuando Michael y yo mismo establecimos la paz entre ambas facciones. Aunque no fuera una paz demasiado prolongada, yo prefería mantenerla por respeto a mi padre.
Zekram descendía directamente del Lucifer Original y de Lilith, las dos entidades del inframundo más poderosas, aquellas que dotaron a los demonios de su existencia y establecieron a los 72 Pilares de los Demonios en su reinado.
―¿A-ah? Espera. ¿Tú estableciste la paz?
―Tan dormido como siempre, Sirzechs. Incluso la sorpresa en los rostros de los demás, no me sorprende. ¿Paz buscada por un demonio cuando su padre murió? Hay cosas que vosotros, los jóvenes, no podéis llegar a ver o comprender incluso aunque pasen un millón de años.
La Guerra Santa había sido el mayor evento dentro de la Facción Bíblica, llevando a las tres facciones aun enfrentamiento encarnizado que terminó con la desaparición o muerte de algunos de los líderes, siendo uno de ellos el mismo Lucifer y el otro su padre, Elohim, el regente del Heaven, culpable indirectamente de aquella guerra.
―No voy a dar una explicación extensa. No tengo el tiempo para educar a mocosos idiotas―orbes violetas se clavaron en Sirzechs―. Raiser hizo cosas que disfrutarían los mayores demonios y miembros de la Vieja Facción, chico. Cosas que te asquearían, que te harían replantear cuantos realmente siguen tu nuevo sistema...vuestro nuevo sistema―los ojos se movieron de Sirzechs hacia el resto de los Reyes del Inframundo―. No todos están contentos con el renacer de los humanos como demonios, aunque os apoyen. Es un juego para los mayores y los niños lo ven todo como un camino de rosas ya completo.
La guerra civil del Inframundo fue la causante del mayor cambio de la sociedad del infierno, un cambio que no todos querían ni podían implementar. Eso era algo que viejos demonios como Zekram sabían, pero que jóvenes demonios como Sirzechs parecían dejar a un lado, centrando su atención en el lado positivo únicamente e intentando esconder todo lo demás debajo de la alfombra.
Raiser era uno de esos jóvenes demonios que preferían las antiguas costumbres, que veían a los humanos como "objetos". Y era algo que Zekram podía ver con buenos ojos...en un tiempo anterior al actual, un tiempo donde sus lazos con las facciones no estuvieran a punto de romperse por fuerzas externas.
Como miembro de la alta sociedad, como uno de los hijos directos de Lucifer, Zekram colocaba el bienestar del Inframundo por encima de los propios individuos que formaban el Inframundo y su sociedad, aunque eso incluyera a miembros de su sangre como lo eran los 72 Pilares. Por ello no se opuso al cambio de jóvenes demonios como los actuales Maou y sus seguidores. Por ello no se opuso al sistema de Evil Piece y a reencarnar a humanos para convertirlos en esclavos de nobles demonios, aumentando a la sociedad demoníaca. Y por ello fue el benefactor que apoyó a Sona Sitri para terminar con Raiser.
―Esto está siendo incongruente, Zekram. ¿Qué pruebas tienes para hacer algo como esto, para afirmarlo?
―El respeto no está en tu boca, ¿eh? No importa. Mi hermano Phoenix siempre fue irrespetuoso con el hermano mayor. Sin embargo, niños idiotas no pueden evitar que yo hable con la verdad. Ni siquiera pareces conocerme. ¿Crees que haría esto, sin pruebas, sin que sea beneficioso para el Inframundo?―Zekram clavó sus ojos en el patriarca de los Phoenix, haciéndolo retroceder―. Serafall, querida. Dale "eso".
Serafall Leviatán era una versión ligeramente adulta de su hermana menor Sona Sitri. Ojos violetas brillaban con diversión y el cabello negro atado en dos coletas, enmarcaba un rostro redondeado mientras gruesos mechones caían sobre su frente. Sorprendentemente, no llevaba vestimenta de chica mágica, si no que parecía llevar un uniforme de secretaria.
A los pies del patriarca de los Phoenix y su mujer, cayó un saco pegajoso y húmedo, ligeramente oscurecido por el líquido que parecía desprender aquello que contuviera. Cuando el rubio lo abrió, su mujer se llevó las manos a la boca.
―Supongo que el asesinato de vírgenes es una hermosa parte de nuestra vieja cultura. Si, eso es realmente hermoso si lo ves desde la perspectiva del diablo―las viejas costumbres estaban arraigadas. Zekram podía verlo, lo sabía―. Pero estamos en una perspectiva global. Estas personas, personas de fe, eran fieles seguidoras de lady Gabriel del Heaven arcángel y hermana de lord Michael. Poniendo esas cartas sobre la mesa, si no hubiera tomado a Raiser, una segunda Guerra Santa hubiera estallado por el puro deseo de un adolescente demasiado egocéntrico y lleno de sí mismo―el roce de la ropa alertó a todos. Un hombre apareció detrás de Zekram, la mano descansando sobre el mango de su espada―. Sostener una segunda Guerra Santa, ¿podrías haber llegado a sostenerlo, Sirzechs? Incluso alguien como tú, con una mentalidad menor que Adjuka, puede ver el error en eso. Las muertes serían demasiado elevadas para mantener esta sociedad.
Aquello podría verse como un mal menor, un error que no sería tomado en cuenta. Pero errores menores habían iniciado guerras que cambiaron el mundo, fueran o no en el mundo sobrenatural. Y era algo que Zekram estaba evitando.
―Supongo que mi tiempo se ha terminado―el espadachín detrás de Zekram asintió sutilmente―. Siendo sincero Toji, no esperé que tu alumno pudiera lidiar con el pomposo de los Phoenix―la burla estaba implícita, y no fue obviada por el patriarca―. Lo que me pediste. Dáselo, Garling.
Garling era un hombre realmente alto, de cuerpo delgado y desgarbado con el cabello largo hasta los hombros, de un tono negro como la misma noche. Su altura sobrepasaba a la de su señor, siendo una cabeza más alta. Tal vez no era igual de musculoso que Toji, pero el hechicero captó la experiencia en sus movimientos, en cómo estaba siempre listo.
El espadachín extendió un folder hacia el hechicero más fuerte en la actualidad. Sin responder, Toji tomó aquellos archivos y salió de la mansión de los Phoenix de vuelta al Mundo Humano.
―Mi visita ha sido breve, pero esclarecedora, supongo―Zekram se puso de pie y Garling se situó detrás de su señor―. Querida Rias, espero que esto no afecte demasiado a tu crecimiento como líder del clan Gremory a un futuro aun lejano. De hecho, espero poder ver un mejor comportamiento y crecimiento de tu lado como miembro parcial de los Bael―la atención del demonio mayor fue hacia Sirzechs―. Investiga algo llamado "Crow". Podrás entender mi presencia aquí y lo que realmente está pasando bajo tus narices.
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